Preferencias por Romudo

Y ahí estaba él; desnudo, amoratado, con la espalda llena de arañazos que todavía sangraban, con los huesos demasiado doloridos como para levantarse del suelo, con los músculos entumecidos, la nariz todavía sangrante debido a los fuertes puñetazos recibidos, la cara tan morada e hinchada, que apenas la sentía y, después, lleno de mordiscos por todas partes, especialmente en la comisura de los labios y en el cuello.
    Si alguien ajeno a aquella situación lo viera, sin duda pensaría que había sido violado. Y en parte, se sentía así; violado.
    Había algo que le carcomía la cabeza. Sin duda, algo había salido mal. Estaban en plena guerra. Lejos de allí, el sonido de los metales chocando retumbaba por todas partes, el grito emocionado de sus compañeros en plena batalla, las técnicas que lo destrozaban todo rodeándoles. Y él estaba allí, sobre las piedras, bajo la cascada del Valle del fin, observando el cielo raso y las dos estatuas que separaban el agua que llevaba el río.
    Y allí estaba él, su compañero, a su lado, observando el cielo de igual manera con esos ojos oscuros que momentos antes habían usado el sharingan para torturarlo. Ya no respiraba como un toro después de una carrera, ni él como un león marcando el territorio sobre su hembra. Estaban los dos ahí, tranquilos, reflexionando sobre lo sucedido. Tras una larga espera, Naruto no pudo aguantarlo más y miró a Sasuke, tan desnudo y magullado como él, esquivando su pura mirada, sus ojos azul claro.
    Vaya… Sasuke debe estar avergonzado.
    Y era para estarlo. Se había echado encima suya cual pantera, casi literalmente. Le había mordido, arañado, pegado, y él no se había quedado atrás. No por nada Sasuke tenía la piel pálida llena de morados, la cintura repleta de arañazos allí donde Naruto había clavado sus uñas salvajemente mientras lo hacían, o marcas de mordiscos rodeándole los pezones. ¿Se había pasado? Si lo había hecho, Sasuke no se había quejado. Al contrario.
    Y es que los dos tenían algo de masoquista. Él prefería perseguir a un traidor que intentaba matarle que aceptar a la joven y cada vez más cariñosa Sakura-chan como su novia, obtener el título de Hokage por el que tanto había luchado y formar, por fin, su tan deseada familia. Sasuke prefería perseguir una venganza ambiciosa y sanguinaria por un motivo que ya no tenía arreglo y por la cual lo condenarían a muerte en cualquier aldea a la que osara acercarse. Nunca alcanzaría la felicidad, ni restauraría su clan, y moriría solo, seguramente en plena guerra. Nadie lloraría su muerte… bueno, Naruto sí lo haría.
    Por ese motivo, el rubio pensó que aquella situación se había vuelto surrealista y fuera de lo común. Al fin y al cabo, tendría que haberse matado mutuamente. En esa ecuación, la hombría de Sasuke debería haber estado muy lejos de la boca de Naruto, y el pene del rubio, de igual manera, muy lejos del culo del moreno. Pero de alguna manera, ambos se habían encontrado, y habían saltado chispas.
    Naruto no sabía muy bien como tomárselo, y como sabía que el moreno no daría el primer paso, decidió darlo él.
    —Sasuke… —lo llamó. El moreno no contestó—. Sasuke, ¿estás despierto? —el mencionado siguió sin contestar—. Sasuke, ¿te duele el…?
    —¿Qué quieres? —le cortó rápidamente, con la cara todavía ladeada hacia un lado para que el rubio no pudiera apreciar su rubor.
    —Quería preguntarte si este era tu plan para conseguir venganza, o es que algo ha salido mal. No me malinterpretes, ¡no es que piense que esto esté mal! Aunque un poco lo está, pero siento que algo no encaja, y no me refiero a mi polla dentro de tu culo, sino a la situación en sí. ¿No deberíamos estar matándonos ahora mismo, dattebayo?
    —Si tantas ganas tienes de que te mate, lo haré encantado.
    —¡No, no! No tergiverses mis palabras. Me refería a que estamos en pleno campo de batalla. ¿Y si alguien nos ve? Y no me digas otra vez que lo matarás. Te estás volviendo un sádico, Sasuke. Por eso, opino que deberíamos levantarnos, vestirnos e irnos lejos de aquí los dos juntos.
    El orgulloso y serio moreno volvió la vista hacia el cielo, pensativo.
    —¿Qué quieres decir con eso de, los dos juntos?


    Cuando Shikamaru y su equipo llegaron al Valle del Fin, ya era demasiado tarde. Con los ojos entrecerrados y siempre bostezando como el vago que era aunque estuviera en una guerra, se agachó frente a la bandana que Naruto había dejado caer al suelo momentos antes, cubierta de sangre. Cuando Shikamaru se la mostró a sus compañeros, entre los que estaba Sakura, la pelirrosa dejó escapar un grito ahogado.
    —Lo… lo ha matado —murmuró, con los ojos llenos de lágrimas.
    Shikamaru localizó una curiosa prenda de ropa un poco más allá. Los amigos del rubio, que en aquellos momentos lloraban su supuesta pérdida, observaron los bóxer del rubio colgando del brazo del Nara, que los observaba con mirada escéptica.
    —¡La madre que lo…! —exclamó Neji, que como genio que era, se imaginaba bastante bien lo que había ocurrido en aquel lugar alejado de todo.
    —¿Qué significa eso? —preguntó una muy confusa Sakura.
    —Creo que Naruto-kun ha metido el pene donde no debía —soltó Sai, muy serio.
    —Tsunade-sama —dijo Shikamaru, comunicándose con la princesa de las babosas a través del pinganillo que le colgaba de la oreja—. Esto es problemático, pero creo que el idiota de tu sucesor acaba de fugarse a lo Romeo y Julieta con el Uchiha traidor.
    Curiosamente, nadie se sorprendió por aquella huida. Al fin y al cabo, las preferencias del rubio, e incluso las del moreno, siempre habían estado muy claras.