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Love like oxygen por pineapple

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Notas del capitulo:

La historia gira alrededor de la La fibrosis quística, que es una enfermedad que afecta mayormente a los pulmones, y también en menor medida al páncreas, hígado e intestino. Es una enfermedad cuya mayor tasa de mortalidad continúa siendo la afectación pulmonar, causante de un 95% de los fallecimientos

Love like oxygen

El odio a los hospitales es algo generalizado en la sociedad. La palabra “hospital” puede ser sinónimo de dolor, muerte, tristeza…  por lo que la mayoría de la población admite aborrecer estos establecimientos. Sus inmaculadas y pálidas paredes, lejos de trasmitir seguridad, comunican desconfianza. Es normal no sentir demasiado aprecio hacia el lugar donde certifican muertes cada hora, donde abren e introducen las manos en cuerpos enfermos, donde dan más malas que buenas noticias. Sin embargo, Choi Minho, a la corta edad de 16 años, estaba acostumbrado a ese lugar, a sus paredes, a sus caras, a las malas noticias. Desde que tenía uso de razón había estado sentado en la sala de espera de un buen especialista en cirugía cardio-toraxica, puesto que él era una de esas pocas personas que padecían Fibrosis Quistica, pertenecía a ese 4.5% de la población, a la que, posiblemente y a fuerza de costumbre, tampoco le diese aprensión los hospitales.

Lo que más odiaba, incluso más que el estar hospitalizado, era la espera. Él especialista que le trataba era muy famoso y reconocido, por lo que su agenda estaba a rebosar y siempre tocaba esperar en aquella sala llena de sillas de plástico incomodas, impregnada de de un aroma a lavanda propio de la más escrupulosa desinfección.  Los primeros años de su vida, a cada una de las revisiones le acompañaba su madre, sin embargo, pasados los años y habiéndose convertido en un adolescente, había preferido ir solo, pues, solo eran revisiones rutinarias, nada demasiado trascendental.

Minho conocía a todos los pacientes del especialista, la señora Lee, a la que le habían hecho un trasplante por unos preciosos pulmones sanos hacia unos cuantos meses.  El señor Park, que cada día tosía más, y, aunque llevaba siempre su mascarilla (al igual que todos en la sala de espera) solía quitársela y limpiar sus labios con un pañuelo de tela antes de volver a ponerla en su sitio. También conocía al pequeño Hyunsu, un niño de no más de 6 años al que su madre siempre acompañaba, él sufría del corazón.  Sin embargo, aquella tarde otoñal, mientras los anaranjados rallos del sol entraban por las impolutas ventanas, un nuevo paciente entró en la consulta, sentándose al extremo opuesto de la sala. El recién llegado llamó la atención de Minho de forma instantánea, podía verse que sonreía algo nervioso bajo la mascarilla, entornando sus ojos escondidos ligeramente tras un flequillo decolorado. El muchacho, al ver como sus grandes ojos se clavaban en los propios, bajó la cabeza, a modo de saludo, Minho le correspondió del mismo modo.

 

Al mes siguiente, volvió a encontrarse con el muchacho, que, al parecer de Minho, tenia preciosos ojos de cachorro. Volvió a sonreírle, era un muchacho curioso. Estaba sentado con las piernas ligeramente abiertas, tamborileando el ritmo de alguna canción con los dedos índices en el asiento, entre ellas, llevaba un auricular en una de sus orejas.  Ocurría algo extraño con ese chico, parecía lleno de vitalidad, le transmitía vida aunque su rostro pálido acentuaba sus horribles ojeras. Aquello le parecía fascinante, y, de algún modo, deseaba conocerlo, entablar una amistad.

-          Kim Jonghyun a la sala 4.

 

La voz de la enfermera se proyectó por toda la sala atreves de los altavoces, entonces, el de ojos de cachorro apagó el reproductor de música, ante la mirada atenta de Minho, que le observó fijamente hasta que este desapareció en la consulta numero 4.

 

Los meses pasaban, y con ellos pasó el otoño, y el invierno, llegando una primavera temprana con sus tímidos rallos de sol. Por alguna extraña razón, el destino había decidido que, el tercer viernes de cada mes, ambos jóvenes tuviesen que asistir al hospital sobre la misma hora, coincidiendo siempre una media de 20 minutos de espera. Sin ser realmente consientes de ello, cada mes, cada viernes, se sentaban un asiento, o tal vez dos más cerca el uno del otro. Ambos hacían como si no se diesen cuenta, como si fuese pura casualidad, como si no fuese el más divertido de los juegos, llenos de miradas cómplices y sonrisas bajo la mascarilla.

Aquel viernes, Minho se preparó concienzudamente, pues, si todo seguía como hasta ahora, esa tarde compartirían un espacio más reducido. Al llegar a la sala de espera, se sentó automáticamente en el medio de esta, esperando la llegada del muchacho de ojos de cachorro, Kim Jonghyun.

La espera, ese día más que ningún otro, se hizo eterna, pasaron largos minutos, interminables y tortuosos minutos en los que Minho no podía apartar la mirada de la entrada de la consulta, donde, como siempre, estaban la el señor Park y el pequeño Hyunsu, al que se le había caído un diente. La señora lee ya apenas iba, volvía a estar sana como un roble con sus preciosos pulmones nuevos. Pero ni rastro de Kim Jonghyun. 

En cuanto Minho salió de la consulta, volvió a notar la ausencia de su pequeña obsesión, por lo que, sin entender muy bien la necesidad de saber de él, se acercó al mostrador, donde una anciana y regordeta enfermera rellenaba papeles, mirándolos de forma cansada tras los gruesos cristales de unas desfasadas gafas de ver.

-          Hola… em… - titubeo un segundo – ¿Sabes si tiene cita hoy Kim Jonghyun?

-          Déjame mirarlo… - la enfermera se mordió el interior de la mejilla mientras, torpe, buscaba el nombre en la base de datos del ordenador – Está cancelada, el ordenador me dice que está ingresado.

Frunció el ceño, él siempre había tenido su cara demacrada por la enfermedad, y obviamente padecía una afección pulmonar o cardiaca grave, si no, no estaría yendo cada mes al hospital. Pero, por alguna extraña y estúpida razón, minho no contaba con el hecho de que estaba enfermo, lo olvidó al verle con tanta vitalidad, lo olvidó aunque era perfectamente consciente de la situación. Lo olvidó y que la enfermera le comunicase que estaba ingresado fue una noticia difícil de asimilar.

-          ¿podría decirme en que habitación?

-          Aaamm… 124

 

Sin decir más, el alto muchacho corrió al ascensor, dirigiéndose a la habitación que le había indicado la enfermera. Era extraño, estaba preocupado, pero aunque su cabeza le gritaba que parase, que fuese a casa, que no le conocía, minho si que le conocía, sabía que le gustaban las baladas, que cuando se distraía solía cantar muy bajito las canciones que escuchaba con su reproductor de música, que cuando estaba nervioso sonreía. Sabía que asistía a un colegio privado por su uniforme, también sabía que se le daban mal el inglés pero las matemáticas bien, pues había hecho deberes mientras esperaba. Sabía que estaba enfermo, y sabia que las visitas al estar ingresado alegraban y hacían sentir mejor, asique ¿Por qué no visitarle? Después de todo, ya se conocían.

Abrió la puerta con cuidado, Jonghyun estaba en la habitación, mirando la televisión con una sonda nasal que le ayudaba a respirar, Minho las conocía bien.

-          Hola – saludó tímido, entrando con lentitud.

-          Oh  ¿ya es viernes? – Jonghyun tomó su teléfono móvil, revisando el calendario – Dios… esperaba haberme recuperado para hoy – Se sentó en la cama, sonriendo, como siempre –Pasa, siéntate.

 

Era como si se conociesen de toda la vida, o al menos así se comportaba el de ojos de cachorro. Era una situación extraña para Minho, quien siempre había sido algo más reservado, tímido tal vez. Nada que ver con el anfitrión de la habitación.

-          ¿Estás bien?

-          Si… solo necesito un par de pulmones decentes – blanqueó los ojos- Me han metido en la lista de trasplantes ¿sabes? Y cuando tenga mis pulmones seré cantante, se me da bien cantar ¿Tu que necesitas? ¿un carrazón? ¿tráquea? ¿pulmones? ¿Tienes cáncer? – miró a Minho y rió, tosiendo un poco después – nah, tienes demasiado pelo ¿no es una peluca, verdad?

 

La mano de Jonghyun se deslizo al cabello de Minho, tirando ligeramente, ante la mirada anonadada del alto, como había imaginado, estaba lleno de vida.

-          Es tu pelo – se cruzó de brazos- si no, sería una peluca muy trabajada.

-          Es mi pelo – rió por fin Minho – Tengo fibrosis quística, pero aun no necesito ningún trasplante

-          ¡Vaya! – volvió a toser, tapándose la boca tras alzar la voz – Yo también tengo eso, pero parece que te gano, estoy más jodido – sonrió.

Minho abrió los ojos tanto como pudo, levantándose de un salto en cuanto escuchó al hospitalizado. Aquello estaba mal, muy mal. No debería haberse acercado a él, pues, desde que tenía uso de razón le habían advertido de no acercarse a otro aquejado por la misma enfermedad, ya que podían contagiarse el uno al otro bacterias por medio del aire o la respiración que resultarían fatales para ambos. Eran incompatibles, una bomba de relojería.

-          Venga ya, prometo no tocarte, y llevas mascarilla, me pondré una yo también ¿va? – abrió un cajón, sacando una mascarilla desechable del interior, poniéndosela después – no te vayas

-          Estás esperando a un trasplante… no está bien, puedo hacerte más daño.

-          Me da igual, quiero decir, no va a pasar nada – sonrió – ¿has visto mis ojos? Puedo poner carita de corderito degollado, ¿Qué clase de matasanos negaría unos pulmones a un chaval de 17 años, con toda su vida por delante con esta carita?

 

El más alto sonrió, era gracioso, y puede que tuviese razón, si no se tocaban, y ambos utilizaban precauciones, podían mantener una amistad, una amistad no podía ser otra cosa que sana, y ambos lo necesitaban.

-          No son de corderito, son de cachorro.

-          ¿de cachorro? – volvió a reír.

 

Estuvieron horas hablando, riendo, como si fuesen amigos de la infancia, era fácil hablar entre ellos, se comprendían a la perfección. Minho admiraba la vitalidad de Jonhyun, y Jonhyun se divertía con la estúpida competitividad de Minho. Intercambiaron teléfonos y decidieron quedar más a menudo, pues el más bajo solía estar solo en el hospital.

Nuevamente, el tiempo pasaba, la primavera era cada vez más cálida, y el principio de la temporada estival, Jonhyun se estabilizó, consiguiendo el alta hasta que llegasen sus pulmones. Ambos chicos hacían planes para el futuro, querían viajar juntos, darle esquinazo a los médicos y a la enfermedad, vivir. Mantenían su amistad en secreto, pues cualquier persona cuerda les diría lo estúpidos que eran arriesgando sus vidas por pasar un rato juntos, pero cualquier persona cuerda no entendería lo mucho que se necesitaban el uno al otro. Su amistad era sincera, dulce, divertida, preciosa. Ninguno de los dos había tenido una relación igual con otro ser humano, pues, en cuanto sabían de su enfermedad, la gente se alejaba como si de infectados por la peste se tratase. No tenían amigos verdaderos, solo se tenían el uno al otro.

-          ¿Cuándo te den los pulmones no te vas a olvidar de tu amigo enfermo, no? – Sonrió Minho, tumbado en la hierba mientras ambos disfrutaban del sol.

-          Mmmhh… me buscaré amigos que tengan los órganos bien – miró a su amigo, tumbado a su lado – ¡entonces los tiraré por un acantilado, y te daré sus pulmones!

-          ¿harías eso por mí? - rió

-          ¿por ti? Lo que sea, minho

Las risas cesaron ante la seria mirada del de ojos de cachorro, el silencio se apoderó de ellos, solo interrumpido por un suave suspiro del más alto.

-          Jjongh…

-          Te quiero, minho –Sonrió – y lo sabes.

-          Yo también te quiero – sonrió también – te abrazaría, pero, ya sabes.

-          ¡oh! ¡A la mierda!

Jonghyun se incorporó de un salto, abrazándole sin importarle las normas que se habían puesto, sin importarle poder empeorar su enfermedad, sin importarle la moralidad, la cordura, la razón… solo quería abrazarle, y lo hizo. Aquel fue la primera vez en la que amos jóvenes tuvieron contacto físico. Era estupendo poder sentirse el uno al otro, olvidarlo todo por unos segundos.

 

Ese verano fue especialmente caluroso, cosa que afectó a ambos jóvenes, pues la humedad les dificultaba la respiración aun más de lo normal. Minho lo pasó realmente mal, teniendo incluso que subir sus dosis de antibióticos por recomendación del especialista. Pero la peor parte, como siempre, se la llevaba Jonghyun, quien paso prácticamente todo el verano ingresado. Cada noche, cuando el más alto salía del hospital, de haberle visitado, caminaba en silencio y soledad a casa, únicamente acompañado de sus lágrimas. Cada vez que se despedía de él, con un casto beso en la frente, en el cual siquiera podía sentir su piel, pues lo hacía sin quitarse la mascarilla, se sentía morir, ya que temía que fuese la última vez, sabía que Jonghyun estaba cada vez más débil, incluso su vitalidad innata parecía desaparecer poco a poco, por mucho que intentase ocultarlo frente a Minho, estaba cansado, frágil, apenas si podía mantener una conversación prolongada sin fatigarse. Se estaba apagando.

Sabía que él podía ser el causante del empeoramiento de la enfermedad de Jonghyun, y sabía que Jonghyun podía ser el causante del empeoramiento de su propia enfermedad.  Era una relación preciosa, le quería como no había querido a nadie, sin embargo, era autodestructiva para ambos.

A causa del llanto, dolía respirar, pero más dolía recordar su risa, su mirada de cachorro, su vitalidad, robada por una enfermedad que nunca mereció. Él había nacido para ser alguien grande, un cantante, una estrella, y todos sus sueños se había roto a la espera de unos pulmones que nunca llegaban, una espera que le mataba a cada segundo que pasaba. Dolía pensar en lo injusta que era la vida, se querían, y tan solo se habían abrazado una vez por miedo a hacerse daño el uno al otro. Merecían vivir, merecían una vida sana, larga y feliz. Pero nadie les daría lo que realmente merecían, por eso, antes de seguir matándolo, prefería alejarse de él, matarse de amor a si mismo

Pasó la noche en vela, luchando por respirar y tranquilizarse. Tenía un miedo horrible, un miedo que le helaba la sangre, que le impedía pensar en otra cosa que no fuese en él, en su pequeño con ojos de cachorro.

 

Cuando, esa mañana se dirigió al hospital, su pecho le oprimía más de lo normal, quería achacarlo a la enfermedad, pero, por mucho que lo intentase, no lo conseguía, era algo que no podía explicar, que no podía apenas aguantar. Oprimía, ahogaba, dolía…

-          Jjongh… -susurró frente al hospital, paralizado.

Le tomó un tiempo conseguir reanudar el paso, ya que, cada metro avanzado era más difícil que el anterior. Sin darse cuenta, las lagrimas recorrían sus mejillas, mientras que veía al resto de personas como sombras a su alrededor, en aquel momento solo existía él, su dolor, y jonghyun.

-          Hora de la muerte 07:23

No hizo falta entrar a la habitación para escuchar esas fatídicas palabras. El mundo perdió el sentido para Minho. Había llegado tarde, y nunca más volvería a verle. Su mundo ya no tenía sentido.  Su mundo ya no tenía a Kim Jonghyun, el chico de los ojos de cachorro.

Notas finales:

Es el primer oneshot que escribo de SHINee, y hace muchisimo que no escribía ningún oneshot, asique, espero que os guste~


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