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Te odio...amor por Rukkiaa

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Notas del capitulo:

Aqui os traigo otro ^^

 

Oclumancia

No recordó a Tonks, hasta que después de acompañar a Malfoy a El Caldero Chorreante, volvió a verla en la estación de metro. Quiso que se lo tragara la tierra, y esperaba que la chica no se hubiera dado cuenta de nada, pero no acertó. Dentro del abarrotado vagón ella le habló.

-¿Tu novio, Harry?-se notaba que le divertía hacer esa pregunta.

-Eh...sí-dijo el moreno-ya que no podía invitarle a la casa de Hocicos...

-¿Sabes? se me parecía al hijo de la hermana de mi madre, mi primo, Draco Malfoy ¿puede ser?

Que tonto era siempre. Metía la pata en todas las ocasiones. Por haberle seguido el juego a la chica, ahora estaba metido en un lío.

-Sí, bueno, es que lo llevamos en secreto ¿sabías? así que por favor no...

-Captado Harry, no diré ni una palabra-hizo un gesto como de cerrarse la boca con la cremallera, pero era una mentira como una casa, porque siguió hablando-¿desde cuando? porque en Corazón de bruja decían que tú y Hermione...-juntó los dedos índices de ambas manos-supongo que era mentira como acostumbran ¿no?

El moreno asintió con la cabeza y el tema quedó zanjado hasta que pasó por la puerta del número doce de Grimmauld Place y Tonks antes de cerrar y marcharse a la calle de nuevo, le dijo- hacéis buena pareja Harry- y se fue sonriendo.

Afortunadamente, todos los que habitaban entre aquellas paredes, dormían ya. Y el ojiverde pudo darse el lujo de relajarse tumbado en la cama a medio desvestir y rememorar esa especie de cita que había tenido con Malfoy. Desde su punto de vista, Nymphadora tenía mucha razón. Eran una pareja perfecta. En eso estaba cuando escuchó unos suaves golpes tras la puerta y un leve 'Harry' que dedujo, con la voz de Sirius. Abrió y su padrino le hizo una seña para que lo siguiera.

Entró en el dormitorio de éste, donde también estaba Remus, que le dirigía una mirada cargada de curiosidad.

-¿Y bien?-el animago cerró apresuradamente, haciendo gemir sonoramente las viejas bisagras.

-¿Qué?-no sabía a que venía aquello, era bastante tarde para charlar.

-Tu regalo Harry ¿qué hiciste?¿le compraste algo?¿no encontraste nada y por eso llegaste a estas horas?-Sirius comenzaba a desesperar.

-No, no, le invité a dar una vuelta nada más...

-¿Una cita?-esta vez habló Lupin, igual de excitado que su padrino.

-Algo parecido...vimos una obra de teatro, cenamos y patinamos, nada del otro mundo...¡ah! y nos besamos, sé que no debí hacerlo, pero un imbécil se...

-Eso era una cita con todas las de la ley Harry- interrumpió el ojiplata con resignación- estás muy verde, por eso voy a darte otro regalo, ahora que estamos solos los tres-abrió un cajón de su mesilla y le tendió un libro al chico, en cuya portada se podía leer con claridad 'Sexo para torpes' e iba adornado en la esquina con un lazo para regalo de color amarillo chillón.

Las mejillas del de gafas ardieron instantáneamente.

-Yo también tengo otra cosa para ti Harry- y Remus le extendió algo. Era una cámara fotográfica, que parecía algo anticuada, como la de Colin Creevey- era mía, pero ya no la uso, funciona perfectamente y puedes sacar todas las fotos que desees, salen por esta ranura de aquí ¿ves?-ese presente sí era muy interesante. Bueno y el otro también, pero le avergonzaba necesitar una cosa así.

-Gracias-el moreno menor cogió ambos objetos y se fue de allí lo más rápido que pudo.

El último día de las vacaciones, ya Harry estaba deseando volver a Hogwarts, puesto que se había leído el libro de Sirius de cabo a rabo, y quería poner en práctica algunas de las cosas que había descubierto y se le antojaban excitantes. Snape apareció en el cuartel general de la Orden y le dijo que una vez por semana, él le daría clases particulares de Oclumancia, la defensa mágica de la mente contra penetraciones externas, algo que le hacía mucha falta por sus recurrentes sueños relacionados con Voldemort y porque éste era hábil en Legeremancia, la capacidad de extraer sentimientos y recuerdos de la mente de otras personas.

Llegaron a la escuela en el autobús noctámbulo, en compañía de Tonks y Lupin que les escoltaron hasta las verjas exteriores.

Una vez instalados en sus dormitorios nuevamente. El moreno corrió todo lo que pudo hasta la habitación donde una vez estuvo el espejo de Oesed. Y a diferencia de lo que esperaba, ahí estaba el rubio.

Vestía un pijama con la parte superior blanca y la inferior negra, pero encima llevaba la túnica de la escuela y permanecía sentado con las piernas cruzadas sobre un par de gruesas mantas.

El recién llegado se quitó la capa invisible y la dejó en el suelo, junto a su varita, tras lo que se posicionó de rodillas al lado de Draco, inclinándose para besarlo, y el ojigris acortó el espacio que les separaba y unieron sus labios. El Slytherin tomó su rostro con ambas manos. Su piel estaba fría. El ojiverde, aferró las suyas en la cintura del otro, debajo de la túnica, rozando la suave tela del pijama. Ignorándolo, siguió investigando hasta llegar a la tibieza de la piel cubierta. Malfoy al sentir esto no pudo reprimir un espasmo, mientras las curiosas manos del Gryffindor se deslizaban por su cuerpo.

Se separaron para coger aire durante unos segundos y se miraron a los ojos. Y aunque ninguno se diera cuenta, había mucho amor en ellos. Pero el deseo y la lujuria eran los predominantes esa noche. Era como siempre que estaban demasiado tiempo separados. Se sentían como si hubiesen estado faltos de algún órgano vital mientras se encontraban alejados y ahora que volvían a estar juntos, el cuerpo podía seguir funcionando correctamente.

Habían llegado a un punto, en el que no les era necesario usar las palabras. No tenían porque hablar de las vacaciones, ni de sus amigos, ni de las clases o cualquier otra trivialidad. Podían intuir el estado de ánimo del otro solo con una mirada o un simple gesto. Ambos se sentían seguros y completos si estaban juntos. Ni desconfianza. Ni miedo. Ni odio.

Harry empleó parte de su peso corporal, para hacer que el rubio se tumbase sobre las mantas, debajo de él. La túnica y la camisa del pijama fueron sustituidos por sus inquietas manos sobre la piel desnuda, que se dejaba hacer a su antojo. Draco jadeaba, le encantaba sentir como el Gryffindor lo necesitaba, lo demandaba con ansias. Sabía que en cuanto terminaran sus estudios en Hogwarts, no volverían a vivir nada semejante, incluso dudaba que se volviesen a ver fuera de los muros de la escuela, y eso le impulsaba más a dejarse llevar, aprovechar cada segundo con el ser que le llevaba hasta la locura y más allá.

Ladeó la cabeza al notar como el moreno pasaba su lengua por la comisura de sus labios y continuaba lamiendo la mejilla izquierda, deteniéndose en el lóbulo de su oreja. No pudo evitar soltar un gemido ante el gesto. Parecía que el ojiverde había hecho los deberes esas vacaciones, esperaba que no hubieran sido prácticos y con otra persona.

El de gafas cesó en lo que estaba haciendo y comenzó a dar cortos besos por el cuello níveo, dejando suaves marcas oscuras. Escuchar los incesantes jadeos del rubio que estaba entre sus brazos, lo estaban haciendo perder la cordura. Habían sido muchos días sin sentirlo suyo. Pero quería hacer lo que había leído en el fabuloso regalo de su padrino. Así disfrutarían más los dos, estaba seguro. Continuó el descenso hasta llegar a los rosados botones que asomaban en el pecho de Malfoy. Apetitosos. Lamió uno, con la punta de su lengua, y después, succionó con suavidad, notando como esto era recibido con agrado.

Draco se sobresaltó. No esperaba experimentar algo como aquello. Sintió un escalofrío recorrerle la columna vertebral. Potter definitivamente, parecía otra persona.

No tardó demasiado en endurecer los diminutos pezones del rubio, ayudándose con algunos de sus dedos, y siguió bajando. Al llegar al bajo vientre del otro, rozó la zona brevemente con su lengua y su cálido aliento, sintiendo como la piel del otro se erizaba. De pronto, bajó los pantalones de Draco, llevándose la ropa interior en el proceso. Viendo cara a cara el miembro, ya bastante excitado del de ojos plateados.

El Slytherin se sintió algo cohibido de repente. Notaba la mirada de Harry sobre él, como examinándole. No tenía nada que le avergonzase de su cuerpo. Desde su punto de vista, era perfecto. Pero sentía que el moreno era más perfecto aún y temía que algo no le gustase de lo que estaba viendo. En eso estaba su mente, cuando sintió, sin darle apenas tiempo a reaccionar, como el ojiverde se había llevado su miembro a la boca y lo estaba lamiendo con profundidad y tortuosa lentitud. Esto le hizo arquear la espalda y mover las caderas inconscientemente. Se sentía maravillosamente agradable. Tuvo que taparse su propia boca para no gritar. Y cuando estaba entregado al más absoluto placer, notó como un dedo del otro, impregnado de lo que supuso sería poción lubricante, se abría paso por su entrada y hacía movimientos circulares en ella. Entendió que lo dilataba para que no le doliera tanto y en silencio, se lo agradeció.

Introdujo un segundo dedo, y la cara de placer de Malfoy le indicaba que lo estaba disfrutando, sin dolor alguno. Aquel libro era un diamante en bruto. Y el saborear al rubio era delicioso. Siguió con su tarea, hasta que creyó oportuno introducir por fin un tercero. Su propia hombría gritaba por poseer al ojiplata, pero no podía todavía. Lo bueno se hace esperar. Una mano en el cabello le obligó a detenerse, después de que escuchó de los labios de su amada serpiente un  juntos. Supo lo que significaba y no terminó la tarea. Volvió a ascender hasta ponerse a la altura del otro rostro. La respiración de Draco era bastante agitada. Se miraron, y Harry, después de desvestirse como una exhalación, se ayudó a introducirse en el interior. Le invadió el intenso calor y la agradable humedad. Era como hacerlo por primera vez nuevamente. El mismo deseo y las mismas ganas de permanecer así para siempre. Inseparables.

El rubio, como para ayudar a Harry a introducirse bien, apretó uno de los glúteos de éste con una de sus manos. El moreno, tras unos segundos de adaptación, lo besó con ímpetu. La otra mano del ojiverde cogió la suya y las entrelazaron. Al no haber apenas dolor, las penetraciones comenzaron casi inmediatamente. Los besos no cesaban. Las manos se apretaban. Encajaban como piezas perfectas de un puzzle. Pero la fricción que le provocaba el vaivén del cuerpo de Potter sobre su miembro, era tan placentera, que después de unos minutos de incesantes jadeos y gemidos, no pudo evitar eyacular intensamente. Cuánto lo había extrañado. Sobretodo, el sentir la semilla del otro derramarse en su interior.

Cuando ambos se relajaron y permanecían tumbados el uno al lado del otro sobre las mantas, se dirigieron la palabra.

-Potter...eso ha sido...no tengo palabras-la piel de Draco brillaba con el sudor y se había tapado ligeramente con su túnica.

-Lo sé...esta navidad me regalaron un libro, Sexo para torpes y me lo aprendí-su voz sonaba orgullosa.

-Eso no ha sido nada torpe-añadió el rubio y rió sonoramente.

Lunes por la mañana. Harry estaba muy nervioso pensando en la clase particular que iba a tener con Snape esa misma tarde. También se había enterado durante el desayuno, de que la siguiente excursión a Hogsmeade iba a coincidir con el día de San Valentín.

Una vez en el despacho del profesor de Pociones, que dicho sea de paso, no sentía la más mínima alegría de enseñarle Oclumancia, empezaron. El objetivo de aquellas clases, era que el moreno de verdes ojos aprendiera a defenderse de las intromisiones en su mente, y las pudiera evitar. Sacó su varita y Snape al grito de ¡Legeremens! entró en su cerebro sin impedimentos.

La primera vez que lo hizo sólo pudo ver penosos recuerdos de la infancia de Harry con su primo Dudley. La noche de primer curso bajo el sombrero seleccionador dándole la opción de entrar en Slytherin. El centenar de dementores dispuestos a matarles a él y a Sirius. Draco y él bajo el muérdago en tercero...

-No-dijo una voz dentro del cerebro de Harry cuando se le acercó el recuerdo de Draco- eso no lo vas a ver, no lo vas a ver, es privado...

Entonces cayó de rodillas al suelo y salió de aquella especie de trance. Pero se alegró de saber que su profesor sólo había visto fragmentos. Snape le obligó a vaciar su mente y lo intentaron de nuevo.

Esta vez vio al colacuerno húngaro de la primera prueba del Torneo de los tres magos. Su padre, su madre y Draco, lo miraban a través de un espejo encantado. Cedric Diggory yacía muerto en el cementerio...

-¡Noooooo!-gritó, pero había caído otra vez de rodillas en el suelo.

El profesor se estaba enfadando cada vez más. Nuevo intento.

Tío Vernon clavando unas tablas en el buzón, para bloquear la entrada de más cartas para Harry. La puerta misteriosa que veía en sus sueños últimamente y que conducía al Departamento de Misterios del Ministerio. Draco y él besándose apasionadamente, bajo la luz de un par de velas flotantes...

-¡Mierda!-le dolían las rodillas de tantas veces que había quedado a cuatro patas sobre el suelo.

-¿Qué era eso Potter?-Snape lo miraba fijamente, como incrédulo.

-Un sueño...-el pánico le invadió por completo.

-¿Sueñas con Malfoy?-parecía no creérselo en absoluto.

-Por desgracia sí-más mentiras.

-El miércoles a la misma hora, Potter, y espero que practiques, pon en blanco tu mente antes de dormir ¿entendido?

Harry asintió y corrió más rápido que nunca para salir de allí. Como siguiera así todo el colegio iba a saber su secreta...lo que fuera.

Continuará...

Notas finales:

Bueno, otro lemon, y espero que no mal del todo jajaja Harry se esforzó...

El libro de Sexo para torpes, no se si existe en realidad, pero si a alguien le suena, lo saqué de la serie Friends, lo decía uno de los personajes en el penúltimo capitulo de la décima temporada XDDDDDD

Personalmente, me encanta haber sustituido los recuerdos de Harry por sus momentos con Draco y sobretodo que Snape no supiese muy bien de que iba la cosa, evidentemente, no iba a ponerle pensando en Cho Chang...

Nos leemos. Gracias a todas esas personitas que se toman su tiempo para dejar un comentario, como siempre digo, continúo por vosotr@s, sois l@s mejores XD.

Os quiero, gracias.


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