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Rencuentro por Solin

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Notas del capitulo:

Disculpen la demora, pero debido a mis pasadas “vacaciones” el trabajo se acumulo demasiado y apenas me dio tiempo de terminar el capitulo. 

 

Lee despertó temblando, atemorizado por las pesadillas que lo atormentaron toda la noche ¿Acaso eran una advertencia? ¿O eran solo la manifestación de sus temores que amenazaban con consumirlo?

         La mañana siguiente después de dejar a Aiko en la escuela, se dirigió a la oficina. Después de una difícil mañana de trabajo, tomo el teléfono realizo la llamada que tanto temía.

         La secretaria del médico de Aiko fue cordial, pero directa, los resultados de los análisis de la pequeña no podían darse por teléfono, así que lo cito a las cuatro de la tarde en el hospital. Durante las horas siguientes Lee siguió trabajando aun que sus nervios estuvieran destrozados debido a la angustia que sentía al pensar que algo malo pudiera sucederle a su amada hija.

         Apenas había tomado asiento en el consultorio del médico cuando este comenzó hablarle seriamente.

         -Aiko tiene un Astrocitoma. Así que le sugiero que sea intervenida quirúrgicamente lo más pronto posible.  

         Lee sintió que su mundo se desmoronaba al escuchar esas palabras, y de inmediato su mente analizo todas las implicaciones que estas tenían y la más preocupante era el dinero.

         -Puedo sugerirle a un excelente neurocirujano, ¿quiere que mi secretaria le arregle una cita con él?

         -Por favor- respondió rápidamente, la salud de su hija estaba por encima de todas las cosas.

         Después de  arreglar la cita con el neurocirujano, Lee abandono el hospital. Conducía su auto aun aturdido por la horrible noticia que el médico le acababa de dar.

         Se detuvo ante la luz roja del semáforo y dejo que su mirada vagara. De pronto sus ojos se detuvieron en un elegante Lexus plateado, que se había detenido junto a su coche.

         Con la mirada desorbitada por la sorpresa, Lee reconoció el rostro del conductor, era Gaara no Subaku. Quiso apartar la mirada, aun que fue demasiado tarde ya que había sido descubierto y lo contemplaba con enorme frialdad.

         El sonido de una bocina lo hizo comprender que ya se había puesto la luz verde, así que piso el acelerador y se puso en camino. Después de unos minutos, se dio cuenta de lo tenso que estaba, ya que sujetaba el volante con gran fuerza y un ligero sudor le cubría la frente, ¿Cómo era posible que ese hombre aun pudiera alterarlo tanto? Se preguntaba enfadado.

         Le tomo casi una hora poder controlarse y llegara a la casa Tenten. Llamo a la puerta y fue Aiko quien le abrió.

         Lee rápidamente la envolvió en sus brazos mientras le besaba las mejillas diciéndole cuanto la quería.

         -Preparare café- le dijo su amiga al verlo en la puerta

         - No puedo quedarme te llamare luego, ¿te parece después de la ocho?- le digo con una sonrisa tensa.

         En su departamento, después de darle de cenar a Aiko, arreglar la cocina y esperar a que su hija se acostara, Lee tomo el teléfono y marco el número de información, rezando para que pudieran proporcionarle el número que necesitaba.

         Sin embargo le informaron que el número de Gaara era privado, así que pidió el de su empresa, pero cuando no le contestaron a esa hora de la noche. Maldijo entre dientes. No tenía más remedio que esperar hasta el día siguiente a no ser que hablara con Takeshi Matsumoto y le pidiera el número privado de su nuevo cliente. Rechazo esa idea al comprender que no tenía ningún pretexto para justificarse ante su jefe. Este sufriría un ataque cardiaco si de pronto le dijera “o por cierto señor Matsumoto, olvide comentarle Gaara no Subaku es mi ex esposo”.

         Mañana pensó decidido Lee. Conseguiría su objetivo  aun que utilizara armas prohibidas.

         Nuevamente durmió mal, la imagen d Gaara apareció en sus sueños una y otra vez aun que su inconsciente tratara de rechazarla no podía lograrlo.     

         A la mañana siguiente después de dejar a Aiko en la escuela Lee se dirigió a su trabajo, entro a su oficina y cerró la puerta, para tener privacidad y pode realizar la llamada que durante años se negó a hacer.

         Sentía como los nervios lo invadían, mientras esperaba que contestaran. Solo el recuerdo de su hija le daba fuerzas  para no colgar el teléfono.

         Después de algunos minutos, se vio obligado aceptar que Gaara era prácticamente inaccesible para la gente común. Quien quisiera hablar con él, debía dejar su de teléfono, para cuando le fuera posible, el importante hombre de negocios se dignara a comunicarse.

         La idea de esperar todo el día a que Gaara llamara, si es que se decidía hacerlo, lo hacía sudar frio. Solo tenía una manera para lograr contactar con él, y la puso en práctica.

-Gaara no Subaku- pidió con frialdad a la recepcionista. Sin darle tiempo de  contestar, agrego- dígale que lo llama su esposo.

-El señor No Subaku no está en la oficina. En cuanto llegue le diré que se comunique con usted- contesto con voz sorprendida.

¡Maldicion! Pensó Lee no podía preguntar su número de celular, pues eso despertaría sospechas.

-¿A qué hora llegara?

-Por la tarde. Tiene una cita a las tres y otra a las cuatro.

-Gracias, entonces estaré allí  las cuatro y media- dijo Lee con firmeza, después de colgar se puso a trabajar con ahincó para poder recuperar el tiempo perdido.

         Eran la cuatro y quince cuando llego al moderno edificio en el que se encontraban las oficinas de las empresas Subaku, con paso firme cruzo el vestíbulo y entro al elevador. Las puertas de este se abrieron ante la recepción.

         A esa hora Gaara ya sabría que lo había llamado ¿Pero y si se negaba a recibirlo? “piensa positivamente” le aconsejaba su alegre voz interior.

         Camino con paso firme a través de la elegante recepción. Y se presento ante la recepcionista con voz clara y sonriendo con seguridad.

         -El señor Subaku no Gaara todavía está en la reunión- le informaron con cortesía- Su secretaria lo llevara a su oficina, donde podrá esperarlo.

         Lee suspiro al comprender que había pasado la primera prueba y siguió a la elegante secretaria que lo escolto a un hermoso salón. En el que se encontraba un elegante bar muy bien surtido, el cual encontró tentador, pero el alcohol con el estomago vacio podía causar aun más estragos en sus nervios.

         Los minutos pasaban y Lee empezó a preguntarse si él no estaría jugando algún juego diabólico. La idea de encontrarse a solas con Gaara lo hacía sentirse mal. Un dolor torturo su estomago y comenzó a sudar frio.

         ¿Qué lo entretenía tanto? Una rápida mirada al reloj le confirmo que ya habían pasado diez minutos, ¿Cuánto más debía esperarlo?

         En ese momento la puerta se abrió y sus ojos se posaron en la figura que entro en la habitación. Su corazón dio un salto y sintió como si le recorriera fuego por las venas. Era ridículo que Gaara le produjera tal efecto, así que se esforzó por respirar profundamente para tranquilizar los latidos de su corazón.

         Con el traje negro, la camisa roja y la corbata de seda, Gaara estaba más formidable de lo que Lee esperaba. Era intimidante.

         Gaara cerró la puerta y camino hacia Lee, quien se puso de pie impresionado por la virilidad que emanaba de él. Perecía una pantera al acecho, esperando el momento de atacar a su vulnerable presa.

         El silencio entre ellos era tan profundo, que Lee tenía miedo hasta de respirar.

         -Dejémonos de frases gentiles y vamos al grano- comento con rudeza.

         -No estaba seguro de que aceptarías verme- hablo con nerviosismo.

         -Tal vez me venció la curiosidad- sus ojos eran tan fríos como el hielo y su voz estaba llena de ira.

         Lee tenia deseos de golpearlo, de derrumbar su control. Pero eso era imposible, así que debía dominarse. Además, Aiko necesitaba la ayuda que solo el dinero podía brindar.

         -¿Café?

         -Por favor

         Sin pronunciar palabra alguna Gaara se dirigió al escritorio y tomo el teléfono. Después de pedirle a su secretaria las bebidas, se giro a enfrentar a su invitado.

         -¿Cuánto Lee?- pregunto con expresión cínica- Supongo que por eso estas aquí.

         Lee guardo silencio un momento, mientras buscaba una respuesta civilizada. Ya antes había calculado la cantidad de dinero que necesitaba, así que contesto sin titubear.

         -Treinta mil dólares

         -El aborto es muy costoso

         Los negros ojos brillaron de rabia. La furia crecía en su interior sin control. Sin reflexionar ni preocuparse por el daño que podía causar, Lee tomo lo primero que encontró.

         Gaara se hizo a un lado cuando un pesado cenicero de cristal pasó a su lado, junto a su cabeza para luego estrellarse contra un cuadro en la pared. El sonido del impacto fue explosivo. En cámara lenta Lee vio como el cuadro caía al suelo, mientras el cenicero rodaba por la alfombra hasta el centro de la habitación.

         El silencio que reinaba en la habitación era abrumador. Lee  no podía moverse, sus músculos estaban paralizados por la tención. Quería salir de esa oficina, del edificio, de su vida, pero todavía no era el momento adecuado.

         -Entonces, tomando en cuenta tu emotiva reacción, ¿debo asumir que no llevas en el vientre la semilla de un hombre, y por lo tanto no es necesario el aborto? –solo por su fría mirada y por el nervio que le temblaba en la mandíbula, podía deducirse que estaba enfadado.

         -No me compares con las personas con las que sueles revolcarte- le dijo con voz temblorosa.

         - No tienes fundamentos para hacer tal acusación.

         -No soy tan ingenuo como para creer que has permanecido célibe durante los cinco años que hemos estado separados- replico Lee, no como yo, pensó.

         -¿Acaso venirte a juzgar la conducta sexual que lleve durante la separación que tu provocaste?

         -Si podías dormir con Sai cuando estábamos casados, estoy seguro lo seguiste haciendo cuando te abandone- dijo dejando salir la amargura que había guardado durante todos esos años.

         -Déjate de tonterías Lee – consulto su reloj y agrego- Dentro de nueve minutos tengo una junta importante. Sabiendo cuanto me desprecias me intriga saber que te pudo desesperar tanto que te obligo a buscarme y pedirme dinero.

         -Alguien que me preocupa mucho necesita una operación- digo la verdad aun que omitiendo un pequeño detalle.

         - Un hombre

         - No

         -¿Entonces quien?- insistió con voz suave pero con una mirada penetrante.

         - Una niña

         -¿Puedo preguntar de quien es la niña?

         Gaara no lo dejaría en paz hasta que le contara todos los detalles, y eso lo hizo odiarlo con más intensidad. ¿Cómo se pudo enamorar de un hombre capaz de causarle tanto dolor y odio? Se preguntaba.

         Cinco años atrás, Lee le había pedido una explicación, pero Gaara era un hombre que no negaba, confirmaba o admitía sus actos. Como resultado las recriminaciones que Lee le hacía, solo una vez lograron enfadarlo. En esa ocasión, lo castigo como al niño que consideraba que era y cuando él lo golpeo, lo llevo a la cama y le dio una lección que jamás olvidaría.

         A la mañana siguiente, el hizo su equipaje y después de llamar a su madre y explicarle brevemente los hechos, lo abandono. Ese fue el ultimo contacto personal que tuvo con su esposo.

         -Es mi hija- confeso, mirando las duras facciones varoniles.

         -Entonces te sugiero que recurras a su padre- le dijo con tanta molestia que no le quedo más remedio que decirle la verdad.

         -Aiko nació siete meses después que te deje- le mostro los documentos que traía, el acta de nacimiento, pruebas sanguíneas y fotos de la pequeña, donde se notaba el parecido que tenían- es tu hija Gaara.

         -Dime- pidió con vos peligrosamente suave- ¿Hasta cuándo ibas  a ocultarme su existencia?

         -Cuando ella fuera más grande le iba a dar la oportunidad de que te conociera- explico con honestidad.

- ¡Gracias!- su voz sonaba fría- ¿Y cómo planeabas hacerlo? ¿Acaso iba a llegar a mi puerta con una nota en la mano? – estaba furioso y no podía ocultarlo. Parecía capaz de todo, así que  Lee dio un paso atrás, como un instinto de conservación- No sabes cómo me gustaría torcerte el cuello- controlando su ira, pregunto- ¿Qué operación necesita?

         Lee le explico todo con rapidez, sin omitir detalles mientras observaba como escribía algo en un papel.

         -Dame tu teléfono y tu dirección.

         -No es necesario que te molestes tanto en comprobar la veracidad de lo que te estoy contando.

         -No creerás que voy a darte un cheque y dejarte salir así como así- mascullo, mirándolo con fijeza.

         -Hare lo posible por pagarte hasta el último centavo.

         -Eso espero.

         El que llamaran a la puerta fue una bendición. La secretaria entro a la oficina y coloco la bandeja con el café en una mesita, sin dar muestra de haber notado el cuadro roto y el cenicero tirado en la alfombra.

   

         -Hiyori, llama a Kaito Kobayashi,  ofrécele disculpas  y programa nuestra cita para el próximo lunes- la secretaria sonrió y salió de la oficina.

         - No es necesario que canceles tu cita- le decía mientras se levantaba con intención de irse.

         -¿Adonde crees que vas?- exigió Gaara, de manera tajante.

         -A casa

         -Quiero ver a la niña

         -No – se opuso, aturdido por imaginar el primer encuentro de Aiko con su padre- No quiero que tu presencia la altere.

         -O que te altere a ti- declaro con suspicacia- Ya debes saber que esta vez no te dejare marchar.

         Lee se estremeció. Sabía que estaba tratando con un hombre cuyo poder era casi ilimitado. Solo un loco lo subestimaría, y Gaara parecía estar dispuesto a torturarlo, hasta que le suplicara clemencia.

         -No puedes hacer nada para evitar que me vaya

         -Quiero a mi hija, Lee. Ya sea que nos reconciliemos y reanudemos nuestro matrimonio, o que solicite a la corte la custodia de la pequeña. La decisión es tuya.

         - ¡No! No tienes derecho…

         - Tienes hasta mañana para cambiar de opinión, puedes llamarme a este teléfono- le dijo dándole una tarjeta

         - ¡El chantaje es un crimen!

         - Ya te di a conocer mis planes y te estoy ofreciendo la oportunidad de elegir.

         - ¡Me niego a reiniciar un matrimonio con un marido que divide su tiempo entre su esposo y su amante!- ante la mirada incrédula de Gaara, continuo- No te molestes en negarlo. Mucha gente se deleito al asegurarse de que me enterara de los últimos chismes. Hubo una “amiga” que incluso me proporciono recortes de periódicos que demostraban tu infidelidad.

         - Me doy cuenta que tu obsesión por las suposiciones no ha disminuido

         -Ni mi odio hacia ti

         - Es admirable tu devoción hacia nuestra hija, incluso tuviste el valor de enfrentarme- opino, con una sonrisa fingida.

         - Lo hice porque no me quedaba otra opción – las lagrimas estaban a punto de traicionarlo, pero parpadeo varias veces para eliminarlas. Sin más salió de la oficina con la cabeza en alto. Forzando una suave sonrisa al despedirse de la secretaria mientras subía al elevador.

 

 

 

 

 

Notas finales:

 Espero sus opiniones nos vemos pronto 


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