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Pensamiento por Morgendorffer

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Notas del fanfic:

 

Hace poco hice un dibujo de Gabriel y Javier, la verdad es que no dibujo mucho y el pasarlo a algo digital menos así que no esperen demasiado pero aquí esta.

http://i40.tinypic.com/mt0zfd.jpg

Notas del capitulo:

Sé que es muy corto el capitulo, pero quiero dejarlas con la duda, por mientras subiré muy pronto el siguiente capitulo. 

Santiago, 24 de marzo de 1927.

Javier  Vicente Márquez  Ovalle. 

Ya eran tres días en los cuales no había podido dormir bien, cada diez minutos despertaba entre una taquicardia, teniendo la sensación de haber perdido a alguien y con la necesidad de correr en su búsqueda, ¿Quién era? eso no lo supe hasta unos días más tarde.

Mi padre cada vez más anonadado con Ibáñez, y con su política anti comunista, anarquista y homosexual,  orgulloso de su país, no, en lo que se estaba convirtiendo su país, un lugar donde no habrían personas diferentes, “todos felices comiendo perdices” como decía mi madre.

Recuerdo la manera en que me miraba todas las mañanas, para terminar en la noche con un “cuidadito con ser un maricón comunista, porque yo mismo te saco la cresta”

Nunca tuve buenos padres, el tener dinero convierte todo en financias, etiqueta y apariencia, pero en ese entonces éramos la familia perfecta, cuando estas encerrado toda tu vida, crees que eso es lo único que necesitas y para colmo te llegas a burlar de la vida de los demás, aun así en ese tiempo, solo nos faltaba la afortunada que se casaría con el hijo del presidente de la corte suprema.  

Estábamos tomando el desayuno, leche, huevos y tostadas. Mi mamá, quien ese día, vestía un vestido azul marino, lucía unos labios rojos y zapatos negros me miraba con ternura, la luz brillada tras de ella, y lo único que podía pensar era, que en algún momento, me gustaría tener una mujer como ella.  Me beso en la frente antes de entregarme un vaso de agua y José, mi padre, levanto su taza de café, haciendo un brindis silencioso por mi gran día, conocería a la mujer con quien compartiría mi vida. Un pequeño baile, en donde los aristocráticos, se reunían con gente de su alcurnia y formaban familias de acuerdo a ese estándar.

Pero enfoquémonos en el gran día. Luego de tomar el desayuno, salí a comprar el prendedor que regalaría a mí ya futura esposa, fui hasta la joyería y aunque el camino era largo, lo recorrí a pie, iba tan extasiado que no me preocupe de nada, ni nadie, que no fuera mi destino, pero por lo mismo choque con un joven y sin saberlo, todo mi plan de vida se derrumbo, él era precioso, demasiado para ser un hombre, pelo negro y ojos claros, su piel era blanca, para que hablar de su cuerpo, mucho menos de esas ligeras margaritas que se le formaban al reír, de la nada le sonreí a quien me había empujado, él se detuvo un momento, frunció el ceño el cual de a poco se convirtió en sonrisa, para devolverse a su camino.  Seguí mi recorrido a la tienda y compre un prendedor con la forma de un ala, no sé por qué, solo lo hice y luego por más que lo intente asimilar, sabía que no le gustaría.

Llegue a mi casa y escondí el prendedor, le dije a mi madre que no encontré ninguno que me gustara.

-Por lo menos cómprale unas rosas, piensa en su padre.

Partí enseguida a comprar las famosas rosas. Había una pequeña florería, que daba justo a mí ventana,  en donde desde pequeño veía una chica que mientras crecía conmigo, iba con su criada a comprar, un par de veces compartimos miradas, pero sin ningún interés en especial.

Me quede afuera, esperando que me atendieran, vi alguna que otra flor barata, mientras jugueteaba con una chica, que me miraba  desde una cafetería en frente, pero ya se hacía tarde y me obligue a entrar. Por dentro, una barra con bordes parecidos a columnas del periodo helenístico, paredes pintadas con un blanco tiza y cuadros de flores por doquier,

-Disculpen, de verdad estoy muy apurado, necesito que me atiendan…

Nadie respondió por lo que entre por una pequeña puerta, a una segunda habitación. Para encontrar a la chica a quien miré desde pequeño con el joven con quien me había encontrado esa mañana, ellos me miraron, para reírse de manera juguetona.

-Nuevamente, disculpen, estoy apurado, ¿alguien aquí puede atenderme? – volvieron a reírse y la mujer me pregunto si de verdad estaba tan apurado.

-Sí.- fue lo único que puede decir, me molestaba que siguieran abrazados.

-Que lastima, podríamos pasar un buen rato.- el joven no hablaba pero no paraba de reír.

-Flores, eso es lo único que necesito, si fueran tan amables.- me masajee las sienes.

-De verdad lo siento, la emoción, imagínese, espero que esto no impida en que vuelva.- me dijo por fin el joven.- mi nombre es Gabriel, pídame lo que quiera.

La mujer se arreglo el vestido indignada, me miro con malicia mientras rozaba su mano con mi pecho y se fue.

-Unas rosas, por favor. 

Notas finales:

el siguiente capitulo viene con más emoción o cosas así. estará pronto, quizas hasta hoy mismo. 


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