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Como un herbívoro por nyanko1827

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Notas del capitulo:

¡Ya dicen más vale tarde que nunca, Sadaharu~! Aquí va mi 2718 también estoy trabajando en otro 2718 de tres capítulos algo más fuerte que esta historia~

Bueno, debo pedir disculpas porque hace desde no-sé-cuanto-tiempo que no me paso por tu fic y he de empezar a ponerme al día… con el tuyo y muchos otros TT^TT

Advertencias: Mal intento de poner humor, como casi todos mis fics donde he añadido ese género -.-'' Pido disculpas por el posible OoC de Kyoya, Tsuna y cualquiera que no parezca él mismo.

Disclaimer: KHR! pertenece a Akira Amano-sensei.

Como un herbívoro.

Capítulo I: Intento a Hermano y Sentimientos de herbívoros.


Y todo su mundo se vino abajo cuando a su casa llegó un aviso que anunciaba la vuelta del hijo mayor de la familia Hibari junto a un amigo.

Kyoya Hibari, un adolescente de 16 años, se encontraba encerrado en su habitación porque no quería ver la magnifica entrada de su hermano mayor.

«¿Por qué volvía?»

Esa era la pregunta que inundaba la mente de Kyoya mientras limpiaba sus tonfas a la vez que las pulía.

«¿Es que no estaba a gusto en Italia?»

Esa era otra de las muchas preguntas que resonaban por toda su mente mientras la mesa recibía un golpe y se partía en dos.

«¿No les dijo que allí el clima era fantástico?»

Otra de las preguntas que nadaban por su mente mientras recordaba todas las cosas fantásticas que su hermano decía de Italia. Ahora se había quedado sin cristal de la ventana.

«¿Qué Italia era la mejor opción que hizo al irse?»

Otra frase que dijo su intento-a-hermano cuando una vez les llamó. Ya no tenía puerta del closet.

«Entonces, ¿por qué volvía?»

Se preguntaba una y otra vez, dejando sus tonfas cada vez más pulidas y limpias mientras se quedaba sin puerta de entrada a la habitación.

«¿Quería volver para restregarle que él era una simple sombra suya?»

Y ahora venían los 'qué quería'. Porque claro está, que al sentirse inferior a su hermano, esos 'qué quería' hacían que las tonfas destrozaran más cosas de las que arreglaban.

«¿Quería demostrarle que él, esté donde esté, siempre será el mejor de los dos en todo?»

La verdad es que la inferioridad que sentía era tan grande como el mundo entero, porque desde pequeños les estuvieron comparando. Que si él esto, que si él lo otro… Su hermano siempre era mejor en todo, el era el inútil.

Y es que, lo peor no es que volviese –bueno, sí, eso era lo peor que pudiese pasarle– sino que lo hiciese con un amigo. Que les restregase sus inclinaciones. Que les mostrase que el ser homosexual no era nada de lo que avergonzarse.

Eso era lo peor: que manchase de una forma tan vil el nombre de la familia.

Se acababa de quedar sin cama.

Hoy dormiría en el suelo.

Simplemente perfecto.

Ya nada podría irle peor.

La puerta de la entrada a la residencia Hibari acababa de abrirse mostrando a un joven de finas facciones, cabello lacio y de un rubio platino, orbes azul cielo, vestido con unos simples jeans y una camiseta ajustada de color negro rematado con unos zapatos negros, a su lado había otro joven, algo más bajo que le primero, de delicadas facciones, cabellos castaños y alborotados, orbes cobrizas, vestido con unos pantalones de mezclilla de color blanco y una camiseta blanca con franjas naranjas rematado con unas deportivas.

—Bienvenido a casa señorito Alaude —le saludó el mayordomo—. Los señores les están esperando en la sala de estar.

Alaude y su acompañante siguieron al hombre de mediana edad hacia el salón, donde la familia del primero les estaba esperando.

—Alaude, ¿crees que les caeré bien a tus padres? —Le preguntó nervioso el castaño.

—Por supuesto, no hay nadie que se resista a tus encantos. En eso te pareces a tú madre, Tsuna.

El castaño se rió entre dientes y decidió tranquilizarse, si Alaude lo decía era cierto.

Llegaron a unas grandes puertas correderas y el mayordomo las abrió presentándoles a los anfitriones sus invitados.

—Señores, el señorito Alaude y su acompañante acaban de llegar.

—Déjales entrar, Tanaka.

El mayordomo se hizo a un lado y dejó que los dos invitados entrasen. Alaude se inclinó un poco y Tsuna se inclinó hasta quedar en un ángulo perfecto de noventa grados.

La madre de Alaude soltó una ligera risa ante el nerviosismo del acompañante de su hijo.

—Tanaka, dile a Kyoya que baje —ordenó el padre de Alaude.

El mayordomo se despidió dándoles una inclinación y fue a cumplir con la orden, dejando a los dos invitados con sus anfitriones.

—Cuanto tiempo sin verte hijo —la madre de Alaude fue quien rompió el hielo—. Y el nombre de tú acompañante es…

—¡Tsunayoshi Sawada!—Se presentó.

La madre de Alaude volvió a soltar una pequeña risa haciendo sonrojar a Tsuna.

—Ann Hibari, encantada —se presentó—. Y él es mi marido, Kyoushin Hibari.

Tsuna se inclinó a los dos murmurando un 'encantado de conoceros'.

—Será mejor que esperemos a Kyoya antes de seguir hablando —sugirió Kyoushin.

Y el salón se sumió en un silencio que a Tsuna le pareció muy, demasiado, incomodo. Estuvieron esperando diez largos minutos a que el tal Kyoya entrase, pero la puerta no se abría.

Harto de esperar, Alaude se levantó y se dirigió hacia la puerta.

—¿A dónde vas? No vas a dejarme aquí solo, ¿verdad?—Le murmuró Tsuna a Alaude aferrándose a su brazo.

—Mis padres no muerden, y alguien ha de hacer bajar a ese crío.

—Por mucho que no muerdan, el silencio sabes que me mata. No estoy acostumbrado a el.

Alaude se rió entre dientes, sorprendiendo a sus padres, y le dijo—: Cierto, tú casa siempre es muy bulliciosa.

—No hace gracia, no me dejes aquí solo.

—Simplemente serán unos minutos.

Y dicho esto, salió de la sala.

—Unos minutos para ti, una eternidad para mí —murmuró antes de voltearse hacia sus anfitriones y dedicarles una amable sonrisa.

«Como en cinco minutos no esté aquí lo decapito», pensó mientras se sentaba y se sumía en el mismo silencio en el que estaban los dos Hibari.

Y lo que quedaba de puerta cayó al suelo de golpe.

De entre los escombros salió una figura que Kyoya distinguió como su hermano mayor, Alaude Hibari. Y sin avisar arremetió contra él. Dirigió sus tonfas, bien limpias y pulidas, hacia el torso queriéndole dejar sin aire por atreverse a hacer tal ofensa.

Entrar en su habitación como si fuese la suya.

Pero a Alaude no le costó nada esquivar el golpe y decirle—: Se puede saber por qué no has bajado.

Kyoya sonrió y antes de volver a arremeter contra su hermano miró de reojo en una esquina de la habitación.

Alaude chasqueó la lengua en disgusto.

—A padre y madre les costó mucho encontrar a un buen mayordomo que aguantase tus tonterías. ¿Debías dejarle tan machacado?—Comentó al ver a Tanaka tendido en el suelo y lleno de heridas, magulladuras y sangre.

Kyoya se encogió de hombros y contestó—: Ese herbívoro debería haber sabido donde está su lugar.

El menor de los dos volvió a atacar, esta vez apuntando su tonfa hacia la cabeza de su hermano. Y Alaude volvió a esquivar el ataque para gran frustración de su hermano menor.

—Deja de huir como un herbívoro.

—Y tú deja de comportarte como un mocoso malcriado.

Y los ataques volvieron a suceder.

Kyoya atacaba con todas sus fuerzas y su hermano le esquivaba sin siquiera sudar.

Pero claro está que todo lo bueno siempre termina, y esta vez no iba a ser distinto.

Alaude, cansado del comportamiento de su hermano, sacó sus esposas y con un grácil movimiento esposó a su hermano de pies y manos dejándole tendido en el suelo y con las tonfas esparcidas por la habitación.

—Suéltame.

—Compórtate.

Y así empezó una nueva batalla, pero esta vez de miradas. Los dos estaban a ver cual de los dos se rendía primero hasta que…

…un tirón de oreja hizo que Alaude dejase de fulminar a su hermano con la mirada.

—¡Alaude! ¡Me has dejado solo con tus padres más de diez minutos! ¿Para qué? ¿¡Para esto!—Tsuna señaló con su mano libre al maniatado Kyoya—. Además, esas no son las esposas que usamos para eso.

No hacia falta ser muy listo para saber a que se refería Tsuna.

—¡Quítamelas ahora mismo!—Le ordenó Kyoya a su hermano, refiriéndose a las esposas—. ¿Cómo te atreves a esposarme con uno de tus juguetes para perversidades?

En ese momento las orbes cobrizas se posaron en las azul metalizadas de Kyoya y con una mueca le dijo a Alaude—: Tú hermano es homofobo.

Alaude hizo un intento de encogimiento de hombros ya que Tsuna aún le tenía cogido de una oreja.

—Más que homofobo diría que es tímido acerca de esos actos.

—Alguien tímido no te habría pedido eso con una voz tan asqueada.

—Mi hermano siempre pone el mismo tono de voz.

—¿Seguro? Yo diría que de verdad está asqueado por ser tocado por las esposas… mira que cara pone.

Y en efecto, la cara de asco e ira de Kyoya confirmaba las palabras de Tsuna.

—No te preocupes, esa es su expresión habitual. El problema es que le estamos ignorando. ¿Puedes soltarme de la oreja?

—¿Su expresión habitual? Pues chico, que incordio que alguien te mire como si fueses mierda. Y no, es tú castigo por dejarme solo.

—Herbívoro, suéltame. AHORA.

Pero la orden/petición de Kyoya fue ignorada por los dos mayores que seguían discutiendo.

—Ya te he dicho que mis padres no muerden. Podías quedarte tranquilamente abajo y esperar a que yo trajera a mi hermano.

—Ya, no muerden. ¿Y ese de ahí, qué?—Le preguntó señalándole al mayordomo caído.

—Ha sido mordido pero por mi hermano.

—¡Ah! ¿Ves? Si que muerden.

—Mi hermano, no mis padres. Y suéltame la oreja, empiezo a no sentirla.

Y la discusión seguía mientras la ira de Kyoya iba en aumento.

Kyoya no lo entendía, cómo era posible que ese herbívoro estuviese actuando delante de su hermano de esa forma y encima castigándole. Nadie, nunca, se había atrevido a hablar a ningún Hibari de esa forma.

—Vaya, veo que nuestro invitado es una buena influencia para Alaude, ¿verdad querido?—Resonó la voz de Ann por la habitación.

Los tres dejaron de hacer lo que estuviesen haciendo y dirigieron su atención hacia la mujer.

Ann se encontraba donde anteriormente había una puerta junto a su marido, ella sonriendo a la pareja en discusión y Kyoushin frunciendo el ceño al ver el estado de la habitación de su hijo menor.

—Qué ha sucedido aquí —la fría y cortante voz de Kyoushin hizo que todos se pusieran derechos, excepto Kyoya que seguía maniatado—. Alaude, desata a tú hermano.

Alaude acató la orden y se agachó al nivel de su hermano para quitarle las esposas, estando al fin libre, Kyoya empezó a frotarse la parte dolorida y a fruncirle el ceño a su hermano.

—Bajemos —ordenó Kyoushin.

Y acatando al orden todos salieron de la habitción, Ann iba delante junto a su marido, Alaude y Tsuna iban detrás de los padres del primero, y Kyoya detrás de su hermano y acompañante. Antes de bajar las escaleras la voz de Kyoushin volvió a resonar.

—Kyoya, te dije que no destrozaras a los mayordomos.

—Hn —le respondió cruzándose de brazos y profundizando su ceño fruncido.

—Elocuente respuesta. Ya veo que es hereditario —le murmuró Tsuna a Alaude, quien sólo se encogió de hombros restándole importancia al asunto.

Ann, del mismo modo que su marido e hijo menor, había escuchado el comentario de Tsuna y sonrió mirando de reojo al castaño mientras bajaba las escaleras junto a todos.

Cuando llegaron al salón los dos señores de la casa se sentaron en sus respectivos asientos y los tres menores delante de ellos haciendo que el silencio volviera a ser palpable y Tsuna volviera a ponerse nervioso.

—Entonces Tsuna, ¿cómo es la vida junto a mi hijo mayor?—Ann le preguntó con curiosidad.

Tsuna se quedó pensativo durante un rato y luego con una sonrisa le contestó—: Pues la verdad, podría ser mejor. ¿Sabe que Alaude no sabe ni siquiera cocinar?—Le dijo frunciendo el ceño mientras se acordaba de las veces que el rubio había intentado hacer algún plato—. Pero ahora que he venido aquí, veo el porque no sabe ni hacerse una simple tostada.

Ann se echó a reír mientras Alaude se tapaba la cara con la mano.

—Pero la cosa no queda ahí, Hibari-san…

—Llámame Ann, por favor —le dijo la mujer.

—Entonces, Ann-san —acordó Tsuna—. Como iba diciendo, las cosas no se quedan ahí, no sólo hay cosas que no saber hacer, también hay cosas que no sabe usar. Y una de las cosas que no sabe usar es la aspiradora, le pedí un día que la enchufara y si no hubiese llegado a tiempo me quedo sin aspiradora.

Ann dejó escapar una sonora carcajada mientras incitaba a Tsuna para que siguiera diciendo, Kyoushin también le escuchaba con atención y Kyoya estaba regodeándose por saber que su hermano mayor no era tan perfecto como parecía.

—¡Oh! Si quiere puedo decirle lo que hizo ayer…

La boca de Tsuna fue tapada por la pálida mano de Alaude.

—Ni se te ocurra, Tsunayoshi.

—Vamos, Alaude. Deja a Tsunayoshi-kun hablar —le pidió su madre.

—Sí hermano, déjale hablar.

Kyoushin se sorprendió al ver que su hijo menor estaba interesado en la vida de su hermano pero al ver la sádica sonrisa que ponía, descartó que en verdad tuviese buenas intenciones.

Con algo de renuencia, Alaude quitó la mano de la boca de Tsuna y le dejó hablar, no sin antes fulminar a su hermano con la mirada.

—Adelante, Tsunayoshi-kun.

—Pues como sabrán, Alaude ya lleva más de un año en Italia —los tres Hibari asintieron—, pero por mucho tiempo que él esté allí aún hay una cosa que se le resiste…—Tsuna les dejó con suspense—… y eso es…—volvió a detenerse causando que los tres Hibari se acercaran más a él para escucharle—…hacer la compra.

Y se hizo el silencio.

Silencio que no duró más de cinco segundos porque la carcajada de Ann resonó por todo el salón, su marido e hijo menor intentaron no reírse pero una pequeña risa se les escapó.

—¡Oh dio mío, Alaude! ¿No sabes comprar?—Le preguntó su madre cuando pudo detener su risa.

—Padre y Kyoya tampoco saben —se defendió humillado.

—Pero ellos es normal, tenemos a sirvientes que lo hacen por nosotros. Pero tú estás viviendo sin ese tipo de comodidades, deberías al menos saber hacer algo tan sencillo como eso.

—Ya lo hace Tsuna.

—Pero si ayer te mandó hacerlo a ti, era porque él no pudo hacerlo, ¿cierto?

Tsuna asintió ante lo dicho por Ann y se cruzó de brazos.

—Oh, Tsunayoshi-kun, mi hijo ha de ser un completo inútil ante las tareas del hogar. Espero que tengas paciencia para enseñarle.

Tsuna le sonrió y le dijo—: ¡Por supuesto! Siempre es muy divertido el enseñarle.

Sin saber por qué, a Kyoya le recorrió un escalofrío por todo su cuerpo cuando Tsuna dijo esa palabra. Y entrecerró sus ojos mientras veía el ligero sonrojo de su hermano mayor.

«¿Qué significa eso?», se preguntó mientras seguía observando a su madre hablar con el acompañante de Alaude.

Después de cenar, Alaude guió a Tsuna hacia la habitación que iban a compartir y una vez delante de la puerta Ann apareció y con una sonrisa les dijo—: Divertíos cuanto queráis~

Y se fue dejando a los dos solos nuevamente.

Tsuna miró a Alaude con una sonrisa y el rubio se la correspondió, los dos tenían el consentimiento de Ann para hacer lo que quisieran.

Kyoya estaba en la habitación de invitados, justo al lado de la habitación que su hermano y el castaño compartían. Si era sincero, nunca antes se había divertido tanto al poder humillar a su hermano de esa manera. Ese castaño tenía muchas anécdotas que podría contarle y así él usarlas en contra del mayor de los Hibari para poder obtener lo que quisiera.

Kyoya sonrió ante esa idea.

Sin duda el que esa persona hubiera venido acompañando al inepto de su hermano era lo mejor que pudiera haberle pasado.

|—

Habían pasado dos semanas desde la llegada de Tsuna a la residencia Hibari, y Ann estaba contentísima de tenerle en la casa. Ese chico le había mostrado caras de su hijo mayor que ni ella misma conocía y se lo agradecía. Saber que su hijo mayor era humano era algo que en verdad agradecía.

También había notado que su hijo menor le había tomado algo de cariño, bueno, más que cariño era un interés para nada saludable.

Su pequeño Kyoya siempre le insistía a Tsuna para que le contara cosas que hiciera Alaude y le pusieran en evidencia. No se enfadaba por eso, porque así ella también podía escucharlas, pero estaba notando que Alaude no era muy feliz con que su hermano pequeño le quitara la atención de Tsuna.

Y ahí es donde ella veía que empezaría el problema.

Su pequeño Kyoya aún era joven y probablemente no se habría dado cuenta, pero Alaude, su marido y ella misma si que lo habían notado. Su pequeño buscaba la atención del castaño nada más llegaba de la escuela.

Y esta tarde no era distinta. Su pequeño había vuelto temprano –una vez más– y había ido directamente a la sala que Tsuna y Alaude compartían.

Con un suspiro Ann miró a su marido y le dijo—: Creo que tendremos problemas, querido.

Kyoushin la miró y se encogió de hombros.

—Es un problema que han de solucionar ellos mismos —le respondió.

Ann le miró con estrellitas en los ojos y cara suplicante.

Kyoushin suspiró. Su mujer tenía algo en mente.

Había vuelto de la escuela temprano, en esas dos semanas había dejado al vicepresidente al mando de dar disciplina a los habitantes y estudiantes de Namimori mientras él podría dedicarse a escuchar todas las tonterías y payasadas que había hecho su hermano.

Al estar delante de la habitación de Tsuna y Alaude, Kyoya abrió la puerta sin llamar y cuando estuvo dentro se detuvo en seco si creerse lo que estaba viendo.

Su hermano…

Su hermano…

…estaba siendo el pasivo en la relación.

El movimiento dentro de la habitación cesó cuando oyeron la puerta chirriar y luego vieron una sombra asomándose por ella. Al voltear sus rostros, tanto Tsuna como Alaude se toparon con los ojos abiertos por la sorpresa de Kyoya.

—Kyo…ya…—le llamó entrecortadamente Alaude—. An…tes… de… entr…ar… s-se… ¡joder! ¡Estate quieto Tsuna!

Tsuna se rió entre dientes mientras dejaba que Alaude se acomodara y pudiese hablar mejor con el menor de los Hibari.

—Se llama antes de entrar —soltó de sopetón intentando sonar furioso pero fracasando al sentir como Tsuna se movía lentamente.

No quería ver más. Kyoya simplemente cerró la puerta y bajó las escaleras dirigiéndose hacia la puerta de entrada y saliendo de la casa.

Ann miró extrañada la actitud de su pequeño niño y miró confundida a su marido, quien sólo se encogió de hombros.

—Culpa nuestra —sonó una voz.

Ann y Kyoushin dirigieron su mirada hacia las escaleras y vieron a Alaude junto a Tsuna, los dos bastante ligeros de ropa.

—Vaya~ veo que mi pequeño os ha visto en acción —después de esa afirmación Ann soltó una ligera risa.

Y para su gran sorpresa, no estaba furioso porque su hermano se haya dejado dominar por alguien, más bien estaba… ¿dolido?

«Herbívoro… me estoy comportando como un herbívoro», pensó con desdén mientras se sentaba en uno de los bancos que había en el parque.

«Pero esa imagen… ¿Tsunayoshi es el activo? Si ni siquiera lo parece, es más como un pequeño herbívoro que puede ser doblegado sin que oponga resistencia», pensaba al echarse en el banco y cerrar los ojos para que los rayos del sol no le molestasen.

—¿Nunca te han dicho, no juzgues a un libro por su portada?

Esa voz hizo que abriera los ojos y se sentara para observar al dueño.

—Tsunayoshi.

«¿Me ha leído la mente?», pensó sorprendido pero sin mostrarlo.

Ciao. Y no, lo has murmurado y te he oído.

—Qué quieres —le exigió cambiando de conversación.

—Hum~ La verdad es que nada importante… sólo tranquilizar a Ann-san —le dijo mientras tomaba asiento en el mismo banco—. Iba a venir con Alaude, pero después hemos pensado que, muy probablemente, no responderías a las preguntas con él delante. Por eso, he venido yo solo.

—Qué preguntas.

—Pues… principalmente, ¿por qué te has ido?

La pregunta le tomó por sorpresa y no supo que responder a ella.

—Si no quieres decirme no me importa, pero Ann-san está preocupada.

Kyoya no era idiota. Sabía a la perfección que su madre estaba tramando algo, y también sabía que si el castaño había venido solo era porque su madre le había obligado a su hermano a quedarse en casa.

El problema era que no sabía el por qué su madre hizo eso.

—¿Y bien? ¿Vas a responder?

Kyoya le miró a los ojos y nuevamente esas imágenes de Tsuna con su hermano le vinieron a la mente haciendo que frunciese el ceño.

Estaba molesto, dolido, sentía una rabia e ira innombrable pero lo más extraño –bueno, no tan extraño– era que esos sentimientos no iban hacia Tsuna sino hacia su hermano. Y, vale, nunca le ha caído bien su hermano y siempre le ha detestado, pero nunca había sentido esto hacia él. Era… era…

…era como si su hermano le hubiese quitado su nuevo juguete.

Sentía todo eso porque su hermano era más especial que él, porque su hermano tenía un lugar más elevado que él, un lugar que sucediese lo que sucediese no podría quitárselo.

—¿Te gusta?—Le preguntó a Tsuna.

—¿Eh?

—Mi hermano, ¿te gusta?

—Oh…—Tsuna se quedó pensativo durante unos segundos antes de responderle—: Bueno… gustarme, gustarme… no sé que decirte… si que es cierto que ocupa un lugar muy importante en mi corazón pero que yo sepa ninguno de los dos se ha declarado aún… somos… como decirlo…—Tsuna se cruzó de brazos y cerró los ojos pensativo.

Kyoya le miró expectante ante la respuesta.

—¡Ah!—Tsuna abrió los ojos una vez encontró la palabra adecuada—. Amigos con derecho a roce —le dijo victorioso.

«¿Eh?», pensó confundido.

—Amigos con derecho a roce…—murmuró Kyoya intentando encontrar el significado de la palabra.

—¡No fastidies!—Exclamó Tsuna al ver el rostro de Kyoya—. ¿Tienes 16 años y no sabes que significa?—Le preguntó incrédulo.

Kyoya le miró con el ceño fruncido y con ganas de estamparle la tonfa en todo el rostro.

«¿Y por qué no lo hago si tengo tantas ganas?», se preguntó mientras se aferraba a una de sus preciadas tonfas.

—Yo te cuento, yo te cuento —Tsuna se acercó más a Kyoya quedando los dos bien juntos.

«¿Es qué no sabe que es el espacio personal?», se preguntó intentando apartarse un poco pero sin tener éxito.

—Verás, los amigos con derecho a roce, son eso. Amigos que cuando uno de los dos, o los dos, tiene ganas de darse o dar placer lo hacen juntos… no sé si me explico…—murmuró mientras inclinaba la cabeza—. Bueno, Alaude y yo somos compañeros de piso y los dos homosexuales. Así que entenderás que irnos de copas y tener alguna que otra mujer no va a satisfacernos por eso nos satisfacemos mutuamente.

Entenderlo, lo entendía. Pero que el castaño no estudiase magisterio porque no es un buen profesor.

—Amigos con derecho a roce…—volvió a murmurar para luego mirar directamente a Tsuna quien estaba cruzado de brazos, con los ojos cerrados y el ceño fruncido, seguramente pensando en si lo había explicado bien—. Seámoslo —le ordenó a Tsuna con voz autoritaria.

Esa orden pareció surtir algún tipo de efecto porque Tsuna abrió los ojos y le miró al rostro con sorpresa.

—¿Perdón?

—Seámoslo —volvió a repetir exasperado—. Amigos con derecho a roce.

El menor de los dos se levantó y se sentó a horcajadas de Tsuna, pasando los brazos alrededor del cuello del mayor y acercando su rostro para besarlo.

—Espera, espera, espera —Tsuna le detuvo posando sus manos encima de los hombros de Kyoya y alejándole—. ¿T-Te estás escuchando?

Kyoya asintió.

—A ver, eres un adolescente, tienes toda tú vida por delante, muchas chicas que podrían estar babeando por ti y… ¿y me pides eso?

Kyoya volvió a asentir.

—¿Por qué? Hay mucha más gente, es más podrías encontrar pareja y hacerlo con tú pareja sin preocupaciones.

—No —le dijo tajante para luego volver a acercar su rostro al de Tsuna—. Te quiero a ti.

Alejándole de nuevo y poniendo algo de espacio entre los dos, Tsuna suspiró.

—Mejor consúltalo con la almohada antes de decidir algo como esto —sentenció mientras bajaba a Kyoya al suelo y se levantaba del banco—. Vámonos, Ann-san estaba preocupada.

Y Tsuna empezó a andar rumbo a la residencia Hibari con el menor de la familia siguiéndole.

Al volver a la casa fueron recibidos por una Ann sonriente, un Alaude atado de manos y pies, y un Kyoushin con el ceño fruncido al saber ya lo que su mujer estaba tratando de hacer.

—¡Bienvenidos~! ¿Os habéis divertido~?—Les preguntó con voz cantarina y aferrándose al brazo de Tsuna.

—¿Divertirnos?—Le preguntó el castaño sin entender a la mujer.

—Sí, divertido~

Ann soltó el brazo de Tsuna y se acercó a su hijo menor para chequearlo, empezó a girarle el rostro para ver si en el cuello tenía alguna que otra marca, luego a levantarle la camisa, e intentó sacarle los pantalones pero Kyoya la detuvo agarrándole la mano.

—Madre, ¿qué hace?

—Ver si os habéis divertido —le respondió como si fuese lo más normal.

Cuando las palabras fueron procesadas por las dos mentes, hubo distintas expresiones.

Tsuna se sonrojó y tartamudeando incoherencias yéndose hacia donde Alaude estaba maniatado y le ayudó a desatarse. En cambio, Kyoya sólo se sonrojó un poco y se fue de allí hacia su habitación temporal.

—Oh, eso significa que no —dijo desilusionada.

—Madre —la voz de Alaude estaba cargada de veneno—. Ni se le ocurra hacer lo que está pensando —y dicho eso, Alaude cogió el brazo de Tsuna y se fue por la puerta.

—¿Eh? ¿He hecho algo malo, querido?—Le preguntó a Kyoushin confundida.

—Ann, el chico es la pareja de Alaude. Es normal que no quiera que Kyoya tenga los mismos privilegios que él con Sawada-kun.

—Ya veo, pero… hay muy pocas personas que sepan tratar a nuestros niños, y he pensado que sería genial tener a Tsunayoshi-kun como la pareja de los dos…

—Esto es algo que han de solucionar ellos, no te entrometas donde no te llaman.

—Que aburrido eres a veces, querido~

Y los dos desaparecieron por uno de los pasillos de la casa.

—Alaude… ¿estás enfadado?—Preguntaba por enésima vez Tsuna después de haberle explicado lo sucedido en el parque con Kyoya.

Y por enésima vez Alaude respondía—: No.

—Entonces, ¿qué te sucede?—Le preguntaba mientras acariciaba los mechones rubio-platinados de Alaude.

—Nada —le respondía mientras acomodaba su cabeza en el regazo del castaño y cerraba los ojos.

Con un suspiro Tsuna levantó la cabeza y miró el cielo.

—Eso fue un acuerdo entre los dos Alaude, ¿por qué te molesta que tú madre quiera juntar a tú hermano conmigo?

Alaude no le contestó simplemente se quedó en silencio mientras se debatía entre quedarse en el mundo real o en el mundo de los sueños.

—Sabes, Alaude —el mencionado abrió los ojos dándole a entender que le escuchaba—. Me haces pensar que has roto el acuerdo —le comentó mirándole a los ojos.

Alaude lo miró con sorpresa y luego volvió a cerrar sus ojos dando por zanjada la conversación.

Notas finales:

¡Moi, Moi~! Bueno… Err… ¿qué hago haciendo esto? Es que me he quedado sin inspi, estaba en clase a ver si podía escribir algún capítulo de mis fics y no me venía ninguna idea por eso me puse a escribir esto. En teoría iba a ser un One-shot pero me estaba quedando algo largo y lo he cortado… espero que no os moleste, en cuanto la inspi vuelva me pondré con mis fics más rápido en lo que se tarda en contar hasta tres.

Mañana subiré el primer capítulo de mi Three-shot que también salió mientras intentaba escribir algo de una de mis historias… ¿sabéis qué? Cuando la inspi no esté voy a dedicarme a las traducciones que si no me lío con One-shot's, o en este caso… esto -.-''

Una vez más, siento mucho la no-actualización de mis fics *Nyanko se inclina en una reverencia de noventa grados*

Nos leemos~


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