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Te odio...amor por Rukkiaa

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Notas del capitulo:

Y seguimos jeje.

Gracias por las reviews de verdad, os adoro.

El recuerdo más feliz

A la mañana siguiente, lo único que podía expresar Harry era una tonta sonrisa que no se le iba de la cara ni pensado en su temporalmente confiscada Saeta de Fuego, sonrisa que se acrecentaba cada vez que veía, ya fuese de cerca o de lejos, al rubio que le traía de cabeza. Ron en más de una ocasión le había preguntado que le pasaba, porque nunca lo había visto de ese modo, y menos con las cosas que le estaban ocurriendo últimamente a su mejor amigo. Y las vacaciones llegaron a su fin y la gente volvió al colegio. Seguían sin hablarse con Hermione, aunque el moreno más de una vez, y atontado como estaba, no recordaba ni por qué. Pronto serían también, las clases extra que le daría el profesor Lupin al joven Potter, con el objetivo de enseñarle a ahuyentar dementores, para evitarse problemas en el próximo partido, que sería contra Ravenclaw.

A Draco Malfoy también le pasaba algo, y eso lo notaban hasta Crabbe y Goyle, que no eran demasiado avispados como para pillar las cosas. El resto de las vacaciones las pasó sin meterse con Harry Potter, detalle que advertía toda la escuela, incluso al volver de las fiestas, más de uno se sorprendió. Y ni siquiera lo criticaba en las dependencias de Slytherin, algo que captaron sus más allegados. Pero nadie decía nada, porque se trataba de Malfoy, seguro que estaba organizando una y de las gordas. Apostaban a que Harry iba salir este curso escarmentado de por vida.

Un jueves a las ocho de la tarde, el moreno se dirigió al aula de Historia de la Magia, donde el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras le iba a dar las clases privadas.

Lupin trajo consigo un boggart para que Harry practicase, ya que hacerlo con un dementor de verdad hubiese sido un auténtico suicidio, y le enseñó el encantamiento Patronus, que se debía conjurar teniendo un recuerdo feliz. Cuanto más feliz fuese el recuerdo, más poderoso sería el Patronus. Un hechizo para magos avanzados, que dependiendo del mago, variaba de forma.

Harry intentó recordar algo alegre, y pensó en aquella noche, en el Bosque Prohibido, cuando Draco y él se habían cogido de las manos hasta llegar a la cabaña de Hagrid.

-Ya-dijo, intentando recordar lo más exactamente posible la sensación de proximidad que había sentido en aquel momento, en la que ambos habían estado en peligro.

-El encantamiento es así- Lupin alzó su varita-¡Expecto patronum!

Harry le imitó-¡Expecto patronum!¡Expecto patronum!-una y otra vez, pero por más que lo intentaba, lo único que consiguió fue que un chorro de luz plateado saliera de la punta de su varita, no demasiado intenso, pero por algo se empieza.

El profesor lo dio por bueno y liberó el boggart, que adquirió la forma de un terrible dementor, pero Harry no pudo con el y se desmayó.

Decidió volver a intentarlo tras recuperarse, pero el profesor le aconsejó cambiar de recuerdo feliz, así que pensó en uno que tuviese más fuerza, y se centró en la noche en la enfermería, cuando había observado a Draco bajo la luz de la luna, cuando tocó las hebras de su pelo.

Pero obtuvo el mismo resultado, otro desmayo y cero patronus.

Como se había esforzado demasiado, el profesor Lupin quería dejarlo para otro día, pero Harry no, pronto sería el partido contra Ravenclaw y no podía permitirse el lujo de ser atacado otra vez por los dementores, así que se concentró y le vino el recuerdo más feliz que había tenido hasta la fecha. El momento en que se dio cuenta de que estaba enamorado de Draco Malfoy, aquella noche, en el pasillo, el día de Navidad, los dos tan cerca...los labios de Draco...las mariposas en el estómago que se le arremolinaban en el vientre cada vez que lo veía...definitivamente, ese era su recuerdo más feliz. Draco y su amor por él.

El profesor volvió a liberar al boggart y esta vez si consiguió que una enorme sombra plateada saliera de su varita y se mantuviese entre él mismo y el falso dementor. Eso sí, cuando terminó, estaba agotado, pero había merecido la pena, puesto que el maestro se daba por satisfecho y le iba a servir por si en el partido, reaparecían los encapuchados.

McGonagall por fin le había devuelto la Saeta de Fuego, justo a tiempo para el partido contra las águilas, y Harry dejó de estar molesto con Hermione. No así Ron, que no podía perdonar lo de su rata.

La Saeta de Fuego creó mucha expectación en el colegio. Y cuando fue el partido, conoció a la buscadora de Ravenclaw, una chica llamada Cho Chang, que parecía sonreirle coquetamente en alguna que otra ocasión. Harry evidentemente la ignoró, y se centró en la snitch, que consiguió gracias a su veloz escoba, por lo que Gryffindor ganó, para regocijo de muchos, salvo Slytherin y sus serpientes.

Esa noche ocurrió algo terrible y es que, en la madrugada y según Ron, Sirius Black había intentado matarlo con un cuchillo. Lo que le dio más fama de lo que acostumbraba y llenó el colegio de controles de parte del profesorado. Igualmente, habían visitado a Hagrid, que les había dado la fecha del juicio a su adorado hipogrifo, ante la Comisión para las Criaturas Peligrosas.

Harry volvió a escaparse a Hogsmeade el siguiente fin de semana que hubo excursión, pero esta vez, con la capa de invisibilidad, con la que acompañó a Ron sin peligro. El pelirrojo le llevó a ver la oficina de correos, la tienda de Zonko y por último, la famosa Casa de los Gritos, un edificio embrujado, que estaba separada del resto del pueblo.

Hasta que apareció Draco, con sus amigotes Crabbe y Goyle. Nada más ver a Ron allí solo, contemplando la casa fantasmal, Malfoy no se pudo contener-¿qué haces Weasley?, supongo que te encantaría vivir ahí ¿verdad?¿sueñas con tener un dormitorio para ti solo? he oído decir que en tu casa dormís todos en una habitación ¿es cierto?-miró a sus amigos que se reían a su espalda.

Harry sujetó al pelirrojo para que no saltara sobre Malfoy, quería hacerse cargo él.

Debía aprovechar la oportunidad, se agachó y cogió un par de puñados de nieve y los comenzó a lanzar impetuosamente sobre Crabbe y Goyle que miraban confundidos a todos lados y caían ridículamente al suelo. Malfoy veía la escena con algo de temor, que se acrecentó cuando sus amigos echaron a correr, pero él no podía hacerlo, porque algo tiraba de su túnica. Hasta que pudo verle, ya que se le había caído la parte de la capa que cubría su cabeza- Potter...¡suéltame!

Ron estaba riéndose a carcajadas mientras veía alejarse a los enormes amigos del rubio, que lanzaban esporádicas miradas hacia tras por si les seguían. Harry no pudo evitar reírse también, lo que aumentó el enfado del rubio-os merecíais un escarmiento Malfoy- dijo el moreno aún soltando pequeñas risitas.

-Pues a mi no me hiciste nada Potter- añadió altanero el ojigris, con una sonrisa de regocijo y cruzando los brazos.

-Es cierto- tras decir esto, Harry esbozando una sonrisa pícara, se agachó, cogió un puñado rápido de nieve con la mano que no sujetaba la túnica de Malfoy y se la estampó en el pelo.

La cara de sorpresa del rubio, era un poema, tenía la boca abierta y los ojos abiertos de par en par. Ron, que creía que no se podía reír más, volvió a la carga.

Draco sonrío de pronto como si no le hubiese importado lo que había hecho el moreno, pero se agachó y arremetió contra Harry con una bola de nieve que le dio justo en la mejilla, torciéndole las gafas, en un ángulo muy cómico. Por lo que el rubio no pudo contener las carcajadas. El ojiverde parpadeó un par de veces pensando en lo que acababa de pasar. Soltó la túnica del Slytherin, se colocó las gafas y retiró los restos de nieve de su pómulo.

Y comenzó una pequeña y divertida batalla de bolas de nieve. Mientras, Ron observaba sin enterarse de que iba la cosa, ya que en principio había pensado que iba a ser una violenta lucha que acabaría con puñetazos y patadas, no el juego de niños alegres que tenía ante sus ojos.

El final de la contienda había sido, como no, con ambos por el suelo. Harry sobre Draco, después de haberle derribado en una de sus intentonas de escapada. Sus respiraciones eran agitadas, sus mejillas y narices estaban rojas por el frío, y las manos las notaban entumecidas.

Al caer, el moreno había arrojado una bola en la cara del rubio, que cerró fuertemente los ojos y la boca, e intentaba alzar las manos para limpiarse el rostro nevado. Pero Harry se lo impedía mientras reía animadamente. Se encontraban más cerca que nunca, de no haber sido por las ropas, se habrían sentido piel contra piel-yo te la quitaré-dijo Harry, Malfoy al oírle detuvo sus aspavientos y notó como el moreno le rozaba los párpados cerrados con sus dedos, le oyó soplar, y sintió el frío aliento sobre su piel, mientras la nieve se perdía  y pudo volver a abrir los ojos de nuevo.

Sintieron que el tiempo se había detenido en ese instante. Sus pupilas permanecían fijas en las del otro, apenas parpadeaban, las respiraciones se iban haciendo cada vez más lentas, y el calor se apoderaba de sus cuerpos, solo podía escucharse el silbido del viento y los latidos de sus corazones.

-¡Dale Harry!-ambos jóvenes se sobresaltaron al escuchar la voz del pelirrojo, del que se habían olvidado por completo. El moreno se levantó lo más rápido que pudo, aunque su cuerpo se resintió a la separación, y extendió una mano al rubio para ayudarlo, pero éste la rechazó molesto, se levantó solo, se sacudió la nieve de la túnica y se marchó sin decir una palabra.

Las verdes orbes observaban como la silueta del Slytherin se alejaba-¿qué fue eso Harry?- Ron se había puesto a su lado-parecía como si tú y Malfoy...

Harry le miró rápidamente asustado-¿si Malfoy y yo qué?-¿se habría dado cuenta su amigo de los sentimientos que tenia por el rubio?¿tan evidente había sido?.

-Por un momento pensé que os habíais hecho amigos-sonrió y se rascó la cabeza-¡tonterías!, tú le odias tanto o más que yo, no me hagas caso...deberías cubrirte podría verte alguien-el moreno hizo lo que su compañero le había dicho y se encaminó hasta el sótano de la tienda de golosinas Honeydukes para volver a Hogwarts. Debía contenerse, o pronto podrían darse cuenta del afecto que profesaba a Draco.

Cuando Harry salió por el pasadizo que se escondía detrás de la estatua de la bruja tuerta, Snape llegó a su encuentro y se lo llevó a su despacho. Por lo visto, Crabbe y Goyle, le habían contado que un Harry Potter sin cuerpo les había atacado con bolas de nieve. Hecho que conllevó a que el profesor de nariz puntiaguda, le despojase del útil mapa del merodeador, y se lo entregase al profesor Lupin. Y sumando problemas, como siempre, el juicio de Hagrid salió de pena e iban a ejecutar al hipogrifo.

Las clases y las restricciones continuaban. Hermione había dado por imposible la asignatura de Adivinación, ya que no le veía ni pies ni cabeza. Y el último partido y decisivo del curso sería el de Gryffindor contra Slytherin, por el que Harry no sentía mucha ilusión, ya que no sabía si podría ir en contra de su estimado rubio. Lo bueno, es que gracias al caso Buckbeak, sus mejores amigos volvían a hablarse nuevamente.

Cuando la última competición tuvo lugar, el pobre Malfoy estaba más pálido de lo habitual. La Saeta de Fuego era un digno rival. Durante todo el juego, el ojigris no le dejó ni a sol ni a sombra, pero finalmente, los leones se alzaron con la victoria.

Y llegaron los exámenes. El primero fue Transformaciones, en el que tuvieron que transformar una tetera en una tortuga. Después le siguió Encantamientos, donde llevaron a cabo los encantamientos regocijantes. El de Cuidado de Criaturas Mágicas fue dejar vivo un gusarajo durante una hora, el más sencillo de todos. En Pociones, hacer una receta para confundir, que fue un absoluto desastre. El de Defensa Contra las Artes Oscuras se realizó fuera del castillo, y consistió en una especie de carrera de obstáculos, sorteando las diferentes criaturas que habían visto en clase. Y el último Adivinación, al final del cual, Harry salió con un mal sabor de boca por culpa de la profesora Trelawney que había hecho una profecía, en la que le advertía de que el vasallo y el Señor Tenebroso se volverían a reunir. Encima, un verdugo, acabó con la vida de Buckbeak y el trío solo pudo llorarlo en la lejanía. Lo único positivo que habían sacado de esa tarde, fue que Ron había recuperado a Scabbers.

Los acontecimientos que siguieron a la ejecución del hipogrifo, fueron abrumadores. El perro negro misterioso se había llevado a Ron a través del sauce boxeador, que descubrieron que llevaba al interior de la casa de los gritos. Crookshanks resultó estar aliado con el perro, que no era otro que el animago Sirius Black. El encantador profesor Lupin por lo visto era un hombre lobo y estaba compinchado con el  mencionado Black, con el que se abrazó cariñosamente al reencontrarse. Snape los había pillado a todos y al trío no le quedó otra más que fulminarlo con un Expeliarmus. La rata de Ron resultó ser el tal Peter Pettigrew, siendo éste el verdadero traidor y aliado de lord Voldemort. Y cuando ya pensaban que todo estaba solucionado, Remus Lupin no se había tomado su poción matalobos y se transformó en licántropo. Y una barbaridad de dementores estuvieron a punto de matar a Sirius y a Harry de no ser porque a ojos de Potter, les había rescatado su padre, con un dementor.

Cuando despertaron en la enfermería Harry y Hermione, Dumbledore dio permiso a la pelicastaña de usar su giratiempo, la clave de que pudiese asistir a todas las clases ese curso. Fueron hacia tras en el tiempo y rescataron a Buckbeak y a Sirius, además de que Harry vio que el patronus con forma de ciervo que les había salvado, era suyo, no de su padre como creyó en primer momento. Volviendo justo a tiempo para que nadie se percatase de su misteriosa marcha.

Por desgracia, el profesor Lupin tuvo que dimitir, por su naturaleza, pero muy orgulloso de Harry y devolviéndole el mapa del merodeador, además, al moreno le alivió saber que su estimado profesor se ocuparía de su padrino. El trío había aprobado todas las asignaturas, pero el día de la partida llegó y el ojiverde no podía evitar apenarse, no solo porque no podría irse a vivir con su padrino, como creyó durante un momento, sino porque otro verano le tocaba pensar en Draco Malfoy, y no sabía como se las apañaría, ahora que sus sentimientos eran más fuertes que antes.

En el tren rumbo a casa, Harry recibió una pequeña lechuza de parte de Sirius, con una carta en la que le contaba que la Saeta de Fuego se la había regalado él, además de que el ave era un regalo para su amigo Ron, por la pérdida de su rata. Pero lo que más alegró al moreno, es que su padrino adjuntó una autorización para poder ir a Hogsmeade durante el cuarto curso.

Una vez en King's Cross, se despidieron unos de otros y Harry pudo ver como una bella mujer, muy parecida a Draco le abrazaba, mientras un elfo doméstico le recogía el baúl. El ojiverde sonrió. Tal vez, entre él y Malfoy no hubiesen pasado grandes cosas ese curso, pero sus sentimientos estaban claros, y ese verano debía pensar en la forma de acercarse al ojigris, después de todo, al rubio tampoco le debía ser indiferente, puesto que tras lo del muérdago, su actitud para con el había cambiado.

El cuarto curso, se intuía muy interesante.

Continuará...

Notas finales:

Saludos.


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