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Cafetería Midori por nyanko1827

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Notas del capitulo:

He aquí la misteriosa cafetería que sale en algunos de mis fics xD Haciendo esto mientras intento recuperar mi inspi *suspiro* espero recuperarla pronto.

Advertencias: Pido perdón si Kyoya me ha quedado OoC, pero es muy difícil ser él O3O, también lo pido por Tsuna y cualquier otro personaje que salga. También por mi mal intento a humor.

Disclaimer: KHR! pertenece a Akira Amano-sensei.

Aclaraciones:

«Pensamientos Cualquier personaje/Kyoya y/o los pensamientos de su subconsciente»

—Habla Personaje—

"Recuerdos y/o Sueños"

Cafetería Midori.

Capítulo I: Padres irresponsables y Trabajo a tiempo parcial.


Kyoya Hibari, un adolescente de 14 años y prefecto del Comité Disciplinario, está teniendo un gran, GRAN, problema.

Sus padres se han ido de Japón hacia Rusia para poder relajarse en las vacaciones que a su padre le habían dado.

En si el problema no es tan grande, para él mejor porque así en su casa no serán tantos durante unos meses. Pero el problema viene a que sus padres han decidido que como ya es mayor, puede apañárselas con los gastos de la casa.

Y ese es el problema.

No le han dejado ni un yen.

Ha de buscarse un trabajo a tiempo parcial –obligándose a dejar a un lado, hasta cierto punto, su trabajo de disciplinar a la gente– donde gane lo suficiente como para poder cubrir todos sus gastos.

Si pudiese mordería a sus pares hasta la muerte, pero no puede hacerlo porque ya se han asegurado de irse antes de que él se diese cuenta que no tiene dinero, eso sí, habiéndole dejado una nota que decía:

Querido hijo,

Nos vamos de vacaciones a Moscú durante seis meses, ¿has visto que amable es el jefe de papá? Bueno, tienes comida para al menos pasar una semana y el dinero suficiente para pasar la misma semana, para todo lo demás deberás buscarte un trabajo y así ocuparte de los gastos de la casa.

Mamá está tan contenta, mi hijo ya se está haciendo mayor~

Volveremos en seis meses, pórtate bien y acuérdate de ser amable con tú jefe o jefa.

Con amor y muchos besos,

Te quieren papá y mamá ♥

 

«Malditos herbívoros. ¿Y ellos se hacen llamar mis padres?», pensó asqueado mientras arrugaba la nota y se concentraba en pasar las hojas donde habían ofertas de trabajo.

No había ninguna oferta que le llamase la atención, en cualquiera de ellas debía juntarse con herbívoros entrando en una multitud y eso era inaceptable. El sólo pensar que él sería parte de esa multitud hacia que su piel se erizase y le empezara a salir por todo el cuerpo unos asquerosos e indeseables sarpullidos. Sin duda les tenía mucha aversión… que digo aversión, les tenía alergia a las multitudes.

Pero ahora ese no era el problema.

El problema era que ninguna de las ofertas de trabajo le atraía, y encima ninguna le proporcionaba el dinero suficiente para cubrir todos sus gastos.

¿Solución?

Debería mudarse. Buscar algo más rentable y dejar que su hogar se pudriese y llenase de moho durante seis meses. Esos malditos herbívoros le estaban dando el doble de trabajo y eso era imperdonable. ¿Cómo se atrevían a hacerle todo esto?

Con un suspiro de frustración, Hibari cogió los folletos donde habían fotografías de apartamentos en venta –porque el no se iría de alquiler ni aunque le amenazasen con matarlo–. Normalmente irse de alquiler sale más barato que el compararte una casa y/o apartamento, pero eso de tener a un herbívoro comiéndote la oreja con que no te atrases con el alquiler… pues como que dicho herbívoro no viviría para recordárselo dos veces.

¡OFERTA!

Kyoya se quedó viendo la oferta, en si estaba bien. El lugar estaba bastante apartado del núcleo civil, por esa razón era barato, tenía dos habitaciones –y él con una ya tenía suficiente–, con baño y cocina. Era perfecto.

—Si pusiera la casa en alquiler sacaría algo de dinero, y junto a lo que gane trabajando podría sacar aún más dinero…—murmuró para si mismo.

Kyoya se quedó mirando los folletos de ofertas de trabajo y de viviendas, y con una sonrisa de satisfacción, cogió el teléfono y marcó el número indicado.

Estuvo media hora para concordar los días que trabajaría, el salario que ganaría y cuando debía empezar. Podría haber amenazado a-su-ahora-jefa para terminarlo todo antes pero… se estaba metiendo en el mundo laboral y la mujer ya le hizo el favor de no tener que verle en persona, además, que su madre una vez le dijo—: No siempre conseguirás las cosas con una amenaza, hijo —y siguiendo eso, no amenazó a-su-ahora-jefa.

|—

~Cafetería Midori~

Kyoya se quedó observando el cartel, era simple, un trozo de madera con el nombre de la cafetería gravado, la verdad, se esperaba otra cosa más llamativa. Pero a él ya le era perfecto que no fuese llamativo, entró y se quedó viendo la estancia. Parecía perfecta para alguien como él, un lugar tranquilo, con música ambiental, construida de madera y todo distribuido como antaño.

Con tranquilidad, Hibari se dirigió hacia la cocina donde le habían dicho que la dueña del lugar se encontraba. Al entrar en al cocina se encontró con una mujer entrada en años que estaba cocinado.

—¿Midori-san?—Preguntó Kyoya para asegurarse.

La mujer al escuchar su nombre se volteó y se encontró con un joven de unos quince años.

—Debes de ser Kyoya Hibari-kun.

Hibari asintió como respuesta.

—Ya veo, ya veo. Pues para empezar, toma —Midori sacó de uno de los gabinetes un paquete y se lo entregó—. Este es el uniforme que deberás llevar, ve hacia esa sala y cámbiate —Midori le señaló una puerta cerca del gran frigorífico.

Kyoya volvió a asentir como respuesta y aceptando el paquete se fue a cambiarse de ropa. No tardó más de cinco minutos en cambiarse, en si el uniforme de trabajo era como su gakuran pero con el estilo de un esmoquin junto a un delantal blanco de cintura.

Cuando salió de la sala y Midori le vio, levantó el pulgar dándole así el visto bueno y llamó a una de sus trabajadoras, que se presentó como Haru Miura, para que se encargara de hacerle de guía durante el primer día.

Todo iba bien, al cuarto de hora pudo deshacerse de la hiperactiva Haru y hacer su trabajo sin supervisión. Pero cuando la manija pequeña de la aguja del reloj empezaba a acercarse al número doce y la grande ya estaba en el seis, todos los empleados empezaban a ponerse más inquietos.

Kyoya se extrañó por la actitud de sus compañeros de trabajo.

—Mi mejor cliente está a punto de llegar.

Hibari miró a la mujer que se lo había dicho y se encontró con la dueña de la cafetería.

—Haru-chan, ocúpate de la cocina voy a ir a recibir a Sawada-san.

—¡Hahi! ¡Haru quiere ver a Tsuna-san!

—Vamos, vamos, ya le verás luego.

—Vale…

Kyoya no lo entendía, ¿cómo alguien podía montar tal revuelo sin estar presente?

Pero esa pregunta le fue contestada cuando el reloj marcó las seis de la tarde.

En ese mismo instante, la puerta de la cafetería se abrió mostrando a un hombre de unos 25 años, de cabello castaño y alborotado, de orbes cobrizas y vestido con un traje que denotaba su alto estatus, junto a todo eso, una sonrisa amable adornaba su rostro.

En ese momento algo dentro de él se movió y un calor que no sabía de donde provenía se instaló en sus mejillas tornándolas de un ligero tono rojizo, asombrándose a él mismo por haberse sonrojado.

Pero el sonrojo se le fue cuando dos hombres de la misma edad que el primero entraron junto a él, uno de cabellos plateados y con un pronunciado ceño fruncido; y el otro de cabellos cortos y de color negro junto a una sonrisa despreocupada que ya empezaba a molestarle.

—Sawada-san, bienvenido —Midori se acercó al hombre de cabellos castaños—. Ya tiene la habitación lista.

—Gracias Midori-san. Tan atenta como siempre.

—Jojo, ya sabe que me gusta tener contento a mis mejores clientes.

—Tsk, lógico. Juudaime siempre se merece lo mejor, aunque este lugar no aparente poder darlo.

—Hayato…—el castaño dijo el nombre con tono de reprimenda.

—Maa, maa, vamos a clamarnos y a ir a nuestra sala, ¿si?—El otro acompañante del castaño intentó calmar al de ojos verde mar.

—Por aquí por favor —Midori les guió hacia una de las salas en la parte posterior de la cafetería sin haberse sentido ofendida.

—Lo siento Midori-san —eso fue lo último que los empleados escucharon del castaño.

Kyoya no podía apartar su mirada de la parte posterior de ese hombre, incluso cuando ya no se le veía, seguía mirando en la dirección donde había desaparecido.

—Atractivo, ¿verdad?—Le preguntó una molesta voz.

—Haru Miura, no te metas en asuntos ajenos.

—¡Hahi! ¡Que antipático! Haru sólo señalaba lo obvio.

—Hn —Hibari se dio la vuelta para irse a atender a un cliente pero la voz de Haru le hizo detenerse.

—Lo mejor de Tsuna-san es cuando viene solo.

Hibari volteó a verla sin entender el comentario, y Haru sólo sonrió con picardía.

—Ya lo verás mañana~

Y dicho eso, Haru se fue a atender a un cliente, dejando a Kyoya confundido y curioso por saber que había querido decir con eso.

La jornada ya estaba terminando y ese castaño acababa de salir de la sala para pagar la cuenta e irse, cuando ya estaba junto a la puerta, Kyoya no soportó ver el como Haru coqueteaba con él tan descaradamente –¿por qué no soportaba verlo? A eso aún no le tenía respuesta– y decidió interferir.

—Haru Miura, Midori-san te ha mandado otras dos mesas.

«Mentira», dijo una voz dentro de su cabeza, pero la ignoró.

—¿Cuáles son?

—La mesa A y C.

«Esas son las tuyas», volvió a decir esa molesta voz dentro de su cabeza.

—Bueno, que se le va hacer. Tsuna-san, nos vemos mañana.

—Por supuesto Haru-chan.

Haru le dio un adiós con la mano y se fue a atender las dos mesas dichas por el pelinegro.

—Eres nuevo, ¿verdad?—La voz del castaño hizo que Kyoya saliera de sus pensamientos y asintiera con la cabeza—. Ya veo, pues espero verte otro día —se despidió, pero antes de que pudiese irse junto a los otros dos, la mano de Kyoya actuó por si sola y se agarró en la chaqueta de Tsuna.

—Mañana —murmuró.

El castaño le miró extrañado—. ¿Perdón?

—Nos vemos mañana —repitió molesto.

—Oh, pero mañana iba a ver a Haru-chan.

—Mañana —volvió a insistir tornando su voz más oscura, dejando al castaño perplejo.

—¿Seguro que sabes el por qué mañana veré a Haru-chan?

No sabía que responder a eso, lo cierto es que no sabía nada. No tenía ni idea de nada sobre esa cafetería, había empezado hoy a trabajar y ya se encontraba actuando como un herbívoro, pero algo dentro de él le decía que debía interferir para que no se viesen, por eso tanto empeño.

—Sí —afirmó si un ápice de duda.

Tsuna frunció el ceño sin saber si aceptar verle mañana o no.

—Está bien, hablaré con Haru-chan para que mañana pueda verte a ti y no a ella —cedió con un suspiro.

Kyoya sonrió victorioso ante la afirmativa.

—¿Ahora puedo irme?—Le preguntó mientras miraba la mano que seguía aferrada a su chaqueta.

Kyoya se soltó y con la cabeza bien alta y como si la conversación no hubiese ocurrido, se fue a atender a un nuevo cliente que había entrado.

Tsuna le vio irse y cuando Kyoya estuvo atendiendo a una mesa, se fue a hablar con Haru. No le gustaba decepcionar a la chica, era muy entregada a su trabajo y en complacerle, por eso se disculpó prometiéndole que ya se verían pasado mañana.

Haru le dio una sonrisa forzada e iba a intentar convencerle para que pudiesen verse mañana pero Hayato les interrumpió.

—Juudaime, ¿nos vamos?

Tsuna miró a su amigo peliplateado y asintió con la cabeza mientras una sonrisa se extendía por su rostro.

—Por supuesto —le dijo después de despedirse de Haru y empezar a andar entre las calles.

Sus dos amigos se le quedaron viendo siendo el más alto de los tres quien hablara.

—Has encontrado a alguien que te parece interesante, ¿verdad Tsuna?

Tsuna soltó una sonrisa apagada y mirando directamente a los ojos de sus amigos les dijo—: Sí, Takeshi. He encontrado a alguien interesante, me pregunto como va a reaccionar mañana.

—Juudaime… se le está pegando parte de la personalidad de Reborn-san —murmuró el peliplateado siendo corroborado por Takeshi.

—¿Eso crees, Hayato?—Sus dos amigos asintieron con la cabeza—. ¡Que horror! ¡No quiero parecerme a él!

«Pues vas por mal camino», pensaron los dos amigos de Tsuna mientras una gran gota de sudor bajaba por sus cabezas mientras veían las payasadas que hacía su amigo mientras murmuraba incoherencias sobre no parecerse a ese sádico diablo en forma de humano.

Kyoya estaba recogiendo los utensilios dejados por los clientes y ayudando a ordenarlo todo para empezar a cerrar la cafetería cuando Haru apareció delante de él cerrándole el paso.

—¡Vas a arrepentirte de haberle pedido eso a Tsuna-san!

Kyoya la miró con indiferencia y siguió su camino hacia la cocina.

—¡No sabes nada de la cafetería! ¡¿Por qué le has pedido eso a Tsuna-san?!

Kyoya seguía sin contestarle y con su mirada de indiferencia.

Haru le cogió por la manga de la chaqueta y haciendo que se volteara a verla—. Mañana vas a desear no haberle pedido que te vea.

A Kyoya eso le sonó a amenaza y con una sádica sonrisa, sacó una de sus tonfas posándola debajo de la garganta de Haru—. Será mejor que te guardes esos celos, herbívora. Si prefiere verme a mí, tú esperas sentada hasta que decida verte a ti.

—No… tienes… ni… idea… de nada…—le dijo entrecortadamente, sintiendo como Kyoya iba apretando más la tonfa en su cuello.

—Kyoya-kun, en mí cafetería no se permiten armas —Midori apareció al escuchar el escándalo montado por la pelicastaña—. Hazme el favor de no traerla mañana.

Kyoya bufó molesto pero decidió acatar la orden dada por Midori. «Si no necesitase el dinero…», pensó molesto mientras guardaba la tonfa.

—Bien, ahora hacedme el favor de decirme qué sucede.

—Hibari-san le ha pedido a Tsuna-san que le vea mañana.

Midori abrió los ojos en sorpresa, y miró a su nuevo empelado—. ¿Es eso cierto?—Le preguntó por si había escuchado mal.

Kyoya asintió con la cabeza sin entender que mal había en haber pedido aquello.

Con un suspiro Midori le dijo—. ¿Estás seguro de querer verle mañana?

Kyoya volvió a asentir con la cabeza, estaba empezando a molestarse. ¿A qué se debía tanto alboroto por verle mañana? Ni que eso fuera a destruir el mundo.

Midori suspiró—. Está bien, si en cualquier momento quieres irte puedes. Nada ni nadie te obliga a verle.

Hibari rodó los ojos y haciéndose paso se dirigió a la cocina para dejar los utensilios sucios. Tanto Haru como Midori se miraron durante unos instantes y luego suspiraron, sin duda mañana sería un día muy largo para ellas.

Ya eran las ocho de la noche y la cafetería acababa de cerrar, Kyoya empezó a hacer su camino hacia su casa mientras pensaba en el extraño comportamiento de esas dos. No entendía el porque estaban tan preocupadas, el castaño sólo iría a verle, ¿no? ¿Qué mal había en eso?

|—

Las cinco de la tarde, hora en que llegaba a la cafetería, iba al vestuario a cambiarse y empezaba a tomar pedidos y a servir mesas. Pero a diferencia de ayer, hoy su cuerpo estaba más inquieto. Quedaba una hora justa para que pudiese verle y al parecer su cuerpo lo notaba, porque cada vez que la manija pequeña se iba acercando más al doce, su cuerpo temblaba de emoción.

Era la primera vez que le sucedía, su cuerpo nunca había reaccionado de esa forma, ni cuando encontró a alguien digno de ser su oponente. Su cuerpo nunca se impacientaba, ni esperaba ver a su oponente. Eso más bien lo hacía su mente, su instinto de supervivencia, sus ansias de luchar contra alguien más fuerte que él y derrotarle, pero nunca su cuerpo.

Volvió a mirar el reloj, quedaba un cuarto para las seis y al parecer todos los empleados estaban igual de nerviosos que él. Vio que dos empleados empezaron a hablar y decidió agudizar el oído para ver que decían.

—¿Quién crees que será su acompañante?

—Será mejor que nos olvidemos de que podremos ser uno de nosotros.

—¿Por qué?

—Ayer escuché de la jefa y Miura-san que ha elegido al nuevo.

—¡¿Qué?!

—Baja la voz y no grites.

—¿Pero el nuevo sabe qué…?

—Ni idea, pero hoy y mañana será mejor que nos olvidemos de que podríamos ser elegidos.

—¿Mañana tampoco?

—No, mañana será el turno de Miura-san.

—Y pasado vendrá con…

Kyoya decidió que ya no quería oír más, sino se volvería igual de herbívoro que esos dos. Volvió a mirar el reloj y ahora sólo quedaban diez minutos, al dirigirse hacia la cocina se fijo con que Haru estaba atendiendo a otros clientes pero su sonrisa estaba sustituida por un ceño fruncido.

Sonrió ante eso, le encantaba el poder salirse con la suya y que nada se le negara. Y sin duda, esto era una clara victoria. Una victoria que saborearía durante toda la tarde que estuviese con el cliente...

…eso había sonado muy mal.

—Kyoya-kun —Hibari al escuchar su nombre se volteó para ver a la dueña de la cafetería—. Ven, has de prepararte.

«¿Prepararme?», pensó extrañando.

—Vamos Kyoya-kun, sólo nos quedan cinco minutos para que Sawada-san llegue. Y este uniforme no es el adecuado.

Kyoya no entendía nada, ¿se debía preparar para verle? ¿Desde cuando su uniforme de trabajo no era el adecuado para ver a un cliente? Esas y muchas preguntas más surcaban por la mente de Hibari, pero las prisas de la mujer hizo que las desechara y fuera a cambiarse…

…mala elección.

No debería haber aceptado la ropa que su jefa le había entregado. Midori le estaba entregando un uniforme de criada, con sus volantes y parafernalias junto a unas orejas de gato y cola, la dueña de la cafetería había hecho un puchero cuando Kyoya se había negado a ponerse eso y ella con un suspiro le dejó escoger lo que quisiera. Al final, después de rebuscar entre toda la ropa, había encontrado el traje perfecto: un yukata azul oscuro junto a un obi negro.

—¡Ah! Entre unas cosas y otras se nos ha hecho tarde —se quejó Midori al observar el reloj, ya eran las seis pasadas por diez minutos—. Vamos, vamos, Sawada-san debe estar esperándote.

Midori llevó a rastras a Kyoya hasta que los dos llegaron a la sala privada del castaño—. Bien, toda la tarde estarás con él. Cualquier pedido que te haga lo realizas… siempre y cuando lo creas correcto —dicho esto, Midori desapareció dejándole delante de las puertas correderas.

«¿Siempre que crea correcto el qué?», se preguntó mientras observaba las puertas.

Esto empezaba a parecerle extraño, ¿para qué tanto secretismo? Bueno, no es como si él hubiese preguntado.

Kyoya acercó su mano hacia la puerta y la abrió de golpe, haciéndose notar y entrando bien derecho cerrando la puerta tras de si. Cuando posó los ojos sobre el castaño ese calorcito, que ayer dedujo como un sonrojo, volvió a pintarse en sus mejillas.

Tsuna estaba sentado en el suelo agarrando una botella de sake en una mano y en la otra el vaso. La chaqueta no la llevaba puesta del mismo modo que la corbata, las dos prendas estaban tiradas por el suelo, la camisa la tenía desgarbada y con los primeros botones desabrochados.

Al escuchar la puerta abrirse, Tsuna volteó su rostro y sonrió al ver a Hibari vestido con un yukata.

—El yukata te queda bien —le dijo con una amable sonrisa.

En ese momento, a Hibari le pareció que esa sonrisa no encajaba nada y menos en las circunstancias que parecían estar. Poco a poco las piezas iban encajándose en su cabeza, pero quería desechar esa idea. Era imposible que esto fuera…

—¿Te gusta el olor? Midori-san siempre elige las mejores esencias —Tsuna posó sus ojos sobre el vaso lleno de sake—. Puedes sentarte si quieres, no muerdo —le dijo soltando una ligera risa—. Dime, ¿es tú primera vez?—Le preguntó una vez Kyoya estuvo sentado a su lado—. Quiero decir, ¿eres virgen?—Se explicó mejor al ver la cara en blanco de Kyoya.

…una casa del placer.

Se quedó sin palabras, no sabía que contestar a eso. Es decir, se debatía entre decirle la verdad o soltarle un buen sopapo por entrometido… oh, es cierto, la dueña le había pedido que no trajera las tonfas.

«Maldita sea esa herbívora», maldijo mentalmente mientras veía como Tsuna dejaba el vaso –ya vacío de sake– y apoyaba su mentón sobre sus manos.

—¿Y bien?

Kyoya escondió sus ojos debajo de su flequillo, «Voy a morderla hasta la muerte, a ella y a este impresentable».

Ante la falta de respuesta, Tsuna alargó su brazo y lo puso sobre el pecho de Kyoya, haciendo que este saltara ante el toque y le mirara directamente.

—Si no contestas actúo. Tengo prisa, ¿sabes?

«¿Qué tiene prisa? ¡Y a mí qué!», Kyoya iba a replicarle cuando de repente se vio tumbado en el suelo con Tsuna encima de él.

Tsuna aflojó el obi del yukata para poder dejar el torso de Kyoya al descubierto, al ver la pálida piel del menor sonrió y acercó sus labios hacia el cuello empezando a lamerlo mientras sus manos recorrían el torso hasta detenerse en uno de sus pezones.

La mente de Kyoya estaba en blanco, procesando lo que estaba sucediendo, cuando una ligera mordida hizo que volviera en si. Sus manos reaccionaron por si solas posándose en el torso del castaño para quitarle de encima, pero los toques de los dedos de Tsuna y el recorrido que estaba haciendo la lengua del castaño hacían que sus fuerzas se fuesen.

Tsuna sonrió cuando notó algo de oposición por parte de Kyoya. «Si no la hubiera sería aburrido», pensó mientras bajaba su mano por dentro del yukata hasta que se topó con el borde de los calzoncillos. Por encima de la tela empezó a acariciarle su intimidad mientras que con la otra le quitaba el obi para poder observar mejor el cuerpo del menor.

Esto fue la gota que colmó el vaso, Kyoya sacó fuerzas de donde pudo y apartó de un empujón a Tsuna, haciendo que el castaño quedase sentado y le mirara confuso.

Mientras Hibari se acomodaba de nuevo el yukata y estabilizaba su respiración, Tsuna apoyó su cabeza entre sus manos y miró directamente a Kyoya y con una sonrisa le dijo—: La próxima vez sabrás que está mal mentir.

Kyoya le miró con el ceño fruncido mientras acababa de acomodarse el yukata.

—Ya sabes, no tenías ni idea del que hacía con Haru-chan y me obligaste aceptar el verte a ti —le explicó mientras se servía otro vaso de sake—. ¿Tus padres no te enseñaron a no seguir a extraños?

«¿Cómo se atreve este herbívoro?», pensó con rabia mientras que con su mirada fulminaba al castaño.

Tsuna suspiró—. Anda, vete y haz que venga Haru-chan. Como ya te he dicho, tengo prisa.

Kyoya se levantó de golpe y se acercó a Tsuna, haciendo que el castaño le mirara con confusión, y le propinó un buen puñetazo en la nariz del castaño y luego una patada en el estomago.

Tsuna gimió de dolor y puso su mano libre sobre su nariz para intentar detener el sangrado mientras que la otra dejaba el vaso de sake y se posicionaba en su estomago—. ¡¿Pero qué haces? ¡Esto duele!

—La próxima vez que te me acerques, voy a morderte hasta la muerte herbívoro.

Y dicho eso, Kyoya salió de la habitación para irse a cambiar a su uniforme de trabajo dejando a Tsuna con una nariz rota y maldiciendo en todos los idiomas que conocía.

Ya había pasado media hora y Haru no dejaba de observar el reloj, pensando en como se lo habría tomado el nuevo una vez que supiera que quería el castaño. Con un suspiro se volvió hacia una de las mesas para llevarles el pedido cuando Hibari salió por el pasillo que llevaba a la sala privada de Tsuna.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Kyoya siguió andando sin hacerle caso.

—¿Has dejado a Tsuna-san? ¿Es que acaso no piensas? Es nuestro mejor cliente…

La mirada que le mandó Kyoya hizo que se callase.

—Cómo si es el emperador. No pienso dejar que me ponga las manos encima.

—Vamos, que eres virgen, ¿no?

Si las miradas matasen, Haru ya estaría muerta.

—No te pongas así, Hibari-san. Midori-san y yo te advertimos, no quisiste escucharnos, es culpa tuya. Por eso toma —Haru le entregó la placa donde llevaba el pedido—, es para la mesa E —Miura dio media vuelta y se dirigió hacia el pasillo por donde Kyoya había salido.

Hibari rodó los ojos y fue ha terminar su jornada. Pero una cosa tenía muy clara, esto no iba a quedar así.

Notas finales:

¿Qué hago haciendo esto? Pues para empezar que estoy en clase de matemáticas y como no me he traído el material para continuar mis fics pues me he puesto a escribir esto, y para terminar, quería dar más amor al 2718~

Esta cafetería sale en alguno de mis fics, con dueña incluida xD Por eso me ha hecho gracia el hacer una mini historia de ella.

Primer capítulo de este Three-Shot (/•ヮ•)/ Bueno, ya me diréis que os parece y si queréis la continuación~

El segundo capítulo de de Como un herbívoro lo tendré para mañana.

Pregunta del fic: (?)

¿Tsuna me ha salido algo promiscuo?

La respuesta en el próximo capítulo xD

Nos leemos.


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