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Mukuricia en el país de las Crackeadas por Chikori

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Notas del fanfic:

Katekyo Hitman Reborn pertenece a Amano.

El cuento original es de Lewis Caroll

Notas del capitulo:

Pues el primer cap de 5.

A ver que más parejas agrego xP

Espero les guste este nuevo cuentito~

En un amplio prado donde solo podían apreciarse las flores y los árboles, un adolescente leía cómodamente bajo la sombra del más frondoso árbol. El chico era sumamente apuesto, su cabello corto y de un tono azul como el mar nocturno, sus ojos brillaban como un zafiro y rubí, la suave y blanca piel se cubría con un elegante pero coqueto traje de camisa blanca larga, negros pantalones, chaleco y zapatos, un pequeño sombrero de copa yacía en su cabeza.  A un lado de él podían apreciarse títulos como La divina comedia, Fausto, el Conde de Montecristo y la novela de Silent hill 2.

Una persona fue acercándose hasta él, alguien mucho mayor pero de enorme parecido con el joven, exceptuando un poco su corte de cabello y color, aquel adulto vestía ropas mucho más elegantes y llamativas; parecía un caballero sacado de la corte real. Se notaba una expresión de preocupación y frustración en su rostro.

 

-¿sigues leyendo? Por dios, sino te apuras llegaras tarde a la reunión de nuestro padre con su nuevo socio.

-kufufu iré al terminar.

-siempre haces lo mismo Mukuro, y siempre cubro tus descuidos, no es justo hermano.

-deja de llorar Spade. Te alcanzare en un rato.

-hmm, no tardes, te esperamos.

-tsk… que mundo tan aburrido.- miraba cansado al cielo, elevando su mano como si tratara de alcanzarlo.- si este fuera mi mundo lo cambiaria todo…

 

Mukuro Rokudo había quedado nuevamente solo, no le importo la dichosa reunión, se quedo leyendo hasta que el cuerpo no pudo más, quedándose sumamente dormido sobre el césped y siendo acariciado por las pequeñas flores blancas.

Por eso no se dio cuenta de la cosa rara que pasaban a su alrededor.

 

-¡ya es muy tarde!, ¡tan tarde!

 

Un hombre con blancas orejas y cola de conejo corría desesperadamente por todo el lugar buscando algo, por su cabello y piel parecía ser creado por la nieve, sus ojos brillaban con un hermoso color violeta, el ojo izquierdo tenía bajo de él un extraño tatuaje y estaba protegido por un monóculo. En su mano cargaba un precioso reloj dorado de agujas.

Se detuvo un momento cuando se encontró al bello durmiente, parpadeo un poco admirando la belleza de semejante ejemplar. Un destello en su ojo daba entender las indecorosas cosas que pensaba hacer, acercándose poco a poco al humano, lo jalo obligándole a despertar. Cuando Mukuro se despertó se había dado cuenta del hombre conejo que estaba sobre él tocándole la entrepierna con su rodilla.

 

-fufu hola precioso, ¿Qué tal si hacemos algunos bebes? – sonrió con malicia relamiéndose los labios y apresando el cuerpo debajo suyo.

-quítate ahora tu pedazo de… - fue silenciado con un beso que había comenzado suave para después entrar dentro de la cálida y húmeda boca, probando la suave y rasposa textura de la lengua.

-calla delicioso pastelillo.- desajustándose la corbata.- que te devorare todo~- entonces le empezó a romper toda la ropa quisiera o no su presa.

 

Una lemonada después que le dio flojera a la autora escribir…

 

-si~ eso estuvo bien.- fumando un cigarrillo sobre el violado uke.- deberíamos hacerlo más seguido cariño; por cierto, ¿Cuál es tu nombre primor?

-maldito bastardo.- refunfuño al sentir la ceniza sobre su cuerpo.- ¡te matare!

-que nombre tan raro, tan salvaje~ -entonces miro su reloj, sus ojos se abrieron completamente, se levanto al instante acomodándose la ropa.- ¡ya se me hizo tarde, seguramente la reina me matará! Me voy…- entonces corrió apresuradamente en dirección al sur.

-¡oya!, ¿qué te crees?- intento pararse sin que le doliera el cuerpo, se acomodo sus ropas todas rotas tratando de que le cubrieran al menos lo necesario; entonces empezó a seguir al conejo blanco.

 

Por más que lo intento no pudo alcanzarlo, pero se dio cuenta que había entrado dentro del agujero de un árbol. Mukuro dio unos cuantos pasos dentro de la planta pero entonces algo extraño paso, había un agujero debajo de éste; cayo inmediatamente gritando con todas sus fuerzas “¡maldito conejo hijo de la aaaaaaaah!!!”

Ya cuando estaba consiente lugar se dio cuenta que se había desmayado durante la caída, estaba en un lugar muy diferente, además de que ahora lucia un pomposo vestido azul con delantal blanco junto a unos zapatitos de charol negros.

 

-¡lo sabía! Te ves como una muñeca con eso fufufu.- finalizo el conejo antes de volver a escapar.

-¡hey!, ¡¡no huyas!!- se acomodo el vestido, después de todo era esto o caminar como dios lo trajo al mundo.

 

Siguió al escurridizo criminal, estuvo a punto de alcanzarlo pero comió un malvavisco y se hizo pequeño, dándole la oportunidad de entrar por una pequeñísima puerta, a saber cómo había funcionado eso. Trato por todos los medios de entrar pero ni siquiera su pie cabía.

Entonces, por arte de magia, una mesa apareció, sobre esta había un plato repleto de caramelos de piña con letras grabadas, se leía claramente un “cómeme”.

Sin más opciones decidió probar uno de los dulces, pero en cuanto paso por su garganta algo paso, ¡Mukuro se había hecho tan pequeño como un ratón! Al menos ahora tenía posibilidades de entrar por la puerta.

Había salido de aquel cuarto para entrar en un espeso bosque lleno de pinos, algo extraño si antes estaba en una habitación y mucho antes en un árbol; esto no tenía ningún sentido.

Y menos la extraña presencia que sentía, como si hubiera alguien cerca.

De un momento a otro, dos personas aparecieron de los espesos arbustos; un pelirrojo de gruesos anteojos y un rubio de ojos azules saboreando una paleta. Ambos vestían el mismo traje de saco y pantalones tintos, camisa blanca, negra corbata y zapatos oscuros; aunque la única diferencia era el nombre grabado; uno tenía escrito “Shou chan” y el otro “Spanner kun”.

 

-que nombres tan raros… susurro Mukuro al leer aquello.

-no son tan extraños.- respondieron al mismo tiempo tomándose de las manos.

-a caray, pueden hablar.

-pues claro que sí… - respondió el rubio.

-¿Por qué no podríamos?- añadió el pelirrojo.

-oya entonces, ¿Quiénes son ustedes?, ¿A dónde se fue ese conejo blanco?, ¿Dónde estoy?

-muchas preguntas en poco tiempo.- el de ojos azules metió una paleta rosa dentro de la boca de Mukuro con el fin de callarlo.

-pero te las responderemos con gusto.- ajusto sus lentes con un dedo.- el conejo Byakuran-sama se fue por allá.- señalo un camino hecho de tréboles.

-nosotros somos la pareja de genios: Spanner y Shouichi.- se presento señalando a cada quien.

-¡Bienvenido al país de las crackeadas!- contestaron al unísono chocando sus frentes.

 

El fantástico y misterioso viaje de Mukuro Rokudo apenas comenzaba.

Notas finales:

Los veo en el siguiente cap o en otro fic. 

Un placentero infierno va a tardarse más, Piñacienta se esta trabajando y Finalmente serás mio sigo aventajandole owo

Bye~


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