Capítulo 1. El inicio del fin
-¡Ahh! -jadeaba, intentando normalizar mi respiración- demonios... ¿dónde? -volteé para todos lados intentando reconocer lo que me rodeaba. Gracias a la tenue luz de la luna que se colaba por la ventana pude ver mi ordenador y la montaña de libros a un costado, mi guitarra colgaba al lado de la puerta y más libros- mi habitación, sólo fue un sueño -me limpié el sudor de la frente y respiré hondo para tranquilizarme por completo-bien, será mejor que duerma de nuevo- acomodándome en mi cama cerré los ojos para volver a descansar.
Bep bep bep bep
-Mmm… no quiero levantarme, callen ese ruido -unos segundos más bastaron para que me hartara de ese insoportable sonido y decidiera apagar el despertador.
-Bien, es hora de levantarse -me estiré por completo para quitarme la pereza y comenzar mi día -es lunes, así que debo prepararme para la escuela -me dirigí al baño para tomar una ducha y despejar mi mente de mi acogedora y calientita cama, me cambié y guardé en mi mochila lo necesario para las clases de hoy.
-¿Qué prepararé hoy para el desayuno? -miré en el refrigerador feliz, pero este únicamente resguardaba un solitario envase de leche- es cierto, ayer ordené pizza -con una gotera- mmm… Bien será cereal.
Salí de la casa rumbo a la estación del tren- me alegra que sólo quede a diez minutos, sería tedioso coger transporte, con lo poco que viajo en el tren me engento, pero gracias a mi reproductor todo se vuelve más fácil -lo froto contra mi mejilla y lo beso- gracias a quien haya inventado este grandioso aparatito -lo enciendo y la primer canción que siempre escucho es Doubt & Trust, me encanta y me pone de buen humor.
Feliz por escuchar música llego al tren. Como siempre, hay mucha gente, así que tendré que hacer lo posible para evitar ser aplastado y empujado al fondo del vagón. Ya que mi destino está a cinco estaciones no me gusta alejarme mucho de la puerta.
-¿Are?- algo ha llamado mi atención en el vagón de enfrente-¿acaso será una peluca? -como hay mucha gente no puedo ver bien a la persona que tiene esa cabellera blanca- tengo mucha curiosidad por saber cómo es, nunca había visto un color como ese. Se ve muy bien como para ser de un anciano.
MATTEL, LA SIGUIENTE ESTACIÓN ES MATTEL.
-¡Ah!, ya es hora de bajarme- permiso, permiso -¡arg, por eso odio que el tren se llene tanto! -grito para mis adentros con enfado.
Las puertas se abren y por fin puedo bajar. Volteo hacia el vagón para tratar de ver mejor a la poseedora o poseedor de ese color tan peculiar de cabello, pero sólo alcanzo a ver unos mechones antes de que la puerta se cierre y el tren avance- ¡no es justo! -hago pucheros, ya que realmente quería saber el aspecto de esa persona.
Suspiro y desganado camino hacia la salida para llegar a la escuela.
Las clases transcurren normalmente. Todo es tan monótono. Incluso las idioteces del profesor Komui me aburren, no pasa de crear un robot llamado Komurin, ahora va en el número 67, ¿qué acaso no se cansa?, además siempre causa problemas.
Ding dong
-Por fin la hora de salir, que bueno, porque ya me estaba durmiendo.
-Hola Lavi-kun.
-Hola Tykki-sempai, ¿qué tal sus clases?
-Bien, me cuesta un poco trigonometría, pero ya entenderé después je je.
-Lástima que no pueda ayudarlo.
-Descuida, pero si no llegas a entender algo no dudes en pedirme ayuda -me dice con amabilidad.
-Gracias -llegamos hasta la salida del instituto y como vivimos en direcciones opuestas, es aquí donde nos despedimos.
-Nos vemos shonen, tenemos que celebrar cuando terminemos el curso.
-Desde luego Tykki-sempai, el primer día de vacaciones será cuando festejemos.
-Bien- sonríe- cuídate shonen -se despide con un ademan con la mano.
Lo imito- Hasta pronto.
Tykki-sempai es una persona muy agradable, lo conocí en la biblioteca a finales del semestre pasado. Es dos años mayor que yo, moreno, alto, de cabello oscuro, podría decirse que tiene una apariencia normal, pero sus ojos son de un peculiar color dorado; aunque a mí me gusta el color de mi ojo, je je je.
Han transcurrido dos semanas y no he vuelto a ver algún mechón blanco- que desilusión, lo que más me molesta es que hay demasiada gente y se me ha hecho tarde, por eso no debo encender la televisión, me embobo con las caricaturas. NOTA MENTAL- NO ver caricaturas mientras desayuno -así que estoy en la orilla de la puerta y si siguen empujándose de esa manera no dudo en salir volando en cualquier momento.
-Vamos Bakanda, no fue para tanto ja ja ja-
-Che, eres muy ruidoso Moyashi -con fastidio en su voz.
-¡No soy Moyashi, mi nombre es Allen, Bakanda! -molesto.
-¡Ay no!, además de soportar todo este gentío, ese bebé llorando y los chismes de las señoras tendré que escuchar la absurda pelea de unos idio…- miro a los chicos que discuten- tas…- me he quedado estupefacto. Los cabellos blancos. Ahora ya se a quien pertenecen y no lo puedo creer, es como ver a un ángel. Es perfecto.
-Esperemos Moyashi- dice quien lo acompaña.
-¡Allen, es Allen! Tienes razón, este ya va muy lleno -mirando su reloj- y todavía tenemos tiempo.
-Entonces yo también… -se cierran las puertas antes de que me moviera- me bajo… -me desilusiono por mi lenta reacción- debo saber quién es ese chico, se que su nombre es Allen pero deseo saber más, no puedo quitármelo de la mente. Se ve que es mayor que yo, tendrá unos 27 años máximo. El color de su cabello lo hace verse más maduro, pero su mirada y su rostro me dicen que no debe sobrepasar esa edad. Deseo bajarme en la siguiente estación y tomar el tren en el que él se encuentre ¡pero ya es tarde! y últimamente no he puesto mucha atención a las clases y los exámenes comienzan mañana ¡demonios! ¿Qué hago? Piensa Lavi, piensa -me doy de golpecitos en la frente con mi puño- bien, de ahora en adelante lo vigilaré para saber a qué hora toma el tren, después veré en que estación se baja, luego lo seguiré hasta su destino, chocaré “accidentalmente” con él, le invitaré a tomar un café, lo seduciré y así podremos ser novios. Nos casaremos, tendremos niños y seremos felices el resto de nuestras vidas. Sí, así será- cierro mis puños y siento fuego en mi interior.
-¡Ah! mi estación- salgo del vagón y las puertas se cierran- Uff -suspiro- otro poco y… -veo mi reloj- ¡Ahh! Ya es tarde -corro a la escuela, feliz y pronto seré más feliz, je je je y recuerdo el rostro divino de MI querido Allen.