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Una esposa para Papá por The Original Sasuke Uchiha

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Notas del capitulo:

Perdonen la tardanza, perdí mi usb donde tenía los capítulos de esta historia y de Cazadores II, a los que siguen esta última les pido paciencia. No olviden leer las notas al final de cada capítulo. En este veremos la introducción de dos personajes muy importantes; digieran cada detalle que tendrán sus repercusiones en el futuro.

Capítulo Uno


 


Impotencia


 


 


Bien, si planeaban hacerle la vida cuadritos y amargarle la existencia él les daba licencia, pero cuando se trataba de su hijo las cosas tomaban otro matiz; Bryan Minelli meditaba en el misterio del karma, estaba empezando a considerarlo y se preguntaba si también terminaría compartiéndolo con los fanáticos de esta creencia.


 


Ya habían pasado unos años desde su retorno a Japón y, cuando creyó que las cosas podrían mejorar, se encuentra con aquello; había llevado al pequeño Ryan para inscribirlo en la escuela elemental, una que pudiese pagar por supuesto y, no teniendo suficiente con tener que pasar la dura prueba de decidir separarse de su pequeño, le rechazan la entrevista. No se iba con rodeos y expresaba su descontento con la administración, acusándoles de discriminadores y racistas; la tercera vez no pudo controlar más su furia, salió de la oficina del director dando un portazo y, tras alzar en brazos a su cachorro, abandonó aquellas propiedades. La amarga experiencia se repitió varias veces y durante meses intentó e intentó hasta que solo quedó por probar en el último centro educativo; la última opción para el azabache, pero era muy costoso y tendría que reducir los gastos de la casa para poder costear los estudios de su hijo, sin embargo estaba dispuesto a sacrificarse por el bien del pequeño.


 


— Descuida, Ryan. Papá abandonará su deseo de cambiar de apellido por ti y te ayudará a lograr tus sueños. — el pequeño le miró con esos ojos tan oscuros como su cabello y tomó la mano que su padre le extendía, sin vacilación. Juntos se adentraron en el recinto donde fueron recibidos por una de las secretarias, que de inmediato le hizo pasar a la oficina del director. Bryan enarcó una ceja al descubrir que en el interior de la estancia no había nadie.


 


— Disculpe, tendrá que esperar al señor Delance solo un momento. Mientras, permita que el pequeño comparta con los demás niños para que se acostumbre. — el azabache mayor estuvo algo renuente a dejar ir su cachorro con una desconocida, sin embargo terminó asintiendo y convenció al pequeño de seguir a la señorita, en tanto tomaba asiento frente al escritorio del director. Dibujó una fina sonrisa al ver el nombre en aquel rótulo. Brawn Delance era su amigo desde la infancia, ambos desde muy jóvenes se apasionaron por la enseñanza y decidieron estudiar pedagogía, la ventaja de su amigo era que pertenecía a una familia acomodada y él, por lo contrario, no tenía mayor familiar que su madre ni patrimonio que la casa donde vivían. Su madre trabajó en casa de los Delance para poder sobrevivir y, tras ganar unos ahorros, decidió mudarse a Kansas dejándole la casa y el granero, donde no había más que aves y unos hermosos caballos pura sangre que lograba alimentar con lo que conseguía de la venta de la cosecha. Él y Brawn pasaban la mayor parte del tiempo juntos, compartían gustos, intereses e incluso secretos. Su madre estuvo dispuesta a quedarse al ver su renuencia por abandonar Japón, mas él la supo persuadir y quedó solo, con la única compañía de Brawn. Le gustaba su casa, allí había crecido y vivido los mejores años de su niñez, por ello decidió volver; quería que su hijo tuviese un lugar con aire puro y libre de malas influencias, que disfrutara la naturaleza y aprendiera a amar sus raíces. Jacqueline había sido huérfana de padre y madre, por lo que su hijo estaba igual que él, pero no quería que tuviese que pasar lo mismo; su madre y él no tuvieron muy buena suerte y deseaba que la buena ventura le sonriese.  


 


— ¿Bryan? ¡Bryan! — el aludido pegó un salto y en el acto golpeó su cabeza contra la pared. — Lo siento, estabas en tu mundo. ¿Qué tanto pensabas? — frente a él un chico pelinegro con lentes le miraba inquisidor. Sus ojos eran oscuros y analíticos, sus cabellos no eran muy abundantes y los llevaba en una coleta baja, cayendo hacia delante, por encima de su hombro izquierdo y vestía una sotana color crema por sobre su traje negro. El azabache enarcó una ceja al ver su atuendo. — Los niños se asustan si me ven completamente de negro y tuve que ponerme esto encima. — explicó el pelinegro, señalando su túnica con expresión seca. — Y bien, entonces se acabaron las opciones. — Bryan desvió el rostro y bufó.


 


— Sabes bien que no hubiese mediado en inscribirlo aquí si tuviese los recursos, pero ya ves; eres mi única salvación. Usaré los ahorros de este mes y pagaré por adelantado para no deprimirme cuando me llegue la factura. — Brawn suspiró mientras tomaba asiento en su escritorio y observó, a través de la ventana, como unos pequeños correteaban por el pasto y el pequeño Ryan observaba sentado, un poco alejado del grupo. Bryan siguió la dirección de su mirada y mordió su labio inferior.


 


— Lo que me deja satisfecho es que podré usar las circunstancias a mi favor. — el azabache solo podía mirar el suelo mientras su amigo, no sin sentir una pizca de culpabilidad y comprensión, se anotaba una victoria; una que no podía celebrar. — Bryan, si no permites que te ayuden terminarán quitándote a tu hijo y no deseas eso ¿cierto? Por eso, como pago a tu ofensa, no podrás negarte a que te ayude con los gastos; incluyendo la colegiatura de mi ahijado, después de todo soy su padrino. — el azabache no podía refutar aquello y se cruzó de brazos mirando con pesar hacia el exterior; él solo quería lo mejor para su hijo, con la menor ayuda posible, mas aquella era batalla perdida por su parte; ya sabría pagarle a su amigo en retribución. — Por igual necesito un nuevo maestro, he tenido que despedir a alguien por su incompetencia y creo que es el puesto perfecto para ti. Mira, pensé primero en ti; así podrás estar con tu hijo en la escuela, te ahorrarás el doble gasto en transporte y me dejarás hacer mi papel. ¡¿O acaso soy una estampilla?! — Bryan estaba acostumbrado a los arranques del pelinegro por lo que no se inmutó ni emitió queja alguna por lo último; estaba en su derecho, sin embargo algo no le cuadró y negó.


 


— Lo siento, Brawn. Lo dije una vez y voy a cumplirlo; no volveré a enseñar. Solo en mi casa le imparto lecciones a mi hijo, no quiero volver a vivir las mismas experiencias. —


 


— No me digas. ¿Seguirás entonces cuidando de aquel granero? ¡Santo cielo! ¡Bryan! ¡Eres menor que yo y mírate! Tanto afán va a acabar contigo, hermano. — el pelinegro tenía razón; Bryan incluso se veía más delgado que antes y su rostro, de bellas facciones, empezaba a enmarcarse con ojeras nada imperceptibles que tardarían en desaparecer. — Tendrás que buscarte pareja, aunque no lo quieras. — Bryan le miró horrorizado y negó.


 


— No me harás cambiar de opinión. Eres mi amigo, Brawn y sabes todo lo que he sufrido en ese terreno; no estoy hecho para eso y no iré de ligue en ligue; tengo que pensar en Ryan ¿qué ejemplo le estaría dando? —   


 


— Tú lo has dicho; tienes que pensar en el pequeño y por eso mismo te buscarás pareja. ¡¿Qué ejemplo le darás?! ¡El de la perseverancia, tal vez! — el pelinegro entornó sus ojos al ver lo tozudo que era su amigo y alzó los brazos al cielo pidiendo paciencia antes de volver a enfrentar miradas con el menor. — A ti lo que te hace falta es un buen polvo para que recapacites; follar hasta que no puedas más y repetir la experiencia cada día. Te digo que resulta, es como esos medicamentos fuertes que te tumban unos días u horas y luego estás revitalizado para toda la semana... — Bryan sintió un tic nervioso; su amigo no dejaba de ser tan directo y explícito. Cualquiera que lo escuchara hablar dudaría de sus raíces pues se había encargado, en sus temporadas de estudios en el extranjero, de ampliar su vocabulario y olvidado incluso sus costumbres para adoptar las liberales de los americanos y europeos.


 


— Brawn…— el otro negó.


 


— Eso te hará daño, el que no arriesga no vive y debes empezar a ver las cosas desde otro ángulo si quieres que mejoren. — ambos giraron sus rostros al escuchar unas vocecillas inconfundibles llegarles desde el exterior y sonrieron a gusto al ver como el pequeño Ryan chillaba emocionado jugando a las atrapadas con los demás niños. — Míralo ¿no crees que merece todo lo bueno y lo mejor del mundo? Sé que te esfuerzas por darle lo que necesite y me siento orgulloso de ti porque has sabido criar al pequeño sin ninguna ayuda, sin embargo… ¡tienes que compartirlo conmigo! —  al otro lado de la puerta, unas lindas secretarias negaban divertidas; su jefe era todo un caso. Justo estaban comentando en voz baja sobre lo que escuchaban cuando frente a ellas se presentó la figura de un hombre de imponente presencia y fuerte complexión, mas sin rayar en lo grotesco, era esbelto y de ancha espalda; todo un semental. Sus largos cabellos eran totalmente plateados y su piel blanca resaltaba con aquella vestimenta totalmente negra, incluida su capa. Sus labios eran carnosos y rosados; una boca tentadora a la vista, y su porte al andar era erguido. Solo sus ojos no quedaban a la vista pues eran cubiertos por unas gafas oscuras. Llegaba seguido de dos guardaespaldas, lo cual logró intimidar a las chicas, quienes se mostraron algo temerosas al preguntar su nombre y el motivo de su visita. Una de ellas tocó la puerta e interrumpió la amena charla que sostenían ambos amigos y Bryan decidió que era suficiente; debía volver a casa y preparar el almuerzo.


 


— Harumi, te dije que no quería interrupciones. — recalcó molesto el pelinegro.


 


— Pero director, el señor dijo que no deseaba esperar y me dio esto. — la chica le extendió una tarjeta y el pelinegro la leyó, notándose un tanto afectado.


 


— Yo me iré, tengo que preparar el almuerzo de Ryan; debe estar hambriento tras tanto jaleo, pero no se preocupe que mañana lo traeré sin falta, con permiso. — el azabache abrió la puerta aún mirando la reacción de su amigo, quien solo asintió silencioso y despachó por igual a la chica. Al salir, no vio por donde iba y casi se va de culo al topar con alguien, solo fue un roce, pero pareció chocar contra una pared móvil. — Perdón, lo siento; andaba algo despistado. — aquella persona solo se dirigió al despacho y pareció ignorarlo, no así sus guardaespaldas a quienes escuchó gruñir, señalándole culpable por su torpe desliz y siguieron al albino. — Creo que necesito descanso. — se dijo. Salió al patio y se encontró con que su pequeño y hermoso hijo estaba todo cubierto de lodo. La maestra se disculpó y le ayudó a limpiarlo e incluso le dio una bolsa para que llevase la ropa sucia y tuvo que cubrir al infante con su chaqueta. — Pequeño travieso, espero no te resfríes. — regañaba falsamente disgustado el mayor, mas luego sonrió risueño haciéndole mimos al cachorro, nariz con nariz. — Por lo menos lograste divertirte. — el pequeño empezó a dormitar depositando su cabeza en los hombros de su padre y rodeando con sus bracitos el cuello del mayor. En su trayecto hacia la salida, Bryan vio nueva vez a aquella persona y se preguntó, con algo de temor, si no se trataba de algún mafioso. Con prisa llegó a la parada de autobús y esperó a que este pasase, viendo poco después como aquella limusina blanca cruzaba frente a él y aferró un poco más su agarre sobre el cuerpecito de Ryan. Al llegar a casa aseguró bien la puerta y recostó al pequeño en su camita mientras reunía los ingredientes para el almuerzo. Observó el pasillo que daba a la habitación del infante y sus ojos se cristalizaron por unos instantes; su hijo se había vuelto a dormir sin comer nada. Luego de picar las verduras salió al granero donde solo encontró dos huevos y sin detenerse a pensar los llevó consigo. Al pasar por el establo acarició el pelaje de una de las yeguas que, indiferente de todo, tomaba agua dentro del corral. — Me gustaría poder disfrutar sin preocupaciones como tú, Jacqueline. — peinó los largos cabellos que caían por la frente de su animal favorito en tanto secaba con una de sus manos aquellas lágrimas que, inevitablemente, habían logrado resbalar por sus mejillas. Sin más se dirigió a la cocina y preparó un frugal pero nutritivo almuerzo que a penas daba para ellos dos.


 


Entretanto, fuera de aquellas propiedades, una limusina permanecía estacionada en la carretera y, mientras sus guardaespaldas esperaban tras de él, aquel personaje de cabellos plata observaba todo con sus binoculares.


 


— Necesitas algún pasatiempo, Marshall, en serio. — se escuchaba una voz en la otra línea.


 


— Tal vez. —


 


— O quizás alguien con quien follar, hoy que tienes tiempo libre. — el albino solo sonrió ante las palabras de su interlocutor.


 


— Te dejo, debo hacer unos preparativos. —


 


— Solo deja de hacer locuras o el viejo no dudará en hacerte sentar cabeza. Te juro que me saca de mis casillas y si sigue dejaré que Charles lo abandone en un geriátrico. — la cristalina risa del albino se dejó escuchar mientras negaba divertido.


 


— Ya tendré mi tiempo de sentar cabeza, solo que aún no he encontrado quien me haga hacerlo. — emitió socarrón. — Ahora deja de holgazanear y déjame hacer. —


 


— Bien, pero luego me das los detalles. Charles de seguro querrá saber también y se morirá de la risa cuando sepa tu loca idea. —


 


— Si ocurre algo interesante te aviso, hablamos al rato. — cerró el móvil y volvió a la limusina. — En serio debo estar bastante aburrido para hacer esto. — sin embargo algo le había llamado la atención de aquella persona; tal vez su forma de desenvolverse con aquel infante o su persistencia al hacer las cosas, en verdad no lo sabía, pero algo le atraía a esa persona, incluso había investigado sobre él. Desde hace días que llevaba observándolo y el azabache ni cuenta se había dado, sin embargo esa noche terminaría de convencerse de que aquello debía terminar; no era ningún acosador y estaba poniendo su imagen en juego. — Mi tiempo de cacería debe terminar. —   


 


En tanto, un azabache se encontraba en shock en el interior de su casa. El teléfono estaba descolgado y tirado en el piso. Sin duda había recibido una trágica noticia.


 


 


*S&T*A&R*L&I*G&H*&To be continue*S&T*A&R*L&I*G&H*T&


 


 

Notas finales:

Espero les haya gustado. Ahora lapregunta ¿qué nueva desgracia sobrecae sobre Bryan? ¿Quién es esa persona que le vigila? Los que han leído Cazadores deben tener más o menos una idea. Los que no les insto a leerla aunque en esta algunos personajes parecerán más OCC porque cambiaré algunos rasgos en sus personalidades.


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