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Amai Kitsune 2.0 por Naruta

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Notas del capitulo:

¡Estoy tan emocionada que parece que me hayan regalado una tienda de golosinas entera para mí sola!

¡Hola! Probablemente ya no me recordéis, pero yo sí, ¡yo sí os recuerdo! 8D (Intenta controlar tu nivel de entusiasmo... Vale, ya.) Quizá me recordéis de otros fanfics que han sido borrados por no haberse completa como Baby Crissis o... o... yo qué sé, seguro que alguno más, pero como mejor me conoceréis es por ser la autora del fanfic Amai Kitsune, al cual dibujaron un doujin basado en la historia aunque al final no fue completado. ¡Pero eh, está genial! ¿Cuántas personas pueden decir que le han hecho un doujin? Jorl.

Hacía tanto, tanto, pero TANTÍSIMO tiempo que no pasaba por aquí que ni siquiera tenía la esperanza de acordarme de la contraseña... Me siento como cuando tenía trece años e, ilusa de mí, me creía alguien XD Ahora que tengo dieciocho puedo estar orgullosa de hablar de mis anteriores escritos como experiencias pasadas. Y sé que la mayoría de vosotras ha dejado de leer esto y ha ido directamente a la historia o simplemente ha cerrado, así que ABAMBABULUBA, BALAMBALABÚ.

¿Qué quereis que os diga? La nostalgia me puede, y el SasuNaru aún más. Al releer Amai Kitsune, he visto una idea que podría haber sido una gran historia y que se ha quedado en... ¡nada! ¡Nada en absoluto! Es tan tonta que me abvergüenzo de ello. La narración, la trama, el lemmon tan poco decente... Agh, por Dios, ¿¡por qué no me torturasteis cuando tuvisteis la oportunidad!?

En fin, aquí vuelvo con un remake de la historia. Mejor narración, mejores ideas, la cabeza más puesta en su sitio y con muchas ganas de mejorar.

Al principio la historia es algo igual. Quiero decir, respecto a estructura, trama original y tal, las he conservado por respeto, pero lo que viene siendo el contenido y la calidad... Bueno, no soy una escritoraza, pero está claro que en cinco años he tenido que aprender algo. Vamos, digo yo, juas.

Esta vez me he centrado más en la comedia y menos en la tragedia, porque estaba claro que, para la idea del fanfic (un Naruto con complejo de shota que se convierte en zorro y un Sasuke que modela, descabellado) me tomaba demasiado en serio a mí misma y después me monté un culebrón que si se sostenía ni tenía nada que ver con la primera versión. Está claro que la tontería pasa factura.

¡Espero que os guste esta historia que, de seguro, será mejor que la anterior! Muchos besos a todas y nos vemos de camino al Infierno <3

Capítulo Uno

Se suponía que aquel era el barrio más tranquilo de Konoha. Después de todo, estaba bastante alejado del centro y no había ningún edificio construido allí, solo mansiones y casas de lo más variopintas y enormes. No todo el mundo podía permitirse una vivienda en esa zona, solo las familias adineradas y mediáticamente influyentes, que tampoco eran muchas. Sí, era un barrio bastante tranquilo.

Se suponía.

—¡SASUKE-KUN, SOLO QUEREMOS UN AUTÓGRAFO TUYO!

—¡PUES YO QUIERO UN BOMBO!

—¡Por favor, Uchiha-san, una entrevista para la web del club de fans oficial!

—¿Eso de ahí es su mano? ¡Le he visto la mano! ¡Está ahí, en la ventana! ¡ME CAIGO MUERTA!

Y, tras ese último de comentario, un coro de violentos cacareos femeninos le sucedió, incrementándose más cada vez que otra chica aseguraba haberle visto asomando un pie, una pestaña o cualquier otro disparatado miembro del cuerpo. La verdad era que el causante de aquel alboroto ni siquiera estaba en la ventana, se hallaba tumbado en el sofá con los brazos cruzados sobre los ojos, esperando a que llegase su representante e intentando ahuyentar aquella jauría con el poder de la mente. Gruñía una especie de súplica mezclada con diez mil blasfemias que solo a aquel chico con complejo de Emo Cosquillas era capaz de pronunciar. Ni siquiera era capaz de ver la televisión, los gritos se escuchaban por encima de cualquier ruido interior.

Uchiha Sasuke era un apuesto joven asiático de diecinueve años que se ganaba la vida como modelo profesional. Tenía una constitución muy equilibrada y poseía una belleza universal, a todo el mundo le parecía bastante guapo con su media melena azabache de cardado natural y los ojos rasgados, finos y negros como el carbón. Su carrera comenzó cuando solo llevaba pañales, ya que su padre era un magnánimo empresario y su madre trabajaba en el elegante mundo del espectáculo y podían fácilmente enchufar a cualquiera de sus hijos. No obstante, se demostró más tarde que Sasuke tenía un talento natural que fue desarrollando con el paso de los años. El atractivo del chico y su actitud fría y misteriosa se convirtió en todo un icono pop de la época, incluso hizo varios cameos en series y películas. Con quince años se convirtió en uno de los menores de edad más ricos de la historia, y aunque fuese el mejor año de toda su carrera también fue el peor respecto a lo personal; una terrible noche de febrero perdió a sus padres en un accidente de avión. Después de eso, los fans se duplicaron, alegando que Sasuke era una persona muy valiente y digna de respeto. Cuando cumplió la mayoría de edad pudo acceder a toda su fortuna y decidió vivir solo en una de las casas del Yumeijin Tori, el barrio de las celebridades, lejos de su irritante y últimamente escandaloso hermano mayor.

Aún así, otro tipo de alboroto inundó su vida privada, y ese era el de las féminas e incluso fans masculinos que se agolpaban todos los días frente a su propiedad. Y, aunque tarde o temprano siempre acabaran llegando los policías, no podía depender toda la vida de las autoridades.

Su pasotismo tenía un límite. Debía hacer algo, y rápido, antes de que a las fanáticas enloquecidas y salidas les diese por desfogar sus deseos sodomizando las macetas de la entrada.

Sasuke se sobresaltó al no sentir a uno de sus asistentes, Rock Lee, acercarse y detenerse a su lado, sosteniendo el teléfono inalámbrico con las dos manos. El joven de cejas pobladas cerró los ojos e hizo una reverencia solemne antes de erguirse de nuevo.

—Su hermano, el señor Uchiha, desea hablar con usted. ¿Le paso la llamada?

El moreno suspiró profundamente y volvió a cerrar los ojos tapándose con un brazo. A pesar de no sentirse con ánimos de hablar con su hermano, extendió la mano libre e hizo un gesto, indicando que le diese el teléfono. Tras aquello, Lee hizo otra reverencia y se marchó de la habitación. Sasuke se colocó el aparato en la oreja y se masajeó el puente de la nariz con una mano, hastiado.

—¿Qué quieres esta vez, Itachi?

¡Ototo-baka! Estaba viendo un documental sobre la reproducción de los burros silvestres y me acordé de ti. Bueno, dime.

—¿Cómo que dime? Me has llamado tú a mí.

¡Oh, es cierto!

Sasuke bufó con paciencia mientras escuchaba el «kukuku» a través de la línea de Itachi. Era increíble lo mucho que habían cambiado ambos tras la trágica muerte de sus padres.

Quería comentarte que he leído una noticia bastante interesante en la revista Oh! Kirei Na que te involucraba. Hablaba de los múltiples acosos que sigues recibiendo en tu propia casa y de la pasividad con la que te enfrentas a eso. ¿Hasta cuándo vas a dejar que pase, Sasu-chan? Antes era gracioso, ahora solo es triste.

—No sé qué quieres que haga, la verdad.—contestó Sasuke encogiéndose de hombros. Itachi pareció no darse por vencido.

Pues, para empezar, impedir que te sigan dando por culo, aunque eso es algo que parece guastarte últimamente.—Sasuke gruñó a modo de respuesta.—Tan ingenioso y hablador como siempre, mi agudo hermano. Después podrías, no sé, poner guardaespaldas o vigilantes en la puerta. Eso seguro que acojona a las fans, o se los trincan para saciar sus deseos adolescentes. Da igual, el caso es que te dejen de tocar las narices.

—No quiero depender de alguien todo el tiempo para sentirme seguro. Eso me agobiaría aún más.

—Bueno, ¿y qué tal una solución más drástica?

—¿Como qué?—preguntó el pequeño ciertamente interesado, y eso era algo difícil de ver en él. Itachi se rió de forma maliciosa a través del auricular.

¿Qué tal perros guardianes? Pero ya sabes, de los gordos y grandes con los que te cagas las patas abajo si los ves, no un yorkshire o un pichón maltés, que conociendo tus gustos refinados seguro que acabas cogiendo uno de esos, delicada flor de loto.

—¿Perros guardianes?—preguntó incrédulo Sasuke, ignorando la última parte de la perorata de Itachi.—Me parece una idea estúpida y ridícula, aunque viniendo de ti no es de las más disparatadas.

¡Venga ya, Sasuke! Es económico -aunque eso no debería preocuparte a ti, maldito egoísta que no comparte nada con su hermano- y además efectivo. Unos vigilantes vale, no les van a hacer ni caso porque saben perfectamente que no les van a causar ningún daño, ¿pero un perro guardían? Aunque no les vayan a hacer nada porque estén adiestrados eso siempre asusta, porque los perros no tienen conciencia total de la situación, y seguro que acaban desistiendo y largándose. Vamos, tú pruébalo, y si no funciona que te devuelvan el dinero como en los anuncios.

Maldita labia natural de Itachi, la verdad era que se estaba empezando a replantear la idea. Tenía lagunas y seguramente no era tan buena como el mayor la pintaba, pero por probar no le pasaba nada. Además, Sasuke se sentía tremendamente solo y peligrosamente aburrido todos los días, al menos con unos perros tendría algo de compañía. Sus asistentes no contaban, ya que pocas veces había intentado entablar conversación y si lo hacía se sentía incómodo respecto al poder que ejercía sobre ellos. Después de todo, eran simples trabajadores, no actuarían ni hablarían con objetividad.

—Puede que por una vez en tu vida tengas razón, Itachi.

¡Pues claro que la tengo! Eso es tan obvio como que el cielo es azul y las rosas son rojas. O blancas. O negras. Bueno, ¿qué más da? Aquí lo que importa es que tú estabas equivocado y que yo soy el hombre más atractivo de toda...

Sasuke colgó, dejando a Itachi hablando solo por el teléfono y la mente vagando hacia las posibilidades que le brindaba la idea. Perros guardianes... No estaba mal, seguramente podría espantar a todas aquellas a las que el tema de idolatrar a un famoso se les había ido de las manos hasta límites paróxicos. No tenía nada que perder, ni siquiera dinero, ya que aquello equivaldría en términos más terrenales a comprarse la mitad de un chicle de los cutres.

De pronto, la mitad de una cara conocida al revés le tapó la visión, feliz y despreocupado. Sasuke se levantó de un salto, asustado, y maldijo entre dientes toda la estirpe del reción llegado, que levantó una mano en señal de saludo.

—Hey.

—¿Cómo que «hey»? Tenías que haber llegado hace dos horas.

—Ya sabes... el tráfico, esa marabunta de carne enloquecida de enfrente de tu casa que no me dejaba pasar, el tiempo que corre rápidamente y sin piedad...

El moreno suspiró, resignado. ¿Para qué iba a engañarse? Su representante, Hatake Kakashi, nunca iba a cambiar, tendría que aprender a convivir con ello. Kakashi era un hombre de unos treinta años con el pelo plateado y la cara normalmente cubierta por cualquier accesorio. Aquel día le tocaba un parche que tapara su ojo izquierda y una bufanda que le llegaba hasta la nariz. Sasuke se encogió de hombros, mirando el exterior a través de las vaporosas cortinas de la ventana.

—¿Cuándo van a llegar los policías?

—Hasta las doce de la noche se está permitido hacer ruido en la calle, así que deberán estar al caer.—replicó mirando su reloj de pulsera; eran las doce menos veinte. Cuando alzó la cabeza, se recogió las manos en los bolsillos.—¿Has pensado ya qué hacer con tu secta?

Sasuke entrecerró los ojos, aún observando lo que parecía ser una comuna hippie completa de obsesionadas.

—Voy a comprarme unos perros guardianes.

—Idea de Itachi, ¿eh?

Sasuke relajó los hombros con una gotita de sudor dibujada al lateral de su cabeza cual anime.

—Sí...

—Oh, bueno, viniendo de él no suena tan disparatado.

—Eso mismo le dije yo.

—Si quieres podemor ir ahora a comprarlos.

Sasuke se giró rápidamente con la nariz arrugada por la extrañeza.

—¿Ahora?

Kakashi sonrió cerrando su único ojo visible y contestó con voz melosa.

—¡Tengo muchos contactos interesantes!

Sasuke se estremeció al pensar que se arrepentiría de seguirle el juego al peliplateado.

—Mientras no me metas en algo ilegal, está bien.

—¡Nah! Aunque creo que el local atenta contra las leyes de doce estados y la moral de algunos europeos.—repuso tranquilamente, pensativo. Seguidamente, sonrió de nuevo levantando una mano.—Bien, ¿nos ponemos en marcha?

Sasuke rodó los ojos y se preguntó cómo podría ser tan idiota de dejarse llevar al final por personas tan poco fiables como Itachi y Kakashi en el ámbito de lo peligroso. No obstante, al fin y al cabo era su última esperanza. ¿Qué más daba? Con tal de poder dormir tranquilo sin que al día siguiente intentasen colarse en su cuarto de baño trepando con las enredaderas...

Kakashi y Sasuke salieron por la parte trasera de la casa donde, por supuesto, había más fans haciendo sentadas. Sin embargo, a las doce menos diez los policías comenzaron a movilizarse y a disipar la zona, cansados y de forma casi autómata. De hecho, Sasuke estaba seguro de que de tantas veces que habían desalojado la zona algunas fans ya se irían de cañas con ellos y todo después de eso. Kakashi y Sasuke salieron de su escondite y se montaron en el Chevrolet Impala del mayor, al cual le tenía más respeto que a su propia vida. De hecho, Sasuke estaba segurísimo de que, si Kakashi muriera, toda su herencia iría a nombre de ese coche.

Sasuke se tomó un tiempo para relajarse en el asiento del copiloto, observando a través de la ventanilla la luna llena que le perseguía postrada en el cielo. Los oídos le pitaban a causa del descanso por no estar escuchando el griterío y los músculos se le relajaron. Ni siquiera se percató de que se había quedado profundamente dormido.

—Eh, Sasuke, despierta. Ya hemos llegado.

Al moreno le costó bastante quitarse las telarañas de los ojos para espabilarse. No sabía cuánto tiempo había estado dormido, pero estaba completamente seguro de que no tenía ni idea de dónde se encontraba.

La calle era sombría y lúgubre, las luces de las faroles o eran tenues o estaban rotas. Los escaparates de las tiendas eran extraños y grotescos, ni siquiera podía deducir si se trataba de una multitienda, una perfumería o solo una broma de mal gusto. Tan solo identificó un establecimiento que parecía ser una pajarería, con jaulas vacías y utensilios de... ¿cocina?

—¿Qué es esto, Kakashi? Me has traído a la parte chunga del culo del mundo.

El peliplateado levantó un dedo y lo meció delante de él, chasqueando la lengua varias veces.

—Ese vocabulario, Sasuke. Oírte decir algo así es tan raro como una zapatilla en un frigorífico.

Sasuke rehusó a seguirle la corriente al mayor y así darle más razones para tocarle las narices, así que salió del coche con un escalofrío recorriéndole la espina dorsal por el ambiente frío del lugar. De pronto escuchó un «clic» y se giró, extrañado. Kakashi le saludaba felizmente desde el asiento del piloto del coche que había cerrado por dentro. Una vena de enfado se formó en la sien de Sasuke que gritó, alterado:

—¡Tú, traidor! ¿Pretendes que entre solo en la tienda?

—¿Y tú pretendes que deje el Chevrolet solo en esta calle? Venga, que el dependiente es de fiar. Es amigo mío.

Eso no le tranquilizó en absoluto a Sasuke, pero no le quedó más remedio que obedecer. Cogió aire y se giró para mirar al peliplateado como si no fuese a volver a ver a aquel hombre nunca más. Kakashi le saludó alegremente con la mano y la vena de Sasuke creció tanta que estuvo a punto de cobrar vida propia, así que se obligó a contenerse y a entrar en la tienda de una vez por todas.

Una peste a excrementos secos y pelo húmedo de perro le azotó la cara, por lo que por un momento se tapó la nariz. Se reprendió cincuenta veces en tres segundos haberle hecho caso a Kakashi y dejar que Itachi llevase la misma sangre que él, pero no le dio tiempo a mucho más, pues un extraño hombre con el pelo largo, los ojos pintados y la apariencia de Michael Jackson se cruzó en su camino, haciéndolo retroceder.

—¡Buenas noches! Bienvenido a mi humilde tienda.

«¿Qué eres tú y qué has hecho con el género masculino?», pensó Sasuke para sí mismo. El hombre se frotaba las manos con gesto risueño, como pensando «¡Por fin un cliente! Esta noche ceno». Sasuke recorrió la tienda con la mirada, buscando perros o algún tipo de animal que no fueran extraños bichos que no parecían ni salidos de la misma naturaleza. De repente, su mirada se posó en uno particular, un animal que brillaba comn luz propia y que no dejaba de mover la cola como si fueran las alas de una mariposa intentando echar a volar.

Un zorrito más parecido a una bola de pelo que a otra cosa le devolvía la mirada con unos ojos redondos y tristes del color del lapislázuli. El moreno se quedó embobado ante tal criatura sin percatarse, hechizado por la visión de tan curioso animal. Se acercaba cada vez más a él, entreviendo arañazos y magulladores entre su pelaje dorado que algún día sería hermoso, pero que en esos momentos lucía sucio y sin brillo. Al darse cuenta de que Sasuke lo observaba con curiosidad, movió más rápidamente la cola con las orejas pegadas a la cabeza, ilusionado. Parecía estar diciendo a gritos «¡Por favor, adóptame!».

—¿Qué es esto? ¿Un zorro?—preguntó Sasuke inclinado sobre la jaula y señalándolo con un dedo mirando al extraño hombre. Éste perdió su sonrisa de «voy a comprarme con su dinero un pollo asado del tamaño de mi cabeza» y caminó hasta ponerse a su lado con las manos entrelazadas.

—Sí, lo es, y mucho me temo que no está en venta, señor.

Sasuke volvió a mirar al zorrito, que esta vez se había colocado a dos patas agarrándose a las verjas y temblaba emitiendo un débil gimoteo. El moreno, que era como el Grinch solo que todo el año, ni siquiera pudo resistirse a eso. ¿Cómo podía dejar aquel indefenso animalito en ese lugar ahora que lo había visto?

—Dígame un precio.

—Le he dicho que no está en venta, señor...

—¿Cinco millones de yenes?

El hombre abrió mucho los ojos, escandalizado. Parecía que estuviera a punto de pagar a hacienda.

—¿C-cómo dice?

—Que yo le doy cinco millones si usted me da este zorro.

El travestido alternó su mirada entre el joven y el animal, sin dar crédito a sus ojos. Sasuke empezaba a perder la paciencia. El hombre despegó sus manos y las puso en señal de «stop», alucinando.

—¿Está dispuesto a pagar cinco millones de yenes por este zorro, señor?

—¿Me ha visto usted tartamudeando en algún momento?—preguntó, enfadado. Asintió con la cabeza una vez.—Sí, quiero el zorro, y usted quiere cinco millones, así que salimos todos ganando.

El hombre ni siquiera tuvo la cortesía de hacer como que se pensaba la oferta, simplemente esbozó una gigantesca sonrisa psicópata y respondió eufóricamente:

—¡Claro que sí! ¡Es todo suyo!

—Bien.—dijo secamente Sasuke sacándose el talonario del bolsillo y un bolígrafo de la chaqueta.—¿Me dice su nombre?

—Orochimaru. Orochimaru a secas.—replicó haciéndosele la boca agua. Sasuke escribió la cantidad y la firmó, tendiéndole el cheque al hombre. Después, el moreno se agachó y agarró al zorro, que comenzó a revolverse feliz. Por detrás, Orochimaru bailaba lo que parecía ser una danza tiki, balanceando el cheque delante de sus ojos.

—Espero que valgas tu peso en oro...—le dijo Sasuke al zorro con un cómico gesto concentrado, como si estuviese seguro de que el animal podía escucharle. El zorro gruñó alegremente y se estiró para lamerle la cara a Sasuke, emocionado.—¡Para! Estás sucio.

Sasuke salió de la tienda sin mirar el final de la danza de Orochimaru y contempló cómo Kakashi, con la cabeza apoyada en su puño cerrado. Fruncía el ceño al ver el zorro que llevaba debajo del brazo y que miraba con admiración y cariño a Sasuke.

—¿Qué es eso?—preguntó Kakashi cuando Sasuke se sentó y se puso el cinturón. Éste acarició el zorro por detrás de las orejas, sin mirarlo.

—Un zorro.—contestó simplemente. No estaba para sermones ni regañinas, para una vez que había tenido corazón y había hecho una buena causa...

—Es bonito.

Sasuke entrecerró los ojos asombrado por la reacción del peliplateado, que arrancó el motor y puso atención en la carretera, silbando. Sasuke siguió acariciando el zorro, que parecía ronronear en sus rodillas, y se distrajo cuando Kakashi preguntó:

—¿Qué harás con las fans?

—No lo sé, ya lo pensaré mañana.

Apoyó la frente en la ventanilla, sumido en sus pensamientos. Sentía la mirada del peliplateado clavada en su nuca.

—¿Ya tiene nombre?

En ese momento, un restaurante de comida rápida y fideos instantáneos pasó ante sus ojos. Sonrió de lado, divertido.

—Naruto.

Miró al zorrito que se había quedado dormido en cuestión de segundos.

—Naruto estará bien.

Kakashi se rió por lo bajo con aprobación.

—Qué nombre tan curioso para un zorro. Mola.

- x -

Aquella misma noche, Sasuke se encargó de hacer que el animal se encontrase lo más cómodo posible en aquel lugar. Lo curó, lo bañó, lo peinó y lo perfumó con una de sus colonias. Incluso le dio de comer y de beber antes de acostarlo en uno de los cojines más mullidos que encontró. Los sirvientes admiraban las escenas, escondidos detrás del marco de la puerta. No se podían creer que Uchiha Sasuke, el mismo que les mandaba a hacerle una tortilla porque él era demasiado vago para alimentarse por sí solo, se estuviera volcando tanto en un animalillo con complejo de bola de pelos rubia.

 

Sin duda alguna, aquella era una noche extraña para los habitantes de aquella casa, y ni siquiera aún había pasado lo mejor.

- x -

Sasuke se despertó al sentir un peso recostado al lado de su cabeza. Abrió los ojos con esfuerzo y se giró, contemplando al pequeño zorrito acurrucado en la almohada. Sasuke le lanzó una mirada de desaprobación, pero Naruto le contestó con una de pena infinita. Sasuke chasqueó la lengua y cerró los ojos.

—No llevas ni un día y ya te tengo consentido.

Notó cómo el zorro movía la cola y le daba unos lametazos en la cara. Sasuke frunció el ceño, gruñió, se limpió la cara con el dorso de la mano y volvió a quedarse profundamente dormido.

- x -

Los rayos del sol le molestaron en los ojos, sensibles a aquellas horas de la mañana. Sasuke carraspeó, notando la garganta seca, y pasó las manos por debajo de la almohada, decidido a dormir unos cuantos milenios más. Sonrió levemente cuando dos pequeñas manitas tibias se aferraron a su espalda hasta abrazarlo por completo y envolverlo en una calidez reconfortante que se complementaba con la respiración que le golpeaba en la nuca. Sasuke se tensó. La sensación reconfortante pasó a una de pánico que le llevó a actuar rápidamente, levantándose de un salto de la cama y resultando ser aquel método mucho más efectivo que un despertador. Sasuke adoptó una postura un tanto ridícula de defensa y se alarmó al ver lo que parecía ser un chico desnudo, rubio y de esféricos ojos azules más joven que él medio tumbado en la cama y mirándolo aturdido con la cara ladeada. El sentimiento de terror se incrementó al observar que aquel chico tenía orejas y cola de animal, además de unas marcas que se asemejaban a unos bigotes felinos en cada mejilla. Se preguntó cómo un jodido sueño podía ser tan vívido, aunque estaba empezando a tener la desagradable sensación de que aquello no era ningún sueño. Un frío estremecedor le recorrió la columa vertebral del Uchiha.

—¿Quién... qué eres?

El rubio parpadeó, confuso, y luego sonrió, incorporándose.

—Soy Naruto, Sasuke-san.

Continuará.

Notas finales:

Nada que añadir, solo diré: ¡Cacahuete!


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