Capítulo 2
Por segunda vez en dos días Sena caminó hasta la tienda justo a la vuelta de la esquina de su casa sintiéndose desgraciado; nunca entendería porqué su madre no le había recordado ayer que no quedaba leche, en vez de hacerle volver otra vez.
Sena suspiró mientras la lluvia caía a plomo sobre su débil paragüas y tiraba más de su abrigo para cubrirse con la mano libre. Al menos esta vez iba preparado para enfrentar el temporal.
Cuando entró una oleada de aire caliente le golpeó desde el climatizador que estaba por encima de su cabeza. Se hizo de rogar bajo el aire caliente mientras cerraba su paragüas, creando un pequeño charco sobre el suelo de linóleo con las gotas que caían de él.
"Uh, ¿Perdone?" Sena dio un salto y se volvió para ver a una niña bajo la lluvia, esperando claramente a que se moviera.
"¡Oh, lo siento!" Sena se apartó rápidamente para dejarle sitio mientras hacía una reverencia a modo de disculpa.
"Gracias", la niña también hizo una pequeña reverencia antes de trotar felizmente hacia la sección de dulces.
"Uh, bueno..." Sena se apagó, algo sonrojado mientras se preguntaba cuánto tiempo habría estado la niña esperando a que se moviera. Sus ojos escudriñaron rápidamente su alrededor en busca de alguien que se hubiese dado cuenta de lo ocurrido y al momento encontró a una señora mayor que esperaba en caja mirándolo con desaprobación. Sena agachó la cabeza dirigiéndose a la zona dónde los frigoríficos zumbaban acompañados del chirriar de las ruedas de los carritos. Cogió 2 litros de leche de una línea completa de ellos y se dirigió directamente a una zona de autopago para evitar las largas colas de madres con carritos cargados con la compra de toda una semana y sus respectivos hijos gritando. El servicio de autopago estaba justo frente a la puerta y (mientras esperaba a que el hombre frente a él escaneará un paquete de condones, una lata de nata montada y un paquete de fresas fuera de temporada) Sena intentó ver, a través de la puerta, si seguía lloviendo.
Y por supuesto aunque la avalancha de paragüas no dejaba lugar a la duda Sena pensó que comprobarlo con sus propios ojos era lo correcto.
A los pocos minutos Sena estaba de pie en la entrada, mirando aprensivamente el torrente de agua que sin duda caía del cielo. La bolsa nueva ya le estaba haciendo daño en la mano cuando le dedicó una mueca al aguacero.
Shin pasó corriendo.
Sena se quedó en blanco durante un momento antes de lanzarse a correr tras él.
"¡Shin-san!" llamó Sena mientras luchaba por enderezar su paragüas.
Shin dio media vuelta para saludarlo, "Kobayakawa Sena", hizo una pequeña reverencia que Sena imitó a toda prisa.
"¡Bien hecho en el partido de hoy!" dijo con una sonrisa.
"Gracias", Shin se inclinó de nuevo, "¿Comprando otra vez?"
"¿Eh? Oh, sí, mi madre se dio cuenta esta mañana de que también nos faltaba leche" Sena le dedicó una sonrisa algo triste al chico frente a sí. Estaba empapado, otra vez, con una gruesa sudadera azul que se adhería casi por completo al cuerpo bajo ella , "tienes una nueva sudadera", comentó Sena tímidamente.
"Sí."
"Err... Yo... todavía tengo la tuya, está en casa, la puse en el radiador" a Sena se le encendieron las mejillas ante la confesión y tuvo que apartar la mirada de los penetrantes ojos de Shin.
"Sí, por eso me he comprado esta".
"¡Oh, lo siento! Debí habértela llevado tras el partido, o llevártela a casa, o.. o.. " se estancó y rápidamente hizo una reverencia de disculpa, la culpabilidad teñía sus mejillas ardiendo de rojo.
"Hoy tenías clase y no sabes dónde vivo", respondió Shin con una expresión seria.
"Ah-bueno...sí...pero... ¡puedo traértela mañana! Haces el mismo camino cada noche, ¿verdad?"
"No tienes que preocuparte, ya no necesito esa sudadera"
"Ah... Yo... pero.. ¿No la quieres?"
"Puedes deshacerte de ella si quieres".
Sena entreabrió los labios para responder pero cuando todo lo que salió fue otro "oh" volvió a cerrar la boca de nuevo. La lluvia martilleaba sobre su paragüas con fuerza mientras Sena miraba con cierta fascinación como enormes gotas de agua caían desde el flequillo de Shin.
"Debo continuar", dijo finalmente Shin tras unos minutos de silencio.
"Oh, claro, ¡por supuesto!" Sena volvió a dedicarle una reverencia al chico, viendo a través de su pelo como el otro lo imitaba.
"Adiós, Kobayakawa Sena" dijo Shin mientras se enderezaba.
"Err, sí, hasta luego... quizás, si mi madre olvida otra cosa, ya sabes" Sena se echó a reír mientras se rascaba la nuca con el dorso de la mano que sostenía el paragüas.
"Sí." Shin se giró y volvió a correr de nuevo.
Sena lo vio marchar, corriendo a la luz de las farolas de las calles de Tokio, con un sentimiento extraño de decepción. De repente el camino de vuelta le pareció extrañamente solitario y Sena se dio cuenta de que desde el momento en que lo había visto, había esperado que Shin le acompañase a casa de nuevo.