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Un ciego amor. por kenjin

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Notas del fanfic:

Bueno, me base en un corto de tematica que vi y me fascinó que se llama "Eu nao quero voltar sozinho", que en español sería "No quiero volver solo" y en las notas pongo donde lo pueden ver n.n

Aunque esta totalemnte basado en este, es solo el primer capitulo, así que el fic en realdiad consistirá en explicar mejor la psicología de los personajes, cambiandola un poco para que se adapte a la de Sasu y Naru, y lo que pasa después de q el corto acaba....

Además tengo que aclarar que los personajes no son míos, sino de Kishimoto-sama y aunq al principio la historia está basada en el corto, lo demás sera todo mío n.n

Notas del capitulo:

Aquí está la pagina donde pueden ver el corto: http://cronicasdehefestion.blogspot.com/2011/04/eu-nao-quero-voltar-sozinho.html

 

 

    Eran mediados de Agosto y las clases apenas tenían una semana de haber comenzado. Ese mismo día un alumno, recién transferido, había aparecido sin ningún tipo de explicación. Se había sentado en la segunda banca de la última fila, aun sin presentarse, y sin ánimos reales para hacerlo, después de todo, sería lo mismo de siempre: una jauría de precoces adolecentes intentando resaltar los unos a los ojos de los demás, y él sinceramente no pretendía ser parte de ello. Estaban todos en medio de un examen, mientras el constante tecleo junto al ritmo “clic” de una máquina de escribir se dejaba oír. Varios compañeros esperaron ese momento, viéndose entre sí, expectantes a su próxima llegada, para así todos decir unísonamente "Sube".

    Una chica de pelo rosa y ojos esmeralda dijo instantáneamente "Esa broma no fue divertida, ¿cuantas veces debo repetirlo?" exasperada por el comportamiento tan infantil de sus compañeros. Mientras tanto, el chico de rubia cabellera y ojos azules solo sonrió, sabiendo que esa broma no le afectaba en lo más mínimo. Era Naruto y era ciego, escribía en una maquina especial de braille, mientras las risas generalizadas de sus compañeros hacían eco en el salón.

    La maestra, aprovechando el momento de distracción, llamo al chico nuevo para que se presentara. "Dejen de bromear. Y aprovechemos la oportunidad para presentar a nuestro nuevo compañero". Él, en iguales partes intimidado y exasperado, y sin ver la necesidad de presentarle ante la masa de hormonas que de ahora en adelante serían sus compañeros, reusó la oferta, pero el coro de su nombre en boca de ellos lo dejo sin alternativa.

    -Hola. Mi nombre es Sasuke. Y me acabo de mudar de Suna- Alcanzo a decir un tanto cohibido, más sin dejarlo ver, hasta que una bola de papel fue lanzada hacia él, causándole no menos de dos tics nerviosos en su ceja derecha. Nuevamente las risas generalizadas se escucharon, y Naruto tuvo que inclinarse para poder preguntarle a Sakura el motivo de las nuevas risas.

    -Los chicos le tiraron una bola de papel a Sasuke- fue su respuesta junto con una mueca de fastidio.

    En ese instante la campana de la escuela sonó dando por finalizadas las clases. En estampida, todos los ansiosos adolecentes salieron con estrepito del salón, mientras Sasuke se acercaba nuevamente a su pupitre para poder recoger sus pertenencia. Sakura termino de reunir las suyas y le tendió su mano a Naruto, quien, encontrándola en su ya acostumbrada posición, se levantó dispuesto a irse, pero Sakura volteo y le pregunto a Sasuke si subía o bajaba la calle. "Subo" fue la escueta respuesta, y la invitación a acompañarlos la contra respuesta de la pelirrosada.

    Llegando a la puerta de la casa de Naruto, después de un trayecto medianamente silencioso, todos se despidieron, tras la explicación de la ojiverde a Sasuke de que ella vivía dos calles arriba, y que solo subía de más para acompañar a Naruto a su casa. Cada quien, por su lado, se marchó. Ella sin poder dejar de pensar en ese chico nuevo de mirada obscura y misteriosa, pálida piel y negros cabellos; mientras que el dueño de todos esos atributos no podía sacarse de la mente a un tierno ojiazul, que había calado hondo en su sentir, sin saber aún el porqué de eso. Mientras Naruto, en la obscuridad propia en que vivía, no podía dejar de recordar el tan particular aroma que su nuevo compañero despedía por ser siempre la impresión más fuerte de una persona junto con el tono de su voz, sin saber muy bien por qué esta había causado tan imponente impresión.

    Así más días pasaron, perdiéndose en su transcurrir la transformación de suaves platicas y amenas caminatas en amistad. La verdad el pelinegro soportaba la fiera guardia de la pelirrosa por el poder estar al lado del ojizul, pues había descubierto que más que cualquier otra cosa en su nuevo ambiente, ese chico era lo que más disfrutaba y le atraía. Mientras que la única fémina del grupo estaba en un gran dilema. Por un lado estaba su amigo de toda la vida, la persona más tierna y sincera que jamás nadie podría imaginarse, y de quien se había enamora hacia mucho, mientras por el otro, ese chico nuevo no dejaba de atraerla, de involuntariamente hacer que se perdiera en su mirada. Y aun así lo veía como una amenaza, sin saber aún el porqué, pero lo era. Cuando estaban juntos platicaban, se reían, pero siempre manteniéndose  alerta. Y al lado de su amigo rubio portándose hasta cierto punto algo hostil con el nuevo.

    Un día, como tanteando el terreno, empezó a contarle a Naruto de las miradas que le lanzaba cierta chica de pelo igualmente rubio y ojos igualmente azules, Ino, una compañera de clases, que se había fijado no desatendía durante todo el día a su rubio amigo.

    -Sabes que no estoy interesado en ella- Termino de decir Naruto, y era cierto, aun nadie, ni Sakura con sus constantes cuidados, la vida en compañía y los años de intimidades, habían logrado despertar en él algo que se pareciera a aquello que en los libros y películas, las pláticas confidentes y los programas de televisión, describían como amor.

    -Bueno, pero no te interesa nadie, ¿no?- Decidió por fin preguntar-. Por lo menos no que me hayas contado. Soy tu mejor amiga y tengo derecho a saberlo. Yo siempre te cuento de esto...- termino en sus pensamientos, recordando que jamás se le había confesado.

    -Hace tiempo que no me cuentas de nada- recrimino Naruto-. Desde Sai, si no mal recuerdo.

    -No me hables de ese idiota- Dijo con algo de pesar. En ese momento llego Sasuke, y Sakura le pidió a Naruto que se levantara, pues había estado recostado en su regazo mientras tanto.

    Era una plática normal, como tantas otras, hasta que Sasuke menciono que era bueno en matemáticas. "Deberías de ayudar a Naruto" dijo Sakura, "Es terrible en ellas" y así, sin saber muy bien cómo, el pelinegro había terminado en la casa del ojiazul, junto con su amiga, para explicarles un poco la sencilla (a sus ojos) materia que por lo visto a Naruto no le entraba sin importar cuantas veces le explicara las simples formulas.

    Jamás se hubiese imaginado en esa situación. Ayudando a alguien, y peor aún, a alguien que podría empezar a llamarse  algo parecido como "amigo". Él siempre había rehuido de los lazos sociales, más allá de los familiares, pues casi siempre eran a causa del interés. Las personas, fijadas en su físico, su inteligencia o estatus económico, siempre habían visto en él no más que un buen partido del cual beneficiarse.

    Mas con ellos había sido distinto. El rubio, que tanto le había intrigado, no sabía nada sobre eso, ni de su dinero, ni de su inteligencia (hasta que él mismo la menciono), e incapacitado como estaba para poder apreciarlo, desconocía por completo lo que todos llamaban "Su belleza de familia". La pelirrosada tal vez podría dejarse llevar por esa impresión, pero parecía, al menos de momento, más interesada en proteger a su amigo que en atenderlo a él. Y así se había dejado de lado sus defensas, se había dejado por fin vulnerar, y lo que encontraba poco a poco en ese grupo tan extraño que se había encontrado, jamás lo hubiese podido imaginar.

    Por otro lado, Naruto estaba confundido. En las extenuantes clases de matemáticas que tenía casi siempre a solas con el moreno, se sorprendía oyendo su grave voz y dejándose arrastrar por ella, ganándose así uno que otro regaño por su falta de atención. Le intrigaba tanto. Notaba cada vibración, cómo el tono cambiaba, de uno serio y reservado, a uno relajado y cómodo cuando estaba con él y no con el resto de sus compañeros. Hasta con Sakura cambiaba, y él, solo él, era el merecedor de ese cambio.

    Esa suave voz, recitando con paciencia, sacada de quien sabe dónde, las explicaciones de las ecuaciones; el tenue aroma de su colonia, fundida en su esencia misma, que lograba entre oler cuando se le acercaba, y que marcaba tanto en el salón como en su cuarto el recorrido que había seguido este. Placidas pláticas entre los estudios, juegos de "¿Qué preferirías?", y una intimidad cada vez más profunda era la que no dejaba dormir en paz a Naruto. Su oído lo buscaba en los ecos de los pasos que se le acercaban, su olfato rebuscaba en cada brisa el recuerdo de su aroma, y el tacto esperaba jamás despegarse de su calor, cuando del brazo, este lo guiaba seguro a su destino.

    Y todo se acababa. Su olor, su voz y tacto. Mas estaban tan gravados en su mente que no había momento en que su memoria no pudiese evocarlos, sirviendo de vago consuelo a la hora que regresaran nuevamente, vivos, y con aquel que ahora no sabía cómo llamar.

    -Sakura- se atrevió a preguntar al fin-, ¿cómo es Sasuke?

    -¿Cómo que como?

    -Tú sabes, ¿cómo es?

    -Pues... es moreno de piel muy blanca. Ojos negros al igual que su cabello. Y ahí viene...

    Se encaminaron como siempre, cuidando al rubio uno de cada lado, mientras él se tomaba del brazo de su amiga. En la esquina que suponía era la calle de Sakura, Sasuke pregunta si no vivía ella ahí. Y tras ofrecerse a llevar él a Naruto para que ella se quedara, y después de que ella agradeció eso pues quería ir al baño, moreno y rubio se encaminaron solos hacia la casa del menor. El ojinegro estaba al lado izquierdo de rubio, y sintiéndose más a gusto llevándolo a la derecha, este lo cambio de lugar. Llegaron y Sasuke le abrió la puerta como siempre veía a Sakura hacerlo. Con un "Ciao", que parecía mas un saludo que una despedida, cada uno se marchó, el rubio al interior de su casa, con las fosas nasales aun impregnadas de un aroma embriagador, el tacto aun cálido de su brazo y el eco de su voz resonando hasta el fin. Y el otro dejando que se depositara una trémula sonrisa en su rostro, regañándose mentalmente por semejante bobería, pero complacido muy dentro de sí. Al llegar a su casa se le veía extraño, el hermético adolecente dejaba entre ver lo que nunca antes se le había visto, pues jamás antes nadie había podido franquear las barreras autoimpuestas por la desconfianza. Su hermano mayor, con una característica sonrisa suya, se propuso encontrar el motivo del cambio de humor de su hermanito desde el mismo momento en que noto esa sonrisa extraviada.

 

_-_Un ciego Amor_-_

 

    En la clase de historia, al día siguiente, Sakura estaba pegada al pupitre de su amigo para poder así explicarle mejor. El profesor, un adulto joven de piel morena y una extraña cicatriz en la nariz, dejo como trabajo un reporte sobre Esparta y Atenas, pidiendo que se juntaran en parejas entre niños y niñas, pues a los primeros les tocaba Esparta, y a las niñas Atenas. Con cara de hastío la ojiverde tuvo que separarse de su amigo, para que la mano femenina de la banca trasera se le acercara y la invitase a hacerlo con ella.

    -Está bien- dijo con un marcado enojo. Mientras Sasuke tocaba el hombro de Naruto, causando una sonrisa instantánea en él, y que con un pulgar arriba le indicara que estaba de acuerdo.

    Las clases nuevamente concluyeron, y reunidos los amigos, la pelirrosa pregunto que donde lo harían.

    -En mi casa- contesto Naruto. Ante esto la chica menciono que había quedado con su compañera para hacerlo en su casa, por lo que se despidió y se fue, no sin antes voltear y echarles una preocupada mirada a los dos chicos que instantáneamente se habían sumido en una atmosfera particular. Así pelinegro y rubio se quedaron un rato más charlando, y sin saberlo, disfrutando de igual forma el poder estar a solas.

    -Y... ¿siempre has sido así?- se atrevió a preguntar el moreno.

    -¿Así cómo? ¿Rubio o ciego?- Contesto con una sonrisa.

    -Ciego- dijo un tanto cohibido por su atrevimiento.

    -Sí. Desde que nací.

    -¿Y estas bien?

    -No siempre- fue la respuesta del ojiazul-. A veces me enojo con el mundo, ¿sabes? Pero todo pasa por algo.

    -Sí. Yo no sé qué haría si fuese ciego.

    -Te acostumbrarías. Y hay ventajas de ser ciego, por ejemplo, las personas te hacen más favores- acoto Naruto con una sonrisa en el rostro. Mientras Sasuke cerraba los ojos, intentando leer el libro en braille que el rubio había estado leyendo.

    -Entonces. ¿Jamás has visto la cara de Sakura?- Se atrevió a preguntar el pelinegro, haciendo evidente para todos, menos Naruto, que eso no era precisamente lo que quería preguntar.

    -No. Nunca –y sin saberlo, una triste sonrisa de instalo en su rostro.

    -Es curioso, ¿sabes? Creo que le gustas-  comento Sasuke, por fin dejando salir sus verdaderas intenciones.

    -Claro que sí, es mi amiga- replico Naruto.

    -No. Me refiero a que creo que le interesas- intento presionar un poco más.

    -Calla. Por supuesto que no...-

    -Pues la forma en la que te mira no parece de simple amistad- se atrevió a apuntar. 

    -Para con eso- dijo al fin con algo de molestia, pues sinceramente no se sentía a gusto hablando con Sasuke sobre eso, a no ser que el gusto de Sasuke fuese el que se examinara, haciendo que un tenue silencio se instalara entre ellos.

    -¿Y a ti?- pregunto al fin Sasuke con el corazón en la garganta- ¿No te gusta ella?

    -No- Contesto simplemente, pues era la verdad.

    Y por fin, tras esa platica con tantas cosas encubiertas como las expuestas, se fueron a la casa del rubio, sin mayores contratiempos, más que el disgusto del ojiazul por la sudadera que llevaba su acompañante, pues le impedía sentir el tacto cálido y suave de la piel del moreno.

    -Hace calor aquí- dijo llegando al cuarto.

    -Obvio, si traes una sudadera- contesto Naruto.

    -Y ¿cómo sabes que traigo sudadera?- pregunto en verdad intrigado el pelinegro.

    -¡Claro! ¿Cómo voy a saberlo?- Ironizo el rubio, con el ceño levemente fruncido.

    -Perdón, ya no más- dijo divertido por la reacción del rubio- ¿puedo pasar a tu baño? es que me quiero lavar los dientes- añadió, pues si algo pasaba, que esperaba que sí, tenía que estar bien preparado. Y ante ese descuidado pensamiento se apresuró a marcharse antes de llegar a pensar algo más.

    -Claro. La tercera puerta a la izquierda- Contesto Naruto, encaminándose hacia el escritorio de la computadora. Sasuke había dejado su sudadera en el respaldo de la silla, haciendo que le incomodara un poco al ojiazul, así que la deposito a un lado y, sintiéndose nervioso, noto la sublime calidez que aun desprendía. La rozo nuevamente con los dedos y sin poder contenerse más, y sintiéndose seguro de que su moreno amigo estaba aún en el baño, la agarro con ambas manos y se permitió inhalarla su preciado aroma. Instantáneamente una sonrisa se formó en su rostro y un deseo de jamás dejar de oler, que el aroma se impregnara hasta sus huesos, dejándolo atónito.

    Mientras tanto el pelinegro había olvidado, por irse a la carrera, su cepillo, pudiendo ver a su amigo hacer eso. Sonreirá, pero con inseguridad, pues no sabía si eso era una costumbre de alguien ciego o si podía empezar a sentir un poco de esperanza. Pues, después de todo, por muy terco que fuera, no podía negar más, y menos a sí mismo, que Naruto le empezaba a gustar. Evidencia de ello eran esos descuidados pensamientos, que no se limitaban al de hace poco, pues ya varias noches había despertado intranquilo, recordando perfectamente un sueño en donde los protagonistas de un apasionado beso no eran nadie más ni nadie menos que ellos dos.

 

_-_Un ciego Amor_-_

 

    Al siguiente día nuevamente Naruto estaba recostado en el regazo de su amiga, cantando ambos una canción. Tras el desacuerdo de si al final decía "añoranza" o "deseo" el rubio se enderezo, y en un gesto infantil de inseguridad, atrajo hacia si sus piernas y su mochila, abrasándose a sí mismo, y atreviéndose a preguntar "Sakura-chan, ¿Yo soy lindo?"

    -¿Qué?- pregunto ella sin entender muy bien la pregunta de su amigo.

    -¿Tú crees que la gente me considere lindo?- se aventuró a preguntar de nuevo.

    -Pues yo creo que sí...

    -Bueno- la interrumpió-. Pero los demás, ¿crees que piensen que soy lindo?

    -Yo que sé. Eso tendrás que preguntárselo a los demás- Contesto Sakura, un tanto enojada porque a su amigo le fuese insuficiente la respuesta que ya le había dado, pero sobre todo, por qué le preocupasen otros juicios, y no sólo el de ella.

    Cuando llego Sasuke, saludando con un común "Hola" que fue contestado igual, fue como si un mecanismo bien calibrado se pusiera en funcionamiento. En un acto un tanto instintivo Naruto se agarró del brazo de la persona que tenía a la derecha, siendo el moreno y no su amiga. Ésta, al notarlo, se contrario. ¿Cuánta familiaridad se había formado en tan poco tiempo entre ellos? Ella lo notaba, Sasuke era reservado, serio, siempre renuente de la compañía a no ser que fuese la de su amigo o ella, y que no hubiese dado muestras de rechazo alguno ante el tacto del otro solo podía significar algo, su comodidad. Contesto que “sí” a la pregunta de su amigo de si ya estaban listos, extrañado por la pausa incomoda que se formó entre el pelinegro y la pelirrosada por el gesto del rubio, sin saber que la palabra “Peligro” rondaba la mente de su amiga.

    Al llegar a la esquina de la casa de la chica, se despidió pues ellos aun tenían que terminar su trabajo de historia. Cuando llegaron a su casa no les tomo más de una hora terminarlo, así que Naruto se dio a la tara de corresponder el gesto de Sasuke al ayudarle en matemáticas, intentando enseñarle un poco de braille.

    El moreno, por su parte, por primera vez en su vida no entendía nada, y no solo en lo referente a la lectura por medio del tacto. Acostumbrado a captar todo desde la primer explicación, se contrariaba por su incapacidad para entender lo que el rubio le explicaba, sin saber si se debía a los nervios que le producía la cercanía del rubio y el recuerdo tan fresco de lo sucedido ayer, o porque verdaderamente carecía de lo requerido para entender algo que presuponía de una exaltación de los sentidos por la falta de uno de ellos. A esto se aunaba, además, el intento, fallido hasta el momento, por comprender lo que le sucedía.

    Cuando el rubio le dijo "Presta tu mano", y sin que pudiera reaccionar, la busco en el aire y la encontró, arrastrándola hasta el libro y leyendo lo que él no lograba entender. Un tenue rubor se instaló en sus mejillas, agradeciendo en sobremanera, por esa ocasión, la ceguera del rubio. ¡Que tacto era aquel! Uno que lograba revolucionar su corazón y que el aliento le faltase. Lo hacía bipolar, pues por un lado deseaba que ese calor jamás se alejara, mientras que por el otro, le preocupaba que su pulso desbocado hiciera patente su nerviosísimo al rubio, que lo sintiera, con su tacto veterano, y se alejase de él. Claro que no sabía que eso jamás sucedería, que el rubio estaba en las mismas circunstancias, y que esa travesura que se había permitido, con un pretexto muy legítimo, era la verdadera causa de la sonrisa en su exterior y los la exaltación de sus adentros.

 

_-_Un ciego Amor_-_

 

    De nuevo era otro día, y nuevamente ellos se encontraban en medio de una clase en el salón. El rubio estornudo y el moreno le contesto con un típico "salud", y aprovechando su distracción se le acercó al oído, con toda la intención, y le susurro "Naruto creo que ayer deje mi sudadera en tu casa". Un agradable escalofrío recorrió toda la columna del menor. Sentir el cálido aliento no había sido en nada desagradable, pero sí muy intenso. Así que como pudo, contesto:

    -Pues puedes ir al rato por ella.

    -No puedo. Tengo que ir al dentista hoy- replico Sasuke, atento a las reacciones del rubio que pudiese observar al encontrase de espaldas. Si hubiese sido ciego también, probablemente habría podido notar el timbre nervioso en la voz de su amigo, u olfatear la mar de feromonas que en se momento se dispararon, mas todo eso le paso desapercibido, y solo un tenuísimo, imperceptible rubor, se dejó entre ver en la nuca del ojizul.

    -Bueno. Pues mañana te la traigo- intento como solución, interesado, más que nada por su pobre corazón, en que ese aliento se alejara de su oreja. Y tras haber susurrado un "Está bien" sus deseos se cumplieron, pues Sasuke regreso a su posición normal, dejando a un sonriente, pero nervioso rubio en su lugar.

    Y es que Naruto por fin lo había comprendido. En el momento mismo en el que el aliento de Sasuke había chocado con su ser fue como si fuese víctima de una revelación divina. El latir de su corazón. Lo pesado de su respiración. Las mariposas invisibles que revolotearon en sus intestinos. Todos síntomas de algo que nunca había sentido, y que hasta cierto punto se había pensado incapacitado de llegar a sentir, mas sin embargo ahora se le manifestaba como esa voz, ese tacto y ese aroma que tantas noches de sueños le habían perturbado. Qué importaba su apariencia, qué importaba que no pudiese saber cómo era a la vista, si su nombre en sus labios era lo más hermoso jamás oído, si su tacto despertaba en él una ráfaga de adrenalina, acelerando su corazón hasta los límites permitidos de lo que se consideraba saludable. Si sobre todo su esencia se impregnaba, mas allá de su cuerpo, en su alma misma, llenando los rincones más recónditos de su ser.

    Así era, Naruto estaba enamorado de su amigo, y por las ligeras tribulaciones que había notado en el cuerpo de este, podía llegar a pensar que tenía un poco de esperanza en ser correspondido. Armado de valor decidió confesárselo a la única a la que podía, su mejor amiga.

    -Nee... Sakura-chan- dijo al sentirla acercarse y escuchar como ella empezaba a guardar sus cosas- me gustaría decirte algo.

    -Y ¿qué es?

    -Pues... no te lo puedo decir aquí, mejor en otro lado, ¿va?

    -Naruto- replico la ojiverde- ahora me tienes intrigada. Así que dime.

    -Bueno pero... ¿no hay nadie ya?- pregunto con nerviosismo.

    -No, ya todos se fueron- un silencio de indecisión por parte de su amigo fue lo que se escuchó-. ¿Qué pasa Naruto?

    -Ok. Veras... creo que me gusta Sasuke- Y un prolongado silencio se instaló ahí, firme como el hielo, evidenciado por el rostro de la chica, que de risueño y feliz, se había transformado en una mueca de asombro. No estaba lista para afrontar ese tipo de declaración. Menos aún porque acababa con ambas esperanzas a las que se asía-. ¿Si me escuchaste?- insistió el rubio.

    -Sí. Lo escuche. Estoy pensando, es que no sé qué decir- dijo al tropel.

    -Ahora ¿ya sabes que decir?- dijo Naruto con una sonrisa nerviosa.

    -¿A qué te refieres con "gustar"?- se animó a preguntar Sakura.

    -Pues gustar de enamoramiento...

    -¿Como de pareja gay?- interrumpió ella.

    -Si... supongo- dijo Naruto con una sonrisa un tanto boba, pues hasta ese momento no se había planteado eso, y por el contrario de lo que se esperaría, en realidad le agradaba esa idea. En eso sonó el celular de la chica, y esta, teniendo por fin un pretexto para romper la tensión, se despidió apresuradamente de su amigo, dejándolo con la palabra en la boca y un vago "Ciao", al igual que su promesa de apresurarse en la fiesta de su abuela, que no comería postre, y que en cuanto acabara se iría directo a verlo.

    Por primera vez en mucho tiempo Naruto tuvo que irse solo a casa. Con ayuda de su bastón, que hacia tanto no usaba, pero que no por eso dejaba de usar con agilidad. Llego a su casa, y ayudado con el tacto introdujo la llave en la cerradura de su portón externo, dejándose arrastrar hasta el interior de su casa junto con la angustia que se había instalado en su pecho desde que se había confesado ante su amiga. Y se hizo consciente de que jamás querría de nuevo regresar solo a su casa.

    ¿Qué debía pensar? ¿Qué pasaría si ahora ella se alejaba, y si Sasuke no le correspondía, y de nuevo se quedaba solo en la obscuridad? Había sido discriminado por su discapacidad. Las burlas, los agravios, y esas tontas bromas que en el pasado habían calado hondo en su ser, pero que con ayuda de la amistad habían empezado a ser llevaderas, después solo un poco irritantes, hasta volverse irrelevantes. Y ahora, si se quedaba solo, qué podría evitar que eso sucediera de nuevo, qué las tinieblas de la crueldad a la que los humanos podemos acceder lo consumiera de nuevo

    Se sentó en el banquito que estaba al lado de su luminosa ventana. Se intentó acomodar de mil y un formas, pero en ninguna lograba que se le pasaran los nervios que tenía desde que Sakura se había ido después de su confesión. Escucho como alguien se acercaba a su recamara. Y la puerta se abrió.

    -Sakura-chan, no puedo creer que te hayas ido después de lo que te dije. Sé que no es fácil de escuchar, pero. Vamos... Te dije algo importante y me dejaste solo esperando. Y seguro que si comiste postre- dijo de corrido dando un paso al frente-. Mira, he estado horas preguntándome si debí o no decirte que me gusta Sasuke, sabiendo que eres tan celosa. Estoy seguro que ahora lo que menos quieres es verme- Término de decir en tropel. Exasperado porque su amiga lo escuchara, sin reparar en si era ella o no ante quien se estaba confesando, pues las nerviosas cavilaciones de antes le habían impedido estar atento de quienes se acercaban a su cuarto- ¿Sakura?

    Y fueron de nuevo sus nervios los que no le permitieron identificar los pasos del que se acercaba, ni reconocer su aroma cuando lo tuvo frente a sí. Pues era Sasuke, y no Sakura, el que estaba recibiendo con una sonrisa única la confesión del rubio.

    Se adelantó hasta quedar rápidamente frente a él, le dio un beso, sin dejar que lo agarrara, recogió su sudadera y decidió irse a poner sus propios sentimientos en orden, pues después de la confesión y su impulso por besar los deliciosos labios de Naruto, ahora el mismo tenía que pensar que es lo que seguía. Así que se marchó. Dejando a un muy sorprendido rubio, con los ojos muy abiertos, parado en donde lo había dejado.

    Naruto nuevamente se sentó en el banquito de la ventana. Ahora más nerviosos que nunca se movía por toda su habitación. Se recostaba en la cama. Se sentaba en la computadora, a escuchar música. Y nuevamente regresaba al banquito de la ventana. Escucho nuevamente pasos, ahora más presurosos, y lo poco que había logrado apaciguar sus nervios se evaporo.

    -Naruto perdón. Te juro que intente llegar antes. Pero estaban todas mis tías ahí. Creí que nunca terminaría- se escuchó la voz de su amiga, un tanto molesta y en un monologo rápido-. Luego todos se sentaron alrededor de mí preguntando por la escuela, que la univer…

    -Sakura...- interrumpió Naruto, tras haberse acercado a su escritorio y notar que la sudadera ya no estaba donde recordaba haberla puesto.

    -¿Qué pasa?- pregunto ella, dejando su monologo de reclamos para después.

    -¿No ves una sudadera por ahí?

    -¿Una sudadera?- echo una rápida ojeada a la habitación-. No. No veo nada.

    -¿Estas segura? ¿Tal vez debajo de la cama?

    La chica se asomó y contesto que tampoco ahí, iniciando ahora una disculpa por haberlo dejado solo en la escuela. Una sonrisa se depositó en sus labios instantáneamente y por instinto sus dedos rosaron sus labios, recordando aquel fantástico roce, que ahora ya sabía, había sido de Sasuke.

    -¿Estas bien Naruto?- pregunto ella al ver que el rubio no le ponía la menor atención.

    -Si- Contesto simplemente él. No podía estar mejor.

Notas finales:

Espero que les haya gustado!!! y me djen uno que otro RR n.n

 

Ya regrese!!! jejejeje... Y pido disculpas por mi tan prolongada ausencia, pero lo compensare n.n primero con los capitullos por fin corregidos, y obvio después con la continuación n.n


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