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Estúpido Obstinado por Ddai

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Notas del fanfic:

Renuncia: No, nada es mío, solo tomo prestados a los personajes para dejar salir un poco este mar que tengo por imaginación.

Notas del capitulo:

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Pareja: Agon x Hiruma [Porque es mi favorita de Eyeshield 21 ¿Hace falta decir más?]

Resumen: Un día que Hiruma regresaba a su casa sintió el extraño presentimiento de que alguien lo Seguía, Kongo Agon estaba detrás suyo para cobrarle un pendiente que tenía con él desde hacía casi tres años… Hiruma no tiene muchas opciones y la peor de ellas estaba por venírsele encima.

Renuncia: No, nada es mío, solo tomo prestados a los personajes para dejar salir un poco este mar que tengo por imaginación.

Asuntos Pendientes

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Después de desafiar a la fuerza estadounidense y de pasarle el mando al pequeño corredor, los tres fundadores del los Deimon Devil Bats habían pasado a tercero, ya no podían participar en juegos oficiales, pero de vez en cuando iban a practicar un poco con sus ex camaradas de equipo.

Ellos ya estaban jugando en el torneo de primavera,  habían ganado su primer partido, curiosamente contra los Cupidos… Que no contaba para todo caso, ya que el torneo “real” era en invierno, aunque era una lástima que no pudieran participar, seguramente que sería igual de emocionante y divertido que el año pasado, pero bueno, el Demonio Rubio, conocido como Hiruma Youichi, aún podía arreglar algún partido desafío para los jugadores, lo cual hacia por entretenimiento, lo que, por cierto, hacía sin avisarles, era terriblemente divertido ver esas caritas de espanto que ponían esos mocosos…

 Estaba atardeciendo y él se dirigía a su “hogar”, un cuarto gratuito en un hotel de negocios, esa libreta del demonio era de lo más útil en los más de los casos, era el cuarto lugar en el que vivía, cambiaba cada año de residencia, solo por si acaso. Apropósito de la libreta, recordó cómo fue que inició todo eso, era un poco irónico que el que lo ayudó a llenarla para que pudiera fundar su equipo de Amefuto fuera el mismo que impidió que entraran a Shinryuji Naga, pero no estaba molesto por eso, ya no, después de todo había sido lo mejor que les pudo haber pasado…

Siguió caminando, teniendo la idea de que alguien lo venía siguiendo, no sería raro siendo él quien era, el Demonio rubio de Deimon, pero esa sensación que estremecía su columna vertebral no era normal, era como si cargar con las pistolas, los rifles de asalto y las bombas, además de las de electroshock y otras “curiosidades” no le fueran a servir de nada… ¿Cuándo había sido la última vez que había sentido algo así?...  Ah sí… Ya se acordaba, fue cuando se conocieron…

Se detuvo en medio de la calle, manteniendo una de sus armas bien sujeta, solo por si acaso, nunca sabía en qué momento ese tipo se podía poner loco y tratar de matarlo, como había pasado un par de veces antes de que fueran “buenos amigos”…

—Sal de dónde estás… Ya sé que me estás siguiendo, Jodido rastas…—sonrió aunque habló con la voz un tanto pagada, mientras hacía una bomba con su chicle, el moreno de rastas salió de detrás de un muro, Hiruma se giró apenas lo necesario para verlo y parecía muy molesto—¿Qué demonios quieres, jodido rastas?—

—¿Porqué no jugaste en el partido de hoy?—casi ladró, mirándolo acusatoriamente, hubiera podido esperar unos días más, hasta el siguiente partido de los Devil Bats, pero tenía otra cosa que arreglar con ese delgaducho…

—Ya deberías saberlo, en Deimon los de tercero no pueden estar en los jodidos clubs ni hacer jodidos extracurriculares—dijo con el mismo aburrimiento, no hacía mucho que se habían visto, pero las cosas entre ellos habían cambiado mucho, de ser desconocidos a socios, de socios a enemigos y de enemigos a compañeros en un partido para luego quedar como al principio, casi dos desconocidos… Agon se dio la vuelta y se fue sin decir más, parecía enojado, pero eso era algo que no le importaba a él, estaba ignorando deliberadamente el hecho de que otro no había usado su mote habitual, “basura”, para referirse a él, siguió su camino, aún tenía que llegar a “casa” cambiarse y entrenar un rato, no podría jugar ese año, pero se prepararía para la universidad, la Rice Bowl era su siguiente objetivo, lo conseguiría así tuviera que sudar sangre, si ya había logrado la Christmas Bowl su nueva meta no podía ser tan lejana…

Se detuvo a comprar algo para su cena y el desayuno, tenía que cuidar lo que comía si quería ganar un poco más de músculo, lo cual era casi imposible pero bueno, no iba a rendirse sin intentarlo.

Tenía el extraño presentimiento de que algo no estaba en su lugar, aparte de su encuentro con Agon, se sentía inquieto, lo cual no era normal, miró por todos lados, disimulando, solo por si ese loco de las rastas lo estuviera siguiendo aun, pero no, nada, el moreno no estaba por ningún lado… Tal vez solo había sido el hecho de encontrarlo siguiéndolo, no lo demostró, pero su corazón dio un brinco cuando lo miró, Kongo Agon había sido una piedra angular en su vida, quisiera admitirlo o no, y aquellos recuerdos arrinconados de su memoria se resistían a morir por mucho que él quisiera asesinarlos, si tan solo ese idiota nunca hubiera hecho lo que le hizo posiblemente ahora no tendría los sentidos alterados a todo…

Finalmente llegó a su cuarto, abriendo descuidadamente la puerta, el mundo se quedaba afuera y aquí él podía ser él mismo, sin la máscara que el mostraba a los demás, ya no era el demonio Hiruma, solo era un chico más, de casi dieciocho años, aburrido y con tiempo para entrenar.

Un par de brazos lo apresaron, justo sobre su cuello, comenzando a asfixiarlo. Había sido descuidado, mucho, ahora tendría que pagar por ese grave error. Si tan solo pudiera alcanzar el arma que aún llevaba consigo, antes de morir por falta de oxigeno…

—Ni siquiera lo pienses, basura—esa voz… Hiruma quiso reírse de su propia estupidez, debió haberlo imaginado, su sentido del peligro nunca fallaba—Ya que no estás en el club, nadie está esperando que llegues temprano, ¿Verdad?—sintió la sonrisa del moreno justo detrás de él… Agon había entrado sin ser visto por nadie, por lo que nadie se daría cuenta si algo le pasaba hasta que fuera muy tarde…

—¿Qué quieres jodido rastas?—dijo con dificultad ¿Sería porque no le dio el dinero del MVP? Bueno, no podía hacer nada ya, alguien más se lo había quedado, dejárselo a Agon hubiera sido un verdadero desperdicio…

—¿Con tú cerebro y no lo adivinas?—sonrió más, era algo bueno que Hiruma no fuera un chico fuerte en esos momentos, lo podía sujetar con uno solo de sus brazos sin problema y con el otro le había quitado la pistola que guardaba en su espalda—Te acuerdas lo que dejamos pendiente hace unos años?—ante la mención de aquello Hiruma se quedó quieto, tratando de pensar…

—*Joder Joder JODER*—lo recordaba muy bien, siempre que lo veía se acordaba de ello pero lo cubría perfectamente bajo sus máscaras, no necesitaba sentirse acorralado, mucho menos presa del pánico. Necesitaba pensar el algo, AHORA, tenía que haber algún modo de escapar, debía de haber alguna forma, porque si no lo lograba Agon iba… Iba a…

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Hacía un poco más de dos años se habían conocido, el propio Hiruma había propiciado su encuentro, proponiéndole un trato en el que los dos salían ganando, utilizándose mutuamente podían lograr muchas cosas y todo salía bien, mantenían algún tipo de amistad, o lo más parecido a ello, por unos meses todo marchó sobre ruedas, las información, los esclavos y para ese tipo las mujeres, de los tipos más variados y de edades que prefiriera.

Hiruma lo había visto pelarse muchas veces con varios tipos a la vez, con hombres mucho mayores y que en apariencia parecían más fuertes, siempre ganando, siempre marcando la diferencia que había entre un prodigio natural y una persona normal. Un tipo salvaje que no se detenía ante nada.

Reconoció que Kongo Agon era atractivo, en su salvajismo y arrogancia era verdaderamente atractivo y sexy… Estaba verdaderamente jodido si un tipo como ese lo excitaba en lugar de alguna chica de cuerpo escultural como las que había conocido, pero era algo que simplemente no podía evitar, toda esa explosión de testosterona en un solo cuerpo era demasiada tentación, sin embargo eso era un secreto, sabía de sobra lo peligroso que sería para él si  el de rastas se llegaba a enterar, tampoco era como si estuviera enamorado ni nada parecido, simplemente lo hallaba atractivo y punto.

Desafortunadamente para él Agon lo había notado, sus miradas intensas y cargadas de deseo, el estremecimiento de su cuerpo cuando estaba muy cerca de él, todas las señales que emitía sin querer. El moreno sonrió cuando fue consciente de ello, le gustaban las mujeres, eran suaves, delicadas y llenas de curvas, pero ese mocoso flacucho carecía de gracia, era solo basura de la cual podía burlarse, le parecía asqueroso ser el objeto de deseo de un tipo, más aún de uno como ese, pero por eso mismo iba a ser dos veces mejor el humillarlo.

Aquel día habían ido a encontrarse con una banda de unos veinte sujetos, los cuales acabaron apilados como una masa sangrante luego de que no quisieran obedecer al rubio, el cual sonreía de oreja a oreja mientras permanecía apoyado contra uno de los muros del callejón, anotando algunas cosas en su libreta negra, parecía muy entretenido, por lo que no prestó atención cuando el de rastas se le acercó hasta que lo tuvo a solo un par de pasos…

—¿Qué demonios quieres?—preguntó sin mirarlo, tratando de contener las reacciones de su cuerpo, ¿Porqué ese idiota tenía que ser tan condenadamente sexy?

—Joderte la existencia, basura…—dijo antes de sujetarlo y besarlo por la fuerza, sin importarle quien pudiera estarlos viendo.

Lo primero que experimento el rubio había sido el desconcierto, después la sorpresa y luego… Luego había respondido casi tan violentamente como él otro, sus hormonas habían tomando el mando de su cuerpo, sujetó la camisa de Agon con fuerza, mientras el moreno bajaba su manos por su cuerpo, perfectamente consciente de que era un chico y de que carecía de las curvas que tanto le gustaban, pero bueno, con tal de humillarlo…

Aquellas manos bajaron con demasiada velocidad quizás, agarrando el recientemente trabajado trasero del rubio, colándose por debajo de su ripa y buscando sacarle los pantalones a una velocidad casi imposible, mientras lo distraía con su amaestrada lengua. Hiruma carecía de experiencia besando, no tenía tiempo para dedicarle a su vida social con las cosas que tenía que hacer, su listado de esclavos y sus deseos de hacer su propio equipo de Amefuto, por lo que aquella arrolladora sensación que el recorrido que Agon hacía de su boca lo estaba consumiendo, su lengua pasando por sus dientes, por su paladar, rozando su propia lengua y obligándolo a ceder más y más… Y combinado con la fuerza y el calor de sus manos lo estaba enloqueciendo, haciendo correr su sangre más rápido y su rostro comenzaba a arder.

Sintió aquellas  manos llegar a la bragueta de su pantalón y una fuerte alerta sonó en su cabeza, eso no podía estar pasando, Agon no era homosexual, por eso perseguía a las mujeres con tano esmero, además él tampoco lo era, con toda certeza, eso era solo un desliz de su parte, pero conociendo a ese bastardo seguro que estaba haciendo todo eso pro alguna retorcida razón…

Hiruma pudo empujar a Agon ligeramente, aprovechando que el otro estaba un poco retirado de él para no rozar sus cuerpos, afortunadamente, para zafarse de su prisión perversa y apuntarle con su arma justo debajo de la mandíbula.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo jodido rastas?—sentía su respiración agitada y que le ardían los pómulos, pero no era momento de pensar en eso.

—¿Tú qué crees que estaba haciendo, basura?—dijo con ese tono de burla, ignorando la pistola que tenía bajo su quijada—¿Crees que no he notado como me miras? Estas gritando que quieres que te joda…—

—No se te ocurra volver a tocarme…—dijo entrecerrando los ojos, poniendo todo su esfuerzo para no dejar que su mano temblara, que su voz no cambiara su tono y que su respiración se mantuviera a un ritmo aceptable—O te llenaré el maldito cuerpo con nuevos jodidos agujeros…—lo amenazó con el mejor tono que podía usar en esas circunstancias.

—¿Con esas pistolitas de juguete? ¡No me hagas reír, basura!—se burló de él una vez más, pero el rubio siempre había sabido mantener la calma, sabía que en una situación difícil o estresante eso era lo mejor a hacer, no perder la calma era uno de sus puntos fuertes y la razón por la cual siempre ganaba.

—Me vale una madre lo que creas, jodido idiota—se fue alejando de él, despacio, sin dejar de apuntarle—Solo recuerda que te lo advertí…—cuando estuvo a unos tres metros de él disparó, solo rozando su cabello—Y que tengo buena puntería…—dicho eso salió del callejón, corriendo a todo lo que sus piernas le dieron, Agon podría alcanzarlo si quería en cuestión de segundos, pero él aun tenía su pistola, con eso sería suficiente. Agon se quedó ahí, de pie, sin sonreír más.

—¡Ese hijo de puta carga balas reales, todo este maldito tiempo tuvo balas erales!—gritó, pateando un basurero que estaba desparramado en el piso desde antes de que ellos hicieran estragos ahí… Salió del callejón, de bastante mal humor, su plan no había salido como deseaba, pero no podía hacer más por ahora, ya que el rubio no andaba tan desprotegido como creyó, volver a atacarlo sería imposible si no lo desarmaba primero, además de que después de ese día no volvió a aparecerse solo, siempre estaba en compañía de un viejo o del gordo, ambos de su equipo de Amefuto. Después de pensarlo unos segundos decidió que un mocoso tan débil y patético no valía la pena para que desperdiciara su tiempo en él… Y luego, en venganza había arruinado la posibilidad de la entrada del gordo a los Shinryuji Naga…

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Bueno, pensó que ese rubio flacucho y débil no valía la pena hasta que jugaron contra el equipo estadounidense, ese pequeño idiota le había demostrado que con su esfuerzo y trabajo duro podía jugar a su mismo ritmo, por un rato al menos, le había demostrado que valía algo y por eso es que había ido a aplastarlo…

—¿Acaso las mujeres ya no son suficientes para ti, jodido idiota?—trató de respirar al mismo tiempo que trató de no estremecerse con el contacto de aquella mano, había pasado más de dos años pero su maldita memoria perfecta le decía que era casi igual que esa vez…—¿O acaso decidiste salir del puto closet, jodido rastas?—sí, lo estaba provocando, pero quizás si lo hacía enfadar lo suficiente lo desquiciara y así tendría al menos una pequeña oportunidad de correr y tomar alguna de sus armas o salir del cuarto..

—Solo me acordé de lo pequeño y débil que eras, basura—pasó su mano sobre su torso, sintiendo las abdominales ligeramente marcadas aunque sus músculos sí que habían endurecido—Y que dejamos algo pendiente esa vez…—le soltó el cuello, pero ya había agarrado su brazo derecho, torciéndoselo hacia atrás, sobre su espalda—Si tratas de hacer algo te romperé el brazo—lo amenazó, sobre su oído, divirtiéndose con el estremecimiento que le había causado.

—No te atreverías…—siseó él, sintiendo dolor, más no lo demostraba, no creía que Agon fuera capaz de hacerle eso pero, con ese tipo nunca se podía saber…—Suéltame maldito idiota o te arrepentirás…—amenazarlo no serviría de nada pero al menos tendría que intentarlo…

—¿Vas a amenazarme? ¿Tú a mí?—se burló de él, poniendo más presión sobre su brazo, a lo que el rubio reprimió un quejido—Ni siquiera creo que tengas algo en esa libreta estúpida con lo cual chantajearme, sino lo hubieras hecho desde un principio ¿No es así?...—lo obligó a moverse hacia la cama, casi empujándolo—Ahora, si te portas bien consideraré el dejar tu brazo en buen estado…—

—Vas a arrepentirte por esto, maldito rastas…—masculló justo antes de ser empujado sobre el colchón—Estas más enfermo de lo que pensé…—fue puesto bocarriba y sus manos apresadas con una sola de las del otro, contra su pecho… Se sentía pesado, no podía soltarse ni moverse, si tan solo alcanzara el arma que tenía bajo la almohada…

—Ni siquiera lo pienses…—lo sonrisa siniestra del moreno lo hiso estremecer involuntariamente—Me he asegurado de que todos tus juguetes estén fuera de tu alcance—con su mano libre procedió a desabrocharle por completo el cinturón y el pantalón, bajándole las prendas con cierta brusquedad, hasta ver el vello púbico negro, sorprendiéndose ligeramente—No eres rubio ¿Verdad?— aunque lo único que pudo ver en la cara del Demonio fue una sonrisa, sí, estaba sonriendo a saber porqué…

No le dijo nada, no había nada que le pudiera decir que le ayudara a escapar, lo único que podía hacer era esperar, tal vez ese idiota se aburriría y lo dejaría en paz, tal vez…

Agon solo sonrió, proponiéndose borrar aquella sonrisa de la cara del rubio, al menos eso era lo que quería que el ex quarterback tenía que pensar.

—Ng…—Hiruma reprimió el quejido lo mejor que pudo, Agon acaba de morderle el vientre ¡De verdad lo había mordido!—¿De verdad vas a hacerlo, jodido Rastas?—preguntó en un último intento de librarse, tal vez si usaba algún tipo de retorcida psicología lo hiciera desistir de forzarlo, aunque como el otro era muy inteligente pues… Esperaba que funcionara…

—¿Tienes miedo, basura?—dijo contra la piel magullada, lamiéndola, bajando lentamente hacia el oscuro vello que nacía de aquella piel clara—No serás Virgen aún ¿O sí?—sonrió con esa malignidad que lo caracterizaba, no podía estar seguro sobre sus palabras pero lo creía muy posible, pensar que podía arrebatarle la virginidad lo hacía desearlo aún más…

—No tienes esa suerte, idiota—contestó tratando de no temblar, ese maldito moreno tenía una experiencia enorme en seducir a chicas, pero esas habilidades también podían ser usadas contra los varones—No como tú, que no tiene sin puta idea de cómo se trata a un hombre…—

—Eso crees tú…—sonrió, tratando de que esas palabras no lo afectaran, no podía creerle nada, después de todo el rubio siempre estaba mintiendo sobre todo—Ahora vamos a ver que tanto has aprendido con otros—le pareció ver una muy ligera muestra de miedo en esos ojos verdes, pero su rostro sonriente no lo demostró… Eso iba a ser interesante…

Sin darle tiempo a contestarle lo besó, mordiendo su labio inferior, metiéndose en su boca cuando el otro entreabrió los labios, aplastándolo con su propio peso.

No importó cuantos esfuerzos hiso el rubio para liberarse de él, no fueron suficientes, Agon lo estaba aplastando, mientras lo besaba y recorría su cuerpo sus manos. Hiruma en verdad trató de librarse de él las primeras tres veces, pero ese tipo besaba condenadamente bien y él aun carecía del mismo nivel de experiencia, lo mismo se podía aplicar al sexo, que no era virgen pero, sin duda, Agon tenía un mayor recorrido que el suyo…

Y seguía siendo endemoniadamente sexy y abrazador… No supo en qué momento comenzó a devolverle el beso, mientras se sujetaba de su cintura, tal vez si cedía, solo un poco, podría librarse de la incomodidad de ser forzado por él…

Basura—susurró contra la sueva piel, para luego morderle el cuello, succionado con fuerza—¿No habías dicho que te soltara?—se burló de él, abriéndole la camisa, si el rubio accedía a complacer sería mucho mejor para él.

—Jodido idiota—se tragó los gemidos que estuvieron por escaparse de su boca—Soy consciente que con mi fuerza no voy a lograr nada—ese maldito rastas estaba bajando por su torso, lamiendo su piel, rozando su cuerpo son sus dientes—Asique solo date prisa—dijo con resignación, mirando el techo, ignorando todo lo posible aquella lengua que estaba por llegar a su tetilla derecha, deseando que su cuerpo no temblara con aquellos estímulos.

—¿Te estás dando por vencido, basura?—eso no le estaba gustando, si el rubio no luchaba por que lo deje no valía la pena, aunque… Esa podría ser su treta… Mordió su tetilla, solo para mirar la sonrisa congelada en su rostro, claro, ese idiota de Hiruma había jugado antes con un brazo roto sin dejar de sonreír, seguro que el muy desgraciado tenía un gran guante para el dolor… La soLa idea lo hiso sonreír de nuevo—Empiezo a creer que eres un masoquista, basura…—

—Lo que sea, solo apúrate…—no era de piedra, muy al contrario de lo que la mayoría creía, sentía el cuerpo ardiendo, el aire más pesado y su corazón no le daba descanso, pero no importaba, entre más rápido se fuera ese maldito mejor. Agon se levantó de encima de él apenas lo suficiente para arrancarle el uniforme de las piernas y ponerse entre estas, sacando su gran, caliente y muy duro falo de su pantalón, Hiruma lo vio solo por unos segundos, regresando la vista al techo—*Joder… esto sí va a doler…*—estaba pensando en otra cosa, no estaba ahí, eso no estaba pasando… No había manera de escaparse, se había resignado a ello, no comparar su fuerza con la de ese tipo, no podría correr aunque quisiera y tendría que pretender que eso nunca pasó si quería seguir su vida… ¿Quién iba a creer que el Demonio que era él había sido violado por es sujeto?... Solo para empezar su reputación se vendría abajo, no gracias.

—Espero que grites mucho—susurró sobre su oreja, sintiendo como el rubio se tensaba, a pesar de su sonrisa, estaba apretando la mandíbula, sus ojos fijos en el techo y sus manos a los costados, su respiración agitada y su miembro medio levantado, era un chico después de todo, no un demoño realmente—Deberías ver su  cara aterrada, basura, casi como si fueras a llorar…—se burló de nuevo, sujetándolo sobre las caderas con fuerza, seguro que dejaría la impresión de sus dedos en su piel.

—Ni en tu sueños, jodido idiota…—masculló como pudo al sentir aquella dureza acercarse a su entrada, apretando los dientes con más fuerza, solo esperaba que fuese rápido para que pudiera continuar con su vida, como si nada, rápido, rápido… Quería gritarle que simplemente lo hiciera y ya, que lo dejara en paz.

—Estás aterrado, ¿No es así? Hiruma…—susurró contra su oído esa última palabra, viendo con gran regocijo cómo aquellos ojos parecieron endurecerse ante la mención de su nombre, cómo apretó más la mandíbula mientras esa sonrisa que mostraba todos sus afilados dientes seguía congelada en su boca.

Para sorpresa del rubio Agon se movió de entre sus piernas, para solo frotar su virilidad contra la suya, presionando su muslo contra suyo, jadeando sobre su oreja, mientras sonreía, estaba seguro de que sonreía… ¡Ese maldito estúpido hijo de puta solo estaba jugando con él!

Agon jadeó más y más rápido, simplemente frotándose contra él, sintiendo como la respiración del rubio se volvía más dificultosa, mientras su hombría se endurecía al roce con la propia, cómo luchaba para mantener los sonidos sellados en su garganta… Maldita sea que era muy sexy aun cuando no lo hiciera apropósito para enloquecerlo.

Solo unos minutos después el moreno se corría mientras mordía ese blando cuello una vez más, dañando la piel… disfrutando de marcarlo, ese idita era de su propiedad ahora y más valía que nadie se atreviera a tocarlo porque iban a conocer la furia de un Dios… Tomó la virilidad del otro, envolviéndola en su mano derecha, estimulándolo para que igual terminara, sonrió una vez más al ver como el rubio se esforzó por no dejar escapar ese gemido frustrado, sus nudillos estaban casi blancos por la fuerza con la que había sujetando las sábanas…

—Lárgate…—dijo aparentando que no estaba molesto, que nada había pasado.

—Aún no he terminado contigo…—Agon lo besó, demandando toda su fuerza, pero Hiruma no hiso nada, solo se quedó quieto, como si nada pasara.

—Ya terminaste, no tengo tiempo para esto, Lárgate jodido rastas…—siguió fingiendo la sonrisa, soltando las sábanas, relajando su cuerpo, tratando de no estallar toda la ira que estaba sintiendo contra ese estúpido que se estaba burlando de él, si tan solo pudiera llenarlo de agujaros justo ahora…

—Me iré hasta que quiera, basura—lamió su oreja, disfrutando de molestarlo, sabía que estaba temblando de rabia, si lo seguía presionando lo haría estallar—Hoy me quedaré aquí, quieras o no…—

—…Entonces quítate de encima…—pero el otro ni se dio por enterado.

Agon simplemente lo abrazó, acomodándose para dormir, dejándolo sin la posibilidad de escapar de la prisión que eran sus brazos…

—*Jodido hijo de puta… Vas a arrepentirte de esto…*—Hiruma se quedó ahí, sin moverse, sintiendo el aliento tibio, la respiración de Agon, sobre su hombro, seguramente ese maldito se dormía profundamente dentro de poco y entonces él se escaparía, para poder llenarlo de huecos a su antojo. Solo un poco más y la dulce venganza sería suya… Aunque justo en ese momento tenía una duda ¿Por qué ese bastardo había optado por no penetrarlo si era eso lo que quería?... ¿Qué era lo que pretendía? ¿Solo burlarse? No lo creía ya que Kongo Agon, el escogido por los dioses, aplastaba a todos a su alrededor. Algo estaba tramando seguramente… Y tenía la sospecha que era algo que no quería saber….

Notas finales:

Bueno es todo, ahi me diran si les gusta ^^ [mocosas ¬¬ me han presoinado XD]


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