El hombre autonombrado Dios miraba firmemente a su superior, al hombre del cual día a día recibía órdenes, al hombre del cual subordinado era, siendo liderado por un simple hombre, un hombre cuyo poder era incluso más poderoso que el suyo propio… o eso parecía ser, puesto que incluso para el de cabelleras naranjas, el poder del hombre autonombrado Uchiha Madara, seguía siendo un misterio.
Ambos se miraban en total silencio, chocando miradas, sin dirigirse palabra alguna; ambos hombres eran fríos, arrogantes y orgullosos, a simple vista, pareciera que el par de líderes de la tenebrosa y tétrica organización Akatsuki, no tenían parecido, pero cierto era que el par de hombres tenían más en común de lo que se creía.
—Todo está marchando bien. —comentó para sí mismo el hombre de la máscara, mirando de soslayo a su subordinado Pain, éste sólo calló. — Sasuke se está haciendo muy fuerte, a este paso, su pelea con Itachi no ha de estar muy lejos. —murmuró con su grave voz, esa voz que provocaba cierta incomodidad en el menor de los presentes.
—Ciertamente. —respondió Pain, mirando sin el menor ápice de temor hacia su superior.— Lo más sensato sería esperar un poco más, precipitarnos puede causar errores irremediables. —meditó, aún mirando los ojos de su líder.
Hubo otro silencio entre ambos, ninguno se dignaba a hablar, lo que hacía esos instantes más incomodos, sin embargo, la puerta del lugar se abrió, dejando ver a una mujer cuyas cabelleras eran de un color azul, así como llevaba un piercing en el labio y una flor en su cabeza.
—Pain… —murmuró Konan, entrando de nuevo, mirando con profunda molestia al hombre del cual su amigo recibía órdenes, una molestia disimulada, mas fácil de percibir por el hombre cuyo alias es Tobi.
El silencio volvió a reinar entre los tres presentes por unos cuantos minutos, eternos minutos…
—Naruto ha crecido demasiado, ya no es un niño indefenso, ahora se ha vuelto más fuerte… —murmuró el de la máscara, mirando a sus dos subordinados— Incluso derrotó dos vidas de Kakuzu en un solo ataque. —dijo esto último con cierto pesar, cerrando los ojos por un momento, antes de fruncir el ceño, abriéndolos, dándoles una mirada firme— Será mejor que tú como líder, vayas a capturar al Kyubi, antes de que sea demasiado tarde. —murmuró con cierto aire de autoridad. —No será tan fácil, ten cuidado, Nagato. —sugirió, levantándose de su asiento.
—Pain es un Dios, él nunca ha perdido una batalla. —habló Konan, la única mujer de Akatsuki, sin mostrar respeto al hombre al cual creían Uchiha Madara.
—Hehe, es verdad. —rió sarcástico el enmascarado, provocando que la kunoichi frunciera el ceño.— Por los momentos eso es todo, dile a los demás miembros de Akatsuki que capturen a su Jinchuriki rápidamente. —ordenó, comenzando a caminar, deteniéndose justo al lado de sus dos subordinados.—Pronto, nuestros objetivos se habrán cumplido… —dijo con cierto placer en su grave voz.— Y cuando ocurra, todo estará en su lugar… —murmuró más bajo, saliendo del lugar, sintiendo la fuerte e inalterable lluvia caer sobre su cuerpo.
“El verdadero poder del sharingan, mi poder, el poder de Uchiha Madara…”
Fue cuestión de segundos que la sombra del hombre encapuchado con el rostro cubierto bajo una máscara anaranjada, desapareciera del lugar, cuando se le creía muerto hace horas. El silencio se hizo entre Pain y su compañera Konan, hasta que esta última lo rompió.
—El cielo llora de nuevo… Pain, ¿Estás…? —murmuró Konan, mirando hacia el estoico rostro de su compañero, quien callaba sin dar una respuesta. Minutos pasaron, minutos durante los cuales, ninguno había pronunciado palabra.— Pain… —llamó la mujer, recibiendo una mirada del nombrado en señal de que podía continuar— ¿Crees correcto seguir los pasos de él? —cuestionó en un susurro.
No hubo respuesta, no hubo señal de afirmación o negación, tan sólo un frío y eterno silencio de parte del Dios; Pain cerró los ojos, cuestionándose a sí mismo lo anteriormente pronunciado por la mujer, cierto era que Pain, el Dios de la organización asesina llamada Akatsuki, tenía una relación con el hombre llamado Madara, una relación que no se limitaba a simples órdenes, una relación que iba más allá de los besos y el sexo, una aparente lealtad mutua, sin sentimientos de por medio, puesto que ambos líderes de Akatsuki carecían de éste, se habían desecho de sus sentimientos desde hace tiempo, quedando tan sólo la frialdad y lo estoico de sus almas.
—En marcha. —murmuró, mirando hacia Konan, quien tan solo asintió.
XxX
Tiempo después… Con dificultad, el hombre autonombrado Madara Uchiha, se acercó hacia el cadáver del subordinado que se hacía llamar Dios, mirando detalladamente cuán cambiado se encontraba ahora; ligeramente adolorido por la reciente batalla, Tobi cerró los ojos, mirando con decepción hacia el cadáver de Nagato.
—Finalmente… —calló un poco— tú eres el tercero de esos seis caminos. —murmuró— Mírate nada más, usaste tanto tus poderes que tu cabellos rojos, propios del Clan Uzumaki, se han puesto blancos. —habló con ligero tono burlesco, mas un pequeño detalle en su rostro le hizo fruncir el ceño con cierta molestia, cerrando los ojos levemente hastiado— Incluso con tu traición guardas esa sonrisa burlona hacia mí. —Fueron sus últimas palabras hacia el cadáver con el cual vanamente hacía una conversación, Tobi nunca se esperó ser traicionado de esa manera por su subordinado, por el Dios del cual solía ser amante, mas recordando que los sentimientos no eran propio de ellos, no fue cosa grave para el enmascarado… sus sentimientos murieron tras la muerte de ese hombre.
—“Las cosas van mal…” —pensó, cerrando los ojos con pesar— “No he logrado cumplir mi parte del plan, no logré revivirte…” —crujió levemente los dientes— Sin embargo, hermano mayor, nuestro plan sigue intacto… —habló, dirigiendo la mirada al cielo, frunciendo el ceño.— ¡La humanidad está condenada a la paz, sometidos eternamente bajo el poder de nuestro Tsukuyomi Infinito! —expresó con profundo odio y éxtasis en su voz.
Porque yo soy… Uchiha Izuna.