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Te odio...amor por Rukkiaa

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Notas del capitulo:

Siento muchísimo la tardanza, pero se me rompió el ordenador y me quedé sin internet (si es que todo lo malo pasa seguido), pero ya lo tengo todo de nuevo operativo y el fic bastante adelantado. Para compensar subiré varios capitulos en poco tiempo XD, espero que os guste.

El club de fans de Harry Potter

-¿A que te gusta, eh, Potter?-dijo una voz que Harry no tuvo ninguna dificultad en reconocer, se puso tenso y lo vio, Draco Malfoy, casi tan próximo como cuando se le había acercado estando él en el armario de Borgin y Burkes. El rubio continuó hablando con tono despectivo-el famoso Harry Potter, ni siquiera en una librería puedes dejar de ser el protagonista.

-¡Déjale en paz, él no lo ha buscado!-replicó Ginny Weasley, fulminando al rubio que le sacaba media cabeza, con la mirada.

-¡Vaya, Potter, tienes novia!-exclamó el ojigris mientras Ginny se ponía roja como un tomate y bajaba la mirada hacia el caldero nuevo que sostenía en las manos.

-¡No!-exclamó Harry más rápido de lo que hubiese preferido hacerlo, ya que no solo lo había gritado, sino que provocó que la pelirroja alzara de nuevo la vista y le mirase con un deje de tristeza , y que el propio Malfoy se sobresaltara por el inesperado alarido que había salido de sus labios. Harry quería estar en una chimenea y volver a usar esos polvos flu para desaparecerse de allí. Ron y Hermione se le unieron después de conseguir pasar entre el gentío y participaron en la conversación.

-¡Ah, eres tú!-dijo el pelirrojo, mirando a Malfoy como se mira un chicle que se le pega a uno en la suela del zapato-¿a que te sorprende ver aquí a Harry eh?

-No me sorprende tanto como verte a ti en una tienda Weasley, creí que en la entrada habían puesto un letrero que prohibía entrar a las comadrejas, pero se ve que lo quitaron y ya puede entrar cualquiera, apuesto que tus padres se quedarán sin comer un mes para pagarte esos libros-dijo dirigiendo la mirada a todos los libros de Gilderoy, por cierto nada económicos, que Ron llevaba en las manos.

El pequeño de los chicos Weasley se puso tan rojo como se había puesto su hermana, echó los libros en el caldero de la benjamina y se fue a por el rubio, pero Harry y Hermione le sujetaron de la chaqueta, impidiéndoselo.

Antes de que la cosa empeorase apareció Arthur e intervino, pero Lucius Malfoy también llegó y los que acabaron a golpes fueron ambos adultos entre dimes y diretes. El pelirrojo terminó con un labio partido y el rubio con una Enciclopedia de setas no comestibles que le había dado en el ojo. Disputa tras la que se fueron los de ojos grises.

Ultimaron las compras y volvieron a casa.

El verano concluyó por fin y tocaba volver a Hogwarts. Arthur y Molly Weasley habían llevado a la familia a la estación King's Cross a bordo de su mágicamente manipulado Ford Anglia, y tras cruzar todos la columna hacia el anden nueve y tres cuartos, Ron y Harry se habían topado con la desagradable conclusión de que ellos no la podían traspasar y no les quedó otra más que, coger el coche del patriarca de los Weasley y sobrevolar el expreso de la escuela. Acabando por desgracia en el peligroso sauce boxeador de sus alrededores y con el inminente peligro de ser expulsados. De haber sido por Snape, así habría sido, pero por fortuna, les dejaron continuar con la condición de que no se repitiera algo de tal magnitud, y con un desagradable castigo para cada uno. Además de que a Ron se le partió la varita casi enteramente. Aún así, los leones y muchos en la escuela habían vivido aquello como una increíble hazaña que celebraron en la sala común.

Al día siguiente de la ajetreada primera noche del segundo curso en Hogwarts, Hermione y Hedwig resulta que estaban molestos con Harry por lo ocurrido con el coche, además de con Ron. Y para añadir más leña al fuego, el pelirrojo recibió un vociferador de su madre echándole una bronca de órdago que escuchó todo el mundo en el Gran Comedor, cosa que hizo por otro lado que la pelicastaña se apiadara del pobre Weasley y volviera a dirigirles la palabra.

Empezaron las clases y la primera que tenían era Herbología doble con Hufflepuff en el Invernadero tres y donde trataron las mandrágoras. Harry de camino al invernadero había tenido un desagradable encuentro con el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Gilderoy Lockhart, que no paraba de hablarle sobre la fama y lo mucho que le costaría al joven Potter llegar a ser como él.

Después les tocó Transformaciones con McGonagall, y debían convertir escarabajos en botones, tarea imposible para Ron con su desastrosa varita rota, que a pesar de haberla pegado con celo, seguía causando estragos. Hasta que llegó la hora de comer, después de la que tendrían que ir a clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, cosa que fastidiaba a Ron y a Harry, no así a Hermione, que parecía sentir cierta atracción hacia el profesor Lockhart.

Salieron al patio a tomar el aire, antes de la horrible clase que sentían les esperaba. Hermione se enfrascó en un libro de Gilderoy, Viajes con los vampiros y, mientras el ojiverde y el ojiazul hablaban sobre quidditch, un niño de primero, llamado Colin Creevey, increíblemente fanático del propio Harry, empezó a darles la lata y, a pedirle fotos sin cesar al moreno de las gafas redondas que no sabía donde meterse, encima, el más joven se lo había pensado mejor y quería una foto de ambos.

-Tal vez tu amigo querría sacárnosla para que pudiera salir yo a tu lado ¿y me la podrías firmar luego?-dijo el muchacho pequeño de cabello castaño.

-¿Firmar fotos?¿te dedicas a firmar fotos, Potter?- en todo el patio resonó la voz potente de Draco Malfoy y Harry sintió como si una rama del sauce boxeador le hubiese golpeado en pleno estómago, parecía que el rubio y sus amigos siempre sabían cuando aparecerse, en los momentos más vergonzosos de su existencia-¡todo el mundo a la cola!-continuó gritando el ojigris-¡Harry Potter firma fotos!

-No es verdad-dijo Harry bastante molesto, ya que lo que menos le gustaba era llamar la atención y todos los de alrededor ya los estaban observando-¡callate Malfoy!-odiaba mucho enfadarse con la serpiente, pero es que siempre le sacaba de sus casillas.

-Lo que pasa es que le tienes envidia-dijo el pequeño Colin con su vocecita.

-¿Envidia?-dijo el rubio con cara de 'niño nadie te ha dado vela en este entierro'-¿de qué?¿de tener la cara rajada?-Crabbe y Goyle eran los únicos que le reían la gracia, pero Harry sabía que algo de cierto había en eso, puesto que la forma en la que hablaba Draco con su padre en Borgin y Burkes sobre el moreno, parecía indicar que odiaba la fama de Potter, quizás porque la quería para si mismo, no sabría decirlo.

-Echate al retrete y tira de la cadena Malfoy- dijo Ron enfadado a más no poder, solo el echo de saber que existía en el mismo planeta que él, ya lo enfurecía.

-Weasley, ten cuidado-dijo Draco- no te metas en problemas o vendrá tu mamá y te sacará del colegio-acto seguido se puso a imitar la voz de Molly cuando había chillado a su hijo a través del vociferador, provocando que los Slytherin de alrededor se empezaran a reír a carcajadas. Cuando terminó las burlas volvió a hablarles directamente-a Weasley le gustaría que le firmaras una foto Potter, pronto valdrá más que su casa entera.

Ron se levantó y sacó su varita, pero Hermione le avisó de que se aproximaba un profesor, Lockhart, que estaba muy interesado en la firma de fotos que había escuchado nombrar. Y sugirió que sería el propio Harry con sus aires de grandeza el que la había organizado, lo que provocó más risas de Malfoy y sus amigos que se perdieron de allí.

Toda esa situación, había avergonzado tanto a Harry que la cara le ardía, y aún en clase, el rojo intenso de su rostro no se desvanecía.

-Se podría freír un huevo en tu cara-le dijo Ron sentándose a su lado en clase de Defensa Contra las Artes Oscuras-más te vale que Creevey y Ginny no se conozcan, porque fundarían un club de fans de Harry Potter.

Eso le avergonzó más y se hundió entre sus brazos, ocultando la cara contra la mesa. Y como era de esperar, la clase fue horrible. Primero el egocéntrico profesor les había pasado un cuestionario con nada más y nada menos que cincuenta y cuatro preguntas sobre sí mismo y después formó un caos cuando liberó un grupo de duendecillos de Cornualles, que obviamente, él mismo no supo detener.

Por lo cual no era de extrañar que los días siguientes, Harry tratase por todos los medios de esquivar a Gilderoy quiero y no puedo Lockhart e incluso al pequeño aspirante a periodista Colin, que solía aparecerse en todas partes llegando a hacer pensar al ojiverde que era capaz de reproducirse como los hongos.

Cuando llegó el fin de semana, el sábado concretamente, Harry fue despertado por Oliver Wood demasiado temprano para su gusto y todo para entrenar al quidditch, ya que había pedido el campo.  Y de camino al vestuario encima tuvo que soportar a Colin y eso que ya estaba de bastante mal humor.

Tras lo que pareció una interminable charla en los vestuarios de parte de su capitán, salieron al terreno de juego, pero los del equipo de Slytherin se presentaron de pronto ya que tenían una hoja firmada por el profesor Snape para entrenar a su nuevo buscador, que no era otro que Draco Malfoy.

-¿No eres tú el hijo de Lucius Malfoy?-preguntó Fred Weasley con desagrado.

-Es curioso que menciones al padre de Malfoy- dijo Marcus Flint, el capitán del equipo de las serpientes, sonriendo ampliamente- déjame que te enseñe el generoso regalo que ha hecho al equipo de Slytherin- y los siete presentaron sus escobas, todas nuevas y en las que se podía leer claramente y en placas de oro Nimbus 2001.

Durante un rato nadie dijo nada. Malfoy sonreía tanto que parecía tener los ojos cerrados. Ron y Hermione que habían ido a ver el entrenamiento decidieron bajar de las gradas y llegaron hasta ellos.

-¿Qué ocurre?-preguntó Ron dirigiéndose a Harry-¿por qué no jugáis?¿y que hace ése aquí?-desviando la vista a Draco vestido con la túnica verde del equipo de Slytherin.

-Soy el nuevo buscador de Slytherin, Weasley- dijo el rubio, sabiendo que el pelirrojo también soñaba con jugar al quidditch y orgulloso de sí mismo por jorobarle- estamos mirando las escobas que mi padre ha comprado para todo el equipo-Ron solo abrió la boca anonadado- son buenas ¿eh?-seguía Malfoy pavoneándose-pero quizás el equipo de Gryffindor pueda conseguir oro y comprar también escobas nuevas, las que tenéis ahora seguro que os las compra algún museo.

-Al menos en el equipo de Gryffindor nadie ha tenido que comprar su acceso-dijo Hermione, oportuna como siempre- todos entraron porque valían.

Malfoy se puso serio y con cara de asco y mirando a Granger añadió-nadie ha pedido tu opinión, asquerosa sangre sucia.

Harry no sabía lo que eso significaba, pero debió ser grave porque tanto los gemelos como una de las buscadoras de Gryffindor querían saltar al cuello del rubio, y Ron no se diga. El pelirrojo sacó su varita y realizó algún hechizo que salió mal, porque un rayo de luz verde le dio en el estómago y cayó sobre el césped. Lo que siguió fue un Ron vomitando repugnantes babosas sin parar, un equipo de Slytherin muertos de la risa, Malfoy a cuatro patas golpeando el suelo con el puño riéndose a carcajadas también, Colin acercándose para sacar fotos y un desesperado Harry y una preocupada Hermione, sacando al ojiazul de allí a rastras para llevarlo ante Hagrid.

Después de hablar con el gigante, y de saber por fin lo que sangre sucia significaba, Harry tenía un profundo desasosiego. No le gustaba la forma en la que Malfoy se comportaba. Ansiaba que fuera amable, porque en el fondo de su corazón pensaba que podría ser bueno realmente, veía a Draco como una especie de tortuga, muy bonita eso sí, que simplemente escondía el cuerpo bajo el caparazón para protegerse del resto del mundo, pero que si lo sacaban de ahí, era frágil y delicado.

En más de una ocasión, se sintió tentado de ir a hablar con él, a solas por supuesto, para decirle cara a cara lo que pensaba de su comportamiento y de su absurda manía de meterse con todos para llamar la atención, aunque la suya la tenía completamente a pesar de que quisiera negarselo a sí mismo. Quería decirle que le parecía hermoso y que era alguien con quien seguro tenía muchas cosas en común, porque a fin de cuentas a Harry también le gustaba mucho el quidditch, por poner un ejemplo y a Malfoy no le disgustaba en absoluto, además de que el propio ojiverde fue un firme candidato para ser una de las serpientes. Por lo que estaba convencido de que ambos podrían llegar a ser buenos amigos.

Podía imaginarse sin problemas entrenando con Draco, los dos con sus respectivas Nimbus, al atardecer, antes de cenar en el Gran Comedor o al rubio ayudándole a mejorar en Pociones, para que así Snape no le riñera, sentándose con él en clase cuando el profesor les ordenase ponerse por parejas.

En pensamientos como esos eran en los que normalmente divagaba Harry inevitablemente, incluso en ese momento, cumpliendo el castigo que McGonagall le había impuesto ayudando a Lockhart a poner la dirección en los sobres para sus admiradoras. Habría deseado mil veces el castigo de Ron, limpiar los trofeos con un trapo y a mano, con la única compañía de Filch. Pero tuvo que aguantarse, hasta que de súbito empezó a oír una desagradable voz que aparentemente sólo el podía escuchar, porque el profesor no sabía de que le hablaba. Tras cuatro horas de interminable castigo, Harry pudo ir a dormir y contarle a Ron lo que había pasado.

Continuará...

Notas finales:

Gracias por leer.

Se que todo va muy lento aún, pero se irá animando poco a poco, puesto que todavía son muy pequeños para hacer ciertas cositas jajaja.

Saludos ^^


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