Capítulo 1
Sena cambió la bolsa de mano al levantar la vista hacia el cielo y dos grandes gotas de agua salpicaron su mejilla izquierda. Su cuerpo estaba dolorido por el agotador entrenamiento y para colmo había olvidado traer un paragüas.
Los Cielos se abrieron sin piedad y Sena se refugió bajo el umbral de la tienda más cercana, suspiró viendo cómo una lluvia fortísima oscurecía la tranquila calle en medio de la noche. De vez en cuando un coche cruzaba la carretera levantando con sus ruedas el agua estancada y haciéndola volar contra la acera.
Había estado lloviendo todo el día y Sena debía haber previsto mejor el riesgo de salir a la calle sin paragüas, pero para ser sinceros lo único en lo que había estado pensando era el momento en que por fin se dejase caer en la cama tan pronto como hubiese terminado el recado y vuelto a casa; al parecer debería esperar un poco más para disfrutar de tal privilegio.
Sena se quedó inmóvil, mirando la calle mientras esperaba (lleno de fé) a que la lluvia parase. A lo lejos pudo distinguir una figura, grande e imponente, atravesar caminando el aguacero lleno de determinación. Sena compuso una sonrisa simpática mientras él (con esos hombros debía ser un chico) se acercaba corriendo. La sudadera del hombre estaba empapada y Sena podía ver la lluvia goteando desde la punta de la nariz enrojecida del chico. El pelo oscuro se le adherió a la frente por la humedad así como los pantalones de chándal se le adherían a las piernas.
Sena miró hacia otro lado cuando un coche pasó junto a ellos y se pegó rápidamente contra el frío muro para apartarse de la trayectoria del agua. Aún podía oír el ruido constante de las pisadas del chico, sabía que mirar una segunda vez sería grosero y en su lugar levantó la vista hacia el oscuro cielo, esperando en vano a que las nubes negras se disiparan sobre los rascacielos de Tokio.
Como era de esperar, no ocurrió nada.
"¿Kobayakawa Sena?" Sena bajó la vista sorprendido.
"'¡Shin-san!"
"¿Estás bien?" El linebacker lo miró de arriba abajo, esperando encontrar alguna herida o lesión que le hubiese impedido moverse del sitio.
"Estoy bien, sólo algo cansado. No me apetecía andar bajo la lluvia hasta casa, ya sabes" respondió Sena con una sonrisa.
"Se supone que la lluvia continuará durante toda la noche" le informó Shin, con tono de disculpa.
"Oh," Sena volvió a mirar el cielo con gesto cansado "entonces supongo que debería volver" dijo encogiéndose de hombros con una mueca de angustia.
"¿Te duele algo?" Shin frunció el ceño.
"No, no, estoy bien" Sena rió un poco nervioso mientras se rascaba la nuca "Hiruma nos ha preparado una sesión intensiva de entrenamiento" .
"Déjame llevar tu bolsa".
"¿Mi bolsa?" Sena miró su propia bolsa de deporte con cierta sorpresa, "oh no, no pasa nada, está bien" Sena sonrió de nuevo, "creo que va siendo hora de ponerse en marcha". El estudiante miró con aprensión los charcos de agua repartidos por toda la calle antes de dar un paso hacia la lluvia helada. "Argh, ¡qué frío!" exclamó mientras cerraba los ojos al notar como el aire congelado se colaba por la nuca, bajaba por el cuello de su camisa y lo invadía hasta que su camisa quedó empapada en cuestión de segundos.
El runningback, totalmente congelado, abrió los ojos con lentitud y se quedó boquiabierto al ver cómo Shin se quitaba la ropa en medio de la tormenta.
"Shin-san, ¿qué estas...?" su pregunta se vio truncada cuando Shin le tendió su sudadera "No, ¡No puedo aceptarlo! ¡Está lloviendo y te vas a congelar!"
Shin se encogió de hombros, inmóvil bajo la lluvia con una simple camiseta corta de color azul que rápidamente pasó de estar húmeda a empapada, "mi masa corporal es mucho mayor a la tuya, no soy tansuceptible al frío como tú".
"¡Shin-san, estás temblando!" Discutió Sena.
"Simplemente necesito reajustarme a la temperatura ambiente, no me la pienso poner de nuevo así que deberías cogerla"
Sena bajó la vista hacia la sudadera; estaba mojada y cuanto más tiempo estuviese bajo la lluvia más fría se volvería, la promesa de resguardarse en ella de la lluvia helada que se colaba por el cuello de su camisa era demasiado tentadora. Rápidamente dejó la bolsa en el suelo y se la pasó por encima de la cabeza para ponérsela.
Olía a humedad y sudor, se tragó sus brazos y le llegaba hasta la mitad de los muslos, el calor de Shin aún seguía allí e hizo sonreír a Sena mientras tiraba de las mangas para dejar libres las manos.
Shin aprovechó la distracción para coger rápidamente la bolsa de Sena, sosteniéndola con fuerza mientras esperaba pacientemente.
Sena miró su bolsa impotente "te dije que no pasaba nada", protestó, sabiendo que inmediatamente su protesta sería ignorada.
"Te estás mojando mucho", respondió Shin con claridad.
"Tú también", protestó Sena, con un deje infantil de rebeldía.
"Sí".
Sena miró hacia arriba con expresión triste "porque me has dado tu sudadera."
"Entonces tendré que acompañarte a casa para que me la devuelvas".
Sena entreabrió los labios para discutirlo pero la expresión seria e imperturbable del linebacker lo confundió.
"¿Dónde está tu casa?"
"Pero...", la expresión de Shin permanecía imperturbable y Sena sintió que el último retazo de voluntad que quedaba en él se había desmoronado bajo la mirada severa de Shin, "... es p-por aquí...". Sena comenzó a andar en la dirección por la que había venido Shin y el otro adolescente apresuró el paso hasta ponerse a su lado.
Caminaron silenciosamente mientras la lluvia seguía cayendo sobre ellos sin piedad al doblar la esquina iluminada de los suburbios de Tokio.
Sena escondió la cabeza en el cuello de su sudadera prestada en un intento por eludir el frío que congelaba su piel expuesta, tiró con los dedos del exceso de tela a su espalda hasta taparse por completo. El muchacho recordó con un pequeño sobresalto avergonzado que aquello era una sudadera y que, por tanto, tenía capucha. Con un movimiento rápido tiró de la tela sobre su cabeza y cayó sobre sus ojos un muro azul que lo protegía de las posibles miradas que le pudiese dedicar su rival debido a su reacción tardía.
Shin no dijo nada, y no es que Sena esperase realmente que dijese nada pero de repente el silencio se impuso mucho más grave de lo que era segundos antes. El runningback jugueteó con el exceso de tela de su sudadera extragrande mientras pensaba en una conversación amigable que tener con Shin.
"¿H-has estado mucho tiempo fuera?"
"Sí."
"..."
El silencio parecía burlarse de su lamentable intento de conversación.
"Ehm... Así que... ¿Cuándo es el próximo partido de los Oujou?"
"Mañana."
Sena parpadeó sorprendido, "¿Mañana? ¿No estarás cansado si entrenas antes de un partido?"
"Entreno cada día. Mi estamina será la apropiada."
"Pero... ¿Entrenarás después del partido también?"
"Por supuesto."
"Debe de gustarte mucho el fútbol americano..." respondió Sena, impresionado por la determinación del otro.
Shin bajó la vista, hacia él, con curiosidad "¿Gustar?" Sena le miraba cuando volvió la vista de nuevo, distante "...Supongo".
"¿Lo supones? ¡Pero si te esfuerzas un montón!"
"Me gusta fortalecerme."
"P-pero tú ya eres... muy fuerte..." Una rápida lista de las cosas que Shin había roto por accidente debido a su ridículamente enorme fuerza pasó por la mente de Sena.
"Quiero ser más fuerte para poder luchar contigo en nuestro próximo partido."
"¿Te gusta fortalecerte para así poder luchar contra.. mi?" repitió Sena, con sorpresa. Incluso después de haber aceptado a Shin como su rival aún no había terminado de aceptar realmente que el sentimiento fuese mutuo.
"Me gusta jugar contra ti."
"Oh," Sena sintió un cálido cosquilleo arremolinarse en sus mejillas y rápidamente bajó la cabeza cuando una pequeña sonrisa curvó sus labios. Por el rabillo del ojo podía ver la silueta empapada de Shin. La camiseta mojada se había adherido por completo a su pecho, moviéndose como una segunda piel sobre sus músculos, testamento inequívoco de su enorme fuerza. Sena sintió, como siempre que tenía a Shin cerca, un pequeño sentimiento de inferioridad seguido de una inamovible determinación por mejorar.
Sena sonrió, "A mí también me gusta".
Shin bajó la vista, con la leve insinuación de una curva en sus labios, luego hizo una mueca mientras se giraba -su ropa encontraba nuevos lugares a los que adherirse- y preguntar "¿Dónde está tu casa?
"¡Oh, lo siento!" Los ojos de Sena escudriñaron la calle rápidamente con un sentimiento desconocido en la boca del estómago, rió nervioso mientras se rascaba la nuca y apuntaba una puerta cinco casas más atrás, "era esa", admitió.
Sena se deslizó por el umbral de su puerta con las mejillas encendidas mientras recordaba la última conversación con Shin. ¡Sólo él era tan estúpido como para perder de vista su propia casa!
"Sena-kun, ¿eres tú?" preguntó su madre desde la sala de estar. Sena se obligó a sí mismo a centrarse en el presente.
"Sí, acabo de volver"
"Dios, ¡debes estar empapado, ni siquiera te has llevado chaqueta!"
"No, está bien, me dejaro-" Sena se quedó a media frase al darse cuenta, con horror, de que aún llevaba la sudadera de Shin.
"¿Qué ocurre, cariño?"
"Erhm... Nada. Bueno, ¡voy preparando el arroz!" Sena corrió a la cocina mientras le daba vueltas a cómo iba a devolver la sudadera. ¿Tal vez si averiguase - de alguna forma - su dirección, podría enviársela? O tal vez podría devolvérsela al día siguiente después del partido -excepto que al día siguiente era Viernes y tenía escuela- O tal vez podría ir tras él, en ese instante, ¿parecería demasiado estúpido? Los pensamientos de Sena se fueron apagando; sí, parecería estúpido, ni siquiera sabía en qué dirección se había ido Shin.
"Sena, estás muy callado, ¿estásbien?"
Sena se sacudió sorprendido al darse cuenta de que la bolsa de arroz se le resbalaba peligrosamente de entre las manos.
"Eh, ¡Sí, estoy bien!" Le respondió mientras colocaba la bolsa de arroz sobre la mesa y ponía a punto la bolsa para reciclar en la papelera. "¡Voy a mi habitación!"
"Está bien cariño, ¡Buenas noches!"
"Buenas noches, Sena".
"¡Buenas Noches!" Sena se mordió el labio mientras subía rápidamente las escaleras, hizo una mueca ante el tacto húmedo de la ropa e inmediatamente se la quitó al entrar en su habitación. Su cuerpo se estremeció con el frío al coger unos pantalones de chándal cómodos y una vieja sudadera sacada de las profundidades de su armario y apresurarse a ponérsela sobre la piel de gallina.
Sena recogió la sudadera de Shin, que había dejado sobre la silla, y la colocó con cuidado sobre el radiador bajo la ventana. Mientras observaba el torrente de agua precipitarse tras los cristales se preguntó brevemente si Oujou podría llevarlo a Juicio por hacer que su As contrajese neumonía.