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Master and Servant por Ainu

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Notas del capitulo:

Vuelvo a subir cosas a la web después de meses y meses de abandono. Esta vez es un oneshot con lemon. Es yuri. Tiene algo de Sadomasoquismo y situaciones de Dominación y Sumisión. Por si acaso xD Espero que os guste :S

 

P.D.: Como nombro algunas canciones pero no sale ninguna letra, no he puesto disclaimers ni nada. Al final pongo una lista de las canciones.

Maider dio una calada a su cigarillo casi consumido, clavando sus ojos azules en el vaso intacto que tenía delante de los ojos. Cruzó las piernas, ligeramente incómoda, y aprovechó para rascarse la rodilla por encima de los pitillos grises y desgastados. Soltando el humo con lentitud tiró las cenizas del cigarro en el cenicero que tenía a su derecha, todo esto bajo la impasible mirada de su interlocutora. La chica de veintipocos años tenía el pelo rubio recogido en una coleta larga, hasta media espalda, y vestía completamente de negro. Aunque llevase unas gafas tintadas de cristales redondos, sentía claramente que la observaba todo el rato. Maider se perdió en la música que llegaba a sus oídos, atenuada por la distancia; a menos que se equivocase, sonaba una canción de Bauhaus, más concretamente, “She’s in parties”. Curvó sus labios pintados de rojo fuerte en una sonrisa y apagó los restos del cigarro en el cenicero de cristal, paseando la vista por las manos cruzadas de su acompañante, cuyas uñas estaban pintadas de blanco y negro alternativamente, además de que llevaba varios anillos: uno en cada pulgar, uno un poco más voluminoso en el dedo corazón derecho y otro anillo sencillo en el meñique izquierdo.

 

-¿Quieres que te pida otra cosa, Mai?


-No, el Vodka con hielo está bien...-contestó con un hilo de voz. Se quedó callada, intentando distinguir la nueva canción de fondo; “White Wedding” de Billy Idol. Le gustaba aquel DJ al que no conocía de nada, ni siquiera se sabía su mote.


-Voy a pedirme otro Becherovka. Ahora vengo, guapa.


 Maider asintió con un gesto ausente, dando un sorbo a su bebida aguada. El alcohol le dejó una calidez en el fondo de la garganta y le bajó hasta el estómago, haciendo que se sintiese un poco mejor. Con una ligera avidez, dio otro par de tragos, notando cómo el líquido bajaba por su garganta, calentándola. Durante el rato que Iris se contoneó en la barra pidiendo su chupito, el desconocido DJ cortó la canción a punto de terminar y dio un par de golpes a un micrófono.


-Les informamos de que dentro de cinco minutos se va a abrir la sala del fondo, así que los interesados podéis ir tirando. Gracias.


 Con otro chasquido, pasó a la siguiente canción, bastante distinta de las que llevaba pinchando toda la noche. Maider frunció sus cejas rojizas, entornando los ojos castaños; “Eat me, Drink me”, de... ¿Marilyn Manson? Pero si llevaba toda la noche poniendo viejos clásicos. La joven de veintiocho años se encogió de hombros, sorbiendo su bebida y recordando de pronto la advertencia que, sin ninguna explicación, le había soltado Iris en la puerta del local: “Ni se te ocurra emborracharte. Quiero que te conserves lúcida toda la noche.” Sintiéndose un poco mal, apartó el vaso de sí, negándose a beber una gota más, pero dirigiéndole una mirada preocupada a Iris, quien volvía relamiéndose los labios. Ya se había bebido una copa de coñac y acababa de tomarse una bebida rusa, o polaca, o de donde fuera, pero esa gente siempre hacía bebidas muy fuertes.

 

Iris sonrió, mostrando sus dientes afilados de forma artificial; no todos, sólo los colmillos superiores. Se apartó el pelo con un ademán fluido y se sentó frente a Maider, acercándose el vaso abandonado y recorriendo su borde con el dedo.

 

-Tranquila, Mai, sigo perfectamente sobria. Siempre lo estoy.


-Lo sé.-contestó la chica con un bufido de incomodidad. Las luces tenues, de color rojo y blanco, iluminaban su cabello rojizo y difuminaban las formas que se dirigían a la sala del fondo.


-¿Quieres que nos vayamos?


 Maider asintió casi imperceptiblemente, repentinamente cohibida.


-Bien...-. La voz de Iris adquirió un matiz distinto, volviéndose más aterciopelada a la par que seria mientras rebuscaba en su bolso. Sacó una hoja en blanco y un bolígrafo negro sin tapa, cerrando la cremallera y colgando el bolso del respaldo de su silla. Esbozó una sonrisa distinta a las anteriores, una que transmitía seguridad y superioridad a la vez. Se lamió los labios resecos, fijando sus orbes verdes en Maider:-Ahora tú y yo vamos a tomarnos nuestro tiempo en redactar esto, como otras veces. A partir de ahora dejo de ser tu compañera de la universidad, ¿entendido?


-Lo sé, Iris...


-No te pongas nerviosa. Nunca ha habido problemas, así que respira hondo para relajarte y ahora lo seguimos hablando.

 


 Maider tragó saliva con un poco de dificultad mientras esquivaba los ojos de Iris, ahora descubiertos puesto que las gafas habían ido a parar al fondo del bolso. ¿Cómo había acabado en aquel local como tantos otros viernes por la noche, acompañada de Iris? Aquella chica era un maldito imán, y ella lo sabía; sin embargo, nunca haría nada para remediarlo. Le gustaba esa atracción que ejercía sobre ella, ese magnetismo extraño que la llevaba a confiar en Iris más que en cualquier otra persona. Pero por encima de todo, aquello no era nada serio, ¿no? Sólo era... No podía decir que se trataba sólo de sexo sin compromiso, porque era algo más importante que eso. Clavó la vista en el papel que empezaba a llenarse con la desgarbada letra de Iris, propia de la costumbre de tomar apuntes universitarios. Observó cómo escribía en silencio, sin prestar mucha atención al barullo que montaba la gente al apretujarse para entrar en la sala del fondo ni a la música de fondo; ni siquiera sabía qué estaba sonando, algo lento y con toques de electrónica que, sin saber por qué, la ponía un poco alerta de forma molesta. El rasgueo del bolígrafo sobre el papel se detuvo, de modo que volvió a bajar la vista hacia la hoja, ahora llena de párrafos y huecos en blanco. Aquella hoja era una formalidad, simple pero necesaria pese a que llevaban por lo menos tres meses viéndose los viernes por la noche. La leyó con rapidez, sin poder evitar ruborizarse al leer algunos párrafos. Miró a Iris, quien seguía jugueteando con el borde del vaso de vodka aguado.


-Oye, ¿es obligatorio lo de que a partir de firmar la hoja use el protocolo?


-Como las otras veces, cielo.-respondió con calidez. Iris le gustaba por su inocencia y su ingenuidad, o al menos las que solía aparentar. Sonrió antes de contestar.-Sabes que podemos comentar todos los puntos. Es un acuerdo entre dos. ¿Algo que objetar sobre las prácticas?


-Bueno.-Maider titubeó un poco, molesta por la música de fondo.-¿Podríamos posponer las velas para otro viernes? Me da un poco de miedo...


 Iris le apretó la mano por encima del papel, sin mucha fuerza para no hacerle daño, pero la justa para transmitirle confianza. Lo más importante era que Maider se sintiese a gusto, e Iris sabía que el hecho de que llevasen tres meses viéndose no era suficiente, por muy bien que estuviesen juntas. Era normal que le entrasen dudas y temores de último minuto.


-Ya sabes que los límites hay que pasarlos juntas, pero no voy a presionarte a hacer algo que tú no quieras. Acaba de leerlo, por favor.

Maider garabateó su firma de forma torpe, dejando un pequeño borrón de tinta en una esquina. Sabía que no tenía motivos para estar nerviosa, pero estaba bastante más tensa que otros viernes. Sonrió sin mucha convicción mientras Iris firmaba en la parte inferior de la hoja, se ponía el bolso en el regazo y guardaba la hoja y el bolígrafo. Dejó la cartera encima de la mesa y se incorporó, cogiendo su chaqueta del respaldo de la silla.

 

-Vamos a pagar, anda. ¿Seguro que estás bien, Mai? No vamos a hacer nada si tienes dudas, no quiero que luego te sientas mal.


-No sé, me agobia un poco el sitio.-dijo mientras se levantaba y cogía su abrigo azul y blanco. Siguió a Iris fuera del local, cogiendo una bocanada de aire nocturno que refrescó sus pulmones y despejó su cabeza.


-Sube al coche, anda.-dijo Iris señalando su automóvil de color negro metalizado con un gesto. Abrió la puerta del co-piloto para que subiese, y una vez que Maider estuvo sentada y con el cinturón de seguridad ajustado en torno a su tripa, cerró la puerta con cuidado y se sentó al volante, bajando un poco las ventanillas. Se quedaron en silencio, escuchando el ruido distante que salía del local y el ajetreo del tráfico distante. Iris se giró hacia Maider, inclinándose hacia ella y poniendo una de sus manos en su regazo:-Esta noche tengo una sorpresa para ti.


 La chica se estremeció un poco al notar el aliento de Iris en el cuello. Clavó la vista en el salpicadero del coche, respirando con una ligera agitación cuando Iris subió serpenteando por sus muslos y le desabrochó algunos botones del pantalón, sonriente. En la media penumbra del coche Maider agradecía que no se notase mucho lo ruborizada que estaba, aunque la luz de las farolas se derramase por su cara y su pecho. Dejó escapar un gemido suave cuando los dedos de Iris tantearon su ropa interior, mientras ella soltaba una risa cálida y se inclinaba más hacia ella para darle un beso en los labios. Maider abrió la boca, dócil, buscando corresponder a Iris entrelazando sus lenguas con rapidez. Los dientes puntiagudos de Iris rozaban sus labios con cada movimiento, pero le gustaban esos pequeños pinchazos. Iris se apartó, sacando también la mano de debajo de las bragas amarillas de Maider y palmeándole el muslo con una sonrisa pícara.


-Paciencia, Mai. ¿Te importa que ponga algo de música?


-N-No...


 Iris encendió la radio, pasando varias pistas del disco con rapidez. Subió un poco el volumen del aparato y arrancó con un rugido sordo del motor. Se puso el cinturón de seguridad antes de incorporarse a la calle vacía de coches, mirando a Maider de reojo con una media sonrisa. La chica estaba mirando por la ventana, marcando el ritmo de la música con su mano sobre su muslo, distraída por las farolas que pasaban a toda velocidad delante de sus ojos.


-¿Alien Vampires? No sabía que te gustaba la música electrónica de ese tipo.-dijo con un tono un poco alto para que Iris la escuchase por encima de la música.-¿Her Blood into my Veins?


-Exacto. No es tan raro que me guste un poco de todo.-respondió Iris frenando ante un semáforo. A esas horas de la noche las calles estaban bastante despejadas; casi todos los críos estarían durmiendo, y los adolescentes estarían perdidos en locales estrechos con la música rebotando en las paredes, y así sucesivamente. Arrancó y giró hacia la derecha, mirando el reloj digital que había en el salpicadero del coche: 03:54.


-Iris, ¿cuando lleguemos puedo tomar un vaso de agua con una aspirina?


-Claro, cariño. Necesito que estés perfecta.-añadió con un tono sugerente.

 Maider se sonrojó, apretando un poco los muslos y frotándose el antebrazo izquierdo con la mano. Iris miró la pequeña pantalla que mostraba los títulos de las canciones y pasó varias sin fijarse en las letras de color verde pálido.-¿Y a Blutengel los conoces? 

-Como para no conocerlos.-repuso Maider, un poco confusa por la conversación sobre grupos de música.-Chris Pohl participa también en Terminal Choice.-comentó con un tono dubitativo.-Ésta es la de Reich Mir die Hand, ¿has visto el videoclip?

-No eres la única que escucha grupos medio góticos, Mai...-. Iris suspiró, mirando de nuevo el reloj, deseando llegar a su casa: 04:12. Frunció los labios con impaciencia, soltando otro suspiro.-Todos somos cúmulos de cosas extrañas pero que nos hacen únicos.



Maider se bajó del coche tiritando ligeramente. No tanto porque tuviese frío, si no porque tenía bastante calor y le resultaba molesto el roce de los vaqueros entre sus piernas. Se arrebujó en su abrigo y siguió a Iris con pasos largos para alcanzarla. La mayor abrió la puerta y la invitó a pasar con un gesto, sonriendo de forma seductora. Maider se estremeció al cruzar la puerta, agradeciendo un poco la calefacción que caldeaba el portal.

 

-Llama al ascensor, Mai. 

 

 La chica pulsó el botón, mirando la lucecita amarilla con una abstracción cercana a la hipnosis. Una vez dentro del ascensor se quedó mirando la punta de sus zapatillas Converse, sonrojada y expectante. ¿Qué le habría preparado Iris aquel viernes? Aún no lo sabía, pero tenía varias ideas rondando por la cabeza, y ninguna era, ni de lejos, casta y pura.   

 

 

 Iris abrió la puerta de su apartamento con un pequeño chirrido, entrando detrás de Maider y dando la luz. Cerró tras de sí, dejando las llaves colgadas de un pequeño gancho que había junto al telefonillo y colgó el abrigo en el perchero del recibidor, haciendo lo mismo con el abrigo que le tendía Maider. Ésta, mientras tanto, había entrado en el salón que había a la izquierda del recibidor y se había quedado plantada en medio de la alfombra granate, sin saber muy bien qué hacer. Desde el recibidor le llegaban los ruidos que hacia Iris al echar los cerrojos de la puerta y dirigirse al salón con pasos lentos y firmes. Maider suspiró, repentinamente nerviosa.


-Siéntate en el sofá, voy a traerte la aspirina. Puedes poner los pies encima de la mesa si quieres.-dijo Iris desde la cocina.

Maider se encogió de hombros y se dejó caer entre los cojines negros y plateados, satisfecha. Puso los pies encima de la mesita de café, recorriendo el salón con la vista como tantas otras noches: televisión plana de tamaño medio encima de un mueble negro y marrón claro con ruedas enfrente del sofá, un par de sillones a juego con el sofá blanco con cojines negros y plateados, una alfombra granate de tejido suave como de peluche, y en la pared derecha algunas estanterías bajas atiborradas de libros de fotografía artística, manuales, revistas pasadas, algunos libros de sexualidad y más libros de tarot y horóscopos; y encima de la estantería del centro, una mini cadena negra y naranja. Maider miró por las ventanas situadas sobre las estanterías, cubiertas por unas cortinas negras y rojas, adormeciéndose un poco. Se fijó en el vaso que Iris acababa de dejar encima de la mesa con un pequeño golpe. Se topó con los ojos penetrantes de Iris, ruborizándose un poco más si era posible.


-Gra-gracias...


-Bébetelo. En unos diez minutos vendré, ¿ok?-. Iris desplazó su cuerpo un poco estilizado por el salón, llegando a las ventanas y bajando las persianas del todo. Encendió algunas velas con parsimonia, dejándolas sobre los escasos muebles del salón en distintos platillos de cristales de colores.   Maider entornó los ojos, sintiéndose un poco más a gusto con el salón sumido en luces tenues y danzantes:-Sí...-musitó llevándose el vaso a los labios mientras Iris salía del salón con una sonrisa provocadora.

 


Iris se quitó la ropa, dando un respingo por la diferencia de temperatura. En su casa no hacía frío, pero estaba en ropa interior delante del espejo de pie que había junto al armario. La chica suspiró, mirándose con los ojos entornados: piel un poco oscura, como si estuviese siempre bronceada, pelo rubio y largo hasta los omóplatos, ojos verdes y los labios, finos, un poco rosados. Se ajustó una tira del sujetador, cambiando el peso de una pierna a otra debido a los nervios. Sacó una caja del fondo del armario y la dejó encima de la cama, quitando la tapa y, con ella en la mano, se volvió para cerrar el armario. Ignoró a su reflejo un tanto delgado -llevaba algunas semanas cuidándose poco- y se puso a rebuscar en la caja de cartón, dejando cosas encima de la colcha de color aguamarina: un corset negro y azul que le tapaba los pechos, decorado con algunas correas y con una cremallera en medio, un par de esposas, una cadena con un enganche al final, un collar de cuero sencillo con una argolla metálica y una vara fina de madera flexible. La joven soltó otro suspiro, mirando el contenido de la caja con cierta aprehensión, iluminada por la luz que derramaban un par de flexos halógenos que había sobre la cama. Colocó la tapa encima y, después de calzarse unas botas hasta la rodilla llenas de remaches y correas -le habían costado 170 pavos en una zapatería oficial de la marca Newrock-, salió al pequeño pasillo cargando con la cadena, las esposas, la vara y un bote de lubricante sabor vainilla que había rescatado en el último momento. Desde el pasillo en penumbra observó a Maider, quien jugueteaba con el vaso vacío mientras dejaba pasar el tiempo. Casi imperceptiblemente, los labios de Iris se curvaron en una sonrisa lasciva y cruel: la norma que tenía acordada con Maider era que, en cuanto ella se fuese al cuarto a coger cosas, ella debería desvestirse para cuando volviese. Bueno, se dijo, siempre puedo modificar un poco el contrato de antes. Se apartó un par de mechones rubios del rostro y entró al salón, dejando las cosas en la encimera de la cocina americana.



-¿A qué esperas, Mai?


 Maider se puso rígida, notando cómo algo frío bajaba por su garganta y se asentaba de forma incómoda en su estómago. Se movió un poco, intentando estar más cómoda en el sofá. Mierda, pensó mirando la alfombra, tenía que haberme quitado la ropa... Comenzó a desabrocharse la blusa sin levantar la vista del suelo, ruborizada. Escuchó cómo Iris dejaba algunas cosas encima de la encimera del salón y se sentaba en uno de los sillones, expectante. Ella intentaba desabrocharse la camisa con más rapidez, pero el leve temblor de sus manos se lo ponía más difícil. Consiguió deshacerse de la prenda negra, dejándola en el brazo izquierdo del sofá y procediendo a quitarse las zapatillas, dejarlas al lado del sofá y quitarse los pantalones, soltando un respingo por el cambio de temperatura. Sentía los ojos de Iris clavados en ella, evaluándola con frialdad desde el sillón, y eso la ponía nerviosa en más de un sentido. Se quitó la ropa interior y las calzas azules y naranjas y esperó, sentada en el sofá con la cabeza gacha y resistiendo el impulso de quitarse el pelo de la cara.


-Ven aquí. A cuatro patas, Mai.-matizó Iris con un tono autoritario al ver que la joven se disponía a levantarse. Esbozó una amplia sonrisa de satisfacción cuando Maider llegó a su altura gateando sobre la alfombra de tejido blando y suave. Iris balanceó el collar de cuero entre sus dedos, haciendo tintinear la argolla.-Levanta la cabeza.


 Maider obedeció, aún sintiéndose un poco reticente. Casi nunca le pasaba eso, así que se esforzó en memorizar el código de colores que Iris había garabateado en el bar: “Verde, que todo iba bien, Amarillo, que disminuyese un poco el ritmo, Naranja, que bajase aún más el ritmo y, finalmente, Rojo significaba que quería que la sesión se detuviese”. Inspiró con profundidad, intentando sentirse un poco más a gusto, soltando el aire en un pequeño jadeo cuando el cuero abrazó su cuello colocado con habilidad por Iris, cuyo cabello le hacía cosquillas en la nariz. La joven se retiró y señaló el suelo con un dedo, sonriente.


-Me apetece leer un poco escuchando música. Traeme el mando de la mini cadena y cualquier libro del segundo estante, ya sabes, los de la estantería del medio. Con la boca, Mai.-añadió cruzándose de piernas.


 Ésta asintió, dando media vuelta y yendo hacia los estantes a gatas, pensando qué libro coger del montón desordenado. Después de dejar vagar la vista un rato por la maraña de títulos en diferentes idiomas, miró el mando a distancia con desconfianza, puesto que no podía cogerlo bien sin levantarse o sin cogerlo con la mano. Se quedó se rodillas, apoyando el peso en los pies, mientras señalaba los libros con indecisión. ¿Cogía uno de los libros sobre sexualidad? ¿O una novela? Pero quizás Iris quería leer cualquier otra cosa... Se incorporó lo justo para alcanzar el mando con la mano y le dio un golpe, tirándolo a la alfombra con una sonrisa satisfecha. No lo había cogido con la mano, sólo le había dado un golpe. Cogió el mando entre los dientes y se lo llevó a Iris, quien esperaba con un aire de fingida impaciencia.


-¿Y el libro?

-No sabía qué te apetecía leer...


-No sé, da igual. Ven aquí, apoya la cabeza.-ordenó dándose palmaditas en las piernas. Sonrió cuando Maider apoyó la mejilla contra su rodilla, acomodándose. Ensortijó varios mechones pelirrojos con aire ausente, respirando con calma.-Te noto algo tensa, Mai...


-No, estoy bien de verdad... ¿Ama?


-No, todavía no. No hasta que me digas qué te preocupa.


 Maider dudó un poco al contestar, frotando la mejilla contra la piel de Iris. Ésta le rascó el cuello, esperando que contestase.


-¿Seguro que no... Eh... Seguro que no estás bebida?


 Iris se la quedó mirando bastante seria, sonriendo de medio lado antes de reírse con ganas.


-Boba. ¿No te fías de mí? Te dije que no estaría bebida, la norma de que tú estés sobria también me incluye a mí.


 Maider soltó el aire con fuerza, notoriamente más calmada que antes. Cogió un par de bocanadas, sonriendo con un aire estúpido mientras Iris le seguía acariciando la cabeza y el cuello.


-Lo siento...


-No pasa nada. Por ahora está bien así. Traeme un vaso de agua, pero ahora sí puedes levantarte.-añadió con un aire divertido al ver que Maider empezaba a gatear hacia el otro lado del salón.



Iris le quitó el vaso de agua de las manos con cierta brusquedad, sobresaltándola.


-Bueno... ¿Qué tenemos aquí, Mai?


-¿Eh?


-Que si te apetece jugar un poco, pequeña.-dijo con un tono sugerente. Observó cómo Maider volvía a arrodillarse, solícita.


-Cualquier cosa que digas...


-Mal.


 Maider tragó saliva con los ojos fijos en las puntas de cuero de las botas que llevaba Iris.


-D-De acuerdo, ¿Ama? Pero, Iris, es que no sé qué decir exactamente. ¿Q...?.- La otra chica se levantó, apoyando una mano en su cabeza gacha y dándole un par de palmaditas. Apagó las luces de la cocina y del salón, dejándolo casi a oscuras. Aprovechó para dejar el vaso de agua intacto y coger las cosas que había dejado en la encimera y volvió al sillón, dejándose caer en él.


-Mmm... Levanta la cabeza, anda.


 Maider se estiró un poco, ladeando ligeramente la cabeza con curiosidad. Iris le enganchó la cadena al collar, sonriendo en la penumbra.


-¿Una correa?


-Sí, exactamente. Una correa para una pequeña perra como tú, Mai.


 Ésta bajó la vista, un poco avergonzada, pero un tirón de Iris la obligó a levantar la cabeza.


-Para empezar me vas a servir de reposapiés, pequeña. Y luego ya veremos qué más cosas sabes hacer bien para tu Ama...


 La joven se puso a cuatro patas, buscando una postura un poco más cómoda para sostener los pies de Iris en alto. Soltó un suspiro cuando notó las botas sobre su espalda desnuda, ejerciendo una suave presión. Escuchó cómo Iris se removía un poco en el sillón, inclinándose hacia un lado para dejar las cosas que había cogido en el suelo. De reojo, Maider sólo distinguió un bote de plástico y unas esposas. Esbozó una pequeña sonrisa, intentando dejarse llevar más por la situación. Los tacones de las botas de Iris se clavaban un poco en la parte baja de su espalda mientras su dueña se sentaba de una forma más cómoda. Iris suspiró, rasgando el aire con algo que Maider aún no había visto.

 
 Sin previo aviso, algo fino y largo impactó con fuerza en las nalgas de Maider, haciendo que soltase un jadeo de sorpresa. Arqueó la espalda por el picor del golpe, pero los pies de Iris, ahora intencionadamente apoyados con más fuerza en su columna, le impidieron moverse mucho. El objeto volvió a sesgar el aire con un silbido segundos antes de volver a golpearla con un poco menos de fuerza, sólo para que Iris soltase otro golpe con mayor intensidad, satisfecha al escuchar los jadeos que soltaba su, en ese momento, esclava.


-Oh, venga, Mai. Gime para tu ama, pequeña zorra. ¿Sólo jadeas?.-preguntó con un tono de voz juguetón. Se ajustó la correa de la cadena a la muñeca, sopesando la fina vara con ambas manos.


-Ese último ha dolido un poco, A...-interrumpió la frase con un gemido bajo cuando Iris volvió a golpearla, esta vez un poco más arriba y con más suavidad.


-Eso está mejor, Mai. Tómate esto como algo positivo que hace tu Ama para que recuerdes cuál es tu sitio y para que te acuerdes de cumplir las normas. ¿Qué tienes que hacer tú cuando yo me vaya al cuarto?


 Maider arqueó la espalda cuando Iris la golpeó, esta vez con la palma de la mano.


-Cuando tú te vayas al cuarto yo tengo que desvestirme, Ama.-jadeó respirando con agitación. La piel le ardía y le picaba en las zonas en las que Iris le había golpeado con la vara, o lo que fuese esa cosa. Se removió un poco, mordiéndose el labio cuando Iris dio un tirón de la cadena a la vez que le daba un azote que resonó en el salón.


-Bien, parece que ahora te acordarás un poco mejor para la próxima, ¿verdad, esclava?


-S-Sí, Ama...


-Ven aquí, anda.


 Iris enredó los dedos entre los cabellos pelirrojos, atrayendo a Maider hacia sí con suavidad. Le dio un beso en la cabeza, sonriendo cuando la chica se estremeció y se pegó más a ella, arrodillada delante suya entre sus piernas.


-Tranquila, Mai. Todavía queda noche por delante. Túmbate bocabajo en el sofá, voy a por crema al baño.-explicó apartándola con suavidad. Se levantó y le dio un pequeño tirón a la cadena para que Maider se moviese. Ésta se movió con dificultad, agarrándose a los brazos de Iris para levantarse. Se abrazó a ella con un leve temblor en las piernas, enterrando la cara entre sus pechos cubiertos de tela, sonriendo.

 

-Gracias...


-Dámelas luego, Mai. Venga, túmbate y no te toquetees. No te va a quedar ninguna marca, pero creo que alguna herida de un par de días sí que toca.-decía mientras la ayudaba a tumbarse sin rozarse la piel irritada. Delineó la espalda de Maider con los dedos, haciendo que la chica se estremeciese cuando bajó desde la base del cuello hasta el final de la espalda. Le dio un pellizco cariñoso en la parte interior de los muslos, mordiéndose el labio sin que la chica la viese.    

 

Iris encendió el tubo fluorescente del lavabo, que parpadeó con un par de chasquidos que resonaron por toda la casa, silenciosa y oscura. Ignoró su reflejo en el espejo y abrió un armario pequeño de color blanco y dorado, rebuscando hasta encontrar un bote de crema para irritaciones. Otras veces había probado con crema de aloe vera y no le había ido mal, así que decidió buscar el pequeño bote azul claro. Salió con él en la mano, esquivando de nuevo su reflejo y cerrando tras de sí. Apagó la luz y se dirigió al salón con pasos rápidos, buscando la calidez de las velas y la compañía agradable de Maider. Entró cerrando tras de sí, acercándose al sillón para coger las esposas, el bote de lubricante de vainilla y el mando de la mini cadena.

 

-Hazme un hueco, pequeña.


 Maider se echó hacia el respaldo del sofá con un quejido bajo, sonriendo satisfecha cuando Iris volvió a acariciarle el pelo con cariño.


-Puede que te moleste un poco. Es crema de aloe vera, como otras veces. Estará fría, te aviso.


-Ok, Ama...


 Iris le extendió la crema con cuidado, intentando no hacerle daño. Aprovechó para, sentada de lado en el sofá, darle un masaje en los hombros.


-Vuelves a estar tensa... Intenta relajarte. Pondré algo de música y te prepararé algo de beber, ¿de acuerdo?


-Claro.-musitó soltando un ronroneo desde el fondo de la garganta.


 Maider se acomodó en el sofá medio hundido, alegre por haber cumplido con las expectativas de Iris y, para qué iba a engañarse, estando más caliente que antes. Agitó los pies en el aire, estirándose, mientras Iris danzaba de un lado a otro del salón encendiendo más velas y abriendo armarios de la cocina. Un pequeño clic le indicó que acababa de encender el equipo de música, así que ladeó la cabeza, expectante.


-Songs of Faith and Devotion, ¿ok?


-Vale.-respondió Maider con los ojos clavados en la mini cadena.-¿Depeche Mode?


-Sí, es algo medianamente relajante.-sentenció Iris mientras cerraba el microondas y programaba un minuto y medio.-¿Té rojo con melocotón y roiboos de naranja?


-Qué cosa más rara.


-No es la primera vez que lo tomas.-contestó cruzando el salón para sentarse de nuevo junto a Maider.-¿Te duele un poco menos?


-Sí, ya estoy mejor... Gracias.


-¿Gracias, qué más?


-Gracias, Ama.-repitió Maider devolviéndole la sonrisa a Iris. Ésta se levantó para ir a recoger la infusión, aprovechando para bajar un poco el volumen de la música. Luego la quitaría, nunca le habían gustado las sesiones con música de fondo. Demasiado... No sabía definirlo, pero ella participaba en sesiones para estar cerca de los otros participantes, no para estar pendiente de qué sonaba de fondo; le parecía que le quitaba encanto al asunto y que además distraía. Ayudó a Maider a colocarse un poco más cómoda para beberse la infusión, sonriendo de oreja a oreja al pensar que tenían aún toda la noche por delante.  

 


Iris se sentó al borde del sofá, acariciando los bucles pelirrojos de Mai con cariño. Dio un tirón de la correa, acercándola a ella. Le colocó las esposas con cuidado, inmovilizándole los brazos a la espalda. Comprobó que pudiese abrirlas con el cierre de seguridad en un momento dado y empujó la cabeza de Maider hacia su muslo, sonriendo. Se incorporó un momento, sin quitarle la vista de encima, para apagar el equipo de música y quitarse la ropa interior. Dejó la prenda encima de la mesa, dándole un beso a Maider en la frente, otro en la nariz y uno más largo y profundo en la boca, enredando los dedos en su pelo para echarle la cabeza hacia atrás. Se inclinó hacia delante, besando su cuello y dejando mordiscos de distinta intensidad por doquier, arrancando varios gemidos roncos de los labios entreabiertos.


-¿Te gusta que haga esto?


-Sí, me gusta mucho, Ama...-gimoteó Maider con voz ahogada. Iris le soltó un poco el pelo, echándose hacia atrás en el sofá hasta que sus hombros chocaron con el respaldo:-Entonces creo que vas a tener que ganártelo.


-¿Ganarmelo?


 Iris le acercó la cabeza hacia sus muslos, con cuidado de que no perdiese el equilibrio ni se hiciese daño en los hombros. Seguidamente apoyó la mano en la nuca de Maider, empujándola más hacia delante.


-Ya sabes lo que tienes que hacer, zorra.-susurró con una sonrisa lujuriosa.


 Maider esperó a que Iris se separase los labios con el vello muy recortado antes de inclinarse para lamerla. Se humedeció los labios y comenzó a mover la lengua de arriba a abajo con lentitud, abarcando toda la entrada de Iris, quien aumentó la presión que hacía en su nuca mientras seguía separándose los labios con los dedos. Maider comenzó a lamer con avidez, cerrando los ojos y embriagándose con el sabor de Iris, ligeramente salado. Un tirón de sus cabellos rojizos la hizo entender que subiese un poco, así que se apresuró a dar pequeños lametones en círculos, perdida en los gemidos roncos de Iris. Ésta se arqueó cuando la lengua cálida de Maider rozó un punto sensible, soltando un jadeo y tensándose.


-Joder, Mai... No sé cómo lo haces tan...-. Iris se mordió el labio, relajando el brazo con el que sujetaba a Maider. Dejó escapar el aire con violencia entre los dientes, suspirando.-Sigue haciéndolo tan bien, zorra...


 La chica asintió sin dejar de lamerla, aumentando la rapidez de los lametones cuando Iris comenzó a mover las caderas, gimoteando. Maider se atrevió a deslizar la lengua en la entrada cálida y húmeda de Iris, sacándola un poco y volviendo a deslizarla un poco más dentro. Iris volvió a jadear, levantándole un poco la cabeza para mirarla a los ojos. Se vio reflejada en los orbes verdes y brillantes de Maider, ruborizada y sudorosa además de con el pelo revuelto. Le empujó la cabeza hacia abajo con suavidad, de modo que Maider volvió a concentrarse en lamer cada milímetro del sexo de Iris, con el corazón desbocado por la excitación que le causaba. Movió la lengua en círculos aumentando la velocidad y la fuerza que ejercía, ignorando el pequeño pinchazo de su mandíbula. Salivó un poco antes de relamerse los labios y succionar un poco, deleitándose con los gemidos cada vez más altos de Iris.


-Si-sigue haciéndolo así, Mai, de a-arriba a abajo...-dijo moviendo un poco las caderas.   Miró a Maider con una ligera preocupación por sus muñecas, sonriendo al instante. No era la primera chica con la que follaba, pero Maider lo hacía mucho mejor que las últimas.

Iris echó la cabeza hacia atrás, cogiendo aire y abriendo los ojos cuando un escalofrío de placer la recorrió desde la base de la espalda, con fuerza.-¡Ah, zorra!- exclamó entre una sucesión de jadeos y gemidos bastante altos. Soltó aún más el pelo de Maider, limitándose a apartárselo del rostro. Bajó la vista a la chica, arrodillada delante suya y lamiéndola con verdadera dedicación.


 Maider hizo un último esfuerzo por mantener la velocidad de sus lametazos en cuanto notó que Iris se arqueaba y retorcía gimiendo más alto. La joven cogió aire y hundió la boca en el sexo de Iris, succionando y lamiendo con rapidez. Con un espasmo más fuerte que los anteriores y un largo gemido que salió de sus labios entreabiertos, Iris se dejó caer en el sofá, exhausta. Con las manos temblorosas tiró de Maider hacia ella, respirando ambas con dificultad. Apoyó la mejilla en los cabellos rojizos, respirando a bocanadas.


-Oh, Mai... Mi pequeña puta... Me encantas...


 Maider sonrió, feliz por haber sido capaz de satisfacerla. Se relamió con gusto, hundiendo la cabeza en la tripa de Iris. Las muñecas le dolían un poco, y los hombros le daban pequeños pinchazos por haber mantenido la postura tanto tiempo. Maider se lamentó internamente: luego tendría algunas agujetas. Después de unos minutos que le parecieron una eternidad -una perfecta eternidad, abrazada a Iris con su sabor aún en los labios, con el corazón desbocado y sumidas en la calidez de las velas moribundas que llenaban el salón por todas partes-, Iris le alzó el rostro con cuidado, sonriente. Se apartó algunos mechones rubios del pelo, húmedos por el sudor, y le colocó el rojizo detrás de la oreja, dándole un beso en la frente.


-¿Lo he hecho bien?


-Claro que sí, cariño. Siempre lo haces tan bien... La chica que te dejó debía ser idiota, zorrita.-comentó antes de darle un pequeño beso en los labios. Sonrió al notar un regusto un poco amargo, su regusto un poco amargo.-Date la vuelta, anda.


 Maider obedeció con un poco de dificultad, quedando de espaldas a Iris. Ésta procedió a soltarle los brazos, dejando las esposas encima del sofá y rodeándole los hombros con sus brazos oscuros. Acercó los labios a la oreja de Maider, suspirando.


-Ah... Lo has hecho muy bien, ¿sabes? Quizá te mereces un premio...


-Como... Como quieras...-replicó Maider con un tono titubeante. El aliento cálido de Iris chocaba en su oreja y en su cuello, mientras las manos de uñas blancas y negras danzaban por sus clavículas y entre sus pechos, jugueteando. La correa cayó al suelo con un tintineo metálico apenas audible gracias a la alfombra.  


Iris apretó los pezones de Maider entre los dedos, sonriendo cuando la joven arqueó la espalda y soltó un gemido de dolor y placer entremezclados. Dio un par de palmaditas en el sofá con una mano, mientras la otra seguía apretando y acariciando los pechos de Maider, haciendo que ésta suspirase.


-Sube, perra. Bien hecho... Ahora siéntate de espaldas a mí... Bien.-decía Iris con un tono autoritario y sugerente. Abrazó a Maider apretándola contra su cuerpo, soplando un poco en el cuello de la chica.-Separa las piernas. Muy bien, puta...- Iris acarició el vientre un poco rellenito de Maider, bajando hasta el linde de la pequeña mata de pelo rojizo suave y fino. Jugueteó un poco con los dedos, rozando sus caderas y sonriendo cuando la chica se estremecía entre jadeos mal disimulados. Recorrió el sexo de Maider con los dedos, humedeciéndolos al introducirlos un poco entre los labios menores:-Mira qué mojada estás... Como una auténtica perra en celo. Te has portado bien, sabes lo que significa eso, ¿no, zorra?


-S-Sí, A-Ama...-articuló Maider con dificultad, jadeando mientras los dedos de Iris jugueteaban en su entrada, introduciéndose un poco dentro de ella y saliendo, sólo para apresar su clítoris entre las yemas de los dedos.-¿Ama? ¿Q-Qué...?


-No voy a hacerte daño, zorrita...-susurró Iris en el oído de la chica, volviendo a humedecer sus dedos en la entrada de Maider antes de empezar a masturbarla con lentitud, saboreando cada pequeño jadeo que escapaba de los labios de la joven.-Te gusta así, ¿verdad? Dí cuánto te gusta que te masturbe tu Ama...


-Mucho, me gusta mucho, Ama...-gimió Maider echando la cabeza hacia atrás cuando Iris movió los dedos con más fuerza y más rápido, rozando a posta el punto más sensible.-Ah... Ahí n-no... Es sensible, Ama...-gimoteó mientras Iris le lamía el cuello y le daba mordiscos de distinta intensidad.-Tengo calor... No hagas eso, por favor, Ama... El cuello...



Iris sonreía, pegándose lo más posible a Maider y lamiendo su cuello en un impulso de posesividad. Con la mano derecha masturbaba a la chica con rapidez, deleitándose con sus espasmos, mientras que con la mano izquierda le pellizcaba ligeramente los pezones y le acariciaba los senos con cierta rudeza. Maider comenzó a gemir más alto, moviendo las caderas al compás de las caricias de Iris, sintiéndose completamente fuera de sí misma. Por una parte, Maider estaba presente, en el salón de Iris, sentada en el sofá con las piernas abiertas mientras ella, Iris, su Ama, la premiaba masturbándola con los dedos en una cadencia firme y rápida. Notaba cómo el sudor bajaba por su espalda, además de escuchar el latido de su corazón en los oídos y notar el aliento de Iris en su cuello, susurrándole lo mojada que estaba y recordándole lo bien que se había portado. Maider soltó un gemido un poco más alto, ronroneando con hostilidad cuando Iris bajó el ritmo, reduciéndolo a un par de toques con las yemas de los dedos, arrugadas por el flujo de Maider.


-Pídemelo, puta. Pídeme que te siga tocando. Dime qué quieres que te haga tu Ama.


 Maider notó cómo se sonrojaba, moviendo inútilmente las caderas, intentando que Iris volviese a tocarla. Pero se quedó quieta cuando ésta le pellizcó un pezón con suavidad, haciendo que soltase un jadeo ansioso.


-Ama, por favor... Por favor, Ama, quiero que me toques más, quiero ser completamente tuya, quiero que me folles...- decía Maider moviendo la cabeza de un lado a otro con lentitud, cerrando los ojos con fuerza y respirando sonoramente por la nariz.-Por favor, Iris... Ama, se lo suplico...


 Iris esbozó una amplia sonrisa lasciva, mordiendo el lóbulo de la oreja de Maider con un poco de fuerza y lamiéndolo en círculos.


-¿Mi puta quiere que la complazca? ¿Cuánto?


-Mucho... Mucho, de verdad...


 Iris le dio un beso en el cuello, rodeando su abdomen con el brazo libre y volviendo a masturbarla con rapidez.


-Entonces vas a tener que correrte pronto para mí, zorra.-susurró con un tono lascivo e imperativo. Maider se estremeció en sus brazos, gimiendo por lo bajo.


-Más, por favor... ¿Puedo correrme, Ama?-suplicó entre gemidos y espasmos, cerrando los ojos con fuerza ante las descargas que inundaban su cabeza desde la base de su espalda.


-Claro, pequeña...-. No escuchó bien la respuesta de Iris, perdida en los dedos que la acariciaban en círculos y la mano que arañaba levemente la parte baja de su tripa, cerca de su vello rojizo y rizado. Con un gemido demasiado alto para su gusto y un ramalazo de placer que la nubló por completo, Maider se dejó caer hacia atrás, siendo sostenida por Iris, que la acunó dándole un beso en la frente.


-Shh... Calma, mi puta, calma... Shh... Mai, lo has hecho muy bien... Respira... ¿Te duelen un poco las muñecas o los hombros? Ahora después voy a por una pomada para las contracciones musculares, tranquila...-susurraba Iris, meciéndose hacia delante y hacia atrás mientras rodeaba a Maider con los brazos. Ésta se acurrucó contra ella, cerrando las piernas con un rubor en las mejillas.


-Gracias, Ama... Iris... Gracias... Oh Dios, ha sido maravilloso...


-Tranquila, estoy contigo...


-Promémete que no vas a dejarme...-suplicó revolviéndose para mirarla a los ojos.

Iris sonrió con sinceridad, asintiendo antes de enredar los dedos en los despeinados cabellos rojizos y darle un beso apasionado en los labios, enlazando su lengua con la de Maider. No era la primera sesión que terminaban de esa forma, pero no sabría decir por qué, pero se le había antojado especial y única. Con el cálido sentimiento de que algo había cambiado entre Maider y ella, se quedó abrazándola un rato más, mirando el techo cuajado de las luces fragmentadas de las farolas al atravesar las persianas de láminas metálicas blancas.


-Estoy aquí, contigo, cariño. Y siempre voy a estarlo. Me alegro de que lo hayas pasado bien, Mai...


-¿Ama?


-¿Mmm?


-Tengo un poco de hambre.-musitó Maider acurrucándose contra el pecho de Iris. Ésta se inclinó hacia el brazo derecho del sofá, cogiendo una manta blanca llena de bolitas de tejido por los años de uso y se la tendió a Maider con una sonrisa cálida:-Tápate con esto, pequeña. Voy a por la crema y a coger algo de la cocina.


-No, yo voy contigo...


-Ok...



Iris salió del cuarto de baño con la pomada en la mano, seguida de una Maider arrebujada en una manta larga de color blanco, aunque un poco sucia. Entraron en el cuarto de Iris, encendiendo la lámpara de la mesilla situada a la izquierda de la cama, en una esquina cerca de la ventana tapada con cortinas rosas y negras con las persianas bajadas. Maider se tumbó en la cama, obediente, mientras Iris dejaba el bote de pomada en la mesilla y se iba al salón a recoger las cosas y coger algo de comer. Suspiró con satisfacción, envuelta en la manta cálida y tendida bocabajo sobre el colchón firme pero aún así blando y confortable. Escuchó cómo Iris revolvía en la cocina y ponía algo de música para llenar el ambiente, como hacía después de todas las sesiones. Se quitó algunos pelos sueltos de los ojos, soplando con una ligera molestia mientras bostezaba un poco. Las muñecas le molestaban un poco, y los hombros le enviaban pequeñas, aunque molestas, punzadas de dolor. Agujetas, pensó Maider con un bostezo, horribles agujetas que se pasarán cuando Iris me dé un masaje... Se sentía tan afortunada, allí, en la cama cubierta por un edredón azul y verde de su compañera de universidad. Pensó en cómo se habían conocido en una de esas fiestas universitarias llenas de alcohol y aburrimiento: Maider, en un alarde de confianza alcohólica, se había acercado al solitario rincón donde Iris parloteaba con algunas chicas, y la había invitado a bailar; Iris la había mirado con escepticismo desde detrás de su cubata, dejando el vaso en la mesa ante la sorprendida mirada de sus compañeras, y había aceptado... Después Maider sólo recordaba unos lavabos, un coche y levantarse en esa misma cama, desnuda. Sonrió al recordarlo, tres meses atrás... Después, había acabado acompañando a Iris en sus salidas nocturnas, había acabado yendo por las tardes a su casa en un alarde de confianza en sí misma, primero para que la ayudase con los trabajos y un poco más tarde para enrollarse en el sofá sin llegar a nada serio.


-¿Ya te has dormido, Mai?


-No... Lo siento...


-No pasa nada, boba.-replicó Iris soltando una risa despreocupada mientras dejaba un vaso de leche y una montaña de galletas encima de la mesilla.-Venga, túmbate con cuidado.


 Iris le extendió la pomada por los hombros, dándole un masaje con cuidado y con la presión justa para eliminar las posibles contracturas o molestias. Se acomodó a horcajadas en la cintura de Maider, con cuidado de no rozar mucho sus nalgas aún un poco sensibles por el roce con la tela del sofá. Miró el reloj de la mesilla que había a la derecha de la cama: 06:59. Deslizó las manos por la espalda llena de pequeñas pecas castañas, quitándose con cuidado de encima al cabo de unos minutos. Le tendió el vaso con galletas a Maider, quien lo cogió con cuidado y se lo bebió con avidez, relamiéndose mientras lo devolvía a la mesilla. Se metió una galleta en la boca mientras Iris se metía con ella debajo de las sábanas y le rodeaba la cintura con cariño.


-Hasta luego, Mai... Descansa un poco, anda.-musitó Iris dándole un beso en la frente.


-Gracias por todo, Iris... Descansa...

Notas finales:

Gracias por llegar hasta aquí, ahora si me mandáis un review con vuestras opiniones seré feliz. Ahora en serio, acepto críticas de cualquier tipo siempre que sean respetuosas, por favor.

 

Lista de Canciones:

 

Bauhaus - She's in Parties

Billy Idol - White Wedding

Marilyn Manson - Eat Me, Drink Me

(Sleetgrout - Bad Dreams Transmission -cuando Iris está escribiendo-)

Alien Vampires - Her Blood Into My Veins

Blutengel - Reich Mir die Hand

Depeche Mode - In Your Room (Del disco Songs of Faith and Devotion)

Nouvelle Vague - Master and Servant (Cover de Depeche Mode, Título del Fic)

 

Ah, el Becherovka es un licor checo que se hace con 32 hierbas y tiene una graduación alcohólica del 38%. Como curiosidad xD

 


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