Inseguridad…
¿Por qué ya no me besas cuando hacemos el amor?
No espero que vengas, que me hables, que no expreses abiertamente lo que está pasando y lo que sientes. Sé que eso es un gran esfuerzo, sobre todo para ti que tanto de cuesta decir las cosas en voz alta. Lo nuestro siempre fue un paraíso, parecíamos perfectos, tu para mi y yo para í. Sé que para amar no hace falta sufrir, y eso era lo que teníamos, un amor sin sufrimiento. Pero ahora ¿qué nos queda si te alejas de mi? ¿Si tengo que esperar a que me mires para poder saber que sigues vivo? Siempre he admirado tu independencia, la forma que tienes de no rendirte nunca, pero a veces viene bien pedir ayuda, a veces viene bien tener a alguien al lado, como me tienes a mí. Pero parece que no te das cuenta de ello y no paras de intentar alejarte de mí y debido a ellos sufre tú por que me alejas y sufro yo por que me siento apartado de tu vida, y no es justo, no es justo que te ame como lo hago si tu no me correspondes como creía que hacías.
Y ¿Por qué ya no me besas cuando hacemos el amor?
Te miro ¿y que veo? A un desconocido, una faceta de mi que jamás pensé que me mostrarías, ¿acaso es esta la realidad y solo ha tardado en mostrarse? ¿Tan ciego he estado contigo? No quiero perderte, y no quiero que me pierdas, quiero que estés a mi lado, como siempre, aunque no sea como pareja al menos como nakamas, pero no esto, esta mutua indiferencia.
¿Dónde quedaron los besos que nos dimos? ¿Dónde se quedó el amor que sentíamos? ¿Cuando perdimos nuestro pequeño imperio de pasión?
Y ¿Por qué ya no me besas cuando hacemos el amor?
Tengo sed de tus besos, tengo necesidad de tus caricias, tengo hambre de tu piel… pero cuando te acercas a mí, esas noches oscuras y tenebrosas que antes eran como la entrada a Arcadia, ahora solo me queda el miedo, el como me tratas como a tu pelele, un mero juguete roto que ya nada importa. Como reemplazado, ¿Acaso hay alguien más? ¿Por eso ya no me amas? ¿Por qué alguien más ocupa tu corazón? Entonces déjame, así parará el sufrimiento, cesará el dolor… seremos libres por fin.
¿Por qué ya no besas cuando hacemos el amor?
He decidido ponerle fin a todo, prefiero esto a seguir viviendo con este dolor. Tengo todo preparado. Después de la cena, me despido de ti con un liviano beso que creo a descubierto indirectamente mis intenciones, antes lo habrías notado, pero ahora ya no estoy seguro. De alguna forma sigo esperando que salgas tras de mí y me salves de mi mismo. Me voy en silencio, discretamente, sin esperar alterar a nadie. Espero en cubierta a que todo el mundo esté dormido, suerte que me toca a mí la guardia esta noche. Miro el mar, pienso en mis sueños ¿Cómo he llegado a extremo? ¿Por qué me ha llevado la vida a esta situación?
¿Por qué ya no me besas cuando hacemos el amor?
Estoy listo para ello, he escrito una carta que espero que leas cuando descubras mi cuerpo sin vida. Me subo a la barandilla, me tambaleo levemente hasta que consigo mantenerme en mi sitio. Respiro hondo, llenando mis pulmones con el aire puro del mar. Es una noche preciosa, es la noche perfecta. Suelto el aire lentamente, listo para dar el paso que me separa de la muerte, y cuando empiezo a dejarme caer hacia delante, algo me retiene, algo me agarra del brazo y me giro a ver que es lo que impide que aleje todo el sufrimiento. Te descubro a ti tirando me mi cuerpo, bajándome a la fuerza de mi fúnebre pedestal. ¿Qué es esa mirada? ¿Es miedo? ¿Preocupación?
-- ¿Qué se supone que haces? – preguntas zarandeándome. Solo atino a apartar la mirada, pero me obligas a volverte a mirar.
-- ¿Acaso te importa? – pregunto sintiendo como mis ojos se llenan de lágrimas.
-- ¿Qué? Todo lo que tiene que ver contigo me importa… -- parece que te has dado cuenta, has visto que pensaba acabar con mi vida esta noche. Tienes los ojos llenos de lágrimas.
-- Entonces ¿Por qué ya no me besas cuando hacemos el amor?..
Estas desconcertado y aprovecho tu descuido para escabullirme y volver a subirme a la barandilla, dándote la espalda.
-- ¡No! – gritas y yo me giro para mirarte, ¿estas llorando? ¿Por qué si ya no te importo? Estiras tu brazo hacia mí, agarrando mi mano delicadamente, en un intento de hacerme cambiar de opinión – no lo hagas por favor, no puedes hacerlo, ¡no! – ya no sabes ni que decir, aprietas más mi mano mientras te deshaces en un mar de lágrimas.
-- Respóndeme – suplico mientras empiezo a llorar amargamente yo también -- ¿Por qué ya no me besas cuando hacemos el amor?
-- Porque tenía miedo de mi mismo – respondes, no sé que decir ni como reaccionar – porque lo que siento por ti se esta haciendo demasiado grande y me da miedo acabar sufriendo…
-- Yo nunca te haría daño – murmuro, estoy temblando, no sé ni me habrás oído por que yo apenas lo he hecho. Tiras de mí, y ambos caemos al suelo, me abrazas contra tu pecho y te convulsionas en un llanto desesperado.
-- Te amo demasiado y eso me aterrorizaba, pero ahora que he estado apunto de perderte… joder… -- apenas puedes hablar entre sollozo y sollozo. Empapo tu camisa con mis lágrimas, me agarras más fuerte. Nos perdemos en un abrazo – Te amo demasiado, Sanji…
-- Solo quiero que me beses, Zoro – y tus labios se funden con los míos en un beso que deja nuestros sentimientos al descubierto. Pero aun así me queda una duda…
¿Volverás a besarme cuando hagamos el amor?
Pero respondes como si me leyeras la mente.
-- No dejare de hacerlo nunca… por que te amo, estúpido cocinero… -- nuestras lágrimas se mezclan. Somos uno, ahora y siempre, tu y yo… Zoro…