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Te vengo a asesinar. por myooji_azuka-chan

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Notas del capitulo:

Bueno... sé que estoy con mi trato con el demonio y tengo que continuar "Una tierna perversa en Konoha" y "Un accidente". La verdad es que este fic es la adaptación de un libro que estoy haciendo, o intento de libro. Lamento si se me escapo un "ella" cuando me estoy refiriendo a Sasuke ;w;! Pero lo revise varias veces así que creo que esta todo en orden. 

Esto es un proyecto, dependiendo de cómo le vaya subiré más capítulos.

Bueno no los entretengo más.

 

¡A leer! :D

 

Los personajes no me pertenecen. Son propiedad del gran Kishi-sensei, en el cual tengo la fiel creencia de que nos dará un final SasuNaru/NaruSasu

                                 Te vengo a asesinar.

                                     Myooji_azuka-chan                          

 

                                              I

 

Y ahí estaba sentado tras un escritorio como todas las noches en un bar de mala muerte, escuchando las peticiones de la gente, pero no peticiones cualquieras, si no, tales peticiones eran de asesinato. La mayoría de sus “clientes” eran de buenas y respetadas familias ya que sus servicios eran, de por sí, caros.

El cliente de esa noche era una bella joven refinada, que había entrado como si nada a su oficina y le había pedido, no, ¡Le había exigido! Que aceptara el trabajo que le ofrecía. Y ahí estaba escuchando a la mujer.

-¡Lo quiero muerto, quiero que sufra, que sienta en cuerpo y alma mi dolor!

Qué bien, otra loca despechada por amor. Las mujeres eran así, o por lo menos la mayoría. La señorita le había ofrecido una jugosa cantidad de dinero por un trabajo algo especial. Quería que asesinara a Naruto Namikaze, el hombre más libertino que alguna vez tubo Londres. Pero la joven no quería que lo asesinara de una manera normal, si no, que se adentrara en la vida de ese hombre y lo enamorara, que lo hiciera sentir el dolor de ser asesinado por la persona que él amaba, eso es lo que quería Lady Sakura Haruno. No es que le molestara hacer un tipo de asesinato especial, lo que le molestaba es que tendría que mostrar su cara ante ese Namikaze y hasta conocer a su familia para ganarse la aprobación de todos fingiendo ser un bello y amable joven que amaba mucho a ese hombre.

Podía fingir ¡Claro que podía! Pero no le apetecía, pero si no aceptaba esa mujer le insistiría o se iría a buscar otro sicario y no era tan estúpido como para rechazar la enorme suma de dinero que Lady Sakura le ofrecía, era más de lo que le habían pagado en toda su vida y no era poco el tiempo en que llevaba en este negocio de los asesinatos.

-¿Y? –Habló nuevamente Lady Sakura.- ¿Acepta mi propuesta?

-Quiero que tenga en cuenta, Lady Sakura, que analice bien lo que me está proponiendo.

-Lo analicé y muy bien, me tardé mucho en idear una forma perfecta de vengarme por su rechazo y la humillación que me causo. Usted sabe que habría ido a otro sicario, pero todos eran hombres y por casualidad el conde de Strafford, un amigo de mi padre, lo menciono al saber la humillación que Naruto Namikaze me hizo pasar.

-Déjeme decirle Lady Sakura, que usted esta aun muy herida por esa humillación, que fue grande, he de admitir que hasta yo me he enterado. -Ante ese comentario la mujer enrojeció, tal vez de ira, pero también de vergüenza. Prosiguió al ver como se preparaba para interrumpirlo.- Sin embargo después de unas semanas usted se habrá arrepentido de acabar con la vida de Namikaze. Su conciencia no estaría tranquila y la verdad es que no me quiero poner en riesgo mostrando mi rostro para que después el trabajo sea cancelado, además, supongo que si pasa eso no se me pagarán mis servicios.

-¿Usted no entiende, verdad? –En la voz de Lady Sakura solo se notó la indignación que tenía ante las palabras del doncel. - ¡Lo quiero muerto!

-No, usted es la que no entiende, Lady Sakura, no voy a ponerme en riesgo por un plan desesperado, le aconsejo que lo piense unos días más y si sigue con la idea de deshacerse de  Naruto Namikaze, tenga por seguro que aceptare su oferta.

-¿Lo promete? –Ahora la esperanza adornaba esa suave y aterciopelada voz.

-Lo prometo y mis promesas las cumplo. –La mujer le sonrío y después vio como Lady Sakura se retiraba de su “oficina” con una pequeña reverencia.

Se había quitado de encima a esa molesta mujer solo por unos días, además de que le había prometido aceptar su proposición si seguía con la idea de eliminar a Namikaze. Pero suponía que debía de entenderla, de ponerse en su lugar, después de todo el era un doncel y ella una mujer, algo muy parecido. Si, desearía la muerte del hombre que le hubiera hecho pasar tal humillación. Rechazarla en medio de la calle y además gritando, humillarla en que ya no era casta frente a todos. Ese hombre no tenía corazón. Ahora que se lo pensaba mejor, la próxima vez que fuera a verlo Lady Sakura aceptaría su propuesta con gusto, además la paga era muy buena y no estaba dispuesto a rechazar tal suma de dinero.

Por hoy terminaría su horario de atención, por así decirlo, no tenía energía para seguir escuchando a ricachones que quieren asesinar a alguien. La verdad este trabajo le gustaba tan poco como tratar con hombres locos, mujeres y donceles despechados. Había aceptado este trabajo solo por una razón y como muestra de gratitud a una persona que él quería mucho.

Se levantó de su silla y rodeó su improvisado escritorio, se colocó un abrigo que le llegaba hasta las rodillas y cubrió su cabeza con una desgastada boina que tenia. Su oficina estaba arriba del bar, así que bajó en total silencio ignorando las  indecorosas propuestas que le hacían algunos hombres borrachos, hasta había uno que otro ricachón tratando de iniciar una pelea. Aunque muchos querían hacerle algo más que sólo observarlo, sabían que si lo hacían acabarían sin una mano como el tipo que lo intentó, ahora tenía que usar un gancho para remplazar a esa extremidad faltante.

Nadie de ahí, excepto el dueño del bar, sabía la profesión que ejercía en el segundo piso de ese lugar. Suponía que la mayoría creía que se prostituía sólo con clientes seleccionados, si supieran que en cualquier momento podrían ser víctimas de su trabajo.

 -¿Ya te vas a casa, pequeño Sasuke? –Le preguntó el dueño del bar cuando pasó cerca de la barra.

Sí, su nombre era Sasuke Uchiha. Aunque sólo unos pocos lo sabían, todos en Londres creían que el pequeño y único hijo de Fugaku Uchiha, el simpático granjero, había muerto junto a él en el incendio que consumió su rancho.

-Sí, la verdad es que el último cliente que atendí me ha dejado agotado. –Habló bajito al acercarse a la barra, aunque dudaba que alguien lo oyera con el ruido que había.

-¿Tan así? –Preguntó divertido- ¿Quién era?

-Una mujer despechada.

-No me digas que es Lady Sakura. Después de la humillación que le hizo pasar Namikaze no puede salir sin un disfraz a la calle.

-En el clavo como siempre, tío Obito. A veces pienso que me estás vigilando.

-Si no ¿Cómo te cuidaría? –Comentó con una sonrisa. -¿Y te propuso matar a Namikaze?

-No solo matarlo. La mujer desea un trabajo especial.

-¿Qué tan especial? –El seño de Obito se había fruncido. El sabía muy bien porque. Obito odiaba que hiciera trabajos especiales porque implicaban mayor riesgo para él.

-Tengo que adentrarme en la vida de Naruto Namikaze. Enamorarlo y cuando sea el momento adecuado, asesinarlo.

-¡No! –Exclamó Obito – No voy a dejar que te arriesgues de esa manera.

-Tranquilo. Le dije a Lady Sakura que se lo pensara algunos días, por si surgía el arrepentimiento.

-Espero que por lo menos te pague bien.

-Me dará más de lo que he ganado en toda mi vida.

-¿Cuánto?

-En otro momento te lo diré, tío Obito. Apuesto que al pronunciar tal suma todos los idiotas de aquí se callarían.

-Tienes razón. –Sonrió. -¿Le digo a Itachi que te lleve en la carreta?

-Sí, por favor.

-Espérame un momento.

Obito Akasuna era un hombre muy bueno y agradable. Era una de las primeras personas que había conocido, cuando de pequeño ese hombre lo rescató de las calles.

El bar era un completo alboroto, ya se podía apreciar como algunos hombres planeaban comenzar una ronda de puñetazos. Los hombres borrachos se volvían tan primitivos. Se quedó recostado un momento en la barra esperando a que Obito volviera. De un momento a otro, todos en el bar se habían callado, ni una mosca volaba, se escuchaban pasos de alguien y de pronto todos se pusieron a cuchichear. Se preguntaba quien tendría tanta imponencia como para hacer callar a un bar repleto de delincuentes. Sintió como alguien se acomodaba a su lado y pidió una cerveza a Hotaru, la camarera que estaba atendiendo en esos momentos.

Pocos segundos después la cerveza fue entregada y Hotaru se le acercó.

-Querido. El señor Obito ha dicho que si podrías esperar un momento más, al parecer uno de los caballos perdió una herradura y hay que cambiársela.

-Dile al tío Obito que no se preocupe. Yo espero.

-Está bien. Yo le digo.

-Ah, y Hotaru. -La detuvo -¿Puedes traerme un vaso de limonada? Hace días que me duele mucho la garganta.

-Enseguida te la traigo, pequeño. –Y Hotaru se retiro.

-¿Qué clase de persona pide limonada en un bar? –Miro de reojo a la persona que le hablo. El hombre que se había sentado a su lado.

-El tipo de persona que no quiere, ni puede llegar ebrio a su casa.- Respondió Sasuke.

Por un momento quedó deslumbrado al escuchar la ronca y aterciopelada risa de aquel hombre. Tal sonido hizo que se volteara para poder observar al -hasta ahora- desconocido para él, pero se detuvo y trató de ocultar su curiosidad por saber quién era.

-Entonces no deberías venir a un lugar en donde se sirve alcohol en abundancia. No es lugar para chicos como tú. Es para camareras, camareros, prostitutas y prostitutos. ¿Eres de ese tipo primor?

Sin habérselo propuesto ese hombre le había faltado el respeto.

-Por favor cuide su lengua. No soy ni camarero ni prostituto, y el que yo esté en un bar y no beba alcohol no es asunto suyo.

-Oh, disculpa si te ofendí. Ya sabes, es raro ver a un doncel por estos lugares en la noche.

-Disculpa aceptada. Ahora si me permite.

Sasuke se separó de la barra dispuesto a irse con o sin carreta. Apenas había avanzado un paso cuando el hombre lo detuvo aferrándose a su brazo.

-Espera, querido. ¿Puedes decirme tu nombre?

Poco a poco el se volteó y vio al hombre más hermoso que jamás había visto en su vida. El cabello del hombre eran de un intenso rubio, recortado en un corte juvenil, sus ojos eran de un brillante color azul mar… no, eran como el cielo; los hombros eran anchos al igual que el pecho y vestía elegantemente. Se había quedado tan embobado viéndolo que no le respondió. El hombre supuso que no quería decirle su nombre a alguien quién ni siquiera se había presentado a si mismo antes.

-Mi nombre es Naruto Namikaze ¿Y tú, eres…?

Definitivamente la magia se había quebrado. Ese hermoso hombre era Naruto Namikaze, el libertino más conocido en Londres. El sólo lo conocía de nombre, no de apariencia. Si Lady Sakura seguía con el pensamiento de matar a Namikaze el tendría que hacerlo, pero nunca se imagino que el condenado fuera tan guapo. Debía de parar sus pensamientos, ese hombre podría ser su próxima víctima.

-¿No piensas decirme tu nombre, chico de los ojos bonitos?

-Me llamo… -No estaba seguro de contestarle.

-Sasuke, el señor Obito dice que la carreta esta lista, ah, tu limonada. –Justo en el momento preciso apareció Hotaru.

-Ah, gracias. –De un trago se bebió la limonada, dejo unas cuantas monedas y se fue.

-Con que Sasuke…

Había logrado escaparse gracias a la interrupción de Hotaru. Un momento más y le habría revelado su nombre a ese tipo, pero bueno, ya lo sabía. Hotaru lo dijo tan alto que apostaba a que todo el bar la había escuchado.

Llego atrás del bar donde su tío Obito lo estaba esperando junto a una carreta que iba conducida por Itachi Akasuna, quien era algo así como su hermanastro. Obito lo ayudó a subir a la carreta y saludo a Itachi.

-Bueno. Itachi, quiero que lo lleves derecho a su casa, lo dejo en tus manos muchacho.

-Como siempre tío Obito. –Dijo Itachi antes de emprender la marcha.

Ambos iban en silencio, ya que los dos compartían el gusto por admirar tranquilamente la noche, al igual que podían darse cuenta de cuando se aburrían y debían comenzar a hablar.

-¿Y cómo te fue, pequeño Sakesu? –Le preguntó Itachi sin apartar los ojos del camino. –Oh, es cierto, tu nombre es Sasuke, después de todos estos años aún no logro acostumbrarme.

Sakesu Akasuna era el nombre que le había puesto su padrastro al momento de adoptarlo. En el momento del incendio había perdido temporalmente la memoria. Aún ahora no lograba recordar mucho, sólo su nombre, su casa consumiéndose con las llamas y la cara de ese hombre que observaba todo con diversión.

-Me fue bien. Aunque estoy muy cansado, llegaré a darle comida a Sharingan y me iré a dormir.

Sharingan era su pequeño cachorro, lo había recogido de la calle ya que el pobre vagaba solo y sin rumbo. Le gustaban los animales, pero fue otra cosa que lo impulso a llevarse a Sharingan a su hogar. El pequeño cachorro le recordaba a él, cuando no tenía hogar, dinero ni comida, estaba a punto de morir en las calles de Londres hasta que su padrastro apareció y le tendió una mano.

-Oh, el pequeño Sharingan ¿Está creciendo bien? Sabes que puedes contar conmigo para revisarlo y ver su estado.

Su hermano Itachi era veterinario, él se encargaba de cuidar a todos los animales que él tenía en su rancho. El rancho que por fin había logrado reconstruir.

-Lo sé. Gracias. –Una tenue sonrisa adorno su pálido rastro.

-No hay de qué, hermanito.

Solo pasaron unos minutos de silencio antes de que Sasuke volviera a hablar, pero sonaba como si estuviera perdido en un transe.

-Si acepto el trabajo que me propusieron hoy, será el último. –Comentó Sasuke en un susurro, mientras sus azabaches cabellos bailaban al son del viento.

-¿El último? –Sólo fueron unas milésimas de segundos en los que Itachi aparto los ojos del camino - ¿Tanto es el sueldo del trabajo?

- Sí.

-Es bueno. ¿No? Desde el principio odiaste la idea de llevar a cabo tal trabajo.

-Sí, eso es cierto, pero presiento que este no va a ser un trabajo normal.

-¿Es especial?

-Lo es, pero no es eso a lo que me refería. Me siento nervioso.

-Tranquilo. –Itachi comenzó a conducir la carreta solo con su mano derecha, mientras que con la izquierda tomaba la mano de su pequeño hermano. –Ten por seguro que todo va a salir bien. Como siempre.

-Gracias, Itachi. –agradeció con una tenue sonrisa.

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Reitero que esto es un proyecto, si me piden que lo continúe, lo continuare.

Bueno... si hubo una escapada de dedo, lo siento mucho.

 

¡Nos vemos!

 

Este capítulo fue auspiciado por: "El nuevo fic"

Mari: Wow y yo que creí que no escribiría mas hasta terminar "Mi trato con el demonio"

Naru: ¡Hey! ¿Por qué tengo que ser el malo al que quieren asesinar?

Sasu: A mí me gusta mi papel.

Mari: Bueno, Naru, es que me gusta el NaruSasu y por eso tú tienes que ser el libertino... y además, tengo que admitir que babeé cuando te describí xD

Sasu: -le pone un cuchillo en el cuello-

Mari: era broma TTwTT!!

 

Fin (?)


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