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Te odio...amor por Rukkiaa

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Notas del capitulo:

Perdón por la tardanza, normalmente actualizo cada dos días o así, pero los de telefónica me volvieron a hacer la puñeta y me dejaron sin linea....aunque por fin ya está arreglada!! Así que os traigo otro capítulo.

El baile de Navidad

La prueba fue muy peligrosa, y a Harry le había tocado el dragón más temible, el colacuerno húngaro, pero gracias al encantamiento convocador que había perfeccionado con ayuda del rubio, y su Saeta de Fuego, había conseguido un huevo de oro para la segunda prueba, y recuperó, además, la amistad perdida de su mejor amigo, Ron. Y el resultado de la puntuación le había hecho empatar en el primer puesto con Viktor Krum.

Esto, conllevó, que los alumnos de Hogwarts, y en mayor medida los leones, volviesen a llevarse bien con Harry, y por una gran fiesta que tuvo lugar en la sala común, el moreno de las gafas redondas no pudo encontrarse con el chico que tanto le había ayudado, y agradecérselo como se merecía. Para colmo, el huevo de oro, emitía un sonido espantoso cuando lo abría, y volvía a estar completamente en blanco de cara a la siguiente prueba, que sería el veinticuatro de febrero.

El miércoles por la noche, y tras todo un día de incesantes miradas cómplices entre Harry y Draco en el Gran Comedor, de las que solo Hermione era consciente, los 'eternos rivales' se encontraron frente a frente y a solas.

-Bien hecho, Potter- con el puño cerrado, Malfoy dio un suave golpe a Harry en el hombro-ese colacuerno fue un hueso duro de roer...aún me cuesta creer que lo lograses-añadió divertido.

El moreno sonrió- en realidad fue gracias a ti que lo conseguí- y sin dudarlo dos veces, besó a Draco. Lo había echado mucho de menos, porque cada vez lo necesitaba más, su presencia y su contacto, eso podía ser un grave problema en las vacaciones, que se acercaban peligrosamente.

A principios de diciembre, el frío llegó a la escuela como de costumbre, cosa que obligó al Gryffindor y al Slytherin, a añadir más mantas a su habitación privada.

Cuando les tocó Cuidado de Criaturas Mágicas, sobre esas fechas, descubrieron que sólo quedaban diez escregutos, Fobos entre ellos, que destacaba por su mayor tamaño. Ya median casi dos metros de largo y Hagrid les había hecho meterlos en cajas con provisiones, por si a las criaturas les daba por hibernar, así que los repulsivos bichos disfrutarían de almohadas y mullidas mantas, pero eso solo hizo enfurecer a las alimañas y la clase fue un verdadero desastre. Puesto que los escregutos acabaron desperdigándose por el huerto de calabazas del gigante y asustando a la mayoría de los alumnos.

Gracias a una incursión a la cocina de la escuela, Harry había descubierto que Dobby, el antiguo elfo doméstico de los Malfoy, trabajaba allí y que a diferencia de los demás, tenía un sueldo y vacaciones, algo que alegró a Hermione, no así a los demás elfos del lugar.

Cuando llegó el jueves, en la clase de Transformaciones, la profesora McGonagall les soltó una bomba para la que ni Harry ni Ron estaban preparados. Habría un baile de Navidad, algo tradicional, por lo visto, en el Torneo de los tres magos, para relacionarse los alumnos de las tres escuelas. Empezaría a las ocho de la tarde y terminaría a medianoche. Sólo podrían asistir a el, los alumnos de cuarto curso en adelante a no ser que alguien invitase a personas de cursos inferiores. Y les obligaban a asistir con túnica de gala, cosa que dieron ganas de llorar al pelirrojo al recordar la suya.

Al finalizar la clase, la profesora McGonagall llamó a Harry para hablar a solas.

-Potter, los campeones y sus parejas...

-¿Qué parejas?-preguntó Harry asustado.

-Vuestras parejas para el baile de Navidad, Potter- dijo la profesora-vuestras parejas de baile.

Harry sintió que se le encogían las tripas-¿parejas de baile?-notó como se ponía rojo-yo no bailo-añadió.

-Sí, claro que bailas-replicó algo irritada la mujer-eso era lo que quería decirte, es tradición que los campeones y sus parejas abran el baile.

El moreno se imaginó a si mismo yendo solo al baile, probablemente, puesto que si pensaba en parejas, era Draco quien le venía a la mente y dudaba mucho que éste quisiera ir con él-yo no bailo-insistió.

-Es la tradición-declaró firme McGonagall- tú eres campeón de Hogwarts, y harás lo que se espera de ti como representante del colegio, así que encargate de encontrar pareja, Potter.

-Pero...yo no...

-Ya me has oído, Potter- la profesora, dio por terminada la conversación.

Harry salió del aula muy enfadado. Estaba claro que tendría que bailar por obligación, y una idea le cruzó por la cabeza. Cuando le había pedido a Malfoy repetir el beso, se había arriesgado y había terminado ganando, tal vez, si se atrevía, esta vez también tuviera suerte. Por lo que en la noche, tras la cena, consiguió escabullirse de Ron y fue a la habitación de los besos.

Al rato, Draco apareció comiendo regaliz y con varios libros en la mano. Así que se pusieron a hacer los deberes.

El primero en terminarlos fue el rubio, que se acurrucó junto al Gryffindor, mientras éste terminaba su tarea-qué frío hace- dijo y se agarró fuertemente del brazo derecho del moreno, deteniendo su escritura.

-Si- Harry sonrió ante este gesto, le encantaba que su Draco actuase así de adorable.

-¿Ya tienes pareja para el baile, Potter?-el rubio le miraba con sus orbes plateadas atentamente.

-No...pero supe lo del baile esta mañana por lo que aún me queda mucho tiempo...¿por qué? ¿tú si tienes?- se temió lo peor.

-Si-ahí estaba, el balde de agua fría que el moreno esperaba, no debía sorprenderse, el rubio era muy guapo, y la gente no estaba ciega.

-¿Quién?- Harry intentaba disimular el nudo que se le había formado en la garganta y carraspeó.

-Pansy- un momento...¿Parkinson? ¿esa estúpida que se pasaba el día detrás de su serpiente? jamás deseó tanto la muerte de nadie que no fuese Voldemort, esa maldita se le había adelantado y no había perdido ni un segundo-está por mi, así que acepté llevarla para que sea feliz.

Harry sentía que de un momento a otro le saldría humo por las orejas, Draco sabía que Pansy estaba interesada en él y aún así le daba esperanzas ¿eso qué significaba? ¿podría llegar a salir con ella como pareja de novios? unas inmensas ganas de llorar afloraron en su pecho, pero decidió centrarse en la lectura de lo que había escrito en el pergamino que aún sostenía, aunque solo distinguía formas borrosas-me alegro-espetó como pudo.

-Me sorprende que no te hayan invitado todavía Potter, con lo popular que eres- Harry quería contestarle que se habría negado a cualquiera para ir con él, pero se contuvo. Las tripas se le retorcían como culebras y sintió náuseas. Como había podido ser tan imbécil. Debía haberse dado cuenta de que sus encuentros tardíos con Draco no eran más que eso, encuentros, no la antesala a una seria relación amorosa, como él se aventuraba a pensar constantemente. Pero no podía dejar de hacerlo. Por más que el rubio lo envenenase, se había vuelto adicto a él, a todas horas. Malfoy era su droga y no quería desintoxicarse. Lo amaba profundamente.

Durante la semana que siguió, Harry no dejaba de recordar en su cabeza incesantemente la voz de Draco, diciéndole que iría al baile con Pansy, a la que sobra decir, que el moreno no podía ni ver. Y por desgracia, ninguna chica parecía ir sola nunca, siempre en grupo, lo que les impedía a Ron y a él acercarseles. Evidentemente, y ante las perspectivas del baile, muchos alumnos, más que nunca, se quedarían en la escuela esas navidades. Y a pesar de la situación, el ojiverde y el ojiplata continuaban teniendo sus tradicionales encuentros, salvo la noche previa al baile.

Finalmente, Harry y Ron irían con las gemelas Patil, Parvati con Potter y Padma con Weasley. Ginny iría con Neville, puesto que, sino, no podría asistir, ya que ella estaba en tercero, y el chico que quería que la invitase no pensaba hacerlo ni remotamente.

La mañana del temido día llegó, y con ella, los regalos. Harry ese curso, recibió de parte de Dobby, que de paso le había despertado a él y a sus compañeros, un par de calcetines, uno rojo con escobas voladoras dibujadas y otro verde con snitchs, hechos a mano por él mismo. De sus tíos, un pañuelo de papel. De Hermione un libro llamado Equipos de quidditch de Gran Bretaña e Irlanda. Ron, una bolsa rebosante de bombas fétidas. Sirius, una navaja con accesorios y Hagrid, una caja bien grande de chucherías. Y de Molly, como era habitual, un jersey nuevo, de color verde (ejem) con el dibujo de un dragón (más ejem), sumado a un montón de pastelillos caseros.

Cuando se acercaba la hora del baile y del banquete que le precedería, se encaminaron a su dormitorio, cruzando por el cuadro de la, en ese momento, borracha Señora Gorda, que había elegido como contraseña: luces de colores. Se pusieron las túnicas de gala y salieron de allí rumbo al vestíbulo. Harry se había encontrado con Parvati en la sala común, y ésta llevaba una túnica rosa y el pelo recogido en una larga trenza. La túnica de su hermana Padma, por el contrario, era de color azul turquesa brillante, y estaba algo decepcionada con su pareja pelirroja de baile. Fleur asistía con Roger Davies, el capitán del equipo de Ravenclaw. Ron no cesaba en preguntar por Hermione que no daba señales de vida por ninguna parte, pero Harry solo podía pensar en una persona, que pocos minutos después, vio aparecer, subiendo una de las escaleras que llevaba a las mazmorras. Draco hizo acto de presencia, seguido de varios Slytherin más, entre ellos Crabbe y Goyle, que no tenían pareja. Malfoy vestía una túnica negra de terciopelo con cuello alto y de su brazo enganchada, una sonriente Pansy Parkinson, con una túnica de color rosa pálido con muchos volantes. 'Espantosa', pensó Harry, que si no fuera porque era una chica, le habría golpeado con todas sus fuerzas. Salvo los campeones, todos los demás alumnos debían ir entrando al Gran Comedor. Y Harry se sorprendió al ver que la pareja de Viktor Krum era su mejor amiga. Cedric también apareció con Cho Chang.

Los participantes del Torneo y sus parejas se sentaron durante el banquete en la mesa principal, al lado de los profesores, hecho que le daba a Harry mejor vista del recinto y podía ver con desagrado, mientra se atragantaba con las gulasch de ternera que había pedido para cenar, a la insoportable de Pansy radiante de felicidad junto a su rubio, que, dicho sea de paso, parecía también muy contento y lo ignoraba completamente, puesto que en lo que llevaban de noche, ni una mirada le había dirigido.

Al terminar la cena, la sala fue despejada y Las Brujas de Macbeth subieron al escenario, dando comienzo oficialmente al baile. Sin demasiado ánimo, tuvo que bailar con Parvati, tal y como le había dicho McGonagall, pero la chica salió mal parada, cuando inevitablemente y por dejar de prestar atención a su pareja de danza, le pisó varias veces. Y todo por estar pendiente de Draco y Parkinson, que se habían unido a las personas que bailaban a su alrededor bastante animados.

El resto de la fiesta, el moreno de redondas gafas se la pasó sentado en una de las sillas de alrededor junto a Ron, y ambos con una cara de fastidio patente y sin quitarle el ojo de encima a Malfoy y a Granger, con la que el pelirrojo acabó discutiendo, debido a sus evidentes celos.

A medianoche, el baile de Navidad llegó a su fin y Harry tenía claro lo que iba a hacer, pero antes de que lograse salir del Gran Comedor, Cedric se acercó a él y le aconsejó que tomase un baño en el aseo de los prefectos del quinto piso, llevándose con él el huevo de oro. Pero como el ojiverde no tenía la cabeza para esas cosas, apartó esa extravagante idea de su cabeza y fue al aula vacía esperando encontrar allí a Draco.

El rubio apareció varios minutos después, cuando ya Harry, nervioso, tamborileaba en el alfeizar de la ventana con sus dedos.

-Menuda fiesta ¿eh?- Malfoy estaba bastante alegre y sonreía ampliamente, apoyado de espaldas a la puerta.

-Te divertiste parece...-Harry no quería ni mirarle, tenía ganas de echarle en cara haber ido con Pansy, el no haberle mirado ni un solo momento en toda la noche, ni un leve saludo con la cabeza, nada, como si no existiera. Echó de menos incluso algún insulto, quizás metiéndose con su pelo rebelde y desmarañado, imposible de peinar ni para las mejores ocasiones. Pero él no tenía derecho a hacer algo así, debía soportar que Draco estuviese con quien quisiera, y que hiciese lo que  quisiera, aunque le doliese en el alma.

-Mucho ¿qué tal con Parvati?- el rubio se acercó a donde él estaba-la vi bailar con otro chico ¿te dejó tirado Potter?

-No-tajante-no me gusta bailar...y a ella sí, solo la llevé porque McGonagall me obligó a tener pareja para el baile- estaba muy furioso y lo peor es que el ojigris no tenía la culpa de sus, al parecer, enfermizos celos.

-¿No te gusta bailar? a mi sí- Malfoy puso una mano en el hombro de Harry y le habló cerca del oído, tensándolo-seguro que no te gusta porque no se te da bien, te vi algo torpe en el baile de apertura, yo puedo enseñarte si quieres.

El recuerdo de su amado rubio bailando con la molesta de Parkinson inundó su mente, y en un segundo, estaba besando a Draco con una fuerza y una pasión desmedidas. Era como si temiese que se le escapase. Que se le esfumase de entre los dedos, cual humo. Quería sentirlo. Que solo estaban ellos dos y no existía nadie más. Que el corazón del Slytherin solo fuese suyo. Le parecía increíble la manera en la que todo su ser demandaba al ojiplata, todos los poros de su piel lo anhelaban con fervor y no podía creer que por algún ínfimo momento hubiese llegado a odiarlo.

Continuará...

Notas finales:

Pues aquí está. Sé que los capitulos son algo cortos, pero lo compensaré, porque la historia ya la tengo muy avanzada y son bastantes capítulos, de hecho, nunca había escrito tanto XDDDD

Hasta la próxima, muchas gracias por los comentarios, nunca os los agradeceré lo suficiente.

Saludos.


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