Desde un cierto tiempo recorría los mismos senderos para llegar a ese lugar, no era algo que me aburriera, más bien, me hacía retroceder en el tiempo donde todo era normal y aún podía sentirme vivo. A veces pensaba que estaba perdiendo la poca cordura que tenía al hablarte sabiendo perfectamente que no habría respuesta.
¿Desde cuándo recordar se había vuelto una rutina tan devastadora para mi vida? No, no era eso… era algo que le había prometido desde que se fue, desde que me dejó. No te olvidaría.
–Hiro-san es una persona importante…
–Hiro-san, Lo siento.
–Me disculpo si yo hice algo malo… ¿te molesté?
– ¿Acaso me odias?
–Hiro-san… Te amo.
Atesoraría cada una de sus palabras, sus sonrisas, esas noches interminables donde cada roce me inquietaba y me hacía retroceder; y todo lo demás. Pero entre todo lo bueno del pasado, estaba esa gran discusión que había provocado nuestra separación y entre tantas palabras erradas se encontraba la frase que había logrado abofetearme más que cualquier otra cosa y hacerme notar aquello que no noté.
–A veces no sé si me enamoré de tu orgullo o de ti.
¿Por qué me había dicho eso? ¿Mi orgullo?
–Mejor que te marches si solo piensas en eso, ¿crees que te comprendo? ¡No! Siempre haces todo sin consultarme. Vete si así lo quieres. –le dije sin saber lo que podría llegar a suceder.
Habíamos peleado como nunca antes y solo habían sido detalles que con el tiempo habían estado esperando salir. No sé porque esperé a que él se arrepintiera. Yo nunca fui bueno en expresarme y sabía que si intentaba hacerlo, quizás hubiera empeorado las cosas peor de lo que estaban. Tal vez hubiera sido bueno arriesgarse un poco…
Idiota. Tal vez debía tratarte mejor… y no ser tan egoísta.
Tiempo había pasado y un día como todos los demás, una llamada irrumpió…
“¿Hablo con Kamijou-san? Es necesario informarle que uno de nuestros estudiantes, más bien, pacientes, alega que lo conoce y quiere verlo con urgencia…”
Nowaki estaba en el hospital. Es ese momento no me importaron las formalidades de quien me hablaba, con solo haber mencionado la palabra ‘paciente’ y ‘urgencia’ en la misma oración bastaban para que me preocupara. Corrí como nunca antes lo había hecho, algo estaba mal, lo sabía. En el camino, hubo un minuto en el que no pude respirar… No era posible.
Pero así fue, cuando llegué, él estaba allí, recostado en una cama con la mirada perdida, se lo veía muy pálido y notaba como su respiración apenas lo mantenía con vida.
–Pero qué…
–Hiroki…
Sostuve su mano y allí fue cuando su sonrisa se quedó grabada en mi mente… Había terminado todo. El había dejado de respirar, había muerto…
Ahora, estoy acá de nuevo en tu tumba. Mirando tu nombre, mirando como todo lo demás sigue pero tú de acá no te mueves.
–Feliz San Valentín, lo siento… mucho…– susurré sintiendo como él me abrazaba consolándome; logrando que olvidara todo.
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Nota de relleno(?): Dicen que nunca se sabe lo que se tiene hasta que se pierde, supongo que esa es una gran verdad o quizás no, se sabe lo que se tiene pero no se valora lo suficiente… Error, clara equivocación humana…