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Rompimiento De Gloria por Raziel Aldebaran

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Notas del fanfic:

akira amano es la dueña de los personajes de "katekyo hitman reborn"

Dino x Hibari x Mukuro.

Y la guirnalda lloró sangre. Con la calma de un ente vagabundo fue recorriendo las escarpadas montañas. Ocurrió tal como planeo descifrar. Era algo sumamente inolvidable. El primer verano que pasó en aquel obtuso bosque de Luna. Con sus nubes bajo el cielo raso. Con la pulcritud del aire moreno, semi-cálido.  Corriendo tras el venado de ojos tristes, y deseando que las cosas fueren diferentes. Talves fue error, talves fue irremediable destino, el que le llamaba a cumplir su deber. Sea como fuere, veía el pacífico lago, desde su corcel negro. Viendo la alterada y difusa imagen del castillo con cierto aire melodramático. Haló las riendas y pegó sordamente a las costillas del animal para que avanzase. Su capa le cubría la cabellera y le mantenía en desacuerdo con el paisaje. Aún se sentía estúpido por lo que iba a hacer. Por un esfuerzo para huir de la peste que azotaba la Villa, se iba a refugiar en su antiguo hogar. Bajo sus uñas tenía tierra de días. Sus dientes deseaban comer, tanto como su ávida lengua como su estomago sincero.

Su alma se prendía del único recuerdo sabio. Con el rabillo del ojo listo a cada lado, avanzó a través de la espesa maleza de aire sombrío y traicionero. Cortó de tajo cada espina y cada rosa. Maldiciéndose en el momento justo de levantar la espada con esa honestidad. La daga le cortaba las venas. Toda arteria. Pronunció en sus sueños ásperas palabras, secretos fuertes. De su ronco pecho manaron gritos desesperados. Ya se encontraba cerca. Abrióle la puerta de par en par. Pues ya le esperaban con la bandeja de plata. Con banderas mugrientas y llenas de rencor. Nada queda impune, ningún crimen queda sin excusar. El bramido de la trompeta, el eco de su recuerdo poderoso. No había nadie más que su conciencia, su caballo y su espada. Humilde era su empresa. Evadir esta casa, pero no pudo más. Su culpabilidad empezaba cuando la del redentor cantaba. Consecuentemente agachó los óvalos. Los murmullos de la piedra, el danzar del viento, junto con la pesada hoja membretada por el sello de su familia, que no le había causado otra cosa que pesar, uno tan horrible como asesino, eran su equipaje. Mismo que abandonó en una solitaria habitación cubierta de tapices de terciopelo negro. Fue directo a la ventana, perdióse en el mar insólito e impoluto de sus memorias.

-      Quiero morir –dijo de su seguridad mellada –. No puedo continuar.

Pero debía estar allí hasta expiar su pecado. Quitado la vida a su hermano fue más de lo que su cordura soportaba. Primero le dijo su padre “Eres el mayor, y debes heredar mi trono” sin embargo, nació su consanguíneo. Un sano y fuerte hombre de futuro brillante como el sol. Como sus cabellos. Luego, el padre cambió de parecer. La naturaleza juega un papel demoniaco, le dijo en aquel entonces, porque son mis hijos pero los dos no deben vivir. Era algo fatal y resuelto. No se podía impedir.

El homologo menor huyó por todo el país. Preferiría el exilio a enfrentarle, le dijo. El primogénito no aguantó ese rechazo, ese desdén. Ese abandono sacado del horno vendaval. Y salió en su búsqueda por esa razón. Una noche le atrapó en pleno altiplano, en la plutónica almoneda. Combatieron, y discutieron. Se descubrieron amantes uno del otro, y entre sangre y sudor se entregaron irremediablemente. Sellando la profecía enfermiza de un enamoramiento fatídico. Originalmente obvio, finalmente destilado. Pero alguien debía morir. Uno de los dos terminaré por ser devorado, sus entrañas completas, carne, alma y huesos, por el sobreviviente. El homologo quiso huir de nuevo, no podría aguantar tener a su hermano muerto y luego volver a tomarlo. Se perdonaría muchas cosas, pero nunca profanar a su hermano mayor de esa manera. Entonces hubo un trato. Entre lastimeras y homogéneos convenios. El que nació de último decidió morir en paz y acuerdo. Se lo debía, usó. Estrechamente murió en sus brazos, dedicándole unos susurros devastadores. Invadiendo el alma todavía viva con un remordimiento cansado mientras empezaba a comer la carne de su misma sangre. Los huesos se plegaron en su boca.

-      Es demasiado tarde para dar vuelta –le dijo una persona que le llevaba amando siglos –, el trato se hizo –se atrevió a besarle –. Ahora vivirás conmigo, Hibari.

-FIN-

Notas finales:

grazie por leer fue mi primer dino x hibari x mukuro y creo que quedó muy feo si tienen dudas pueden enviarlas las contestare 

va dedicado a mi querida V

la idea fue de S. Susakuran. 


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