Nosotros…nunca podremos tener un bebé…
Pensaba aquel pintor de aproximadamente treinta años mientras en un trozo de papel hacía bocetos para una maquina que creía, algún día iba a poder ver cruzar los cielos. Una vela lo alumbraba mientras que con el trozo de grafito hacía un trazo tras otro y de a poco la maquina iba tomando forma.
-si algún día tu y yo pudiésemos surcar los cielos mientras las demás personas, incrédulas de lo que están presenciando nos mirasen…ese día seguramente mi vida estaría completa, ya nada más necesitaría.
Y terminando el plano de la maquina, volteó la hoja y con el mismo grafito escribió en esta “para mi querido Salai”
Salai…aquel nombre que le sonaba tan hermoso y tan perfecto a ese hombre llamado Leonardo…Leonardo di Ser Piero Da Vinci, admirado por muchos por los hermosos trabajos que hacía al momento de que dejaba que el pincel hablase por sí mismo en una pared o quizás en un cuadro que terminaría en alguna catedral o en la habitación de algún importante rey y a la vez odiado por otros tantos al tener la reputación de nunca acabar un trabajo o experimentar con materiales que en ciertas ocasiones no combinaban haciendo que esa posible bella pintura quedara espantosa.
-¿maestro? –una voz sonó detrás de la puerta de la habitación dondeDa Vinci estaba trabajando y entonces el rostro de un hermoso joven se asomó con cierta curiosidad
-¿Qué ocurre Salai? –preguntó Leonardo y giró la cabeza dejando el papel a un lado
-no es nada, solo quería asegurarme de que estuviese aquí –le sonrió el menor al momento de que acababa de entrar en ese cuarto que era un tanto oscuro ¿trabajaba en un nuevo proyecto?
-así es, toma asiento –y señalando una silla desocupada que estaba al lado suyo le invitó a sentarse- quiero mostrarte algo
-¿qué cosa? –preguntó mirando curioso todas las hojas que había, algunas arrugadas y otras manchadas de tinta o grafito y finalmente observó la hoja que hace un momento Da Vinci había estado trazando
-será una maquina voladora ¿lo ves? –y con esto comenzó a explicarle como era que iba a funcionar y con qué clase de materiales lo construirían mientras observaba a momentos como los preciosos ojos de Salai estaban concentrados en aquella hoja y eran iluminados a momentos por la vela que danzaba ligeramente
-es una fantástica idea maestro – sabía que posiblemente ese proyecto se quedaría en una idea igual que todos los anteriores que había hecho pero no importaba, igual le parecía interesante escuchar las nuevas ideas que Leonardo tenía
-Salai…mi querido Salai…si no estuviese aquí conmigo… ¿quién me escucharía? –preguntó mientras posaba su mano sobre la del joven a lo que el otro sonrió y entrelazaba los dedos con los del mayor
-seguramente habría alguien más…sus ideas no son algo que cualquiera pudiese llegar a escuchar en cualquier lado
-no…no lo hay…nadie más –dijo y sus ojos acabaron por cruzarse con los del joven viendo esas perfectas facciones que tanto le encantaban, era como si Dios se hubiese tomado su tiempo para hacerlo a mano. Sin decir nada más Leonardo se acercó a su estudiante y le besó aquellos delineados labios, pequeños y encantadores los cuales no deseaba compartir con nadie más.
continuara...............