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Corre por Chris Yagami

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Capítulo 3.- Víctima.

Esa mañana, a pesar de que lo intenté, no pude hacer el aseo, me quedé en nuestra habitación mirando un álbum fotográfico, aquel que pertenecía a nuestra boda, es lo que he hecho desde que él volvió a mi vida y no tengo idea de porque lo hago, tengo miedo de que el amor que creí muerto reviva por su simple presencia, yo quiero amar a Shaka, no quiero amar a Hyoga.

Eso es, yo no quiero amarlo, no lo quiero a él y eso es suficiente, no debería temerle a su regreso, ni siquiera debería importarme y si lo hace tal vez es porque jamás tuvimos la oportunidad de hablar sobre esto, explicarme, dejar que él lo haga. Solo necesito decírselo aunque no se si sigue aquí, en estas semanas no he sabido nada de él. Sé que fue porque sabía que siempre estaba acompañado, no creo que sea tan estúpido como para entrar aquí y enfrentarse a ellos.

No puedo estar en casa, me gustaría salir y caminar un momento, visitar a mi hermano que de seguro está en casa hoy cuidando de su esposa y su hijita. Andrómeda, así se llama la pequeña y se parece mucho a mí, su cabello castaño claro y piel clara como la mía, sus ojos son como los de Esmeralda, es la luz de los ojos de mi hermano y su esposa. Me gusta estar con mi pequeña sobrina, la quiero mucho.

Entonces decidí salir, no sin antes llamar a la oficina de mi esposo, le avisé, informe que estaría la mañana en casa de Ikki y Esmeralda. Solo me deseo suerte y me pidió que volviera a llamar cuando estuviera allá para asegurarse de que había llegado con bien, es casi tan sobreprotector como Ikki y me gusta que lo sea, que me preste atención y demuestre que se preocupa por mi.

En casa de mi hermano converso un momento con Esmeralda mientras Ikki vuela de un lado a otro de la casa atendiéndonos a los tres, a su esposa, su hija y a mi, su hermano. Me da gracia y siento pena por él, pero no podemos evitar que nos sobreproteja a todos, es su naturaleza y es feliz cuidándonos.

-Ikki me contó que estás en espera- me dice con una gran sonrisa. Es una mujer muy bella, mi hermano tiene suerte. Su cabello rubio lo lleva hasta la cintura y sus ojos azul cobalto son tan puros.

-Si, tengo ochos semanas, aun no se me nota- Esmeralda paso por muchos problemas en su embarazo, estuvo semanas en el hospital durante el primer y ultimo trimestre, sé que un embarazo en una mujer es muy diferente que en un hombre, pero aun así me da miedo tener que pasar por eso.

-Es muy lindo, Shaka y tú se lo merecen.

Sus palabras me dan aliento, es cierto, yo sufrí mucho y esto es una recompensa, Shaka se merece que yo le de este niño, lo amo y quiero darle este bebé como muestra de ello, una prueba física de lo feliz que soy a su lado. Ambos son ahora mi vida. Lo que Hyoga me quitó, Shaka me lo regresó, no como un remplazo, nada remplazará a mi primer bebé, es un nuevo regalo, es una nueva oportunidad de felicidad.

Fue una visita provechosa, me gusta ver a mi hermano aunque se la pasa reprendiéndome por todo, me atosiga preguntándome sobre las visitas al médico, los cuidados que llevo y si me tomo el medicamente que me recetaron, aunque no me dieron nada y se lo digo, aun así siempre lo pregunta. Me da curiosidad por saber si yo seré así de entregado como padre, si Shaka cuidará tanto a nuestro hijo o hija.

Camino lentamente mirando alrededor, observando a los niños correr. Me detengo un momento en un parque donde muchas madres y padres juegan con sus hijos, algunos ya grandes y otros aun de brazos. Sonrío con alegría acariciando mi plano vientre, comienzo a cantar para arrullarlo, deseando que me escuchara y sé que así es. Alguien se sienta a mi lado y tras ver un espectro dorado me imagino que es él de nuevo y siento el frio en el rostro, pero me tranquilizo al escuchar su voz.

-¿De paseo? ¿El médico sabe que está bien?- son tan buenos amigos, no podría cambiar a ninguno.

-Milo- lo abrazo con cariño y el corresponde- ¿Qué haces aquí?

-Te vi por la ventana ¿Olvidas que mi restaurante esta al cruzar la calle?- sentí el ardor en las mejillas, es cierto, acaba de establecerse y la verdad siempre lo olvido.

-Lo siento- me disculpo sinceramente, a veces siento que soy demasiado despistado o desinteresado.

-Descuida- se estira perezosamente, es un gran hombre y su cabello rubio y alborotado lo hacen tan atractivo, tiene un carácter jovial y a veces puede ser muy hiriente pero a pesar de todo lo quiero mucho.

Dejo de sonreír cuando detrás de él miro sus ojos, sus expresiones, está molesto, lo sé porque ha apretado sus puños como lo hacia todo el tiempo. No se cuanto tiempo permanecí mirándolo, o con qué expresión lo hice pero Milo mira en esa dirección y se levanta furioso cuando lo reconoce. Me levanto detrás de él y lo abrazo por la espalda para impedirle el paso.

Tu, el perro de siempre los mismos trucos
Ya,  ya me lo se.

-¿Qué hace ese idiota aquí?- pregunta en un susurro.

-Déjalo, por favor, no vale la pena- fue poco tiempo en el que ambos mantuvimos las mismas posiciones, no se en que momento Hyoga se fue, pero cuando sentí a Milo relajado lo solté.

-¿Shaka sabe que está de vuelta?- bajo la mirada avergonzado, me siento como si escondiera a mi amante.

-No, no quiero preocuparlo- contesto tranquilo volviendo a la banca y él se sienta a mi lado.

-¿Por él terminaste en el hospital? ¿Te hizo algo?- si se lo digo ¿Cómo va a reaccionar? No fue del todo su culpa, pero fue su encuentro lo que me alteró.

-No… solo un poco- confesé en un susurro, Milo me tomó de ambas manos y mira a los ojos, sus profundos ojos azules me hacen caer.

-¿Qué te hizo?- pregunta con voz severa.

-Me dijo… que aun me ama- y aunque fuera verdad, yo no puedo corresponderle. Milo me mira, sé que lo hace aunque no lo veo para confirmarlo, debe estar escudriñando en mis gestos, en todo.

-¿Y tu?- abro los ojos sorprendido, no puedo creer que dude de mi, aunque también lo hice yo mismo, entonces no puedo culparlo.

-Estuve pensándolo mucho- hablé acariciando mi vientre, mirando a los niños en los columpios, sus risas, quiero escuchar la risa de mi bebé- comparé lo que sentía con él cuando era mi esposo, lo que siento ahora al verlo y lo que Shaka me hace sentir- Milo no dice ni hace nada, no desea interrumpirme, quiere saberlo y yo quiero que lo sepa- Lo amo, Milo, no debes preocuparte porque amo a Shaka mas de lo que lo amé un día a él- confesé con una sonrisa confiada, me sentía bien al decirlo, mucho mejor de lo que esperaba.

Así que corre, corre, corre, corazón
De los dos tú siempre fuiste el más veloz.

-Jamás pensé que te escucharía decir eso- me pasa un brazo por los hombros y me acerca a su cuerpo para después besar mis castaños cabellos- antes, la simple mención de que debías dejarlo nos apartaba cada vez mas.

-Lo se- lo recuerdo, no se como me justificaba, que excusas encontraba, pero siempre me quedaba con él- reconozco que fui muy tonto, me dejé engañar, maltratar porque lo amaba y esa idiotez mía llevo a mi hijo a su muerte y…

-¡No, no pienses en eso!- es imposible, siempre pensaré en aquello pues siempre seré el culpable a mis ojos- no te lo mencioné con esa intención, Shun- aun así es algo que tendré en mente toda la vida, jamás voy a olvidarlo porque eso es negar que una vez existió y no quiero eso- ¿Shun?

De nuevo me siento frío y muy cansado. Me aferró a Milo cuando la cabeza comienza a darme vueltas y no puedo enfocar mi vista.

Parece que he perdido la conciencia unos segundos pues cuando abrí los ojos estaba sentado en una silla en el restaurante de Milo, esta frente a mí y sacude un pañuelo en mi cara para despejarme. Detrás de él esta Afrodita, su actual pareja, es un hombre hermoso, de ojos azules y cabello rubio muy claro.

-¿Qué pasó?- pregunto incorporándome en la silla.

-Te desmayaste, no debiste salir de tu casa- me reprende, creo que jamás dejarán de tratarme así, lo quieran o no, ellos también recordaran aquellos momentos en los que estuve en peligro y se decían que debían hacer mas para ayudarme-Te llevaré a tu casa, me quedaré contigo hasta que Shaka regrese…

-No es necesario- sonrió para tranquilizarlo, aun estoy un poco mareado. Afrodita me da el vaso con agua y lo bebo con gusto- regresaré solo, además no puedes descuidar el restaurante.

-¿Estás seguro? Puede acompañarte, yo me haré cargo- apoya Afrodita, pero no quiero causar molestias.

-Estaré bien, también me desmayaba en mi primer embarazo, caminaré despacio.

-Está bien- dice Milo después de unos segundos en los que rogué con la mirada, me da el saco que llevaba y lo coloca sobre mis hombros- pero me vas a llamar en cuanto llegues a casa ¿De acuerdo?

-Shaka te dio la idea- me levanto despacio con una sonrisa- si, Milo, te llamaré- accedo al fin mirando su semblante preocupado.

-Creo que tu embarazo será demasiado accidentado.

-La recompensa vale la pena.

Con un beso en la mejilla de ambos me despido y comienzo a caminar. Me siento libre ahora al confesarme con él, al hacerlo ante mi corazón, ya no me siento avergonzado por comparar a Shaka con Hyoga y cuando llegue a casa le diré todo, la presencia de mi antiguo esposo, del motivo por el que estuve en el hospital y le diré muchas veces que lo amo, así como besaré sus labios sin culpa. Sonrío mirando las nubes, de nuevo comienzo a pensar en el pasado, estoy comparando otra vez, ni siquiera se porque lo hago, solo sé que pasa con frecuencia. Al llegar a casa abro la puerta con tranquilidad, estoy cansado y quiero recostarme.

Cuando estoy por cerrar la puerta alguien la empuja y caigo al suelo. Miró con terror al invasor, es él, me sigue, me acosa… ¿Qué trama?

-¿Con quién mas?- pregunta acercándose amenazador.

-¿Qué?- pregunto intentando levantarme pero rápidamente me toma del cabello y me obliga a levantarme. No puedo evitar una queja de mis labios.

-¿Con quien mas te acuestas además de ese rubio y Shaka?- No puedo creerlo, después de tantos años aun me sigue creyendo una callejera y ¡me reclama que me acueste con mi esposo! no tiene ningún derecho, hace mucho que no es nada mio, no tiene que preguntarlo.

-Eso no te importa- grito tratando de liberarme, pero solo consigo que me tome de ambos brazos y me lastime. Miro su cara, hay una sonrisa siniestra en ella, los ojos que temí alguna vez, que temo aun están allí.

-Supongo que te gustan rubios ¿Verdad?

Me arroja al sofá, me toma de las caderas y me obliga a arrodillarme mientras toma mi brazo derecho y lo flexiona tras mi espalda lastimándome, aplasta mi tórax contra los cojines, no sé que pretende pero ni siquiera puedo gritar. Aun recuerdo todos sus golpes, sus humillaciones y me achico ante sus intenciones, las cuales adivino cuando se deshace de mis pantalones. De nuevo tomará mi cuerpo, otra vez seré solo placer para él.

Lo que creí que había quedado en el olvido seguía presente, seguiría haciéndome suyo cuando y donde quisiera, pero ahora era peor pues aun lo quiero, pero ya no lo amo, estoy enamorado de otro hombre y estoy a punto de pertenecerle a Hyoga. A la fuerza, como siempre lo hizo conmigo.

Notas finales:

Bien, lamento no aclararlo antes pero si... es la continuacion de "un ángel llora" al menos del segundo final... supuse que con enlazarlos con una seria lo aclararia xD me equivoqué.

Bueno, gracias por leer y comentar.

Saludos.


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