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Circus por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

Resultó mas largo de lo que queria.

Clausura.

“¿Por qué se quejan? Le dimos eternidad, juventud ¿No son hermosos? Son únicos ahora…”

Un beso que terminó empujando al mayor. Esa mirada profunda lo observó con lujuria y una sonrisa de satisfacción. Por el contrario, el menor estaba molesto y lo demostraba en esa mirada fría que le dirigía.

-¿Tu los liberaste?- cuestionó levantándose de su regazo para buscar sus ropas.

-Ellas se cansaron de los otros- sonrió sentado en el trono que le pertenecía- Sabes lo molestas que pueden ser.

-¿Y tenias que buscar a los santos de oro para ello?- casi grito con lágrimas en los ojos- el trato era que me dejarías hacer la vida, pero no esto.

-El trato era que te daría vida- dijo esta vez molesto levantándose también para acercarse a él y tomarlo de la barbilla- a cambio debías darme la pena de las almas.

-Te di bastantes, yo ayudé a tomar esas aldeas ¿No lo recuerdas?

-No es suficiente- relamió sus labios para después reclamar sus labios, cosa que el pequeño no evitó- las almas de los caballero dorados es sumamente valiosa, su dolor es delicioso, los frutos del árbol Mokurenji serán gloriosos.

-¿Y tenias que tomar a Hyoga también?- susurró rindiéndose a sus besos- ¿Tenias que torturarlo de esa manera?- insistió al ver que no le contestaba.

-Tu eres mio- respondió con sorna a lo que el pequeño abrió los ojos sorprendido- Esto te lo recordará- Volvió a besar sus labios mientras comenzaba a despojarlo de las pocas prendas que ya había vestido- No me provoques, Andrómeda, que gracias a mi tu hermano y tu pueden seguir caminando entre los vivos.

La amenaza que usara siempre en contra, su hermano, su vida amenazada era suficiente para que él se entregara como siempre.

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Fuera del templo, debajo de la marquesina aun se encontraba quien fuera el santo de bronce del Fénix, apoyado en un muro de tabiques que se caía a pedazos. Muy cerca se encontraban ambas niñas jugueteando tranquilas como si nada hubiera pasado.

-Ikki- llamó una de las niñas corriendo a su alrededor- ¿Quieres una manzana?

-Aleja eso de mí, mocosa- empujó a la niña que le llegaba un poco más arriba de la cintura. En el suelo, la pequeña de cabellos negros comenzó a reír bajito mientras mordía el fruto.

-Ikki- llamó aquella que nunca mantenía una expresión mirándolo con sus ojos rojo sangre- ¿Tu hermano juega con Hades?

Quien fuera el santo de Fénix solo miró sin expresión a la niña y volvió a cerrar los ojos para esperar a quien aun permanecía en esa reunión, la cual sabia de lo que trataba, aquel dios que se creía dueño de su hermano, quien no le permitía estar con ningún otro mortal. Después de una corta espera detrás de las puertas negras apareció el joven de ojos verde esmeralda. No decía nada con su mirada, con su sonrisa de lado, pero poco le importaba a Ikki que era lo que había pasado adentro, solo había algo que debían aclarar.

-Los santos de oro se quedarán aquí- informó Shun suspirando.

-Era de esperarse- contestó simplemente caminando a su lado.

Juntos, sin decir nada sintieron como aquel cosmos dejaba ese plano existencial para dirigirse de nuevo a donde pertenecía. Eran raros lo momentos en los que subía y si lo hacia es que estaba molesto por alguna razón.

Shun miró a ambas niñas que aun jugaban con un par de esos muñecos de madera vacíos de conciencia, muñecos manipulados por el espectro titiritero pero que ahora se encontraban quietos al verse libres de esos hilos. La ira nació en el corazón del joven de cabellos verdes y concentró su cosmos, casi idéntico al que poseía, nadie que no fuera divino notaria la diferencia, pero en ese resplandor magenta casi podía olerse ese rastro de muerte que desde la guerra santa cargaba consigo.

-¡Nebula Storm!- gritó furioso dirigiendo su ataque a ese par de niñas que no tuvieron tiempo de reaccionar.

El ataque más poderoso del santo mas noble acertó directo en esos cuerpos que de inmediato fueron arrojados por los aires en un grito desesperado pues el dolor que sintieran era indescriptible. Segundos después ambas aterrizaron en el piso en un sonido sordo, pero ninguno se preocupó por ellas, eran demonios inmortales sin alma.

Después de segundos ambas se pusieron de pie con una expresión indescifrable, misteriosas como si aquello no fuera la primera vez que pasaba. Sus rostros goteaban sangre de las heridas infringidas pero eran indoloras para ellas.

-¿Enojado, Shun?- se burlaron de pie. Sus cuerpos destruidos, sus piernas apenas podían mantenerlas con articulaciones fuera de su lugar, huesos destrizados por la intensidad de la caída.

-Brujas sin moral- insultó encendiendo su cosmos a lo que ambas rieron a carcajadas con expresiones descolocadas- Les dije que dejaran en paz a Hyoga.

-¿Moral?- cuestionaron encendiendo también una aura oscura a su alrededor, cosmos mortuorios, residuos de aquel soberano de los muertos como lo que eran, extensiones de ese soberano para vigilarlos- Díselos a los aldeanos que condenaste.

Shun apagó su cosmos tras esas palabras y se dio la vuelta para seguir caminado junto a su hermano que estaba mas adelante. No era la primera vez que su hermano peleaba con ellas, lo hacían cada vez que una nueva misión era completada. Esas niñas jugaban con lo que encontraban, realmente disfrutaban de la agonía y era algo que Shun no soportaba.

Llegaron a aquellas jaulas donde antes retozaban las criaturas deformes que pertenecían a la aldea pero que ahora ocupaban aquellos que antes fueran los caballeros de oro. Jaula a jaula avanzaron mirándolos a todos.

“…Ríanse de ustedes, de sus penas… Es gracioso ¿No es así? No tienen a nadie más”

Un rostro dolido que mira sin mirar, sus hebras azules parecen haberse plastificado, sus sonrisa se congelo, su cuerpo ya no respiraba… pero a diferencia de los otros títeres él si tenia conciencia.

-Milo- saludaron las niñas que caminaban tras los dos santos de bronce- será divertido ¿No crees?- había lagrimas en esas cuencas vacías, en su memoria, el dolor de aquella perdida alimentaría los frutos podridos.

“Abrácense a ustedes, nadie los querrá con esos cuerpos, solo nosotros, porque los necesitamos…”

-Lindo Afrodita- dijeron ambas a un hombre con el rostro bañado en lagrimas mientras que de sus labios corrían ríos de sangre que no era propia, sino de esa comida a la que ahora estaba condenado a ingerir, un desesperado intento por recuperar el trozo que una de esas brujas le había arrebatado- Mírate ahora- comer aquello, saber que no podía evitarlo a pesar de todo. Ese era su dolor.

“de sus almas, de su dolor, y de sus lágrimas...”

-Honorable Shura- se burlaron tocándolo sin que aquel pudiera hacer algo- eres repulsivo- una apariencia grotesca, un cuerpo que agonizaba por el frio que se calaba a sus huesos. No haber podido hacer nada para evitar ese futuro. La deshonra.

“Ahora son esto, los dioses los abandonaron y deben arrastrarse en la inmundicia”

-Gemelos malditos- cantaron ambas mirando el cuerpo tendido de esos dos seres que uno ve estuvieron separados y que ahora no podían vivir sin el otro. Siameses.

Finalmente llegaron a ese cuerpo deforme que lloraba en silencio sin poder moverse, miraba al frente mirando el dolor de sus camaradas pero no podía hacer nada más. Se arrastraba para moverse, usaba sus manos desproporcionada para llegar a ese platón de fruta podrida que le servía de alimento. Aquel rostro que una vez fue atractivo ahora era bulboso, con tumores no solo en el rostro sino en su cuerpo.

-Hyoga- susurró el joven para entrar a la jaula ayudado por su hermano- querido Hyoga- sus lagrimas surgieron para aterrizar en el rostro deformado en la pena de quien fuera su pareja.

-Sh-un- apenas podía balbucear tratando de levantar su mano para tocarlo- Sh-un- repitió llorando cuando aquel la tomó entre las suyas para posar sus labios en ellas.

-Descuida- tranquilizó acariciando lo que le quedaba de cabello- no sufrirás mas, yo voy a liberarte.

-Sh-un

-¿Qué harás?- preguntó Ikki desde la entrada de la jaula.

Shun sonrió y con una lágrima se acercó a los labios de ese fenómeno que no paraba de llamarlo. Un beso dulce y corto, una despedida. Se arrodilló a su lado y tomó esa enorme cabeza para que descansara en su regazo. Lentamente escuchó como su respiración se apagaba, como su corazón poco a poco dejaba de latir.

-Sh-un- repitió incansable hasta que sus ojos se cerraron finalmente.

-No voy a vivir de tu dolor- susurró cuando se levantó después de que el calor abandonara su cuerpo- Niisan, es hora de que nos vayamos- Ikki asintió mirando al cuerpo que se deshacía poco a poco en un charco de inmundicia- ¿Dónde está Shaka?

-Por algún lugar del bosque, inconsciente, él tampoco pudo con los títeres de Minos- explico dejando a las niñas que se divertían mirando a quien antes era el caballero del cisne.

-Hay que llevarlo al santuario- dijo Shun suspirando- explicarles que pasó con los otros dorados será mas sencillo cuando él explique lo que vio.

-A tu querido le gusta meterte  en problemas- gruñó fastidiado.

-Athenea no está aquí por ahora, así que no vamos a tener problemas.

Sin más caminaron juntos hasta que salieron para que la luz de la luna reflejara el color de sus armaduras, revelando sus verdaderas tonalidades. Sapuris disfrazados para vivir entre los santos. Ambos pares de ojos revelando esos destellos de sangre que ninguno que no fuera un dios podría distinguir.

Se alejaron dejando la marquesina atrás, con esas brujas despidiéndose de ellos con una gran sonrisa en el rostro esperando su nueva visita que bien sabían que sería mas pronto de lo que deseaban.

-Mataste a Hyoga ¿eh?- preguntó burlón deteniéndose frente al santo de virgo para tomarlo en sobre su hombro.

-Yo le advertí que no debía venir- dijo serió mirando al frente- Hades quiso que así fuera, pero no le voy a permitir que me alimente de él.

-¿Qué vas a hacer ahora?- Shun sonrió de lado mirando al santo que cargaba su hermano.

-Afrodita está aquí- explicó con voz sensual- los santos necesitaran un nuevo doncel con el cual entretenerse- Ikki soltó una carcajada acariciando la cabeza de su hermano.

-Te gusta hacerlo enfadar.

-Él nos dio la vida eterna- sonrió- pero mi vida no es suya.

Atrás de ellos quedaron las ruinas de esa aldea que pronto seria borrada de la memoria de los mortales como muchas otras, nadie sabría jamás que pasó. Los dorados serian solo camaradas perdidos que buscarían hasta que se cansaran, ellos simples sobrevivientes al igual que el santo de virgo. El cuerpo aun maltrecho de Shun ayudaría en la tarea y de ese circo… solo habría que esperar su nueva cede para que la historia se repitiera.

“Coman la fruta animales…Denme vida bestias, denme eternidad fenómenos y a ellos denle diversión porque esos es lo único que pueden hacer ahora… no saldrán de aquí… Jamás

Notas finales:

Espero les haya gustado este intento de fic de horror .-.

Shun e Ikki son espectros de Hades por si no se habian dado cuenta.


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