—Preséntate.
Respiró profundamente observando a sus nuevos compañeros serios y a sus compañeras enamoradas por su presencia en su salón.
—Namikaze Naruto, ese es mi nombre-su voz grave las hizo suspirar. Él mismo se sentía incomodo por ello, no soportaría que lo acosaran, por eso iría directo al grano con sus gustos-Antes de que empiecen a molestarme-miró a las chicas que lo devoraban con la mirada-No se ilusionen conmigo, soy completamente homosexual, me tiro a los hombres ¿Entendido?
Los chicos le miraron con asco, se veía claramente en sus caras, sus compañeras quedaron con la quijada al suelo de la impresión.
Era una pena. Otro hermoso hombre desviado del camino correcto.
—Bueno… gracias por decirlo-la verdad no estaba seguro que responder a su nuevo alumno, era valiente o era estúpido. La humillación, las burlas, sintió lastima por él. Se había metido en problemas el primer día-Siéntate donde quieras-habló amablemente.
Buscó con la mirada un pupitre vacio, sintiendo todas las miradas de los estudiantes. A medida que caminaba hasta su lugar, los chicos evitaban rozarlo y corrían su banco como si le temieran.
Ya estaba acostumbrado a la discriminación. Pasó por cuatro escuelas, una más no le mataría. En todos lados, se topaba con homofóbicos. Le pegaban, se reían de él diciéndole afeminado… ya no importaba nada.
No iba a ocultarse, se sentía bien consigo mismo.
Tenía marcas en su cuerpo que no se desvanecerían. Podría decirse que estaba solo en el mundo, aguantando la humillación, pero sus padres siempre lo apoyaban en todo. Le amaban por sobre todas las cosas, defendían a su hijo en las reuniones de la escuela cuando otros padres protestaban por su mala formación como individuo y mentían diciendo que sus hijos eran “Manoseados por su pequeño” con el simple objetivo de ser expulsado porque no soportaban a un homosexual. Podría contagiar a los demás estudiantes.
Tristemente, Naruto fue expulsado. Abrazó a sus padres diciéndoles que todo estaría bien, lloraban por el dolor de su hijo, por todo lo que le pasaba en su corta vida de 16 años.
Y ahora, volvía a comenzar. Una nueva escuela, nuevos estudiantes, mismo dolor. Tal parecía que no existía un lugar para él en el mundo.
Pero debía haber uno, lo soñaba con todas sus fuerzas.
Se sentó al fondo. Los pupitres se movieron y se alejaron de él, suspiró e intentó concentrarse en la pizarra.
—Continuemos con la clase, hoy se dará nuevo tema-le dolía, pobre muchacho, no podría tener amigos. Había sido mala idea decir su condición.
Pero fue decisión propia.
Escribió cada nota que aportaba el profesor, ignoraba los murmullos entre las chicas que repetían “Que desperdicio”. Sentía las constantes miradas de odio y repulsión de los chicos.
Pasaron tres horas y un solo recreo. Naturalmente nadie le mostró la escuela y se tomó la molestia de hacerlo él mismo. A su regreso, seguían mirándolo, se sentó en su lugar y la clase continuó al ingresar el mayor.
Todo iba bien, solo eran malas miradas y murmullos. Sin embargo…
Un estudiante levantó la mano.
—¡Profesor!
El mayor se dio vuelta dejando de escribir en la pizarra.
—¿Qué sucede?
Su mano señaló al joven rubio que estaba escribiendo normalmente en su cuadernillo.
—Él… él me tocó-habló muy asustado.
Naruto dejó de escribir y lo miró serio. La clase miraba curiosa, y algunos intentaban no reírse con la presencia del maestro.
—¿Eso es cierto?-miró al de ojos azules.
—No he hecho nada, profesor. Estaba escribiendo los ejercicios-su voz era tranquila, no se mostraba nervioso, estaba totalmente despreocupado.
Miró al otro alumno con una mirada muy seria.
—Hisagi, siga escribiendo y deje de interrumpir la clase.
—Pero… ¡Es cierto!
—No levante la voz. Llamaré a sus padres si sigue molestando, deje de mentir y concéntrese en sus asuntos escolares-acto seguido, le dio la espalda y continúo anotando los ejercicios del libro.
El muchacho se quedó callado y volvió a sus tareas.
Naruto, estaba sorprendido aunque no lo demostraba en su rostro. Era la primera vez que un profesor le defendía. Hubo casos similares en que los mayores le daban la razón a la supuesta “Victima” y lo sacaban del aula para hablar con el director seguido de una reunión con sus padres.
Pero esta vez era muy diferente, estaba feliz por dentro. Pero… ¿Cuánto duraría esa pequeña felicidad?
Poco.
—¡Puto de mierda!-escupió en su cara.
—¡Vete de aquí, enfermo!-otro le pateaba el estomago.
—La gente como tú es repugnante, no merecen vivir.
Si, no duró mucho su tranquilidad. Su primer día fue horrendo como todos los demás.
OOoOO
La puerta se abrió, miraron a su pequeño.
—¡Naruto!
—Llegué… mamá…
La hermosa mujer de cabellos rojos abrazó a su hijo antes de colapsar al piso inconsciente. Se manchó el delantal con sangre y sus lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos azulados.
—¡Minato trae el equipo de primeros auxilios!
—¡Voy!
Su esposo se perdía por el pasillo hasta el baño, la mujer acarició la espalda de su pequeño con delicadeza y notó la ropa desgarrada. Sintió como se movía débilmente, su rubio hijo abrió los ojos a medias. Cuando sus labios se abrieron, vio sangre en sus dientes.
—Mi amor…
—No llores… mamá… no duele tanto…
—¿Por qué? hijo, no debiste decirlo…
—No siento vergüenza en decir lo que soy. No quiero… ocultar mi condición…
—Tontito-lo siguió abrazando con cariño.
—Mamá… mi mochila…
—¿Qué pasó?
—Me la tiraron a un rio… perdona, la elegiste para mí y yo…
—No importa, compraremos otra. Ya verás-sonrió-Ya verás…-sollozaba.
ooOoo
Se presentó dignamente al siguiente día. Moretones y vendas, le miraban casi con una sonrisa. Orgullosos de su gran trabajo.
Recordó las palabras que le dijeron antes de dejarlo en la vereda tirado.
“Marica, no queremos verte en el instituto, piérdete por ahí” “Si vuelves, te costará caro”
Sonrió de medio lado, no les daría el gusto a los bastardos. Durante las horas de clase, el profesor lo miraba atentamente y sentía la preocupación por él, lo apreciaba, pero no había nada que pudiera hacer por él.
Los temas fuera de la escuela no les interesaban a los directivos.
La clase transcurría normalmente. Comió en el patio alejado de su salón y mirando a la nada. Todavía le dolía el estomago, las piernas, sus brazos, la mandíbula.
Tenía moretones en todas partes. Su uniforme apenas cubría la mitad de ellos.
Luego algo vino a su mente, ¿Debía llorar?
Llevaba tanto tiempo encerrando sus sentimientos. El sufrimiento, la desesperación y principalmente la furia. No tenía caso llorar, no solucionaría nada su situación. Seguiría pasando al menos que se defendiera, cosa que hacía, pero eran seis contra él. Apenas podía lidiar con tres.
Cuando el timbre sonó, volvió a su salón y siguió escribiendo. Mochila nueva y útiles nuevos, había perdido sus apuntes pero ya se las arreglaría.
Era hora de salir, la clase culminaba y sabía lo que le esperaba afuera.
OOoOO
Naruto… te están golpeando gravemente, sabes bien que podrías morir si siguen marcando tu rostro con sus patadas. La sangre salir de tus labios. Patean tu estomago de vuelta, te tienen sujeto de las manos para que no te cubras la cara ensangrentada.
Naruto, son diez contra ti, no hay salida. Piensas que morirás, no tienes miedo y tampoco ganas de llorar. Has perdido tus sentimientos, estás vacío.
Te muerdes los labios aguatando el dolor. Acuden a sus puños al verte resistir, tienen odio recorriendo sus venas, les das asco, pero… te mantienes firme.
Tus ojos azules miran a los atacantes, les desafías con la mirada. Solo provocas más ira, a ese paso… tu corazón podría sufrir si es que tu mente no lo hace primero. Piensas en tus amados padres, los amas demasiado, no quieres que sufran por tu culpa.
Tal vez… es mejor así. Solo causas problemas, estás orgulloso de lo que eres. Te gustan los hombres, te temen por eso, por ser… ¿Diferente?
Te escupen en la cara, sujeto de las piernas como brazos, te pegan puñetazos en el abdomen. Te jalan los cabellos, ¿Por qué no lloras?
Tus ojos están sin brillo, dejas de moverte, eres un títere. Tus ojos miran la completa nada. Se asustan.
—¡No se mueve!
—Creo que… n-nos pasamos…
Te dejan caer al piso sin delicadeza. El uniforme manchado de sangre, la mochila tirada a un lado de ti. Se desesperan, comienzan a temblar, parece que no respiras.
—¡Ustedes!
Se amontonan y miran en una esquina a otro estudiante de su colegio. Es el chico más popular del instituto, el más respetado y temido por su fiereza en las peleas.
Y él ah…
—Les romperé los brazos a cada uno.
Presenciado todo tu dolor.
Tienen miedo, Naruto. Tienen miedo de su mirada, despierta, alguien ha venido a salvarte.
No te rindas.
—¡S-Sasuke!
(Continuará)