6 años y aún te miro con el mismo brillo en los ojos que en un principio. Siempre he dicho que el amor no iba conmigo, que yo no podría estar atado a una persona por el resto de mi vida. Es curioso: ahora daría cualquier cosa por tenerte siempre a mi lado, envejecer juntos con miles de niños correteando por la casa.
¿Sabes la cantidad de niños que no tienen padres? ¿O la cantidad de niños que desearían que fuésemos sus padres? Ése es una de las cosas pendientes en mi lista de “cosas de hacer antes de morir”. La primera, la segunda y la tercera ya las he cumplido; enamorarme, confesarme y ser rechazado por ti.
Quería tener una casa cerca de la playa y otra en plena ciudad: las vacaciones en un sitio muy distinto y separado de nuestro trabajo. La simple idea de pasar horas y horas mirando al mar, copa de vino en mano y tu compañía, eran suficientes para creer en un futuro maravilloso junto a ti.
Pero siempre dicen que todo en esta vida no se puede tener. Y es lógico que tú no estés a mi lado: tú lo eres todo para mí, de manera que sería injusto para el resto de la humanidad que yo lo tuviera todo.
Debo decirte que aunque ahora siento un dolor profundo e intenso, sé que es consecuencia de algo muy bonito: quererte incondicionalmente, sin esperar nada más que una sonrisa a cambio. Un cruce de miradas, un roce de manos, un “¡Buenos días!” con beso en la mejilla incluido… Me has dado la mejor opción de vida que nadie puede tener: la de ser feliz.
No te sientas culpable: entiende que después de 6 años guardando el secreto debía decirte algo. No esperaba que me correspondieras; sé perfectamente que yo no soy más que un amigo, aunque de los más especiales que nunca hayas tenido.
Nuestra relación no debe cambiar. Yo te seguiré queriendo, me echaré novia para que creas que “se me ha pasado” y con 60 años aún seremos amigos. Pero siempre recordaré el día en que te dije que te quería, el día en que fui 100% sincero contigo.
Hace una semana que estas verdaderamente mal anímicamente. Todos me preguntan qué es lo que te pasa, por qué estas así y si yo soy el causante de ello. Lo divertido es que lo sé todo y no puedo decir nada: es mejor no herir tu orgullo de macho.
Te veo mirar hacia el infinito, dibujas cosas sin sentido en las letras de las canciones, lloras por las noches aunque creas que no te oigo. ¿Crees que es justo que me hagas pasar por esto a mí? Supongo que me responderías que sí; “todo es culpa tuya” me dirías. Pero creo que no es así: los secretos no llevan a ninguna parte.
Ahora solo toca esperar. Esperar a que este dolor que siento se calme, a que el día en que tengas novia no llore desconsoladamente, a que el día en que vivamos separados no sienta que he perdido una parte de mí.
Muchas veces hemos hablado de qué profesión tendríamos sino fuéramos Super Junior y siempre acabamos diciendo que seriamos profesores de baile en una escuela del barrio más chungo de Seúl. En cambio, cada día que pasa creo que me inclinaría más por la medicina: me gustaría entender como un órgano tan pequeño como el corazón, en comparación con todo el cuerpo, puede doler tanto.
Hace unos días separamos nuestras camas en la habitación; ayer por la noche te fuiste a dormir con Sungmin y Ryewook. La verdad es que cuando me dijiste que confesarte mis sentimientos nos distanciaría, no creía que fuera verdad. Es tu elección, espero que veas lo equivocado que estás.
Recuerdo una vez en la que fuimos a grabar un reality en un pueblo perdido por las montañas de Seúl, donde nos tocó dormir en la buhardilla de la casa. Estuviste más de media hora quejándote de lo fea que era la habitación, que los demás tenían más espacio y que la nevera estaba demasiado lejos. Pero cuando nos acostamos y te diste cuenta de la cantidad de estrellas que podíamos ver desde la cama, no podías parar de decir lo bonito que te parecía. Estuvimos horas hablando sobre las estrellas, lo pequeñas que se veían y que siempre están ahí, a pesar de la distancia que nos separa de ellas.
Fue ese día en el que me di cuenta de que no estaba siendo justo contigo, que debías saber la verdad. Y ahora, sentado solo en la que fue nuestra habitación, en la que tantos recuerdos construimos, me doy cuenta de algo: yo soy tu estrella, la que por mucha distancia que nos separe, siempre estará a tu lado.