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Te odio...amor por Rukkiaa

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Notas del capitulo:

El tercero

Buckbeak

Mientras descendía de camino a la cabaña de Hagrid, Harry reconoció perfectamente la espalda de Draco y la de sus amigos, Crabbe, Goyle, y la que tanto le molestaba presenciar, Pansy, demasiado pegadita al rubio a su parecer.

El ilusionado gigante les pidió que abrieran los impetuosos libros.

-¿De qué modo?- preguntó Draco, que se veía a leguas, detestaba la asignatura y al profesor. Harry sonrió, Malfoy tenía su ejemplar de El monstruoso libro de los monstruos atado con una cuerda, tal y como lo había hecho él con su cinturón.

-¿Nadie ha sido capaz de abrir el libro?- preguntó Hagrid echando un vistazo a la clase, y todos negaron con la cabeza-tenéis que acariciarle el lomo.

-¡Qué tontos hemos sido!-dijo Malfoy-¡teníamos que acariciarlo! estaba clarísimo...¿cómo no se nos ocurrió?

-Yo...yo pensé que os haría gracia- dijo el gigante con cierta pena en la voz.

-Es que tiene mucha gracia que un libro quiera comerse nuestras manos ja ja-añadió el rubio con ironía.

-¡Cierra la boca Malfoy!-Harry se había enfadado con el ojigris al ver la expresión de tristeza en la cara de su amigo grandullón y tuvo que saltar, era la primera clase de Hagrid y no quería que el rubio platino la estropease.

-Este lugar está en decadencia- susurró Malfoy a Pansy que era la más próxima a él de sus amigos-estas clases idiotas...a mi padre le dará un patatús cuando se lo cuente- Harry sentía que le hervía la sangre, no escuchaba de lo que hablaban Parkinson y Draco, pero cuando los vio tan pegados el uno al otro y la chica soltó unas estúpidas risitas, se le hubiese tirado al cuello sin la menor compasión. Cada vez guardaba menos dudas de que la Slytherin tenía interés en Malfoy, interés que para su desgracia, él también parecía compartir, y eso le ponía de mal humor.

El gigante desapareció unos minutos, y cuando volvió a hacer acto de presencia, traía consigo doce extrañas criaturas, Hipogrifos, con mitad del cuerpo de caballo, mitad de águila enorme.

De entre todos los alumnos, el primero en acercarse a uno, con mucho miedo, fue Harry, al que le tocó Buckbeak, sobre el que incluso voló. Después Hagrid dio permiso a los alumnos para que todos se acercasen al que quisieran y los acariciasen. Malfoy eligió, como no iba a ser menos, al mismo Buckbeak.

Draco acariciaba al animal pacíficamente y tranquilo hasta que se le unieron sus amigos y empezó el teatro-esto es muy fácil-dijo, observando a Harry por el rabillo del ojo para comprobar que le escuchaba-tenía que ser fácil si Potter fue capaz ¿a qué no eres peligroso gallina deforme?.

En un instante, el Hipogrifo arremetió contra Malfoy y éste cayó sobre la hierba encogido y con la ropa manchada de sangre. Hagrid trataba de tranquilizar al animal y Harry se dio cuenta de que en el brazo del rubio había una herida larga y profunda. Se preocupó. Sobretodo por los incesantes gritos de dolor de Draco. Sintió el impulso de acercarsele, pero de haberlo hecho, los demás alumnos habrían sido testigos de algo, hasta ahora inconcebible, y no se atrevió.

El gigante se llevó raudo al Slytherin a la enfermería y Pansy Parkinson parecía histérica, lloraba descontroladamente y no cesaba en culpar al profesor y pedir su despido inmediato. La perdieron de  vista cuando ella y Crabbe, seguido de Goyle, fueron detrás de su líder.

-¿Creéis que se pondrá bien?-preguntó Hermione asustada.

-Por supuesto que sí, la señora Pomfrey puede curar heridas en menos de un segundo-añadió rápido Harry autoconvenciéndose de que tenía razón.

Después de cenar, fueron a ver a Hagrid, que les informó de que habría un juicio por el caso de Buckbeak y después de que el gigante les acompañase de vuelta al castillo, se dirigieron a sus dormitorios.

Esa noche, Harry no podía dormir. Se movía de un lado a otro, como buscando una postura cómoda en la que poder relajarse, pero sólo pensaba en Malfoy, allá en la enfermería. Le carcomían por dentro las enormes ganas de ver como se encontraba, pero si se presentaba allí y lo pillaban, tendría mucho que explicar y podría parecer que había ido a verlo para lastimarlo, ya que al ser tan rivales, sería ilógica una visita de cortesía y más a esas extrañas horas. Hasta que una brillante y descabellada idea le pasó por la mente, la capa de invisibilidad que tanto le había servido en otras ocasiones de escapada nocturna.

Tardó un poco en decidirse y puso un pie en el suelo del dormitorio. Oía los ronquidos de Neville y las fuertes respiraciones de los demás- Lumos...- susurró, y de su varita brotó una luz que le ayudó a buscar su baúl y encontrar en el fondo, la capa perfectamente doblada. Echó un rápido vistazo a la habitación para asegurarse de que sus compañeros aún dormían, se pasó la capa por encima y salió de allí.

Anduvo lo más rápido que sus pies le permitían sin crear ruidos que pudiesen delatarle y llegó a la enfermería. Con un rápido 'Nox' apagó la luz de su varita y entró. Todo estaba en perfecta calma, las pulcras camas limpias y hechas a cada lado de la habitación, y allí, al fondo, junto a uno de los ventanales, lo vio.

Harry se acercó. El cuerpo le temblaba de pies a cabeza, debido a la inquietud por ver a Draco y el peligro de que lo pillasen (poco probable lo segundo gracias a la capa, pero era una buena excusa para el nerviosismo). Cuando llegó junto a él no pudo más que detenerse a contemplarlo. Su hermoso rostro pálido era bañado por la tenue luz de la luna que incidía por la ventana y tenía los ojos cerrados plácidamente. Tuvo que hacer inmensos esfuerzos por no sacar la mano y tocarle la piel, que se le antojaba la más delicada que había visto en toda su vida.

Se sintió aliviado. El rubio respiraba tranquilamente y no parecía sufrir ningún dolor, seguramente, gracias a las pociones que le había dado la enfermera Pomfrey, que el moreno podía ver sobre la mesita que se encontraba al lado de la camilla. Cuando bajó la vista para observar el resto del cuerpo del rubio, recordando la herida de su hombro, se sonrojó escandalosamente, ya que Malfoy no llevaba túnica, ni camisa, nada. Y hacia la mitad del blanquecino pecho estaba cubierto por una fina sábana y sendos vendajes rodeaban su brazo derecho en cabestrillo. Harry no pudo sino dar un leve brinco hacia detrás, abrumado por las fuertes sensaciones que invadieron su inexperto cuerpo. Si el rostro de Draco le parecía hermoso, lo poco de su cuerpo que había vislumbrado no tenía nada que envidiarle.

Por una décima de segundo, pensó taparle completamente con la tela, pero, por otro lado, si el rubio abría los ojos y veía una sábana moverse sola, no le haría mucha gracia, además de que la vista tampoco era para despreciarla, así que, decidido a irse a dormir, echó un vistazo a la habitación. Incluso la gente de los cuadros descansaba, por lo que con lentitud sacó una de sus manos de la protección invisible y acarició los dorados cabellos, más sedosos de lo que se había esperado, 'es perfecto' pensó Harry, que recapacitando en su habitual mala suerte, apartó la mano y con pesar, se fue de vuelta a la torre de los leones.

Cuando volvieron a ver a Draco el resto de los alumnos, fue a mitad de la clase de Pociones de Snape, cuando apareció con aire arrogante.

La primera en prestarle atención, después de Harry claro, fue Pansy, que le sonreía como una tonta-¿qué tal Draco?¿te duele mucho?

-Sí- dijo Malfoy con gesto valiente, que Harry sabía que hacía para fardar delante de la chica, cosa que le fastidió.

Ese día, Snape les había mandado a elaborar una solución para encoger y Draco colocó su caldero al lado de Harry y Ron, para preparar los ingredientes en la misma mesa.

-Profesor-dijo Malfoy con voz lastimera- necesitaré ayuda para cortar las raíces de margarita, porque con el brazo así no puedo.

-Weasley, córtaselas tú-ordenó Snape.

-Yo lo haré profesor-la clase entera se giró a mirar a Harry con expresión de sorpresa, incluso el rubio, que se temió que su enemigo tramaba algo.

-Potter...no vas a ganar puntos por ofrecerte voluntario-añadió el profesor de pelo graso y ropas oscuras-pero si te hace ilusión, tú mismo-y continuó paseando por el aula.

Harry se acercó al rubio que lo miraba como solía mirar la gente a los gemelos Weasley por si tiraban una bomba fétida a su lado. Con tranquilidad cogió las raíces y las cortó en tamaños idénticos.

-Ya que estás Potter, necesito que me peles éste higo seco- dijo el rubio con sorna, pero el moreno lo hizo sin rechistar, cosa que hizo alucinar más al otro. Ron mientras cortaba sus raíces, levantaba la mirada, y pensaba lo buen amigo que era Harry, que se había sacrificado por él.

Malfoy echaba un par de ingredientes en el burbujeante caldero con la mano izquierda, cuando oyó que el ojiverde se dirigía a él en baja voz.

-¿De verdad te duele mucho?-la voz de Harry temblaba un poco y sus mejillas estaban ligeramente sonrosadas, pero no apartaba la mirada del cuchillo que tenia en las manos y Draco no podía darse cuenta.

-No...-contestó Malfoy- pero así me consienten más-la sinceridad de la respuesta hizo que el ojiverde le mirase y el rubio le guiñó un ojo. Esto provocó que la cara de Harry se encendiese más aún, pero volvió a bajar la mirada porque casi se corta un dedo.

Ron llegó a la conclusión de que Harry no le ayudaría con su poción, desde el momento en que éste se puso a cortar los ciempiés para la pócima de Malfoy. La clase continuaba y Seamus se acercó al moreno para decirle que una muggle había visto a Sirius Black y que había salido en El Profeta. Tanto el ojiazul como el ojiverde enseguida preguntaron que dónde había sido y, mientras, el rubio prestaba atención disimuladamente.

-No muy lejos de aquí-dijo Seamus emocionado.

Ron pilló a Malfoy escuchando y le plantó cara, pero éste tenía un extraño brillo en los plateados ojos, se inclinó hacia Harry y le miró fijamente-¿pensando en atrapar a Black tú solo Potter?

-Sabes que sí-dijo Harry siguiéndole el juego, intuyendo que el rubio se refería a sus heroicas hazañas de los últimos años, como si a él le gustase ir por ahí de superhéroe.

Malfoy dibujó una sonrisa-desde luego yo ya habría hecho algo, no estaría perdiendo el tiempo en clase, saldría a buscarlo.

-¿De qué hablas Malfoy?-preguntó Ron.

-¿No sabes Potter...?-musitó Draco ignorando al pelirrojo.

-¿Qué he de saber?-el moreno se estaba impacientando, parecía que nunca iban a llegar al meollo.

Malfoy soltó una risita- tal vez prefieres no arriesgar el cuello, se lo quieres dejar a los dementores ¿verdad?, pero en tu caso yo buscaría venganza, lo cazaría yo mismo.

-¿De qué hablas?-Potter ya no cabía en sí de impaciencia, no entendía nada de nada.

Pero Snape los interrumpió y no pudieron continuar la conversación, ya que Neville, como siempre, tenía graves problemas con el profesor y su poción.

Todo se olvidó cuando en la tarde tuvieron clase con el profesor Lupin y un boggart, lo que en opinión de todos, fue la mejor clase de Defensa Contra las Artes Oscuras que habían tenido jamás.

Continuará...


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