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Deseos de cosas imposibles por Yais

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Notas del fanfic:

Como mi mala reputación me antecede no me presentaré... los que no me han leido antes omitan eso que acabo de escribir y denme un mega abrazo ¡Siiiii!.

Bueno pues esto es un Gaara/Lee (Antes dicho pero lo quería repetir), un AU y con nuestros personajes rozando los 25 años (Es decir unos amargados no románticos pero igual de complicados que un adolescente, sino es que peor).

Esto es "angst" pero depende de la sensibilidad y diría "tragedia" pero aún le estoy dando una oportunidad a esta linda pareja. 

Para escribir esto me inspiré en La niña que llora en tus fiestas y Deseos de cosas imposibles de la Oreja de Van Gogh. Una para Lee y otra para Gaara X_X.

 Fic dedicado con cariño a Adid, acérrima fan de Gaara&Lee como yo.

 

Adid chan me hizo un fanart ^_______^ AMOR.

 

Capítulo 1

 

Lee era un chico excesivamente peculiar, de aquellos que fuese donde fuese debía ser notado, y aquello podía atribuírsele a su forma de vestir, su brillante personalidad o al simple hecho de que físicamente era único. Al final, sin importar la razón, cada vez que entraba a una habitación obtenía varias miradas sobre su persona.

Lamentablemente, en la sociedad conservadora en la que se crió, ser extravagante jamás fue algo bueno. Sus más allegados fueron los únicos que soportaron y alabaron su tan peculiar forma de ser, pero la aplastante mayoría, si se dignaba, solía mirarlo por encima del hombro.

Aquello a Lee le importó en algún momento, pero afortunadamente maduró y dejó de sentir la aplastante necesidad de aprobación y pertenencia hacia el grupo que inapropiadamente lo hacía a un lado.

Sus amigos, los muchos que tenía; su gran inspiración, Gai sensei; y los retazos de su familia fueron lo que lo ayudó a superar el desprecio de la mayoría y el desamor de la única persona que fue incapaz de conquistar:

Sabaku No Gaara. Pelirrojo, de ojos verde azulado, porte perfecto y presencia impecable. Tan opuesto a él. Aquel que lo enamoró a los 15 años, sin darse cuenta, sin esforzarse ni un poco y sin notarlo.

Lee jamás había mirado a alguien tan absorto a lo hizo con Gaara aquel día, cuando se citaron en la biblioteca para elaborar un trabajo que el profesor de turno les había solicitado. Jamás había sentido aquel cosquilleo en la palma de las manos y mucho menos se había portado de manera tan penosa cada vez que debía dirigirle la palabra.

El cuerpo le tembló cuando rozaron sus manos sin intención y si en ese momento lo hubiese podido identificar, se habría dado cuenta que la mente se le nublaba debido a la atracción que sentía.

Pero, horriblemente, como comenzó terminó. Se despidió del chico con una sonrisa que aquel respondió con un gesto de cabeza y sintió un vació cuando lo vio desaparecer caminando en dirección opuesta. Con tristeza se dio cuenta de que para Gaara aquel fue un trabajo cualquiera.

Lo intentó, de verdad se esforzó porque lo volviese a mirar. Se paseó frente a él, lo presionó sutilmente para que, mínimo, fuese su amigo pero el objeto de sus atenciones difícilmente le respondió. La réplica a sus intentos fueron monosílabos y un día: el desprecio.

– No me toques – Le pidió en tono simple que para Lee fue una crueldad. Se le encogió el corazón, agachó la cabeza y quiso llorar.

Aquel día sólo había hecho un amago por abrazarlo, cuando ya no se pudo contener pues estaba sumamente feliz por verlo tras un largo periodo de vacaciones.

– Lo siento – susurró y luego le sonrió – no lo volveré a hacer – lo miró a los ojos pero no debió hacerlo, pues se encontró con un gesto amargo, frio e indiferente.

Cuando por fin se animó a despedirse de él y dejó de tenerlo al lado, se atrevió a dejar escapar un par de lágrimas. Que terrible es el desprecio, que horrible es el desamor y darte cuenta que esforzarse no es suficiente. Pero no se rindió, sólo prefirió darle tiempo.

Aceptar que Gaara no lo iba a amar, que no quería ser su amigo y, cuando le volteaba la mirada para no saludarlo, saber que no deseaba catalogarlo ni como conocido; lo entristecía y le dolía como nada en la vida.

Sus más allegados poco hablaron de su fracaso, nadie se atrevió a mencionarle lo mucho que había tardado en decidir ya no lastimarse. Dos años intentando ser correspondido, sólo unos meses para aceptar que se había equivocado.

Cuando cumplió los 17 años Lee ya no intentó. Respetó la dolorosa decisión de su amor no correspondido y con el paso de los días le dejó de sonreír para no incomodarlo. No se enfadó al ver que Gaara no notó aquel cambio, se entristeció pero se prometió continuar con su vida.

 

Así ingresó a la universidad, recordando ese último día de clases cuando se acercó a Gaara para despedirse de él. Cuando lo reverenció, le agradeció su compañía y como respuesta lo vio entrecerrar los ojos.

– Espero nos volvamos a ver – dijo de corazón, le sonrió como hacía meses había dejado de hacerlo y como respuesta obtuvo un gruñido. Ni una sola frase le dedicó mientras se giraba y lo dejaba con la palabra en la boca. No sabía si “nada” era peor que un “yo no”.

 

 

Y puede que la vida se ensañara en mostrarle que nunca se obtiene todo lo que quieres pues sus padres fallecieron, su mejor amiga, Tenten; se mudó a otra ciudad para continuar sus estudios y pasaba los días viendo impotente como Neji se presionaba constantemente a hacer cosas que no quería. Pero también le mostró que Gai sensei tenía la razón: “A pesar de las derrotas si te esfuerzas lo puedes conseguir todo”.

No se graduó con honores. Él era de los que se desvelaba estudiando y aun así había personas más exitosas. Tenía logros tan particulares como su personalidad pero nada espectacular, así que fue rechazado en varios lugares donde solicitó trabajo. Todos diciendo cosas igual o similar a un “lo siento, no eres lo que estamos buscando”.

Neji le insistió que todo se debía a esa peculiaridad que lo acompañaba y no podía ocultar. Pocos o nadie entendería que la extravagancia de Lee era una cualidad y no un defecto. Pero a esas alturas de la vida rendirse no era una opción.

Encontró trabajo en una empresa pequeña. Trabajó por un salario que mal remuneraba sus capacidades y mientras se dedicaba a crecer como profesionista, creció como persona.

Tenía muy buenas credenciales cuando solicitó trabajo en una empresa de mayor importancia años después. Saltó de alegría cuando lo aceptaron y se emocionó al recibir su identificación con fotografía. Secretario Rock Lee. Alucinante.

 

– Muy buenos días – saludó con una reverencia a su desconocido jefe y tan pronto fijó su vista se congeló con todo y sonrisa. Tal vez no debió haber deseado, interiormente, volver a toparse con Gaara. No debió aferrarse o buscar a algo que tenía que olvidar… no debió estar tan emocionado que olvidó preguntar el nombre de su superior.

Sabaku no Gaara

Su jefe lo miró largamente logrando incomodarlo y, entonces, como si nada lo ignoró encerrándose en su oficina. Lee sintió el alma balancearse dentro de su cuerpo antes de decidir tocar a la puerta de su ex compañero de clases.

– Ga… Sabaku san – abrió la puerta y se encontró con el mencionado sentado detrás de su escritorio apoyando la barbilla sobre sus manos en pose pensativa. Gaara desvió los ojos a su persona sin mover algún otro musculo – Yo… que gusto volver a encontrarnos – sonrió nervioso, sin saber si hacer el gesto o no – a partir de hoy seré su secretario, espero nos llevemos bien y sepa que para cualquier cosa estoy a su disposición, sólo debe presionar el botón del intercomunicador y estaré aquí en un segundo. No que necesite decirlo porque seguro ya lo sabe pero se lo recuerdo por si acaso. También he revisado el horario que dejó mi antecesor así que ya he comenzado con lo que está agendado para hoy y… - paró el monólogo recordando algo y con un gesto sorprendido salió de la oficina de Gaara sin decir palabra.

Cuando volvió depositó una taza con té humeante y le mostró un gesto avergonzado – lo siento – se disculpó – en el informe decía que prefiere el té recién preparado y me temo que herví el agua y las hiervas de más, lo he vuelto a servir pero si no es de su gusto lo volveré a hacer –

Gaara respiró con calma y tomó la taza. La miró fijamente y la hizo a un lado – Reparte estos – le entregó varias hojas y Lee, desconcertado, se dispuso a hacer lo que le ordenaron.

 

Su jefe no había cambiado. Gaara era Gaara así pasasen uno o diez años y aunque se dio cuenta que su cuerpo se estremeció con la misma intensidad de cuando era un adolescente, también notó como ya no se le secaba la garganta ni las palabras se atoraban en su boca. Sabía que no lo había superado pero, al menos, ya no era tan abrumador.

O intentaba convencerse de ello.

Gaara lo solicitó apenas un par de veces ese día y por cada vez que salía de su oficina sentía las calculadoras esmeraldas de su jefe clavados en su espalda. Logrando que un incomodó escalofrió se instalara en su nuca y engarrotara sus músculos.

 

Fue un mes después de su primer día, cuando arreglaba sus pertenencias esperando a que Gaara le permitiese abandonar el edificio, que su jefe lo solicitó en el despacho. Era bastante tarde y los empleados en esa planta ya se habían retirado a sus casas. Él también estaba cansado.

– ¿Si?, Sabaku san – se presentó inmediatamente y parpadeó confundido pues el lugar estaba en penumbras – Ah, ¿Se fundió la bombilla? Lo reportaré con el guardia de seguridad, mañana a primera hora intendencia se encargará pero me parece que por hoy es demasiado tarde y no podremos hacer nada –

Sin embargo no obtuvo respuesta por parte de Gaara y no podía ubicarlo debido a que sus ojos aún no se acostumbraban a la inexistente luz. Pero lo que sí pudo notar fue como, sorpresivamente, unos brazos se cerraban alrededor de su cintura y el aire traía consigo un delicioso aroma que le era imposible olvidar.

–  Lee – todo el cuerpo le tembló al reconocer esa voz y se sintió inquieto al percibir el suave aliento de su jefe chocar contra su cuello descubierto.

Lanzó un pujido imperceptible como respuesta e intentó salir del agarre con un movimiento suave pero firme. Gaara no se lo permitió y él intentó la acción un par de veces más.

–  ¿Qué hace? – preguntó desconcertado y ahora no le importó mostrarse rudo con tal de liberarse.

Gaara lo soltó sin decir palabra y cuando sus miradas se encontraron en aquella penumbra Lee apenas pudo vislumbrar un sentimiento en los brillosos ojos de su jefe, antes de que lo tomara de los brazos y lo jalase hacia sí para obligarlo a un infructuoso beso.

Nada tenía sentido para Lee. Gaara no debía hacer aquello porque no era justo, en cambió era doloroso y amargo. No era correcto que intentase arrebatarle algo que hacía 10 años le habría otorgado con los ojos cerrados.

–  No – se quejó y lo empujó de nueva cuenta separándolo de él y frustrando sus intenciones – ¿Qué?, ¿Por qué hace esto? –  se alejó – yo, le advierto que no es correcto y que no estoy de acuerdo – entonces lo pudo mirar por completo.

Gaara se veía tan tentador como lo recordaba, sin embargo ahora no le causaba esa exaltación. Sus cabellos rojo fuego aún lo invitaban a jalarlos en un arranque de pasión y muy en el fondo sentía que quería posar su boca en tantos lugares de su anatomía como en sus labios, pero no, no realmente.

En esos momentos Gaara no traía puesta su corbata color vino alrededor del cuello por lo que la camisa mostraba parte de su cuello, sus mejillas estaban coloreadas y le mostraba unos ojos nublados de deseo.

¿Podría... ¿Podría volver a lastimarse? Sí, pero no quería. Aunque se jactara de conocer a Gaara no lo hacía y lo poco que sabía le obligaba a subir la guardia. No buscaba un acostón, no en el trabajo, no con su jefe y no con Gaara.

No era la palabra mágica en esa situación.

–  Yo – Lee dirigió la mirada a otro lado pues de otra manera Gaara notaría lo ansioso que se había puesto – creo que lo mejor es que me retire, este incidente… en cuanto salga de la habitación quedará olvidado – se obligó a sonreír triste, como hacía cuando se conformaba.

Gaara gruñó y Lee apenas logró dar un paso cuando lo inmovilizó torciéndole el brazo – Aún no te he permitido retirarte – y ante el gesto asustado de su empleado ambos escucharon como unas esposas se cerraron alrededor de sus muñecas.

La sonrisa de Gaara demostró la satisfacción que sintió al saber que Lee estaba en desventaja. Bastó írsele encima para que ambos cayesen al suelo con un ruido sordo, Gaara sobre de Lee, causando que el segundo boqueara por aire pues el peso de su jefe cayó directo sobre su estómago.

Estaba desorientado mientras sentía como la fina seda de la corbata de Gaara lo amordazaba tirando tan fuerte que la comisura de sus labios ardió. Se quejó, zarandeó y pataleó, pero su jefe, sentado a horcajadas en sus caderas ni se inmutó.

- ¡Oh! Lee – le susurró doblándose hasta llegar a su odio – antes te escapaste pero no ahora –

El mencionado abrió los ojos de par en par. Tembló mientras veía como aquel que lo sometía le desabotonaba la camisa, desabrochaba su pantalón y acariciaba la piel que exponía con cada prenda que le arrebataba.

Negó con fuerza mientras sentía que quedaba completamente desnudo ante el aún, pulcramente, vestido Gaara. Se sintió humillado cuando le dedicó una de esas miradas fijas y cerró los ojos al observarlo sonreír. Antes nunca tuvo el placer de recibir aquel gesto y ahora no lo quería.

No podía estar ocurriéndole eso.

- Mírame – casi le suplicó su atacante mientras él seguía negando con los ojos cerrados y gesto de sufrimiento.

Gaara no debía invadir su integridad con sus húmedos y ansiosos dedos. En contra de su voluntad y minando su autoestima. Sentía sus falanges retorcerse en su interior, hacer círculos y tijeretear intentando dilatarle.

Apretó los ojos aún más al sentirse excitado, Gaara sabía lo que hacía, donde tocar y con qué fuerza rozar uno de sus puntos más sensibles. Uno que Lee sabía que existía pero que nadie había tocado pues la pasividad no era una de sus características.

Gimió, lanzó la cabeza hacia atrás y sus ojos desprendieron lágrimas cuando llegó al orgasmo. Después de eso, dándose cuenta de lo ocurrido, lloró de verdad.

Gaara secó sus lágrimas con una mano mientras que sintió como con la otra le untaba los resultados de su orgasmo. Para una mayor lubricación y anunciarle lo que pretendía introducir en su cuerpo a continuación.

Apretó los dientes cuando el agudo dolor del pene de Gaara introduciéndose en su recto se hizo presente. Intentó alejarse echando, como podía, el cuerpo hacia atrás. Pero no tuvo éxito. La respiración se le agitó y, de nuevo, las lágrimas recorrieron su rostro. Mientras se revolvía como potro encabritado al ser montado.

Gaara gimió a gusto por la calidez y la estrechez que el virgen cuerpo de Lee ofrecían, no se esperaba que su compañero hubiese estado falto de un hombre en ese aspecto, le sorprendió. Y entonces comenzó el vaivén.

Procuró que Lee se estremeciera y retorciera de placer con cada uno de sus embates y, aunque le costó, poco a poco su involuntaria pareja comenzó a gimotear de placer. Supo que había cumplido su cometido cuando logró su segundo orgasmo y lleno de satisfacción se dedicó a desfogar su propio placer en el, ya inmóvil, cuerpo de Lee.

 

Tanto caso tenía buscar un porqué, como preguntarse qué dolía más, sí el hecho de ser violado o que precisamente fuera su primer amor quien no había respetado su voluntad. Era horrible sentir la agitada respiración de Gaara en su cuello, las gotas de sudor mojar su cuerpo, la áspera alfombra quemar su espalda y brazos; escuchar el pegajoso ritmo que hacían  sus caderas… las estocadas de su atacante que estiraban su piel interior herida.

El gemido que lanzó Gaara al terminar se quedó grabado en su memoria incluso años después de aquel suceso. La sensación que lo embargó, cuando sintió como se descargaba en su interior y su cuerpo pesado lo aplastaba al dejarse caer sin consideración sobre de él, fue horrible e indescriptible.

Pero peor fue ver a Gaara incorporarse, cerrarse el pantalón y soportar su mirada verde clavada en sus ojos ónix. Quiso decirle que lo odiaba, que lo mataría, lo mucho que se arrepentía por haberlo amado en algún momento de su vida pero la mordaza se lo impedía… y entonces lo escuchó suspirar.

Quedó perplejo cuando un flash lo inundó y parpadeó aterrado por lo que Gaara acababa de hacer.

– Lee – le llamó tranquilo enculillándose a su lado y mostrándole la foto que acababa de sacar con su celular – le dices a alguien lo que ha ocurrido hoy y no sólo me encargaré de desaparecer a todos tus seres queridos sino que destruiré tu imagen pública como no tienes idea. Será tu palabra contra la mía y no hace falta que te diga a quién le van a creer, esto fue consensual –

Nunca en su vida lo habían amenazado. Sus ojos se volvieron a empañar mientras Gaara le arrebataba la mordaza y todo lo que le había querido gritar se aglomeró en su garganta mientras el pelirrojo lo besaba.

Le quitó las esposas y lo abandonó. Humillado, desnudo y en estado de shock.

 

Cuando llegó a su casa lo primero que hizo fue encerrarse en el baño. Al arrebatarse las prendas y verse al espejo notó que Gaara tenía razón. En su cuerpo no había marcas de violencia.

Él ¿No se había resistido lo suficiente?

No, Gaara había sido muy cuidadoso. Las únicas marcas que tenía eran los hematomas en sus muñecas producto de las esposas. La mordaza apenas había lastimado su piel e incluso… comenzó a llorar con fuerza mientras se metía bajo la regadera. Él se había excitado.

– Yo… yo… ¡NO LO DESEABA! – gritó a todo pulmón y ahogándose con sus lágrimas se hizo un ovillo mientras el agua mojaba su cuerpo.

 

 

 

 

..::TBC::..

 

 

Notas finales:

¡Aaah! Lo siento Lee Sama T_Y.

Buff sé que estas cosas no se deben tomar a la ligera, más tomando en cuenta que el acoso sexual laboral es horrible, ya que decir de la violación. Asqueroso. Pero son cosas que ocurren y son más comunes de lo que parecen.

 

Pasando a otra cosa, espero que les gustase el fic y me apoyen con un comment para que me inspiren ;D. Además (antes de que se me olvide) decirles que, como siempre, hay escases de Gaara/Lee así que si alguno de ustedes lee o quiere leer Los feos no van al cielo (Fic que recomiendo al 100%), no olviden votar por Lee para pareja de Gaara XD. Todos sabemos que ganará Sai pero la lucha se hace XP.

... por mi parte espero poder actualizar pronto y ver como le hago para no distraerme con esas tantas ideas raras que tengo últimamente O,o.

Salu2 y cuídense

Yais

PD: ¿Errores?, notifíquenme para que los arregle =^0^=.


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