De nuevo en Hogwarts
Era tal su popularidad, que no le dejaban ni a sol ni a sombra. Ron tampoco le perdía de vista, por lo que no podía ir a ver al rubio como deseaba, y Hermione lo hacía por él. Un par de semanas pasó así. Arthur y Kingsley se hicieron cargo de los hechizo que Moody había puesto anti Snape en el doce de Grimmauld Place. Tuvo una vista en el Ministerio para defender a Narcisa Malfoy, pero lo único que consiguió fue que redujeran su condena en Azkaban, saliendo después de cinco años. Y le hicieron una extensa entrevista para añadirla a una de sus tantas biografías y en El Profeta.
Cuando pudo encontrar un hueco, se decidió a visitar Hogwarts.
Ya estaba prácticamente restaurado por completo. Pero la gárgola que cedía el paso al despacho del director, seguía en el suelo y subió por las escaleras de caracol sin impedimentos. Llamó a la puerta, y como no obtuvo respuesta, se apresuró a entrar. Justo al cruzar el marco, un ruido ensordecedor llegó a sus oídos. Eran aplausos, de los directores y las directoras de la escuela, que le ovacionaban desde los retratos que había en las paredes. Harry fue directo al de Dumbledore, que lloraba emocionado, y a su izquierda, estaba el de Snape, con cara de pocos amigos, como siempre.
-Profesor-la felicidad por regresar a ese lugar le embargaba-le he traído esto-y sacó la Varita de Saúco-encargaré a Hagrid que se la devuelva, puesto que es a usted a quien pertenece- Albus sonrió complacido-el objeto escondido dentro de la snitch se me cayó en el Bosque Prohibido, no sé exactamente donde, pero ya no pienso ir a buscarlo ¿está usted de acuerdo?.
-Por supuesto, hijo-respondió Dumbledore- una decisión sabia y valiente, pero no esperaba menos de ti.
-Me quedaré con la capa-continuó.
-Entiendo.
-Profesor Snape- el mencionado parecía estar de mal humor, tenía los brazos cruzados, y estaba sentado en una butaca parda, con aire sombrío-quería agradecerle todo lo que hizo por mí y siento haber pensado mal de usted, retiro lo de cobarde...
-¿Estamos sentimentales Potter?-dijo sin cambiar el gesto-y no lo hice por ti, mocoso impertinente...
-Severus...-dijo Dumbledore, como para que dejara la fiesta en paz.
Pero a Harry le parecía divertido. Era como si nada hubiera cambiado.
-Siento también lo de su libro de Pociones, me parece que se quemó en la Sala de los Menesteres-agregó.
-Mejor, así ningún otro alumno con aires de grandeza se las da de genio-aclaró el profesor de nariz ganchuda-cuando está claro, que no lo es.
-Severus...-otra vez Albus, pero parecía estar riendo bajo la plateada barba-¿cómo te va todo Harry?-preguntó cambiando de tema.
-Muy bien, aunque un poco agobiado-de repente se abrió la puerta y Minerva McGonagall entró por ella.
-Señor Potter- no parecía sorprenderse de su presencia- Peeves me informó de que estaba aquí y ahora está cantando sus cancioncillas ¿qué le trae por Hogwarts?
-Vine a hablar con el profesor Dumbledore, pero ya me voy ¿sabe dónde está Hagrid?
-Pues...supongo que en su cabaña-apuntó la profesora.
-Harry ¿qué tal con el joven Malfoy?- cuestionó rápido el anciano director.
El chico notó todas las miradas sobre él y se moría de vergüenza-bien, ya somos...novios-añadió casi en susurro.
-¡Qué estupendo!-dijo Albus.
-¿Qué has dicho Potter?-preguntó Snape con los ojos a punto de salirle de las órbitas-¿tú y Draco Malfoy?¿no que eran sueños?-reprochó.
-¡Era un secreto!¡y usted era mi profesor!¡no podía decírselo!-los magos y brujas de los cuadros rieron sonoramente.
-Entiende Severus, tú más que nadie deberías comprenderlo- dijo Dumbledore y le lanzó una mirada que lo dejó callado.
-Menuda sorpresa Potter, los tenía por enemigos-apremió McGonagall.
Pidió discreción y salió del despacho rumbo a la cabaña. De camino al vestíbulo tuvo que detenerse a saludar a varios retratos, a Filch y al profesor Flitwick. Una vez frente a la casa del semigigante, escuchó los ladridos de Fang.
Hagrid abrió la puerta y conmovido le dio un gran abrazó. Pasó la tarde tomando el té con su viejo amigo. Y éste aceptó el encargo de devolver la varita al director sin ninguna oposición.
Como Draco odiaba su Mansión por todo lo que ocurrió en ella, se decidió a venderla en cuanto salió de San Mungo, y no tendría a donde ir durante un tiempo. Por lo que, por extraño que pareciera, Hermione le invitó a su casa, con sus padres. Generando los celos de Ron, que no se explicaba porque su novia tenía que compartir techo con el Slytherin.
-¡Es que no entiendo por qué tiene que vivir en su casa!-dijo mientras agitaba los brazos y andaba de un lado a otro de su dormitorio-¿y si le acaba gustando? ¡lo mataré!
-Dejate de estupideces Ron, no va a pasar nada de eso-añadió Harry cansado-ella te quiere a ti ¿por qué dudas?
-Bueno...-se sentó en la cama-es que Malfoy...
-¿Qué?
-No es feo ¿no? quiero decir, para ser un chico-se sonrojó un poco-es más educado y viste mejor...
-Eso no tiene nada que ver-increíble, ¿Ron pensaba que Draco era guapo?-te repito que Hermione te quiere a ti, y solo a ti, déjate de inseguridades, además Malfoy...-tal vez no fuera prudente contarlo aún, debía consultarlo antes con el rubio, pero sería pronto el hacerlo oficial-me parece que tiene novia también.
-¿Si?¿es Pansy?
-¡No! ¡¿por qué tiene que ser esa...?!-mil y un insultos le pasaron por la mente, pero prefirió no terminar.
-¡Vale! no es para ponerse así Harry ¿te gusta a ti Parkinson o qué?
-No...pero, me cae mal.
-Y Draco también ¿no? serían la pareja perfecta-añadió el pelirrojo.
-Mejor vamonos a dormir-dijo el moreno tajante y, enfadado, salió por la puerta a la antigua habitación de los gemelos en el segundo piso.
Llegó el cumpleaños de Harry. Dieciocho años. La fiesta sería solo una íntima cena con los amigos más allegados, pero aún así, la presencia de los que ya no estaban se iba a echar en falta. Pensaban poner unas sillas simbólicas en representación de los caídos. Y montaron la mesa al aire libre.
Los gemelos adornaron el jardín, lleno de globos y confeti. Hermione, con Ron pegado a ella, colgó una enorme pancarta de felicitación que cambiaba de color intermitentemente. Molly estaba muy atareada en la cocina, con Fleur, encargándose de la comida. Draco, que también había sido invitado, por la señora Weasley, se hacía cargo de la tarta y mantenía una animada conversación con las mujeres en la cocina. Arthur y Bill pusieron la mesa mientras se ponían al día y Percy entretenía a Harry hablándole de El Profeta y los artículos referentes a él.
Cuando todo estuvo dispuesto y los invitados que faltaban hicieron acto de presencia, se sentaron a cenar. Neville había aparecido con Luna, ambos con regalos en la mano. Kingsley, a pesar de su apretada agenda como Ministro, se presentó también y Hagrid llegó revolucionándolo todo como de costumbre y excusándose por no haber traído a Grawp.
La comilona que Molly y Fleur prepararon, consistió en un apetitoso y gran asado, puré de patatas y empanada de calabaza. Y todos conversaban y comían animados. Menos Draco, que tímido, era el más silencioso de los presentes.
-Es un placer volver a verte-escuchó que alguien le dijo a su lado, y al mirar quien, era Luna.
-Igualmente...ahm...
-Luna Lovegood.
-Igualmente Luna, yo soy...
-Draco Malfoy, el amor de Harry, lo sé-dijo como si nada y siguió comiendo.
El rubio agradeció no haber tenido nada en la boca en ese momento, porque seguro se habría atragantado y llamado la atención.
-Harry está más feliz-continuó la chica-seguro es gracias a ti.
Incómodo, el muchacho se levantó-voy a por la tarta.
Le había hecho al cumpleañero su tarta favorita, la de melaza, y lo suficientemente grande como para que diera para todos los invitados. Harry al verla se le hizo la boca agua.
Abrió los regalos después del postre. Molly le regaló el habitual jersey, de color azul y con una H bordada. Percy, una hermosa pluma de faisán para escribir. Kingsley un libro llamado Las maravillas de ser auror. Hermione y Ron un precioso tablero de ajedrez mágico. Los gemelos una gran caja de Sortilegios Weasley.
-Voy a tener todos vuestros artículos-dijo Harry mientras temía asomarse al interior de la caja por si algo saltaba, ya que la notaba vibrar.
-Es por si se te agotan las reservas-dijo Fred.
-Y esta vez, a parte de los nuevos inventos, añadimos productos especiales Wonderbruja- terció George.
-Si Harry, ya es hora de que te eches novia, usa los filtros de amor para empezar-continuó Fred.
-Gracias...pero no necesito usar esas cosas-dijo el moreno-me basto y me sobro yo solo.
Los gemelos se le acercaron, uno a cada lado-¿hay algo que no nos hayas contado Harry?¿o te lo guardas para Corazón de bruja?
-Dejadle en paz chicos-apuntó Molly- que abra los demás regalos.
La obedecieron y el ojiverde abrió el de Neville.
-Una recordadora...
-Si el humo se vuelve rojo es que te has olvidado de nosotros-apuntó Longbottom- espero que nunca pase.
-Nunca pasará descuida-dijo Harry conmovido.
Tocó el turno del de Luna.
-Es el Ejército de Dumbledore- dijo la chica-lo pinté yo.
Un cuadro pintado a mano, toda una obra de arte. Estaban todos los miembros del ED, incluido Draco.
El de Hagrid era un abrigo de piel de topo, más pequeño, pero similar al suyo. Y finalmente el del rubio, que por el envoltorio, ya intuía que era una escoba, pero...
-¡La Saeta de Fuego!-gritó Ron levantándose de la silla.
Todos miraron asombrados a Malfoy, menos Harry, que contemplaba la escoba embelesado.
-¿Habías perdido la tuya no?-preguntó Draco al moreno.
-Si, pero...
-¿Le regalas a Harry una Saeta de Fuego? ¡pero si tu en Hogwarts tenías una Nimbus 2001!-continuó Ron, que no salía de su sorpresa.
-Ahora el dinero de mi familia me pertenece por completo...incluso el de mi tía Bella lo heredé, antes solo podía tener lo que me compraba mi padre-contestó.
El pelirrojo menor se sentó de nuevo, no podía rebatir.
-Gracias Dra...Malfoy- dijo Harry cuando volvió su mente a la tierra.
-Pruébala- dijo Hermione contenta.
Y lo hizo. Voló por los alrededores de La Madriguera. Había sido una pena perder la escoba que le había regalado su padrino, pero ahora la tenía de nuevo, regalada esta vez, por su pareja.
Le hubiera gustado agradecérselo de otra manera, pero no le quedó otra más que un leve apretón de manos, una vez regresó al suelo.
Final de fiesta. Hagrid, Neville, Luna y Kingsley se marcharon. Hermione hizo lo mismo con Draco, y los gemelos también. Harry y Ron prefirieron jugar un poco al quidditch por los viejos tiempos, hasta que fue demasiado tarde y se marcharon a dormir.
Por la mañana desayunaron, con Bill y Fleur, porque Percy y Arthur se fueron al trabajo. Pero mientras se atiborraban de magdalenas y tostadas, una lechuza entró por la ventana con dos cartas.
El sobre amarillento, dirigido, con tinta verde esmeralda al ''Señor H. Potter, La Cocina de La Madriguera, Ottery Saint Catchpole'' ya le dio una pista de donde procedía.
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Directora: Minerva McGonagall
Querido señor Potter:
Con motivo de los acontecimientos ocurridos durante el pasado
curso, me complace informarle, que el Colegio Hogwarts de
Magia, está completamente restaurado. Y por esa razón, todos
aquellos alumnos que por las circunstancias no recibieron la
educación exigida por la ley mágica, deben acudir un nuevo
año. Por favor, observe la lista del equipo y los libros
necesarios.
Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza
antes del 31 de julio.
Muy cordialmente,
Pomona Sprout
Directora adjunta
-Es una broma ¿no?-preguntó Ron-¿la tuya dice lo mismo que la mía Harry?
-Eso parece.
-Me pagece pegfegto- dijo Fleur- el cugso pasado no fuisteis y os quedan cosas pog apgendeg.
-¿Aprender? ¡si Harry salvó el mundo!-el pelirrojo menor estaba que no se lo creía-¡y yo también hice muchas cosas!¡yo quiero ser auror, ya no...!
-¡Ronald Bilius Weasley!-gritó Molly de pronto-¡si te dicen que tienes que ir, irás!
Nadie añadió una palabra más.
Por lo visto no habían sido los únicos en recibir la carta de Hogwarts. Neville, Hermione y Draco, tenían una cada uno. Y quedaron para ir todos al callejón Diagon a hacer las compras.
-A mi no me sorprende la mía...los dos últimos cursos no es que fuera el alumno modélico-dijo Draco mientras compraban los libros en Flourish y Blotts.
-A mi tampoco-dijo Neville, que solo les acompañaba, pues ya tenía el material- yo estuve mucho tiempo castigado y en la Sala de los Menesteres.
-Yo estoy ilusionado-dijo Harry, se le apetecía mucho volver a su hogar, además, allí estaba el aula secreta donde Draco y él hacían sus cositas, que ya ansiaba-es Hogwarts, descontando el último año, en el he vivido los mejores momentos de mi vida.
Un mes después, se encontraban en la estación King's Cross. Todos los alumnos de la escuela, en especial los de primer curso, observaban a Harry como quien mira una pepita de oro puro.
Se reunieron para buscar un compartimento que compartir. Luna, Neville, Ron, Hermione, Draco y Harry. Todos juntos, ocuparon uno.
-¡Qué lástima!-dijo el pelirrojo sentándose después de poner la jaula con Pig en el portaequipajes-¡ya no soy prefecto!
-Ni yo-dijo Hermione apenada.
-Yo tampoco soy capitán-añadió el ojiverde.
Pasaron el día charlando. Jugando a naipes explosivos. Leyendo El Profeta...
Hasta que llegaron a Hogsmeade, cogieron un carruaje y entraron por la puerta de Hogwarts, con las túnicas puestas.
Continuará...