Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Poupée por just breath yaoi

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

SHOTA: Relación que hay entre un niño y un adulto.

Éste fic no busca decir que ello esté bien en el mundo real, es sólo con el fin de entretener. Si no gustas de ésto, por favor, evítate el tener que leer algo así.

Notas del capitulo:

Disfruten nwn es lo menos que puedo decir.

Poupée: Muñeca.

Que sepas que todo fue por amor.

 

Yo estaba débil emocionalmente, en medio de una lluvia que golpeaba sin piedad  contra todo aquello que no estuviera protegido. Y yo podía incluirme en ello. No era más que un ser cuyos sueños y metas se habían visto ya aplastadas una y otra vez, cuyo corazón había sido aporreado y rechazado tantas veces, que ni el más resistente vendaje iba a poder curar.

 

Veía a la gente pasar con prisa, cubriéndose en vano con manos y cualquier cosa que les sirviera para evitar mojarse de más.  Seguramente tenían un lugar al cual ir, con personas que ansiaban de su compañía, de su reconfortante voz o de interesantes pláticas sobre la bolsa de valores.

 

Yo en cambio estaba en la acera, sentado, y viendo a tan felices personas vivir la lluvia. Algo era seguro en mí. Lloraba, y eso a nadie le importaba, ¿a quién iba a importarle un joven adulto como yo sentado a mitad de la acera? En lo que a ellos respectaba, sólo era un vago, probablemente ebrio y drogado, cosa que en la realidad no era así.

 

 

Sólo lloraba, y me lamentaba de mi triste suerte. No era debilidad, era un ocasional desahogo de frustración.

 

 

Pero fue entonces cuando me hablaste por primera vez, cuando vi lo hermoso y perfecto que eras, aún cuando la lluvia hacía casi nula la vista.

 

Y me hablaste con la voz más dulce, con preocupación en ella.

 

Un “estás bien” salió de tus pequeños labios. Yo en cambio, permanecí callado, pensando en cómo reaccionar al verte.

 

Pero antes de que yo te respondiera, una mujer te llamó. Tu madre, probablemente. Y el nombre que aquella femenina voz pronunció te volvió más bello.

 

TaeMin.

 

Oh, qué hermoso nombre. Siento la misma alegría que la primera vez que supe de la existencia de tan perfecta combinación cada vez que lo recuerdo. TaeMin

 

Y entonces me miraste, y una sonrisa tierna fue hecha hacia mí. Sólo hacia mí. Tendiste tu pequeño brazo hacia mí, y me miraste sugerente. Querías que tomara tu paraguas, yo, un extraño que bien podría haberte secuestrado.

 

-Tómalo.-me dijiste, casi dejándolo caer para que yo lo tomara.

 

Lo miré, y me puse de pie, tomando con delicadeza el pequeño paraguas con forma de rana que tenía, cubriéndolo más a él que a mí mismo. Era un paraguas diseñado para niños como tú, después de todo.

 

-Gracias…-dije al fin, pero con dificultad. La lluvia ya comenzaba a cobrar factura en mi salud.

 

-No estés triste. Todo estará bien.-dijiste con optimismo, tierna característica de los niños.

 

No pude negarle aquello, aunque sabía que lo que deseaba para mí era difícil.

 

Toqué tu cabello, sedoso, lacio, y cálido por el calor corporal que desprendías por ahí.

 

La voz de tu madre volvía a clamar por ti, con un claro tono de irritación en ella. Me miraste y te echaste a correr en dirección a ella, perdiéndote de mi vista, perdiéndote temporalmente de mi vida.

 

 

Pero tras unos días, aquellas palabras ilusionistas que me habías dado hicieron cosas maravillosas en mi vida.

 

Al fin a alguien le había interesado  lo que hacía. ¿Y qué era eso? Muñecas. Durante mi vida, esa había sido mi pasión. No podría decirte la cantidad exacta de todas aquellas que había hecho, de cuánta porcelana había utilizado en ellas, ni cuánto tiempo. Pero no era despreciable la cantidad, y ya era algo tan natural en mí, que prácticamente se hacían solas.

 

Y así, un pequeño establecimiento donde vendían café, panecillos y entretenimiento sano, de nombre Poupée, me contrató.

 

En aquél lugar, mi acto era la especialidad, pues hacía muñecas  de porcelana en público en tiempo récord, con cabello ya pre elaborado, así como las prendas. Pero el cuerpo, y sobre todo, los rostros que basaba en mis voluntarios los hacía ahí mismo.

 

Pensaba en ti, créeme que lo hacía, y continuamente, sin importarme nada, ni siquiera el hecho de que probablemente yo te doblaba la edad. Yo era un adulto en ese tiempo, y tú no pasabas seguramente de los quince años, pero ya excedías los diez a juzgar por tu altura. Nadie tan hermoso y comprensivo como tú podría serlo.

 

¿Amor a primera vista? Me gustaba pensar en ello, por más patético que sonara. Ya habían pasado meses desde la última vez que te había visto, y aún sentía el calor de tu cabeza en la palma de mi mano.

 

Entonces, una tarde estabas ahí, en el mismo lugar que yo. Me sonreíste y saludaste con ánimo mientras tus padres buscaban una buena mesa para sentarse.

 

Yo te veía de lejos, no podía acercarme más a ti sin que la gente pensara cualquier cosa de mí. Era muy obvio al sentirme interesado en algo o alguien.

 

Seguías volteando a verme, casi ignorando el esponjoso pastelillo recién hecho sobre el plato frente a ti. No puedo evitar sentirme halagado al recordar que tus grandes ojitos preferían verme a mí que a un postre delicioso. Yo incluso sentía debilidad por esos pastelillos empalagosos.

 

¿Qué tenía yo de interesante que me mirabas con tal fervor? Fuera lo que fuera, hacías mi corazón latir con enfermiza rapidez. Me tenías loco con esa sonrisita en tu rostro de porcelana.

 

Eras como uno de mis muñecos, pero más hermoso, y sobre todo, real.

 

Las luces se apagaron, y el orgulloso dueño del establecimiento subió al escenario, hablando por el micrófono, agradeciendo a las personas por su preferencia y demás cosas.

 

Enseguida, la luz del reflector cayó sobre mí, casi segándome. Y si antes no me había sentido nunca avergonzado por la presentación, frente a ti me sentía como un niño mucho más pequeño que tú.

 

Ensanchaste tu sonrisa, y yo subí con entusiasmo al escenario, donde las cosas de mi pequeño espectáculo ya estaban preparadas.

 

-Buena noche.-comencé a decir, evitando perderme en verte sólo a ti.-Mi nombre es MinHo,- ahí caí en la cuenta en que nunca habías escuchado mi nombre, cosa que hizo cohibirme un poco.- gracias por venir con nosotros. ¿Hay algún voluntario que quiera pasar conmigo?

 

Si bien la pregunta fue en general, yo suplicaba que fueras tú el que pasara. Y mi corazón casi pegó un brinco al ver una manita envuelta en gordos guantes alzarse. Eras tú.

 

Busqué verme profesional, te sonreí, y te pedí que subieras al escenario conmigo, cosa que hiciste sin demorar, y te ofrecí un pequeño banco para que te sentaras.

 

Miré de nueva cuenta al público, y pedí que tomaran tiempo en lo que tardaba en recrearte en mi porcelana.

 

Vi al hombre que había ido contigo ponerse de pie, suponiendo que era tu padre, que te veía con alegría por tu participación mientras sostenía su celular en dirección a nosotros.

 

-Puede iniciar.- dijo hacia mí, y con ello, puse manos a la obra.

 

Formé una pequeña bolita de porcelana, y comencé  a darle forma con rapidez, usando los dedos para recrear la forma a la perfecta nariz que tenías, la exacta distancia de tus ojos, el detalle de tus párpados, de tus labios.

 

Y lo más increíble de ello, es que podía hacerlo sin realmente esforzarme en ello, y en vez de ello, mi atención estaba puesta en el verdadero tú, en el vivo brillo de tus ojos color miel.

 

Diez minutos, anunció tu padre, y yo casi acababa con el rostro. Las largas pestañas que había colocado con cuidado se veían perfectas en el muñeco, tan iguales a las tuyas. Mi ego subía al ver que la pequeña figura se parecía a ti.

 

Doce minutos, y ya tenía el torso con forma y detalle. Sonreí al imaginarte así, con tu piel sólo para mí, en la ternura de tu ombligo.

 

Quince minutos, y tenía bracitos y piernas perfectamente moldeados. Los dejé sobre una pequeña mesa de madera, junto con el resto de tu recreación.

 

Lo armé, aprovechando de la frescura y manejabilidad de la porcelana, tú veías de cerca al ya no estar trabajando directamente contigo.

 

Veinte minutos, y lo había terminado al fin, a lo que tú sonreíste y empezaste a saltar, estirando tus manitas, queriendo tomar al pequeño muñeco que permanecía sentado en mi mano.

 

-Debes esperar a que se seque.-te dije, calmando un poco tus saltitos, no por ello bajando el entusiasmo en tu mirada.

 

-¡Es igualito a mí! ¡Quiero, quiero! ¿Me lo das?- tentadora tu pregunta con la expresión que tenías hacia mí. Pero quería que la perfección de ese único muñeco perdurara.

 

Los aplausos resonaron en todo el salón, y tu madre incluso soltaba silbidos de sorpresa por la rapidez con la que había sido hecho el muñequito. Tu padrea se acercó y dejé al muñeco descansar sobre su mano.

 

-Se secará para dentro de dos días. Búsquele un lugar fresco y seguro.-dije a tu padre, él sólo asintió y rodeó tu pequeño cuerpo con su brazo, al tiempo que tú te colgabas a su cuello y eras alzado por él.

 

Te alejaste con él, pero tu mirada seguía fija en mí. Dijiste algo a tu padre, y a juzgar por la expresión en tu rostro, pedías algo a él, y él te miraba de frente sin mover la boca, al menos no hasta dentro de unos cuantos segundos.

 

Él te bajó de nueva cuenta al suelo. Eras tan petit, parfait.* Y tras tocar tierra firme, corriste de nueva cuenta hacia mí, mirándome con timidez. Podía notarlo por la forma con la que colocabas tus bracitos tras tu espalda y tu tobillo dibujaba círculos en suelo.

 

-Le pedí a mi papi si podía venir contigo…

 

Bajé hasta quedar a tu altura y revolví de nueva cuenta tus cabellos castaños. Había extrañado esa calidez tan peculiar tuya.

 

-Hiciste un buen trabajo allá arriba. Los niños son inquietos.

 

-No soy un niño.- frunciste con ternura el ceño. Más clara prueba de que lo seguías siendo.- ¿Has hecho más? ¿Puedo ver? ¿Puedo ver?

 

-No los tengo aquí—

 

-¡Muéstramelos, MinHo-hyung!

 

Negarme a tus peticiones, ¿sabes lo duro que fue para mí?

 

Tomaste mi mano con la tuya de menor tamaño y textura sedosa, y me llevaste con tus padres, donde me presentaste con alegría, como si de un juguete nuevo tratase.

 

Ellos me felicitaron y alabaron mi trabajo, sorprendidos por la rapidez con la que había hecho algo que tardaba día, incluso meses. Era la obra de la cual más me enorgullecía, y doloroso me había resultado en tener que entregarla a tus padres.

 

Entonces, tras los cumplidos, empezaste a hablar, con una madurez  que tu apariencia de inocente ángel ocultaba, pero aún así, la voz delataba tu niñez, así como tus súplicas para ir conmigo a ver el resto de mis muñecas

 

No esperé el que quisieras ir con tanto ahínco conmigo. Bueno, es algo que me gustaba pensar, que querías ir conmigo a donde fuera, pero que sólo fuéramos tú y yo, nada más. Era un lindo delirio para mi propio deleite.

 

Tus padres se mostraban renuentes a tus peticiones. No esperaba más, después de todo, era un completo extraño, aún si sabían mi nombre y yo el tuyo. No compartíamos nada, más que tu compañía, y el placer de tenerte presente en nuestros pensamientos día y noche.

 

Claro que eso era algo que un padre no quisiera saber. Yo sólo me mantuve callado, mirándote con ternura bien disimulada.

 

Pero tú seguías insistiendo, casi al borde del llanto. Si tan sólo fuera más que un capricho, y el motivo tras ver mis muñecos fuera en realidad estar conmigo…

 

-Está bien.

 

Tanto tú y yo miramos a tu padre, incrédulos a la respuesta.

 

-Nosotros…bueno. No pareces ser un mal chico, MinHo.

 

Me miraste, sonriente, aún con los ojitos llorosos por el capricho que habías hecho antes. Y tomaste mi mano con fuerza.

 

-Pero…-quise callarme, pero debía cuidarte de cualquier modo.- ¿Seguirán aquí?

 

-Estamos en días libres, Minnie también. Seguiremos aquí, esperaremos por ustedes.

 

-Sólo le mostrarás los muñecos, ¿no? No creo que eso demore demasiado.-dijo tu madre. Era tan parecida a ti.

 

Les sonreí, procurando no verme demasiado malvado con esa idea en mi mente.

 

Y así, ambos salimos del establecimiento. Te di mi abrigo para resguardarte del frío del exterior y te guié por unas cuantas calles. Por suerte, no vivía lejos de Poupée.

 

Finalmente llegamos. Era un pequeño lugar, pero adoraba vivir ahí. Tenía todo lo que podía necesitar, y no pedía más. Al entrar, encendí la luz, y tu rostro casi brilló al ver el interior de mi hogar.

 

Repisas, mesas, sofás. Todo estaba tapizado de diferentes muñecas. Tenía grandes, de esas que las niñas usan para jugar; tenía figuritas delgadas, un poco sombrías, sin realmente una verdadera forma humana, pero que igualmente se veían bien. Y justo al fondo, había más de las muñecas que se parecían a las que hacía en público.

 

Corriste hacia ellas, que eran las que más te habían gustado, y admiraste cada una de ellas, con cuidado de no tocarlas para no dañarlas. Yo te veía desde la entrada, recargado en un sofá.

 

Pero si bien me veía tranquilo, por dentro mis demonios internos me atormentaban con oscuros pensamientos, cosas que sólo hacía contigo en mi mente, en la soledad de mi casa.

 

Quizá fue una mala idea traerte conmigo a solas. No quería dañarte, no quería asustarte, no quería que me odiaras y que mi imagen se volviera un monstruo en tus sueños.

 

Y estaba tan ensimismado en mi lucha interna, que no noté que ya estabas de frente a mí, tan cerca de mi rostro, mirándome sonriente, con mejillas sonrojadas.

 

-Todas son hermosas, MinHo-hyung.

 

Había tantas cosas que estaban mal en ese momento.

 

Estaba mal el tenerte ahí, mi dulce ángel, sólo conmigo y mi retorcida mente.

 

Estaba mal la manera tan depravada con la que pensaba en ti.

 

Estaba mal que te besase como lo estaba haciendo.

 

Te juro que eso lo hice por el amor que sentía hacia ti. Jamás quise dañarte, o asustarte, sólo quería que supieras hasta qué nivel tenías mis sentimientos hacia ti.

 

Me miraste confundido, pero no reprobaste en ningún momento mi acción. Y sólo reíste, reíste con timidez, llevando tu manita izquierda sobre tus labios, cubriendo tu hermosa sonrisa.

 

-Me besaste, MinHo-hyung…-le sonreí, me importaba un comino si me veía como idiota.

 

-¿Eso me hace tu pareja? Papi dice que ese tipo de cosas que hacen los adultos son cuando uno es pareja de alguien y se quieren, como mi papi de mi mami.

 

Quería estrujarte. Había sido lo más…infantil que te había oído decir. Pero algo de esa afirmación era cierto. Yo te quería. Yo te amaba.

 

Esta vez, tú saltaste a besarme, con la torpeza e inexperiencia que podía tener un niño de tu edad.

 

Mi conciencia me hablaba, pidiéndome que frenase aquello que empezaba a crecer. La ignoré, obviamente.

 

Besaba tus labios con cuidado, temiendo de romper ese par de pedacitos de nube.

 

Te abrazaba con fuerza, pegando tu frágil cuerpo al mío. Tenía que sentirte, necesitaba sentirte conmigo, que aquello no era una de mis tantas fantasías de las cuales tú eras partícipe en más de una ocasión, donde te hacía mil y una cosas, y lo disfrutabas como yo.

 

En ellas te desnudaba con lentitud, tocando tu piel aniñada con cada prenda que desprendía de tu delgado cuerpo, tal como hacía ahora.

 

Seguías viéndome con incertidumbre a lo que te hacía, pero nunca percibí temor en tu mirada. Me detendría, aún si fuera contra mi voluntad, con tal de no lastimar tu virginal cuerpo, TaeMin.

 

Te recosté en la alfombra, y acaricié tu cuerpo, desde los perfectamente formadas clavículas –era lo que más adoraba de tu cuerpo— hasta el tierno hoyito donde la piel de tu abdomen se hundía.

 

Suspirabas con los pequeños besos que repartía por tu cuello, evitando dejar marcas. No quería que tus padres supieran de mi debilidad como ser humano y supuesto adulto responsable.

 

Me mirabas con ojos entrecerrados. Sabía que lo disfrutabas. Tu carita estaba colorada, tu boquita entreabierta, de donde dulces suspiros salían como burbujitas.

 

Mis besos seguían el recorrido que mis manos habían tenido, y me entretuve en tu ombligo, haciéndote cosquillas. Amaba tu risa.

 

Y seguí bajando, viéndote con una inevitable lascivia, y entonces me detuve en tu rosado miembro, suave como algodón, que estaba ligeramente alzado. Me preguntaba si de eso no pasaba, o si desprenderías aquél agridulce líquido.

 

Era lo bueno de lo nuevo; siempre había sorpresas. Y tú eras una caja llena de ellas.

 

Lo acaricié con la delicadeza con la que creaba a mis muñecas, con la que había recreado tu hermosa imagen en mi arcilla. Tomaba color y dureza, yo estaba excitándome sólo por el hecho de tenerte conmigo, compartiendo tan íntimo momento. Y yo sería tu primera vez.

 

Gemías, y me causó gracia el ver cómo intentabas acallarlos sin el éxito que esperabas. Seguramente sentías vergüenza, pero no tenías por qué, era normal, y estabas sólo conmigo.

 

-Y-Ya vuelvo…-anuncié, y salí volando hacia mi habitación, tomando de mi buró un pequeño botecito.

 

De regreso, yo ya me estaba preparando para ti, y me hinqué al llegar contigo, desde donde me veías. Tus labios estaban hinchados, me pregunto si te los habías estado mordiendo con cada ola de placer que recorría tu cuerpo. Y al fin, te tomé por la cintura y te atraje hasta mi descubierta pelvis, donde yo ya te esperaba.

 

Te alcé, y te acomodé sobre mi regazo, guiando mi miembro hacia tu virgen entrada.

 

-¿Qu—Qué haces?- besé tus labios castamente. Sabía que lo preguntarías

 

-Te demuestro cuánto te amo.-besé tu frente.- Puede que esto te duela, es normal, pero prometo ser cuidadoso.

 

Me miraste, ahora sí veía un ligero temor en tu mirada. Yo estaba dispuesto a detenerme.

 

-S—Sigue, MinHo-hyung…- cerraste tus ojitos, y yo sólo seguí.

 

En mi mente, la razón insistía en la gravedad de esto, de que eso estaba mal, que no lo hiciera a medida que iba abriéndome paso dentro de él.

 

Él jadeaba y mordía sus labios, aguantando el dolor, hasta que llegué a un punto donde no pude continuar adentrándome. Era demasiado grande para su pequeño organismo, pero eso a mí me bastaba.

 

Dejé piquitos sobre tu frente, esperando a que tu cuerpo se ajustara al mío, y  fue entonces sentí una respuesta positiva de tu parte. Con eso, pude moverme, con cuidado de no lastimarte más. Era tu primera vez, después de todo, pero no decías nada, y sólo clavabas su deditos a mi espalda, y gemía en mi oído.

 

-Min…MinHo…ah…m-más. Po—Por favor…ahh…

 

Daba pequeñas embestidas, cuidando de no desatarme contigo. Quería que lo disfrutaras, y que ello fuera un buen recuerdo en tu vida, y no uno doloroso. Te besaba, ahí sí no pudiendo controlarme del todo. De algún modo debía desahogar el placer que no podía desatar abajo.

 

Terminaste, más pronto de lo que yo hubiera querido, pues yo no estaba nada cerca de mi orgasmo, pero todo lo había valido. Te había complacido, te había hecho sentir bochorno, te había hecho sentir cosas que en tu vida habías imaginado llegar a sentir.

 

Te había amado en la calidez de mi hogar.

 

Te besé, pero tú ya dormías, abrazado a mí con delicadeza, yo te sostenía, sin dejarte azotar contra el suelo. Eras más hermoso cuando dormías.

 

 

 

Y aquí estamos finalmente. En el mismo lugar donde inició nuestra historia, bajo la lluvia, siendo ignorados por la gente que pasa. Te hablo, mas no respondes, pero me miras con brillantes ojos. Estás en mis brazos, pero tu cuerpo no suelta calor.

 

Creo que debía haberte dicho que te cuidaras de mí. Pero eras tan lindo, y yo te amaba tanto.

 

Al fin eres parte de mi colección de recuerdos, tierno muñequito. ¿Recuerdas aquel muñeco que le di a tus padres hace tantos años?  Ahora eres igual a él.  

 

Frío. Delicado. Frágil.

 

Un hermoso muñeco de porcelana.

 

Mi poupée

Notas finales:

*petit, parfait: pequeño, perfecto

Muñeco Taemin: 

http://28.media.tumblr.com/tumblr_lz690emQce1qz8pygo1_500.jpg

(Créditos al fotógrafo de tan bonita imagen ^^)

(Sólo para aclarar una cosa. El fic es fantasioso. TaeMin no está muerto, se volvió una muñeca :3 no le busquen tres pies al gato.)

DDx Fue una tortura entretenida, ¿saben? ¬¬ Me hicieron modificar como tres veces el fic DDx Les daré un consejo de escritora a escritora, si creen que algo está bien, está bien. ¬¬

Y bien, ¿les gustó? ^^ Hace ya un tiempo que no escribía cosas de ésta temática, aunque nunca llegué a publicar uno xP Jeje, así que...espero saber su opinión sobre éste ^^

Un beso.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).