No corría… escapaba, ya no quería saber mas de ese desgraciado que le hice tener esperanzas falsas… todos los te amo y tu eres el único en mi vida no eran para el, ni mucho menos tenia remordimientos en decirlo. Una vulgar mentira tras otra sin piedad.
Tomo el primer camión que lo llevara lejos de ese dolor que le carcomía el corazón. Sus lagrimas se habían secado ya, solo quedaban las marcas de un mar salado, sus ojos le recordaban como el los tenia.
Desapareció sin decir palabra alguna, no quiso dar más malas noticias de las que ya había, solo tomo una maleta y metió en ella lo que pudo, no se jacto en revisar lo que llevaba, estar mas tiempo en la capital solo significaba una cosa someterse a un idiota que no lo valoraba y para colmo solo se burlaba de el como si nada pasara.
El aire fresco del campo lo arrullaba con tranquilidad, entre el trabajo de su familia, los deberes entre los campesinos y un agotador día en caballo lo dejaban algo ajetreado. Solo tenia como una semana anterior que llego de la universidad con titulo honorifico y un diplomado en comercio para hacerse cargo del trabajo de rancho y su comercio de frutas y hortalizas de temporada, así como también de ganado vacuno.
No era mala idea de ser el señor de la casa… pero, dudaba. Su hermano estaba enfermo por problemas respiratorios, si padre se encargaba de reunir mas nuevas tierras de comercio por lo que casi no estaba en casa y su madre cuidaba día y noche de su hermano mayor por lo que ella no le era posible llevar los registros del lugar, y como buen hijo se hizo responsable de lo debido.
Claro que estando en la escuela y el glamour de la capital no tuviera sus peros y con el no era la excepción, de buenas a primeras consigo de novia a una chica a aspirante a modelo, no era fea del todo, era codiciada por mas de una docena de chicos y eso era su mayor éxito, asta ahora que atrapo a un hijo rico, era bueno para el, ni si quiera supo en que momento se le ocurrió llevársela al rancho. Desde que llegaron no hacia mas quejarse de lo horrendo que era estar al tentempié, los pueblerinos y la suciedad que había a su alrededor.
- Sakura, no estés de molesta, fue por eso que no te quería traer, sabia que no soportarías estar mas de cuatro días sin quejarte… además debo estar aquí, recuerdas lo que te dije de mis padres y mi hermano-
- Si lo se… pero creí diferente mis vacaciones, creí que me llevarías no se por lo menos a Francia o a Escocia, pero esto es degradante y…- la chica hacia caras de asco al ver a su alrededor
- Pues ni modos amorcito, si no te gusta puedo mandarte una camioneta para que te llevan al aeropuerto y tomas el vuelo que gustes con los gastos pagados por mi- el Uchiha le parecía salir humo por los oídos ante los berrinches de su novia
Ante esto la chica solo se cruzo los brazos y se dejo guiar por su novio.
Pasados los días Sakura estaba aburrida por lo que al ver a su “seguro” salir de casa, mandando a poner una montura a su caballo esta también salió tras el dándole alcancé cerca de una laguna casi escondida.
Al Uchiha se le vinieron varios recuerdos a la mente, de alguien en especial cuando venían los dos a escondidas para jugar por largo rato en ese mismo lugar, donde uno le juro al otro como el mas intenso secreto y su mayor confidente ese por el cual soñaba… tal vez fue cosas de niños por que el no regreso nunca mas. Solo quedaba recordar ese bello momento.
- ¿Qué se supone que haces mirando de ese modo a mi novio basura?- sin duda se trataba de Sakura y sus alocados gritos.
No tardo en darse cuenta que alguien había caído al agua por el escándalo provocado, se giro para mirar bien solo que vio el chapoteo de una cabeza rubia salir dentro el agua.
Sakura solo gritaba sin parar tonterías, Sasuke se quito su camisa y sus zapatos para lanzarse, lo que vio le hizo renacer de nuevo. Salió cargando a un chico rubio un poco atragantado por el agua a lo que dio a darle los primeros auxilios. Al unir sus labios como aquella vez le jactaban todas esas noches de soledad en el internado y la agonía de su desamor que se apagaba con el tiempo.
- Sasuke que se supone que haces amor... ayudando como siempre a un muerto de hambre, ya vámonos que se hace noche y me esta dando frio-
- Naru… Naruto- balbuce Sasuke casi inaudible a ese travieso rubio de antaño- te sientes mejor
- Si, creo que si, Sasuke- al despertar no podía creer que su azabache lo recordara después de tanto tiempo de separación-
- ¿conoces a este pueblerino?- Sakura estaba que rabiaba por la cercanía de esos dos y el trato amable que le daba a ese y no como se debería dárselo a ella.
- ¿Qué se supone que haces aquí dobe?, ¿desde cuando estas aquí? Y no me refiero de aquí en el lago si no en el pueblo, hace mucho que te fuiste…-
- Llegue hace poco, hace cinco días y no me fui por que quise fue por que, bueno ya abra tiempo de contarte el por que…- el rubio estaba de colores, pues Sasuke no lo soltaba aun estando en el suelo todo mojado, era su imaginación o su teme estaba mas apuesto que cuando eran niños.
- Hola se olvidan que estoy aquí… soy la novia de Sasuke y próximamente “su” prometida- la chica mostraba un añillo falso al presente mostrando también su altanería.
Naruto solo desvió la mirada viéndose decepcionada por segunda vez. Se levanto y corrió lejos para perderse entre los arbustos.
- No era necesaria tanta presentación Sakura, además solo somos novios no mi prometida-
- Pues ya va siendo hora de que lo seamos no lo crees, ya tenemos cerca de cuatro años de relación envidiable y pues ya me la merezco-
- Con esa actitud tuya no lo creo- le contesto secamente el Uchiha
- ¿Quién era ese?- trato de sacarle información aunque vana
- Para ti nadie de importancia, pero para mi si y no quiero mas preguntas sosas, entendido, así que mejor vete a la casa que yo llegare después en la noche-
- Pero estas todo mojado te podrías enfermar…-
Sasuke solo le dio una mirada de enfado, a lo que esta entendió de inmediato, se monto de nuevo y fue en dirección al rancho, sabiendo que la rosada era muy avivas para los engaños Sasuke se quedo un rato mas secando su ropa esperando paciente mente en el pasto húmedo; sin duda ya conocía bien a su querida y en menos de diez minutos ella regreso dando entender que nunca confiara en el ni el mil o tres mil años.
- Se te ofrece algo querida”-
- Solo no llegues tarde- fue todo lo que pudo decir antes de marcharse de nuevo.
Sin más tiempo que perder el azabache fue detrás de otra persona y quería respuestas.