La realidad de la noche le estaba golpeando la cara hasta dejarlo rojo, porque esa era la verdad, era el inquilino de Reborn, pudo dormir en la calle, ahora hasta las bancas del parque le parecían comodísimas, espectaculares, hasta brillaban y se las imaginaba de oro puro y con olor a uva, todas eran buenas y lindas cosas, menos ese asesino arriba suyo.
Recordando hace pocos minutos atrás, él inocentemente iba con sus sabanas a acostarse, no le hacía daño nadie, sólo mató por accidente a una hormiga, quizás la hormiga tenía esposa... ¡E hijos!, bien, podía darle todo el drama posible y aún así no hizo algo tan terrible como estar pasando por aquello, el incendio de su vivienda, sus manos luchando para despegarse de la cama, todo era culpa de Reborn.
—Cállate un momento...—susurra mientras pasa su lengua por el blanco cuello, sujeta ambas manos del bovino con una de las suyas.
El chico no deja de estremecerse y cerrar ambos ojos con fuerza, arquea toda su espalda y entrecierra los ojos ante las diferentes sensaciones, no paraba de rogar que se detuviera y el asesino sólo le sonreía con una lujuria palpable que helaba sus huesos.
—!Me voy al sill-ón, te cocino... te pul-o tus patillas, sólo déjame ir...ahh! ahh~!—no deja de gemir, aquella mano pasando deliciosamente por aquella tibia y calida zona que se iba parando entre sus pantalones estremecía de sobremanera su cuerpo.
El hitman se reía con soberbia mordiendo las dos pequeñas tetillas que se disponían a sus ojos, erectas, la carne enrojecida y deliciosamente húmeda encendía más su ritmo, los sollozos...aunque molestos, totalmente una melodía para el sexo duro, quería penetrarlo ya, con fuerza, ver ese rostro perfeccionado con los años botar lagrimas gruesas de puro placer, sentir esas caderas recibiendo su pene y exigiendo más.
Ambicioso.
Poderoso.
Caprichoso.
No podía dejar de serlo. Siempre había podido con aquella parte de él, pero aquel adolescente rompía todas las barreras de fría indiferencia que pudiera tener, ese sensual trasero, blanco, esas nalgas que quería abrir para ver su ano, abrirlo con sus dedos para poner su miembro.
Sus mejillas, con aquel rojizo que sólo tienen de vergüenza, era una vaca estúpida, Lambo tenía la culpa, él no, él nunca la tenía.
—Mío...—susurra ronco bajando los pantalones del bovino hasta las rodillas.
—!No...ahh me mires!—alcanza a gemir antes de sentir la tibia mano del italiano cerrarse en su miembro erecto.
Quiero cerrar las piernas, pero, el asesino usa su peso y su cuerpo para mantenerlo a su merced, las manos aún sujetas comienzan a ceder y el cuerpo a temblar con deleite, se relame los labios y deja escapar una risa suave en su cuello, lo lame con fuerza y siente aún sus labios secos, se atreve a soltar el agarre del bovino, éste afloja las manos, pero no intenta mucho por escapar, quizás cegado por las sensaciones nuevas, tan atrayentes, quizás esos ojos azabaches mirando con deseo su desnudo cuerpo. Siente la mano entre sus testículos jugando y luego un beso invade su boca, abre sus labios dejando entrar la lengua del ansioso asesino, no pueda mantenerla cerrada por la fricción que aún mantenía el de ojos azabaches con aquella parte de abajo.
Mantiene el beso, pero algo hace que aquel chico de polera de manchas estremeciera con demencia sus caderas, siente algo en su ano, metiéndose cada vez más adentro, está helado, suspira caliente dentro de la boca, quería gritar, Reborn había metido un dedo en su entrada, lo estaba poseyendo, haciéndolo suyo sin que el chico pudiera hacer nada.
—Mngg... mmm…—susurra en el beso, quiere gritar, pero Reborn atrae más la cabeza del joven a su boca acallando el grito que quería salir de los labios de Lambo al sentir aquel dedo dentro suyo… no hacía más que removerse inquieto,
Húmedo, pegajoso y caliente, así era el interior de Lambo, Reborn gimió ronco de puro deseo entre la boca del menor manteniendo aún el beso hasta que mete otro dedo dentro del bovino, separa el contacto y ve nuevamente como el chico sujetaba con fuerza las sábanas buscando con desesperación algo para mantenerse tranquilo.
—Re-Reborn…ahhh se siente…tan ra-ro…por favor—su voz sale acalorada, el asesino lo mira con deleite y juega nuevamente con la punta del miembro de aquella estúpida vaca, va a parar a sus caderas, delineándolas con fuerza, se siente tan poderoso marcando aquel ganado, él debía ser suyo… sólo suyo, nadie debía atrever a tocarlo.
No es que Reborn fuera del todo malo, pero algo en aquella voz lo ponía, realmente lo ponía, no podía para aquello, a pesar de sus ruegos y gemidos, tampoco podía sacar si quiera una palabra reconfortante de su sucia boca de mafioso.
Y metió un tercer dedo lubricado, los tijereteó dentro del cuerpo del más joven, el bovino no paraba de gritar y gemir aferrándose ya a esta altura a la espalda del hitman.
—Me meteré dentro…Lambo…—susurró desabrochándose con suavidad y a la vez impaciencia el cierre de sus pantalones.
Los dedos salían suavemente del trasero del guardián del rayo, tenia los ojos entrecerrados, las mejillas sonrojadas y la respiración entrecortada, se sintió raro, quizás deliraba, pero pudo jurar que lo llamó por su nombre, no le dijo “Enano, vaca estúpida, inútil, ser de clase baja”, lo llamó Lambo, algo en la mirada lleno de deseo del sujeto de traje arriba de él derrumbó muchas de sus fuerzas de seguir resistiéndose.
Sentía que de una extraña manera que Reborn trataba de ocultarle algo ¿Quizás cariño?
No, qué piensa, Reborn no es así.
—¡Ahhh, nnmmm ahh, ahh! —reprime gritos de sus labios, siente algo grueso y caliente meterse en sus caderas, deslizándose por las apretada y estrecha cavidad anal.
El ser de ojos azabaches gime ante la fuerza que aplica al meterse adentro mientras siente el cuerpo debajo de él, algo más pequeño pero igual de sensual abatirse ante la interrupción, calma lagrimas y alguno que otro sollozo de placer y dolor con suaves caricias y besos en lugares íntimos, el bovino no sabe que siente.
Reborn no es así.
—¡Ahhh, ahh! ¡Re-Reborn! —y empieza el movimiento de caderas, las fuertes arremetidas que hacen delirar al ser que reposa su cuerpo sobre la amplia cama.
Y aún así el único nombre que grita es el de él.
—Tal como pensé, eres una vaca erótica que me provoca, sólo querías ser follado por mí ¿Me equivoco?
—¡Ahhh, ahh, Re-Reborn..ahh ! —cierra los ojos agarrándose más fuertemente a su cuerpo con desesperación, como si su vida acabara en eso.
Y aún así no pudo dejar de gritar su nombre.
—Eres mío y siempre lo serás, dilo…dilo hasta que me canse de hacértelo, dímelo hasta que no puedas ni respirar, grítalo, vamos hazlo, llora…—susurra con demencia en su cuello mientras muerde dejando marcas que se recordaran por tiempo y dictaran que aquel chico ya tenía dueño, uno muy celoso, caprichoso y posesivo sin mencionar experto en ocultar sus sentimientos.
Y aún así, el guardián del rayo no dejaba de amarlo.
Era una ironía, lo hicieron tres veces aquella noche, Reborn podía más, Reborn podía siete veces más, pero tuvo algo de misericordia, misericordia que olvidaría de lunes a sábados, sólo los domingos es día de “Misericordia a las vacas”. Era ya de mañana y Reborn estaba en un cuarto frente a un computador, hizo un par de cosas para luego ir por un expreso a la cocina cuando ve a la estúpida vaca sentada en SU silla, tenía que molestarlo.
—Te levantaste…—susurró casi sin interés.
—Cojeando…—susurro casi muerto el bovino.
—Y hasta tomaste desayuno—miró la taza en el living.
—Cojeando…
—¡Y hasta te has bañado!
—Cojeando hasta la ducha…
—Y grabe la noche ayer y la puse en tu facebook, lo titule “Soy la zorra de Reborn, así que no me miren”, lo sé, debería ser un editor… —tomó una fuerte calada de un cigarro que había prendido mientras una sonrisa siniestra y cínica salía de sus rostro.
—N-No tengo Facebook…—miró muerto de miedo que algún video de lo que le hicieron anoche estuviera en Internet.
—Sólo te cree uno para poner el video…—susurró con maldad tomando el café mientras la vaca lo miraba como si el mundo se le hubiera caído entero en cuestión de segundos, en realidad, su vida dejó de ser vida cuando accedió a vivir con Reborn.
Y así, el chico de ojos verdes al ver la escalofriante verdad de que el estúpido de Reborn no mentía se fue “cojeando” para sentarse “cojeando” en el computador, su vida se hizo añicos, ya no le cabía duda, el mayor lo odiaba, lo odiaba con ganas. No tenía idea de cómo llegó a pensar que no era así, nadie cambiaria a ese asesino, tenía que acabar con él algún día.
En tanto, Reborn se rió con algo de maldad en la cocina, volvería a poner un gas toxico y si Lambo borrara el video lo volvería a poner en Internet, porque sabía que sus medidas eran drásticas, porque eso hacía con su propiedad, le dejaba a todo el mundo en claro que nadie más podía tocarla, lo haría por siempre, porque muy en el fondo ese estúpido muchacho se había vuelto algo que lo obsesiona y que quizás, tan sólo quizás… ama un poco.