Era un día tranquilo, en la plaza del centro comercial se veía a un solitario chico comiendo una rebanada de pizza tranquilamente, de vez en cuando sorbía lentamente a su bebida, no se veía como una persona cualquiera pues sus dorados cabellos sobresalían entre la multitud. A la lejanía se veía a un atractivo trío de chicos rodeados por muchas chicas.
-¿Estás seguro que es él?- Pregunto un chico que vestía totalmente de negro y tenía el flequillo cubriendo sus ojos.- No quiero volver a hacer el ridículo.
A su izquierda, un poco menos alto que el anterior estaba un chico de gafas y ojos verdes, se veía poco extravagante en comparación con sus compañeros.
-Estoy tan seguro que la siguiente vez que me preguntes lo mismo te golpearé la cara.- Dijo el último individuo, notoriamente más alto que los demás, de cabellos como la noche y largos, su ropa variaba combinando el carmesí con el negro. Los tres caminaron sospechosamente hacia el pequeño que desconocía la situación, su vista estaba ubicada en un relicario porque jamás había visto a sus padres pues al nacer lo internaron en un orfanato y lo único que le dejaron fue un pequeño relicario donde estaban las fotos de ellos.
-¿Allen Evans?- Dijo el chico de negro, tenía un cabello castaño y unos preciosos ojos verde miel escondidos bajo sus mechones.
El llamado observo hacía arriba mirando fijamente al que lo llamo con unos ojos de inocencia de un tierno color miel.- ¿Necesitas algo?- Dijo en un timbre algo nervioso, cualquiera se pondría así, quiso pensar.
-¿Podemos sentarnos?- Dijo el chico más bajo, de unos ojos verdes y cabello de igual color, algo poco natural en esa ciudad, eso le daba un toque rebelde.
-Claro.- Dijo algo nervioso el chico. Y estaba bien tener algo de nervios cuando chicos de esa magnitud te hablarán a ti y pidieran sentarse a tu lado provocando que muchas chicas te miraran cuando hasta hace pocos minutos disfrutabas de la sensación de invisibilidad que tenías al estar solo.
-Allen creo que te será difícil de asumir lo que te diré pero es importante que lo pienses muy bien antes de darme una respuesta.- Dijo el chico de gafas. Esas palabras provocaron aun más el nerviosismo del rubio.
-Llámame Len… Allen es demasiado formal y me asusta un poco.- Dijo sinceramente mientras agachaba la mirada por los nervios.- Creo que ustedes deberían presentarse, yo creo que deberían hacerlo incluso si no es necesario porque los conozco a todos.
Los chicos se quedaron mirando fijamente al menor porque las palabras de este les llegaron desprevenidas.- ¿Soy tan popular?- Dijo el chico de cabellos cafés con una sonrisa en el rostro, a simple vista se veía algo vanidoso, pero en su mirada había algo que te hacía dudar si realmente lo era.
-Si sabes nuestros nombres no es necesario presentarnos.- Hablo por segunda vez el chico de hebras ébano. El chico lo miro algo nervioso.
-Yo creo que eso es importante, pero si quieres que yo solo los llame por su nombre lo intentare, Raven.- Susurro el chico cruzando su mirada color miel con la carmesí del nombrado. Los otros dos lo miraron sorprendidos porque no sabían que el pequeño conocía al de cabellos negros.
-¿Cómo es que te conoce, Raven?- Dijo sorprendido el chico de cabellos castaños porque sabía que si el pelinegro lo conocía al menos les diría ese dato.
-Va en el mismo salón que yo. Se los dije antes.- Dijo algo irritado el pelinegro, apenas podía entender porque las personas a su lado jamás lo escuchaban, se suponía que cuando una persona de poco hablar hablaba, sus palabras no serían negadas al momento de comenzar pero ahora se daba cuenta de que con esos chicos debía ser una situación extra especial para que ellos prestaran atención.
-También los conozco a ustedes Nuri Tadashi y Higurashi Keitaro, de hecho todos están en el club de química y quedaron en los primeros lugares en las listas de popularidad.-Dijo mientras comía un poco más rápido su comida, había hablado de más y eso era algo que sabía.
-¿Cómo sabes eso? ¿Eres gay?- Dijo el castaño mientras se levantaba de la silla y se ponía a unos metros del chico en cuestión.
-¡No!- Grito algo nervioso.- Son cosas que todos saben. De hecho hay un chico en mi salón que te odia.
-¿Odiarme a mi? Si soy súper agradable.- Dijo mientras tocaba sus cabellos con una mano y los peinaba hacía arriba.
-No puedo siquiera imaginármelo, Tadashi.- Dijo el de ojos carmesí con sarcasmo, la verdad era que el castaño era bastante fácil de odiar.- Pero ese no es el punto, se supone vinimos a hacer algo importante, no ha platicar con un mocoso.- Dijo sin pensar en los sentimientos del rubio, este solo alzo la mirada dejando ver la indignación en ellos.
-Si no quieren nada, me retiro.- Dijo dejando de lado su comida y yéndose del lugar con lo que quedaba de su dignidad. Era difícil hacerlo porque la mayoría de las chicas habían tapado su movilidad.
-Queremos que te unas al Club de Química.- Dijo Tadashi esperando una respuesta positiva.
-Me encantaría. Pero no sé nada de química, si me disculpan me voy.- Esos chicos debieron haber previsto antes que el menor no aceptaría.
-Es que no te queremos precisamente porque sepas de química.- Dijo el pelinegro desviando la mirada.
-¿Entonces por qué? – Pregunto el rubio, un poco nervioso, esperaba no dijeran que lo querían de mascota del club o algo así porque se lo habían propuesto antes y era algo que no le gustaba para nada.
-Tú tienes algo que podría servirnos para una noble causa.- Susurro el peliverde.- Créeme Len, esto es más difícil de decir que de creer.- Sonrió.
-En pocas palabras.- Dijo el castaño.- Tu tienes un poder que podría ayudarme.- Sonrió.
-¿Un poder?- El chico se asombró un poco y tomo un sorbo de su bebida.- ¿Yo? ¿Un chico tan débil?
-Yo también dije eso.- Rió el castaño.- Pero te necesitamos, Len. Si no me crees ahora puedo darte una prueba.- Sonrió.
-Mira, aceptas o vienen a secuestrarte los malos.- Dijo Raven secamente.
El rubio lo miro con algo de miedo. No quería creer lo que su compañero de clases le decía.- Si creo en lo que dicen de poderes porque yo se que tengo varios. Pero… ¿Por qué yo?
-Porque tu tienes algo que los demás no tienen. Eres como una pequeña esperanza para mi, Len.- Sonrió tristemente el castaño.- Tengo la impresión de que tu podrás ayudarme… Y si aceptas con gusto te lo explicare todo.- Y así fue como el mayor comenzó a explicarle todas las cosas que pasaban, cosas malas, cosas crueles que había pasado en su vida y el motivo por el cual este solicitaba su ayuda.- Entonces… ¿Qué dices?
-A mi… Realmente me gustaría ayudarte. Así que puedes contar conmigo, Tadashi.- Dijo mientras algunas lágrimas traviesas bajaban por su mejilla, dándole tristeza la historia de la persona frente a él.- Esto es tan… -sollozó.- Injusto…- El castaño no dijo nada, solo se acerco a el chico y lo abrazo con fuerza para decirle que no había problema, que no tenía caso llorar. Que todo estaría bien.