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El misterio de un músico ambulante. por Sayumi Kioko

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Notas del capitulo:

Muchas gracias Ayume-onee-sama por intentar ayudarme a buscar el título de este capítulo, bueno, al final me lo has dicho tú ¬3¬ Ya tenía un bonito título...¬¬ y va y me dices este que queda mejor ¬¬

Bueno, olvidemos esto y dejémosnos de chorradas xD

Espero que os guste el capítulo, y disculpen mi tardanza, últimamente voy liada con exámenes y audiciones...

Nos leemos bajo! ^^

Llegó al barco cuando ya había un poco de luz, había estado paseando durante unas dos horas. Se había metido en sus pensamientos durante todo el paseo, y cuando salió de ellos un momento se dio cuenta de que se había alejado bastante del Sunny. Al llegar allí Zoro estaba entrenando. No le sorprendió eso, era normal verlo entrenar, lo que le pareció extralo fue que estuviera despierto tan temprano. En cuanto el peliverde se dio cuenta de que el otro estaba allí dejó el entrenamiento de lado para mirar al rubio y sonreír con malicia.

-¿Cómo te ha ido esta noche casanova?

El cocinero se estaba temiendo lo peor, que el Marimo lo hubiera visto mientras estaba con ese músico.-Pues muy bien, seguro que mejor que a ti.

-Eso no lo dudo.-El espadachín se acercó al rubio, sacó unos papeles de un bolsillo y se los dio.-Anda, devuélvele esto a ese despistado.

El rubio se sonrojó mucho, pues acababa de confiermar que el hombre al que amaba le había visto con otro.

-No te preocupes pringado, no he leído nada.

-¿Pringado?-Preguntó confuso.

-Te quedaste sin mojar.-Se burló.

-Sí, eso, ríete. El cocinero marica no pilló cacho anoche.

-No, no, cocinero, no me malinterpretes. Me da igual tu orientación sexual. Me estoy burlando de ti porque anoche te quedaste sin mojar, como ya he dicho, y porque me hace gracia que siendo homosexual lo ocultes yendo detrás de la primera falda que veas.

-Tsk. Bueno, no importa, lo que quiero saber es como diablos has hecho para conseguir esto.-Alzó los papeles.

-Estaba en el bar y cuando os fuisteis al baño me di cuenta de que los habías olvidado en la barra así que los cogí para que no lo hiciera otra persona.

-¿Y como puedo estar seguro de que no los has leído?

-Porque aprecio demasiado a ese atontado.

-¿Qué?-Preguntó sorprendido.-¿Lo conoces?

-Claro que lo conozco, entrenábamos en el mismo dojo.

-¿Y de quien te enamoraste Marimo?-Preguntó al haber unido algunos puntos.

-Eso no te importa.-Contestó.-Por cierto...¿No te ha dicho su nombre, verdad?

-No, de todas formas no se lo pregunté.

-Tampoco te lo habría dicho.-Rió.-Llámale Ruru-kun, seguro que se da por aludido.

-¿Kun?-Preguntó sorprendido.-Es la primera vez que te oigo decirle a alguien así. Si que debe ser alguien importante para ti.-Acabó de hablar un poco triste ya que a él también le gustaría ser una persona importante para el espadachín.

-Ya te he dicho, cocinero, que aprecio demasiado a ese hombre.

-¿Fue de él de quien te enamoraste?

-No.-Se carcajeó un poco.En cuanto paró de reír puso una sonrisa melancólica.-Pero fue él quien me ayudó a superar su muerte.

Se quedaron un rato callados, el rubio sabía a quien se refería, a Kuina, se estaba desesperando, a su amado le gustaban las mujeres, aunque era lo más normal, no debería haber tenido esperanza. En ese momento recordó las palabras del músico.-"Si tú siendo un mujeriego has acabado prendado de un hombre...¿Por qué no podría darse el mismo caso en él?"-Vale, exactamente no fueron esas palabras, pero era lo que quería decir.
Ambos estaban incomodados por el silencio, y fue el espadachín quien decidió romperlo.

-¿No tendrías que ir haciendo el desayuno?

-Ah, sí, es verdad. Gracias por recordármelo.

-No hay de qué. Intenta hacer el desayuno rápido, no he comido nada desde la cena y me muero de hambre.

-Está bien, intentaré darme prisa...pero también ayudaría que dejaras de gastar energía entrenando, si paras ahora aguantarás un poco más.

-Mmmm...-Se quedó pensando un momento antes de coger las pesas que estaba usando hace apenas un rato, dejarlas a un lado y tumbarse en el césped.-Por favor, no tardes.

Los dos sonrieron porque hacía mucho tiempo que no tenían una conversación en la que no acabaran llevándose las manos al cuello. El peliverde estaba seguro de que el cocinero estaba enamorado de él, pero no le gustaba hacer las cosas fácilmente, además de que quería que el cocinero se sintiera seguro con él. En menos de unos minutos el espadachín se quedó dormido sobre el cómodo césped, pues entre nervios y planes no había conseguido pegar ojo.
Un movimiento cerca de él lo despertó poco después pero hizo como que seguía dormido ya que sabía quien se movía cerca de él. Sintió un tímido roce de la mano del rubio en su hombro que poco a poco cogió confianza y lo zarandeó suavemente.

-Oi Zoro, despierta.-Le llamó sin cesar el zarandeo.

-¿Mmnhh?-Fingió despertar.

-Ya está el desayuno.-Sonrió.

-Muchas gracias.-Le dijo después de un sonoro bostezo.

-No empieces a comer antes de que lleguen los demás.-La advirtió mientras buscaba a los demás.

-Sí, sí...-Contestó desganado, pues la verdad era que estaba muy hambriento.

El peliverde se sentó en su sitio y se quedó esperando a que llegaran los demás. Las primeras en llegar fueron las chicas, que parecieron sorprendidas de verlo allí el primero y sin comer. A continuación llegó el esqueleto y en seguida entró el hiperactivo capitán corriendo, pero a diferencia de lo que creía los demás se sorprendieron. Los siguientes en entrar fueron Usopp y el renito seguidos del cyborg y de el cocinero. Pareció que la entrada del rubio a la cocina hubiera activado una trampa, pues los chicos empezaron a devorar toda la comida que podían. Sin embargo tanto las chicas como el espadachín esperaron a que se sentara el que les había preparado la comida, y al parecer, también se sorprendieron por eso. El cocinero estaba muy feliz porque el hombre al que amaba le estaba tratando bien. A lo mejor era porque ahora estaba al tanto de su condición sexual, y eso le ponía muy contento. Los de la banda habían notado que en toda la mañana no habían discutido ni una sola vez y, excepto la arqueóloga que sospechaba lo que pasaba entre esos dos, todos pensaban que les había pasado algo y que ya lo arreglarían, y si no, intervendrían. La mañana pasó rápida, sin peleas absurdas por parte de los dos que normalmente discutían. El cocinero se limitó a encerrarse en la cocina e ir preparando bastante comida ya que quería comer rápidamente para ir a comprar provisiones e ir canto antes al mismo local que la noche anterior.
Dicho y hecho, después de comer fue por diferentes sitios y compró un montón de provisiones antes de volver al barco. Guardó las cosas en sus correspondientes sitios y fue hacia su camarote a cambiarse. Cuando salió del camarote ya cambiado recordó que había dejado las notitas del músico en el bolsillo del otro pantalón así que tuvo que volver a entrar para recuperarlas, los nervios le estaban afectando. Se fue hacia el pueblo recordando donde estaba el local. A decir verdad le costó un poco,no porque se hubiera perdido ni nada, sinó porque el local lo encontró de casualidad. Iba caminando buscando un lugar tranquilo en el que estar un rato y aquél bar le llamó la atención aunque no sabría decir muy bien el por qué. A lo mejor fue por el cartel, aunque lo más seguro fuera porque al leer una pequeña pancarta vió que casi todas las actuaciones de aquella noche iban a ser relajantes. Finalmente decidió entrar allí, justo cuando iba a tocar aquel flautista que tanto tenía en común con su querido Marimo.

Notas finales:

Pues nada, aquí está el capítulo de hoy! ^^

Muchas gracias por leer, aunque me ha parecido que ha quedado un poco corto...no sé, pero es que era o cortar aquí o esar dos horas más escribiendo xD

Espero revews! Y vuelvo a agradeceros por leer mis paridas! ^^


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