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MAR DE SOMBRAS por casiinii

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Notas del capitulo:

Y aquí vuelvo con un nuevo fic que lleva días rondandome por la cabeza ^^

Deseo con todo mi corazón que les guste...

Dejen reviews:D

Dejo  que  la  tierra cayera  entre  sus  dedos  y  contemplo  el  paisaje que se extendía a su alrededor. Un paisaje consumido por las llamas. Todo  lo  que  antaño  había  sido  ese  lugar  había  desaparecido  fruto de  la  codicia  de  los  suyos. Los colores negros, blancos y grises habían substituido a aquellos hermosos y vivos colores que siempre había predominado en aquel lugar. Vio aquellos extraños seres carbonizados que yacían a sus pies, no dudaba que en su día fueron realmente hermosos. Siguió su camino por el que antaño fue uno de los bosques más temidos, por los seres que se hallaban en él. Y entonces algo llamo  su  atención.

No muy lejos de su posición pudo distinguir un cuerpo desnudo.  Se  acerco lentamente y  lo contemplo con curiosidad. Su piel era completamente blanca y bajo ella se apreciaban unas venas de color negro. Su cabello era de un rubio platino y una especie de serpiente de color marrón se extendía por todo su cuerpo (como Shion del manga/anime de Nº6) toco aquella extraña marca y se dio cuenta de que era bastante áspera. El joven abrió los ojos asustado ante el contacto. Su mirada se encontró con aquellos enormes ojos verde claro. El joven giro  la cabeza y lo miro con curiosidad, no parecía temerle.

-¿Quién eres?- le dijo el hombre.

El muchacho levanto una de sus manos y toco aquella desaliñada barba que se extendía por su rostro desde hacía unos cuantos días. El joven aparto la mano sorprendido y  se echo a  reír, parecía un niño pequeño. El chico miro a su alrededor, dándose cuenta por primera vez de cómo había quedado su bosque. Un toque de amargura inundo sus ojos y, con una agilidad sorprendente, se incorporo de un salto y se lanzo sobre aquel hombre buscando protección.

            Ian llevo su mano al cinto y empuño su espada pero para su sorpresa el joven no se abalanzó sobre él para atacarlo. El rubio se abrazo a su cintura llorando, en busaca de algo de consuelo y protección. Ian le miro sorprendido nunca nadie había osado tratarlo de esa manera porque para algo era el hijo del más poderoso rey bárbaro. Se quedo estático sin saber cómo reaccionar. Bien sabía que aquel joven no era bárbaro ni siquiera humano estaba seguro que pertenecía a alguna extraña clase de feérico y que como tal debería matarlo. Cogió la navaja que guardaba en la bota y la dirigió al cuello del joven sin que este se percatara de nada. El chico levanto la cabeza y lo miro con aquellos enormes ojos llorosos y por algún motivo desconocido fue incapaz de asesinarlo.  Lo  separo  de sí  y  se  levanto,  espolsando sus ropas para quitar la tierra y ceniza que se había adherido a ellas. Se dio la vuelta con la clara intención de marcharse y alejarse de allí dejando al joven a manos de los elementos o del resto de bárbaros que registraban aquellos lugares, quien llegase antes. El muchacho se levanto rápidamente y lo cogió de la manga. Ian abrió los ojos sorprendido ante las confianzas y se giro molesto. El chico restregaba sus brazos por su rostro, intentando limpiar sus lágrimas, pero al contrario lo único que conseguía era llenársela de barro debido a la suciedad del suelo en el que minutos antes había estado durmiendo.

            -¿Cómo te llamas?- le pregunto.

            El joven inclino la cabeza y le miro sin comprender. Ian llego a la conclusión de que ese crío no hablaba su idioma así que decidió dejarlo pasar. Sacudió su brazo y se libro del agarre del muchacho. Ian volvió a retomar la marcha y se dio cuenta de que el joven le seguía a una corta distancia.

            Al cabo de varias horas se acostumbro a la presencia del muchacho. El joven le seguía a todas partes, sin importar cuán dificultoso fuera el camino, a una prudente distancia. Ian busco un lugar lo bastante limpio como para poder pasar la noche. Extendió una cobija en el suelo y se sentó en ella, saco las sobras del almuerzo de aquella mañana y empezó a comer. Vio por el rabillo del ojo como el joven le miraba con curiosidad, decidió ignorarle a ver si así conseguía que se fuera.  

            Envolvió en un trapo las sobras y las  guardo en su bolsa. Miro a su alrededor y se dio cuenta de que el muchacho ya no se hallaba allí. Sonrió para sí ya que al parecer su método había dado resultado y el joven aburrido había decido marcharse. Se tumbo sobre la cobija y se tapo con su capa dispuesto a disfrutar de una agradable noche.

            Noto un fuerte tirón en su pelo y contemplo como este caía sobre sus hombros. Enfadado se dio la vuelta, no hacía falta decirle quien había hecho eso ya que el aroma a bosque que desprendía su cuerpo era inigualable. Miro al joven que sostenía su cinta entre las manos y la miraba con curiosidad.  Alargo el brazo y se la quito de las manos para acto seguido volver a recoger su cabello negro en una coleta. Miro hacia el cielo y se dio cuenta de que ya estaba a punto de amanecer, recogió sus cosas y retomo su camino quería llegar los más pronto posible al campamento base. El chico se levanto y reemprendió la marcha tras él.

            -¿Por qué me sigues? Yo no voy a protegerte, es más yo fui una de las personas que quemo tu bosque. Deberías temerme y alegarte de mí, podría matarte de un momento a otro.

            Miro al joven esperando que sus palabras hubieran causado un efecto en él pero no fue así. El seguía mirándolo maravillado, sin comprender ni una sola de las palabras que pronunciaba. De pronto los ojos del chico se abrieron como platos, el mayor siguió la dirección de su mirada y pudo ver la zona del bosque no había sido quemada. El muchacho salió corriendo. Ian iba a dejarlo allí, por lo menos estaría en su “medio” pero a su mente llegaron las razones por las cuales ese bosque no había sido destruido. Enormes y fieros monstruos, de los cuales nunca en su vida había oído hablar. Con una maldición salió tras él, no le deseaba a nadie la muerte que esos monstruos podían llegar a darle.

            Corrió entre la espesura, hacía rato que había dejado de ver la silueta del muchacho y eso no presagiaba nada bueno. Un fuerte grito  llamo su atención, aunque nunca había escuchado la voz del rubio estaba seguro de que era él. Se encamino hacía el sitió de donde provenía el grito. Llego a un lugar pantanoso. Miro a su alrededor, alerta, esperando encontrarse con algún temible monstruo y el cuerpo destrozado de aquel muchacho. Todo estaba en absoluto silencio, las aguas estaban calmadas no parecía que nada extraño hubiera ocurrido allí. Se giro dispuesto a marcharse.

            -A quien le importa ese crío, moriría al fin y al cabo. A manos de esos monstruos o de las nuestras.

            Aquel bicho fue puesto de improviso en su cara y tal fue el susto que el moreno acabo tirado en la verdosa tierra. Desempuño su espada y apunto en la dirección de donde había provenido el ataque. Cuál fue su sorpresa al contemplar a aquel muchacho mirándolo entre divertido y confundido y al ver al sapo que sostenía entre sus manos. El sapo se escurrió de entre sus dedos y salto a las sucias aguas del pantano y el chico salió tras él. Ian consiguió pararlo antes de que metiera un solo pie pero la mala suerte quiso que resbalase y acabara completamente dentro del agua, la cual no tendría más de cuatro palmos de profundidad. El chico acabo sentado sobre su estomago y como si no pudiera evitarlo rompió a reír. Tal fue su sorpresa que se resbalo de encima del moreno y acabo en el agua.  Ian lo contemplo embobado, aquella risa había sido la melodía más hermosa que sus oídos habían tenido el placer de escuchar.

            Contemplo al joven un largo instante. Había tenido que remangarle las mangas por le colgaban demasiado y por no hablar de que la camisa le llegaba un poco por encima de las rodillas. Los pantalones le sentaban muy holgados y las botas eran varias tallas grandes. Había decido  llevarlo consigo al campamento, a escondidas claro está.

            Era demasiado temprano para que los vagos de sus hombres se hallaran levantados. Sujeto con fuerza la muleca del chico y lo guio por entre las enormes tiendas de campaña hasta ir a parar en la más grande ellas. Asomo la cabeza al interior y comprobó que se hallaba vacía y de un empujón metió dentro al chico.

            El muchacho abrió los ojos como platos y contemplo todo lo que se hallaba a su alrededor. La tienda era muy grande, como era de esperarse del hijo de un rey. Dividida en tres  “habitaciones” El  joven  empezó a tocar todo lo que ahí había con curiosidad. Ian lo alzo en volandas y lo tiro sobre la cama.

            -Te quiero ahí quietecito. No toques y menos rompas nada. Por nada del mundo se te ocurra salir de aquí si quieres conservar tu cabeza en su sitió.

            Esta vez el joven pareció entender porque no se movió del sitio donde lo había dejado. Aprovechando el desconcierto del muchacho Ian decidió darse un buen baño, el cual empezaba a necesitar, y se vistió debidamente. Cuando salió se encontró al joven rubio acurrucado sobre su cama, durmiendo plácidamente. Aquella imagen se le antojo realmente conmovedora y hermosa.

            -¿Ian?- lo llamo una voz desde el exterior de la tienda.

            El hombre se puso en guardia rápidamente. Un fornido hombre, unos años mayor que él, entro sonriente a la tienda.

            -¡Ian!- exclamo feliz.

            -¡Alexander, viejo amigo!

            Ian abrazo al hombre con fuerza y apuradamente lo saco de la tienda, acción que desconcertó al mayor.

            -¿Qué tal tu inspección? ¿Algo fuera de lo común?

            -En absoluto… todo normal.

            Pese a que consideraba a Alexander como su segundo padre no estaba preparado para contarle sobre la existencia del muchacho… por lo menos no por ahora.

 

            Tiro la espada hacía un lado, no recordaba lo agotador y pesado que podía llegar a ser el trabajo en el campamento. Por un momento echo de menos la tranquilidad que le acompaño esos días.  Vio  a Marga recoger unos platos de la mesa y sonreírle dulcemente, aquella mujer no pertenecía a su clan ni a ningún otro ella se había ofrecido voluntariamente para cuidarlo cuando era pequeño, ya que su padre le salvo la vida, y así había sido hasta ahora. Aquella vieja mujer nunca había podido tener hijos propios por eso, y pese a su avanzada edad, seguía haciéndose cargo de él.

            -Bienvenido, señor- dijo simplemente.-Inmediatamente serviré su cena.

            El joven le sonrió con sumo cariño y entonces percato de una cosa ¿Dónde estaba el muchacho? ¿Marga lo había visto? Busco al menor con la mirada pero no lo hayo en la habitación.

            -¿Buscáis a Alain?-pregunto la mujer.

            -¿A quién?

            -Al muchacho del bosque que teníais escondido en vuestra tienda, señor.

            -¿Cómo sabes su nombre, Marga?

            -No lo sé, no me pareció que tuviera uno y se lo tiene no puede decírnoslo así que le puse uno. Siempre quise tener un hijo al que llamar así.

            -¿Dónde está?

            La mujer señalo una de las habitaciones de la tienda, la cual llevaba a su despacho. Ian la contemplo horrorizado y salió corriendo hacía allí, temiendo por el bienestar de sus mapas y documentos de suma importancia.

            El joven lo miro entretenido. Muchos papeles en blanco se hallaban esparcidos por la habitación, la mayoría de ellos tenían varios rayajos.

            -Es como un niño pequeño, le enseñe a dibujar para que se entretuviera.

            El chico se levanto de un salto y abrazo fuertemente la cintura de Ian. Marga temió sinceramente por la vida de su Alain. Ian lo aparto de él y lo miro de arriba abajo. Ya no llevaba aquellas holgadas ropas suyas, al parecer Marga había conseguido unas ropas de su talla- que no le sentaban nada mal-. Constaba de una camisa blanca y unos pantalones marrones junto con unas botas bastante altas. El chico extendió sus brazos intentando volver a abrazarse a él, una mala manía que había cogido. Esta vez Ian se dejo hacer, sabía que no podía luchar contra el chico, fue entonces cuando lo miro sonriente desde abajo- ya que había una clara diferencia de altura- que se dio cuenta del gran chichón que yacía en su frente.

            -¿Y esto?-pregunto sorprendido.

            -Lo encontré saltando sobre la cama. Se asusto cuando me vio y se cayó al suelo. Lo siento mucho, señor, es mi culpa que este así.

            -No se preocupe, Marga. No es su culpe que este crío sea un irresponsable. Temo que acabara dándome muchos dolores de cabeza.

-¿Os lo vais a quedar?

-Sí.

-¿Po…Podre cuidarlo, por favor? ¿Podre encargarme de Alain?

-Sí os hace ilusión pero creo que te suicidaras antes de una semana. Este crío es una verdadera molestia.

-No lo creo.

-¿Cómo podéis estar tan segura? Lo conocéis poco más de unas horas.

-Ya pero si vos le habéis perdonado la vida significa que no es tan molestia como decís sino ya haría tiempo que estaría bajo tierra.

Ian la miro fijamente y se dio cuenta de que tenía razón ¿Por qué había llevado al chico consigo? Solo había sido una molestia en todo el viaje… o no. Miro fijamente al joven que aun yacía abrazado a su cintura y se dio cuenta de que había desarrollado una extraño cariño por el joven. Por… Alain.

 

 

 

            

Notas finales:

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