Ivan Braginki, era un humilde joven de origen ruso que había llegado a la ciudad de Viena con la esperanza de convertirse en un gran concertista de gran prestigio y reconocimiento, pero las cosas no comenzaron con el pie derecho, no contaba con mucho dinero para su subsistencia, las rentas eran sumamente caras, la comida igual andaba por las nubes.
Debido a su gran fuerza y fortaleza, no tardo mucho en encontrar empleo como cargador, la paga no era muy buena y por ello debía hacer jornadas extras para comer algo semi decente.
A su llegada a esta ciudad, Ivan sufrió mucho, debido a su origen y nacionalidad, era blanco de burlas y discriminación, por ello se metía en mucho enfrentamientos, él es un joven pacifico y tranquilo pero si lo provocan ese carácter cambia radicalmente, sin embargo no contaba con que iba a conocer a alguien que lo haría feliz por el resto de sus días.
Ese 26 de diciembre, conoció a un joven que escuchaba como tocaba el violín, esa era otra de sus ocupaciones, ser músico callejero, pero no uno cualquiera, él sabia de su extraordinario talento.
Pero ese día, vio los ojos violetas del joven, los cuales le parecieron bellísimos y en seguida su mirada se poso en los billetes que le iba a dejar en su estuche, detuvo su melodía.
- ¿No crees que eso es muy excesivo por solo oírme tocar?-. Pregunto Ivan.
- No, tienes una remota idea sobre la pieza que estas tocando-. Le dijo Roderich a Ivan.
- Si, lo sé. Es la única pieza en violín de Tchaikovski-. Contesto tranquilo el peliblanco.
- Eso imagine y sabrás que es una pieza muy difícil de tocar, yo tarde meses en aprendérmela y sincronizarme con ella-. Reconoció el austriaco.
- ¿Eres violinista?-. Pregunto interesado el ruso.
- Si, también soy pianista y compositor, Mi nombre es Roderich Edelstein, mucho gusto-. Se presento el castaño, alzando la mano.
- Yo soy Ivan Branginki, igualmente-. Recibió la mano, la cual no pudo evitar besar, cosa que hizo a Roderich sonrojarse.
- ¿Diario tocas aquí?-. Pregunto el austriaco.
- Solo los fines de semana, es que mi trabajo no me permite más tiempo-. Respondió Ivan.
- Me imagino, la filarmónica seguro te quita tiempo-. Le cometo Roderich.
- No, soy solo un humilde cargador-. Corrigió el ruso.
- No lo sabía, con mayor razón, recibe esto-. Le dijo el castaño, intentándole dar el dinero.
- No quiero su lástima, toco porque me gusta y quiero seguir mi sueño, pero por mis propios meritos-. Comento Ivan algo molesto.
- Lo lamento, bueno me retiro-. Dijo un Roderich bastante apenado.
Y así el pianista se retiro a su casa, en el trascurso del camino no pudo evitar pensar en Ivan y como sus manos manejaban el violín de manera magistral, era un talento nato y una pasión por la música que podría compararse con la suya.
Al dia siguiente, se dirigió hacia el mismo lugar para encontrarse con Ivan dando un bello concierto, al momento en que Roderich llego, el violinista interpretaba el “Concierto para violín nº3 en Sol mayor de Mozart”, una pieza que denota alegría, el austriaco no pudo evitar sonreír y olvidarse de sus problemas, que técnicamente es uno, su compromiso.
Ivan noto de inmediato la presencia de Roderich y no pudo evitar esforzarse en su interpretación, quería demostrarle su talento, al finalizar la pieza, se escucharon algunos aplausos y como el joven espectador se acercaba al ruso.
- ¿Disfrutaste el espectáculo?-. Pregunto Ivan.
- Absolutamente, eres muy bueno. Es un desperdicio que estés aquí-. Dijo el pianista.
- ¿Y qué quieres que haga? No tengo los recursos para ser un gran músico como tu-. Respondió molesto el ruso.
- No quiero molestarte, discúlpame, pero en verdad eres muy bueno-. Dijo Roderich al ver la actitud de Ivan.
- Gracias, me gustaría oírte tocar algo-. Comento Ivan al joven, quien de inmediato tomo el violín del ruso y se dispuso a tocar la “Sonata para Violín No.6 de Paganini”, una melodía llena de sentimiento y nostalgia, la cual llego al corazón de Ivan, cambiando la perspectiva que tenia hacia Roderich.
Cuando finalizo su interpretación le devolvió el instrumento a su dueño y se dispuso a retirarse, pero Ivan lo tomo del brazo para retenerlo.
- Espera, tocas perfecto, pero ¿Por qué esa pieza?-. Le pregunto el ruso.
- No, lo sé. Tal vez para contrarrestar la tuya-. Dijo Roderich con una sonrisa tímida, quien veía a los ojos al ruso.
- ¿Te volveré a ver?-. Pregunto el peliblanco.
- Solo si tú quieres-. Contesto el castaño con una sonrisa algo coqueta.
- Entonces tenemos una cita, te veré en dos días en el parque de la plaza a las 7 de la noche-. Le dijo el ruso.
- Ahí estaré, lo prometo-. Contesto el austriaco ante la invitación de Ivan y este último le dio un beso en la mejilla.
Roderich se retiro sonrojado y se fue caminando rápidamente, Ivan se enterneció por la actitud del castaño.