- No lo sé, de verdad que no lo sé… - dije algo confuso – Supongo que deben ser los horarios, que le afectan más de lo normal.¡No paramos quietos!
- ¡Pero si eres su mejor amigo! ¿Es que no os contáis nada? – preguntó Heechul con un tono que no me gustó ni un pelo.
- Mira, Hee, déjame en paz, por que como sigas no respondo de la ostia que te voy a dar.
¡Plas! Ostiazo al canto. Me la había ganado… ¿Quién me manda a mí contestarle de esta manera mi hyung? A veces pienso que soy gilipollas; otras veces, como ahora, me doy cuenta de que realmente lo soy.
No debía haberlo hecho, pero me estaba poniendo demasiado nervioso. Si Hae no me explicaba lo que le ocurría debía ser porque no estaba preparado para contármelo… Soy su amigo, no un espía del gobierno. Si Lee DongHae estaba raro, lo estaba y punto. No hay que darle más vueltas.
- ¡Hae! – lo llamé desde lejos.
- ¿Sí? – dijo con voz cansada- ¿Qué quieres?-.
- Ehm… pensaba proponerte un plan para salir esta noche, pero en vista de la cara que traes i la voz que tienes, mejor que lo dejemos para otro día.- hice una pausa - En cambio, ¿te apetece comida poco sana, montones de helado, una comedia mala y estar conmigo? Los chicos se van a cas…- mi monólogo quedó interrumpido por un grito eufórico.
- ¡Sí! – contestó Hae.
Aluciné. Simplemente aluciné. No había terminado aún de explicarle el plan y ya había aceptado. Había dicho sí con un brillo en los ojos que hacía tiempo que no veíamos en él. Así que… ¿era esto todo lo que DongHae necesitaba? ¿Una noche como las que pasábamos justo antes de debutar, en las que nos tirábamos horas comiendo hasta reventar, viendo películas malísimas y zampando helado hasta que nos quedábamos roncos? Pues sí que se me dan mal las relaciones humanas, que hasta ahora no me había dado cuenta.
Ya era de noche. Los chicos habían ido a un bar nuevo que habían abierto en el centro de Seúl. Según me había contado Leeteuk, el bar era de unos amigos de Changmin, que a la vez eran amigos de Joon ya que fueron juntos a la escuela. Oh, espera, eran unos amigos de Leeteuk que conocían a Joon y habían ido con Changmin a la escuela. No, no era así… ¡Dios!, da igual de quién eran amigos, el caso que todos estaban fuera, Hae y yo estábamos solos.
Solos. Dios, cualquier fan que me oyera decir esto empezaría a pensar cosas de lo más obscenas. Aunque bien pensado, con Donghae es para pensarlas… Tiene un cuerpazo, un cul… ¡¿Qué mierdas estoy pensando?! Agh, los fanfics que Heechul lee y que luego me explica con todo lujo de detalles pasan factura en mi mente…
Me dirigí a la cocina sacudiendo bruscamente la cabeza, intentando sacarme la idea tan ridícula que acababa de tener…
- EunHyuk, ¿Qué haces? Moviendo la cabeza así, me hace pensar que SiWon lleva razón: pareces un mono asilvestrado. – dijo riendo entre dientes.
- Serás mala persona… Mira que yo te defiendo cuando te llaman pescado y ahora te pones de su parte. Ahora te quedas sin comer las estupendas hamburguesas que he comprado para cenar: con bacon, queso, kétchup, patatas, most…- una mano tapó mi boca – bostazzzzzzzza.
- No sigas, me muero de hambre y como me prives de mi comida, tu vida corre peligro. – me miró fijamente a los ojos - Rectifico, eres la anchoa más bonita y preciosa del mundo, ¿contento?- dijo con cierta sorna.
Estar a su lado era una especie de fiesta sin fin. Durante toda la cena no paramos de reír, cantar y bailar con las hamburguesas en la mano: definitivamente, estar cerca de DongHae era una de las mejores cosas de éste mundo. Su amistad es lo que más valoro en el mundo: es lo que más me entristecería perder.
Todos los miembros de SUJU hablan siempre del amor; lo bonito que sería enamorarse y compartir tus secretos, inseguridades y miedos con alguien. Yo nunca los he entendido, ¿para qué si yo ya tengo un amigo que me permite hacer todo eso y más? Donghae me escucha, me entiende, me quiere, me protege, me aconseja: una novia no haría más que quitarme tiempo para estar con él. Es por eso que no quiero enamorarme.
Terminamos de cenar y estábamos a punto de petar. Mi estómago no aceptaba más comida… Aunque por lo visto, un poco de helado no me iba a sentar mal. Ya se sabe, por eso que dicen que los alimentos fríos ayudan a digerir mejor…
- Hae, ¿qué te ocurre? – dije entre cucharada y cucharada.
- ¿Qué me ocurre de qué? – respondió Hae confuso.
- Has estado unas semanas bastante alicaído, sin ganas de hacer nada, sin ganas de bailar, cantar y, lo más importante de todo, ¡SIN GANAS DE FIESTA! – casi tiro el helado - Tío, ¿qué ostias te pasa?-
Hae miró al suelo. Tenía los ojos cristalinos, como si estuviera a punto de llorar. De repente alzó la cara y me miró fijamente.
- Me he enamorado – dijo con una sonrisa triste.
Sentí celos. Muchos celos.
Mencioné que yo no quería novia, ¿cierto? Pues tampoco quiero que él la tenga. Quiero toda la atención de Hae para mí, las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 12 meses del año y 365 días al año. PARA MÍ.
- ¿En serio? ¡Felicidades! – dije fingiendo alegría- Pero, ¿no es eso motivo de felicidad? ¿Alegría? ¿Júbilo? – continué usando todas las palabras más retorcidas que Yesung me había enseñado.
- Sí, solo que por un pequeño detalle, no es una buena noticia para mí – suspiró y siguió – y no, no es que ella tenga novio o nada por el estilo.
- ¿Entonces? ¿Es una vieja de 90 años con la que te vas a casar para sacarle dinero? Si es eso, lo acepto, pero ¡NADA DE ACOSTARSE CON ELLA! Por que vaya asco, debe tener telara…-
- Es un hombre – sentenció Hae.
- ¿Un hombre de 90 años? Tío, que mal vas.- dije provocando una sonora carcajada en Hae.
- Eunhyuk, por favor, para ya. Esto es serio.-
- ¿Qué quieres que te diga? Pues ánimo, ve a por él, que nadie te lo quite. Dile lo que sientes, lo que quieres de él, el futuro que os espera juntos.- dije convencido.
De repente me sentí muy mal. Tenía muchas ganas de llorar. Y lo hice. Lloré y me mostré débil delante de él. Me di cuenta de algo que llevaba atormentándome des de hacia tiempo, algo de lo que había intentado escapar y ocultar en lo más profundo de mi corazón, esperando que ésos sentimientos desaparecieran algún día.
No lo había conseguido: me gustaba Lee DongHae. Es más, lo quería, lo amaba; necesitaba estar a su lado.
DongHae me miraba perplejo. Me abrazó, me beso la frente y preguntó por qué lloraba.
- Hyuk, ¿por qué lloras? No sé que he dicho o hecho para que te pusieras así, pero de verdad que no lo entiendo…-
- No, Hae, no es nada. Tan solo me he dado cuenta de que he llegado tarde; he perdido mi oportunidad de ser feliz.-
Me levanté y fui en dirección a mi habitación. Lo que pretendía ser una noche divertida, de amigos, de felicidad; se acababa de convertir en una noche de mierda. Leeteuk me lo ha dicho millones de veces, soy más inoportuno que que le baje la menstruación a una mujer dentro de un estanque de tiburones.
- Eres tan simple y transparente… -
De repente sentí unas manos que me abrazaban por detrás y un cálido aliento que se había posado en mi hombro. ¿Cómo se supone que no debe gustarme? ¿Cómo se supone que debo inmunizarme ante esto? Hae es irresistible lo mires por donde lo mires.
- Pensé que esto sería mucho más difícil, ¿sabes?- se puso delante de mi- Te quiero Lee Hyukjae – se acercó peligrosamente a mis labios – Y no has llegado tarde, has llegado justo a tiempo.
Un beso. Mi primer beso, aunque él no lo sabía. El mejor de los besos que nadie puede recibir.
Poco a poco fue estirándome en la cama, repartiendo besos por allí donde la ropa no hacia acto de presencia. No podía pensar con claridad, y menos aún cuando la ropa empezó a volar por la habitación.
- Por lo que veo – dijo besando el filo de mi pantalón – contigo sí que puedo pero con una vieja de 90 años no… ¡Qué egoísta por tu parte Hyuk…!-
Me entró la risita tonta. Es sexy, guapo, dulce e ingenioso, ¿qué más puedo pedir? Haciendo un gran esfuerzo, ordené los pensamientos difusos que se almacenaban en mi cabeza y pregunté algo que hacía saltar todas mis alarmas.
- ¿Qué pasará ahora Hae? ¿Qué somos tú y yo ahora? –
- No lo sé Hyukkie: Sólo sé que ahora eres mío. Soy tu amo. – dijo mordiéndome el labio.
Me incorporé y me puse encima de él.
- Pues deja que te enseñe lo que sabe hacer el esclavo…