CAPITULO 3.- LAS EXCUSAS DEL EGO
Después de la guerra no todo fue fácil, demasiado dolor, las lagrimas,…y la sangre… pero tú siempre estuviste a mi lado, apoyándome, amándome…cuando las cosas comenzaron a regresar a la normalidad, las personas no paraban de adularme, me veían con respeto, con admiración… y con envidia, porque no solo era el salvador del mundo mágico, mas allá de ser el mago más poderoso estaba el hecho de que tenía todo lo que podría desear.
En muy poco tiempo me convertí en el jefe de aurores mas joven de la historia, tenía más dinero del que podría gastar en una vida, pero sobre todo te tenia a ti…mi amado Dragón…y los demás lo sabían, ellos podrían tener todo el dinero del mundo, ser personas poderosas e influyentes, pero por más que lo intentaran jamás lograrían tener en sus manos el corazón de aquel príncipe del hielo, aquel ángel rubio de pose altiva y mirada enigmática, porque ese corazón ya tiene dueño.
Aun que eso no evita que varios ilusos intenten conquistarte, en las fiestas, las reuniones e incluso en las calles, atraes las miradas de aquellos que te desean, son como polillas atraídas por las llamas, nunca han faltado hombres, y mujeres, dispuestos a cumplir con tus caprichos, te llenan de regalos, te prometen poder, dinero, todo cuanto pudieras desear con tal de tener tu atención…pero tú nunca tomas en serio sus propuestas, ríes como tomándolo todo a broma.
Yo intento mantenerme sereno en esas ocasiones, pero por dentro me aterra la idea de que alguno de aquellos bastardos logre atraer tu atención y robarte de mi lado, tu solo sonríes mientras yo paso mis brazos alrededor de tu cintura de una manera tal vez demasiado posesiva, después me besas tan dulce y tiernamente, porque sabes qué es eso lo que yo necesito en esos momentos, hacerles entender a todos que eres MIO, que jamás te lograrán alejarte de mi lado…y son esas miradas de envidia las que me dan la sensación de poder, la confianza que necesito para levantar la cabeza orgulloso y mostrarme ante el mundo como el verdadero salvador del mundo mágico, aunque también son las que me hicieron creer que por ser Harry Potter podría hacer lo que quisiera sin consecuencias…
Fue entonces cuando llego Antonio, con su cuerpo bronceado y sus ojos seductores; era deseado por muchos y el condenado lo sabía, pero era al joven jefe de aurores a quien miraba con picardía, contra quien utilizaba todas sus técnicas de seducción…al principio me causaba gracia, no era el primero ni el ultimo que intentaba engatusarme aun sabiendo que soy casado, pero fue esa “charla” a deshoras en mi oficina fue la que me hizo cometer el peor error de mi vida.
Sus comentarios sobre lo grande que era, lo poderoso, lo atractivo…la forma en que modulaba la voz, el juego de luces y sombras sobre su cuerpo mientras comenzaba a quitarse la túnica y el resto de la ropa…caí en su trampa, lo acorralé entre el escritorio y mi cuerpo y empecé a morder y rasguñar la piel a mi alcance… ¿cariño, delicadeza? Tonterías, no podía importarme menos el chico al que prácticamente estaba partiendo en dos, sin previos ni preparaciones, lo empale de una manera dura, salvaje…no sentía por él nada más que un deseo irracional, todo fue envestidas profundas y fuertes, mordidas, rasguños, palabras obscenas… y al maldito le encantaba todo eso, serpenteaba bajo mi cuerpo, intentaba abrasarme y besarme pero no se lo permitía, prácticamente gritaba mi nombre, de golpe deje su interior a la mitad de su orgasmo y lo obligue a ponerse de rodillas para terminar en su boca.
Y así fue como termine en otras sabanas…no porque no ame a mi esposo, él es mi todo, lo amo como el primer día; no porque necesitara acción en la cama porque con una sola mirada mi dragón puede voltear mi vida de cabeza, su voz hace arder mi cuerpo, con una caricia me lleva al cielo y el despertar a su lado es lo que da sentido a mi vida…..si termine en otra cama fue por mi maldito ego, el saber que puedo tener a cualquiera que quisiera a cuatro patas y suplicando por más cuando lo deseara.
Esa fue la primera noche que sentí esa clase de poder, cuando comenzó mi adicción a utilizar un cuerpo solo por el placer de utilizarlo, sin sentimientos ni delicadezas, solo el placer de hundirme hasta el fondo en un cuerpo que no me interesa, porque eso era lo que de verdad movía todo el engranaje, saber que podía hacer lo que me diera gana con él, saber que sin importar lo que le hiciera me suplicaría por mas y yo se lo daría, todo sin que significara una mierda para mí.
Al regresar a casa mi Dragón ya estaba dormido, tan hermoso como siempre, lo contemple por un largo rato antes de dirigirme a la regadera para borrar los rastros de mi desliz. Fue entonces que caí en cuenta de mi propia debilidad, de mi estupidez. La simple idea de perderlo me lleno de terror, no solo por la idea en sí de ya no tenerlo, sino por el hecho de que no veía mi vida sin él; fue la intensidad de esa afirmación la que me llenó de miedo, no me sentí dueño de mi, sentí que mi vida ya no era mía, no me pertenecía mas… le pertenecía a Draco.
DEPENDENCIA.
Me sentí tan vulnerable al saberme tan dependiente de él, de su piel, de sus labios…
Entré a la cama y abrase contra mi pecho el cuerpo de mi esposo…je…irónicamente pienso en él como MIO…. siendo que en realidad yo soy SUYO.
Y con eso en mente seguí con mis reuniones a escondidas con Antonio, aquel joven que me hace sentir que yo tengo el control, que en mi vida yo soy quien decide, el joven que me hace creer que no necesito a Draco para vivir…