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Amor Yaoi
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De ahora en adelante por Higary

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Notas del capitulo:

Holi hola, gente bonita!! Aquí les traigo un nuevo songfic itasai, una pareja no tan común pero la cual me gusta, jeje (Kyuu: A parte del sasunaru, la primera pareja de la que escribió para la sección de Naruto fue precisamente itasai). Esta pequeña historia fue una petición obligada de mi hermana, la escribí durante mis vacaciones en Febrero y aquí la tienen, espero que les guste. Por cierto, ella me pidió que la subiera esta semana en honor a nuestra hermana mayor que cumple años el 10 de Abril y a la cual por cierto estamos induciendo al gusto por el yaoi, kukuku (Kyuu: Ya la hicieron ver Gravitation, Ai no Kusabi, Papa to kiss y las dos temporadas de Junjou y Sekaiichi ¬¬0). Como siempre saben que esperaré sus comentarios con saludos, pedradas, felicitaciones, jitomatazos, golpes, flores, amenazas, cebollazos, bombas y demás. Ah, sí, hoy también subí la primera parte de un nuevo fic corto llamado Encuentros y despedidas, por si gustan pasar a leerlo XD (Kyuu: Les advierto, tiene drama -_-) La próxima semana les traigo el capi 4 de Cómo librarte de un ex novio, pero mientras tanto les dejo a lo que vinieron: ¡¡a leer!!

 

Disclaimer: Los personajes desafortunadamente no son míos, sino de Kishimoto-sensei. La canción Primera vez es de Ricardo Arjona y tuve que escucharla muchas veces para poder inspirarme.

DE AHORA EN ADELANTE

 

La vida no es nada sencilla y el amor es una de las cosas más misteriosas y complejas de todo el mundo. No basta con hallar a una persona que nos guste, también se debe poseer la fuerza y convicción para atreverse a luchar por ella.

 

Uchiha Itachi era un joven empresario de veintiséis años. Atractivo, inteligente, culto y soltero, tenía un gran éxito con mujeres y hombres, cualidad que usaba para tener una larga lista de amantes. Realmente él era un hombre responsable, cariñoso y protector, pero en el terreno amoroso era caso aparte. A muy pocas personas había permitido entrar en su corazón.

 

Primero estaban sus padres, Fugaku y Mikoto. Ellos se divorciaron años atrás e Itachi se quedó a vivir con su padre. Su madre se mudó a otra ciudad junto con Sasuke, el hermano menor de Itachi y el siguiente en su lista. Aunque no podía ver seguido a su hermano, procuraba tener constante comunicación con él por teléfono y correo electrónico. También contaba con muchos amigos, unos más cercanos que otros, pero a todos les tenía aprecio. Sin embargo había uno en especial que destacaba.

-Siento haberte hecho esperar, Itachi-san.

Quien lo saludaba era un joven de piel blanca, cabello y ojos negros. Su nombre era Sai, un estudiante de Artes de dieciocho años de edad.

-Descuida, llegué temprano, es todo. ¿Qué te parece si pedimos la comida?

-Perfecto, me muero de hambre.

 

Mientras esperaban que un mesero llevara su orden, Itachi contempló a su joven acompañante. Sai y él se conocían desde niños porque sus casas estaban muy cerca, de modo que era común toparse en el parque. El menor siempre había sido alguien gentil y sincero, esto último a veces lo metía en problemas con la gente que tomaba a mal sus comentarios. Por esto mismo Itachi trataba de velar por él, lo protegía y aconsejaba, prácticamente se volvieron como un hermano mayor con su hermano menor al cual quería muchísimo.

-¿Qué tal las clases en la universidad? –preguntó el Uchiha

-Bien, son muy interesantes –sonrió con pena-. Aunque todavía no me acostumbro del todo a vivir solo.

 

Sai se había mudado a un departamento cercano al lugar donde estudiaba, y como Itachi trabajaba, las oportunidades para verse eran escasas, por eso trataban de aprovechar cualquier rato que pudieran para comer juntos o sólo tomar un café y platicar.

-Eso es normal –le contestó-, sólo es cuestión de tiempo. Y dime, ¿has conocido a alguien interesante como para tener una cita?

-Mmm… No, no realmente. Pero hay muchas chicas lindas, jeje.

Itachi sonrió, aunque de forma forzada. Siendo sinceros, desde un tiempo atrás que comenzó a tener dudas sobre el tipo de cariño que sentía por Sai. Se suponía que el chico era como su hermanito, alguien a quien cuidar, pero de pronto se dio cuenta de que Sai ya no era ningún niño, se había convertido en un joven adulto, y uno bastante atractivo, a decir verdad.

-¿Y qué hay de ti, Itachi-san? –oyó que le preguntaron

-¿Eh?

-Sí, quisiera saber si todo va bien entre tú y Deidara-san.

-Ahh, él. Terminamos hace una semana.

-¿En serio? Vaya, eso fue más corto que con Sasori-san, el anterior. Cambias muy deprisa de pareja.

-Puede que sí.

-Lástima, porque eres una persona increíble.

-Gracias por tus cumplidos –sonrió de forma galante-. Pero pronto encontraré a alguien más.

-… Me lo suponía –suspiró-. A veces me preocupa que andes con una y luego con otra persona, eso rompe la imagen respetable que das a los demás. Me gustaría que encontraras a alguien con quien decidieras tener una relación seria y formal –le sonrió con sinceridad-. Itachi-san merece a una persona que lo ame sin reservas.

El Uchiha abrió los ojos de sobremanera. Sai era realmente único. Todos sus ex amantes le gritaban cosas horribles cuando les abandonaba (se las merecía y la verdad es que no le importaban), en cambio aquél aspirante a pintor le deseaba la mayor felicidad del mundo. Por eso la imagen de amigo de la infancia y hermano menor que tenía de él se hizo añicos y ahora sólo podía mirarlo como el maravilloso hombre en que se había transformado. Un hombre con tantas cualidades que alguien como él, quien no sabía valorar los sentimientos de los demás, no se merecía en lo absoluto. No tenía el derecho, ni el coraje, para ensuciar con sus manos a aquél joven.

 

Despacio comienzo en tu boca

Despacio y sin quitarte la ropa

Mi cama no merece tu cuerpo

Virgen como el Amazonas

Mucho para un lobo cazador

Pero ideal para el amor

 

Itachi regresó a la oficina con un montón de sentimientos entremezclados. Por una parte se sentía feliz de que, a pesar de los años, Sai siguiera preocupándose tanto por él y aceptara ir a verlo para platicar en lugar de salir a divertirse con sus amigos. Ese era otro punto que le incomodaba. A diferencia suya, Sai trataba de abrirse mucho a sus amigos y había varios con los que era muy cercano, lo que no terminaba de gustarle a Itachi. Era tonto, pero se sentía celoso y le preocupaba que alguno de ellos le quitara la atención del joven pelinegro.

-Yo solo me contradigo –soltó un suspiro

-Eso es evidente.

Desde la puerta era observado por un hombre de cabello gris llamado Hatake Kakashi, compañero de trabajo y amigo.

-¿Qué haces aquí?

-Te traje unos documentos, revísalos antes de firmarlos –tomó asiento frente a él-. ¿Y?, ¿qué te sucede?

-Hum… Nada que quiera contarte.

-Ahh, entonces tiene que ver con ese vecino y amigo de la infancia –adivinó-. Ya me parecía raro que trajeras esa cara. Me extraña que todavía no lo hayas seducido para llevártelo a la cama.

-¡Por supuesto que no! –interrumpió con rudeza- Jamás le haría algo así a Sai, es como un hermano para mí.

-¿Si es así por qué te molestas tanto? –cuestionó en total calma- Yo creo que eso es sólo un pretexto tuyo para no tocar al chico. Ambos sabemos del enorme historial de amantes que tienes, así que para preocuparte tanto por ese “hermanito”, significa que eres consciente de que él es diferente. Él es especial.

Itachi bajó la mirada y se observó las manos. Probablemente todo lo que Kakashi decía era cierto. Sabía que si lo intentaba, existía la posibilidad de que Sai accediera a salir con él, pero eso no era lo que le preocupaba. Lo que le aterraba era que, luego de salir y… compartir la cama, las cosas entre ellos no funcionaran y el menor terminara alejándose de él.

-Yo sólo… no quiero perderlo, Kakashi.

-Eso está bien –se levantó para encaminarse a la puerta y volteó a verlo-. Pero me pregunto si serás capaz de continuar a su lado cuando lo veas irse de la mano con alguien más.

 

Sai estudiaba Arte en la universidad, le encantaba dibujar y pintar. A sus padres no les gustó mucho la idea al inicio, ya que no creyeron que ser artista fuera una profesión muy redituable, sin embargo Itachi lo animó a que no abandonara su sueño y por eso ahora estaba ahí.

-Buenos días, Gaara.

El pelinegro había entrado a la cafetería de la universidad y rápidamente localizó a un pelirrojo de ojos color aguamarina. Sabaku no Gaara era un joven serio, algo frío y antisocial, pero amable en el fondo. Una vez que se le conocía bien, Gaara resultaba ser un chico bastante agradable. Esto lo comprobó Sai luego del comienzo tan difícil que tuvieron, ya que decirle al chico que lucía como un mapache peligroso y malhumorado no fue lo más sensato. Pero gracias a la convivencia ahora eran buenos amigos a pesar de que sus personalidades fueran tan diferentes.

-Buenos días –contestó el pelirrojo, seriamente

-¿Sigues enojado porque ayer te dejé con el proyecto? –recibió una mirada asesina, así que sonrió nervioso- Lo siento mucho, pero tenía algo importante que hacer.

-Claro –alzó una ceja-. No me engañas, idiota. Para que salieras corriendo así, significa que fuiste a ver a ese sujeto.

-Hum… Nunca puedo mentirte, Gaara.

-Eres demasiado obvio cuando se trata de él. La mirada te cambia.

Sai soltó una ligera carcajada y negó con la cabeza. Compró un café y decidió beberlo bajo el escrutinio de su amigo.

-Deberías decírselo, Sai.

-¿Qué cosa?

-Sobre la posibilidad de que tú y él mantengan una relación. Y no me mires como si no lo hubieras pensado antes.

-No iba a hacer eso –suspiró y dio un sorbo a su café-. Tienes razón, he pensado que Itachi-san y yo podríamos salir juntos. Nos conocemos muy bien, tenemos cosas en común, él es bastante atractivo y yo no estoy nada mal.

-Claro, la modestia es una de tus virtudes.

-El punto es que yo siempre he admirado y respetado mucho a Itachi-san, siempre he querido ser una persona tan astuta y responsable que pueda igualársele. Es cierto que él ha tenido muchos amantes, lo sé muy bien, pero eso no resta que Itachi-san es alguien muy cariñoso y protector con sus seres queridos. Crecí admirándolo como a un hermano mayor, por eso me asusta la idea de cruzar la línea y romper esa imagen que tengo de él.

-¿Y no te molesta cuando sabes que tiene un nuevo amorío?

-Mmm… Un poco, pero hasta ahora él no se ha enamorado realmente de ninguna de sus conquistas. No soy tonto, sé bien que físicamente le gusto a Itachi-san, pero si llego a enredarme con él y me doy cuenta de que tampoco yo puedo conquistarlo, de que el único cariño que Itachi-san puede  darme es como el de un hermano, no podría volver a acercármele en plan de viejos amigos.

-No soportarías ser uno más en su lista –concluyó el pelirrojo-. Aun así te gusta ese sujeto y él tampoco se atreve a dar un paso hacia ti –bufó-. Vaya que son complicados.

-¿Tú crees que debería ser yo quien diera el primer paso?

-Esa es tu decisión, yo me limitaré a observarlos y darte mi opinión cuando no me quede más remedio.

-Gracias, Gaara –le sonrió-. Yo soy muy sincero, pero tú no te quedas atrás.

 

Despacio voy por tu corazón

Despacio y me detiene un botón

Mientras dices basta me ayudas

Es la guerra en tu vientre

Entre el sigue y el detente

Que hacen decisivo el presente

 

Las cosas entre Itachi y Sai continuaron de la misma manera. Unas semanas después el mayor acordó ir a recogerlo a la universidad para que fueran a comer juntos. Estacionó su auto cerca de la entrada y se encaminó buscando a Sai. Al encontrarlo no pudo evitar que su semblante se endureciera, ya que el pintor estaba acompañado. Se quedó parado a varios metros de ellos.

-Ah –dijo Gaara mirando al Uchiha-, ya llegó la comadreja de mirada asesina.

-¿Eh? –Sai volteó y saludó a Itachi con la mano- Debo irme, Gaara. Ah, sí, ¿por qué siempre llamas así a Itachi-san?

-Sí que eres tonto –suspiró, pues aunque su amigo era observador, no se había dado cuenta de las celosas miradas que el pelilargo le lanzaba cada vez que se veían-. Yo solo me entiendo. Anda, vete porque te está esperando.

-Uh… De acuerdo –le sonrió-. Nos vemos mañana, Gaara.

-Claro –contestó y también le lanzó una fría mirada al mayor que seguía lejos

 

Itachi sabía bien lo que el pelirrojo opinaba sobre él: no le gustaba para su amigo. Esa era una de las razones por las que no toleraba a Gaara; le dolía porque el propio Itachi pensaba de la misma forma. La otra razón era debido a que sabía que Sai apreciaba mucho al de ojos aguamarina y le tenía bastante confianza. Sus celos despertaban cada vez que veía a Gaara o que Sai mencionaba su nombre.

-Hola, Itachi-san –saludó el ojinegro con alegría-. ¿Pasa algo?

-… No, nada –le sonrió también y dio media vuelta-. Vamos, debes estar hambriento.

-Bastante.

 

Fueron a un elegante restaurante y, una vez instalados en su mesa, ordenaron la comida. Sai le platicaba sobre los proyectos en los que estaba trabajando, pero el Uchiha se encontraba absorto en sus pensamientos. Después de haberlo visto acompañado de Gaara, las palabras que Kakashi le dijo semanas atrás hacían eco en su cerebro.

-Itachi-san –llamó el pintor-, no me estás escuchando.

-¿Eh? –reaccionó- Lo siento mucho, Sai. Tenía varias cosas en la mente.

-¿Algún problema?

-Pues… más o menos.

Sai podía sentir la ardiente mirada del otro. Entendía bien por qué mujeres y hombres no podían resistírsele al moreno; parecía devorarte con sus ojos negros. Luego de la conversación con Gaara meditó bastante sobre la situación y se dio cuenta de que si no dejaba sus dudas atrás, sin importar que el resultado fuera bueno o malo, jamás podría avanzar. Él no era un seductor ni buscaba tener muchas conquistas, sólo quería a una persona a la cual amar y que ésta le correspondiera con la misma intensidad.

-Itachi-san –llamó de nuevo, poniéndose serio-, ¿soy lo suficientemente bueno como para salir contigo?

-¿Qué?

-Nos conocemos desde niños, prácticamente hemos crecido como hermanos, pero… desde hace tiempo que ya no te veo sólo de esa forma.

-Sai, yo…

-Sé muy bien la fama de rompecorazones que llevas a cuestas, pero no me interesa. Yo conozco al Itachi-san real, por eso quiero saber si soy lo suficientemente bueno para que aceptes salir conmigo.

Itachi tragó saliva. ¿Qué si era la suficientemente bueno? Sai debía estar bromeando. Si por eso mismo Itachi usaba lo de “hermano mayor y hermano menor” como una venda para cubrirse los ojos y frenar sus impulsos. Observó al pintor y supo que él hablaba totalmente enserio. Claro que se sentía feliz y halagado porque Sai viera la posibilidad de salir juntos. Tal vez era momento de ir soltando sus miedos y enfrentar las cosas cara a cara. No quería que Sai se estancara igual que él.

-Eres consciente de que si lo intentamos y no resulta, es seguro que no volveremos a tener la relación de ahora, ¿verdad?

-Sí.

-Bien. Adelante, salgamos juntos, ¿qué podría perder? Sólo a mi amigo de la infancia –rió cínicamente

 

También es mi primera vez

Pondré el concierto de Alan Juez

Para relajarnos juntos

También es mi primera vez

Siente cómo tiemblo, ya ves

Tuve sexo mil veces

Pero nunca hice el amor

 

De aquella forma comenzaron a salir. Se comportaban como cualquier pareja de novios: Itachi iba a recogerlo a la universidad, comían y cenaban juntos siempre que su trabajo o las clases de Sai se los permitían, algunas noches salían a beber o a bailar, iban a exposiciones de arte y al cine. Por supuesto que había besos entre ellos, desde que ocurrió el primero Itachi se hizo adicto a los labios del menor. Igual que desde niños se divertían mucho en compañía del otro, sin embargo había una barrera que el Uchiha más temía cruzar: la referente al sexo.

 

Ambos sabían a la perfección que aún estaban a tiempo de detenerse, porque una vez que compartieran la cama, para bien o para mal ya no habría marcha atrás. Cada día la tensión entre ellos aumentaba, eran evidentes las reacciones físicas que mutuamente se despertaban.

 

Tres meses habían transcurrido desde que comenzaron a salir. Aquella noche se encontraban en un bar celebrando que Itachi acababa de lograr un contrato sumamente benéfico para él y para la empresa en la que trabajaba.

-Significa que tendremos más tiempo para vernos –comentó Sai

-Lo siento, he estado muy ocupado, ¿verdad?

-No te preocupes, después de todo es tu trabajo y lo entiendo –rió un poco y alzó su copa para llevársela a la boca

Itachi lo observaba fijamente, embelesado. Tal vez no lo hacía de manera intencional, pero los movimientos de Sai le parecían sumamente sensuales y eróticos. Quizá todo era producto de su abstinencia sexual, pues no había tenido relaciones con nadie desde que estaba con el pintor. Y por supuesto que no pensaba acostarse con alguien más sólo para satisfacer su libido; jamás se atrevería a serle infiel, le quería y respetaba demasiado como para si quiera concebir la idea.

-Ah, es cierto –mencionó Sai, sacándolo de sus pensamientos-. Quiero mostrarte el cuadro que pinté para el festival que habrá en la universidad. A Gaara le gustó mucho, pero me gustaría escuchar tu opinión.

El más joven no pudo evitar sonreír al ver cómo su acompañante fruncía el ceño y soltaba un leve gruñido al tiempo que bebía su copa. Ya se había percatado de que siempre ponía la misma expresión ante la sola mención de Gaara  y cuando le comentó ésta observación a su amigo, él le contestó que tardó bastante en darse cuenta que Itachi reaccionaba así debido a los celos.

-¿Tiene que enterarse primero él todo el tiempo? –preguntó el pelilargo con un deje de molestia

-Pues es uno de mis mejores amigos, además de compañero de carrera –contestó sin borrar su sonrisa. Le encantaba que el otro lo celara, eso demostraba que le importaba

-No me vayas a decir que estos días que anduve tan ocupado te la pasaste en su compañía.

-Bueno…

-¡Sai!

-Es broma, Itachi-san, no te mortifiques tanto. Gaara no trataría de robarme… creo.

-Si estás intentando tranquilizarme, te aviso que no lo estás logrando.

 

Un rato después fueron al departamento del menor para que Itachi pudiera ver el cuadro que había hecho. Itachi siempre se sorprendía ante las obras que Sai lograba pintar, realmente tenía talento, por eso lo convenció y apoyó de manera incondicional para que continuara con su sueño de estudiar arte.

 

Después de eso tomaron asiento en la sala mientras bebían café y platicaban. No supieron exactamente cómo fue que de un simple beso terminaron recostados en el sillón casi devorándose. Las manos de Itachi acariciaban la cintura de Sai y tiraban de él para unir más sus cuerpos. Al sentir cómo el más joven le clavaba las uñas en la espalda, Itachi reaccionó y se separó de golpe.

-¿Itachi-san?

-Lo siento, yo... –apretó los labios y desvió la mirada

 

Sai sabía por qué el otro se había detenido, era por la misma razón que lo llevaba a contenerse cuando se besaban: él era virgen e Itachi estaba tan consciente de ello que le asustaba cruzar el límite. A pesar de llevar tres meses saliendo juntos, el Uchiha no se sentía merecedor de tomar la virginidad del pintor, no quería ser él quien mancillara su cuerpo y que luego tal vez descubriera que, satisfecha su atracción sexual, lo único que sentía por Sai fuera ese cariño fraternal; o peor aún, que realmente amara al joven y en cambio fuera éste quien lo terminara rechazando.

-Está bien, Itachi-san –le dijo con suavidad al tiempo que lo sujetaba de las mejillas para que lo mirara-. Yo quiero que tú seas el primero.

-¿Seguro? –cuestionó, preocupado

-Claro que sí.

-Es más de lo que alguien como yo se merece. Sólo quiero que tengas muy presente algo –lo tomó de las manos y se las besó-: lo que vamos a hacer también será especial para mí.

 

Despacio voy por tu cintura

Despacio y me detiene una duda

Si es que realmente merezco

Robarme a la niña

Y regalarte a la mujer

E inscribirme en tu ayer

 

Para demostrar cuán valioso era para él, Itachi llevó a Sai a su casa. Todos los encuentros carnales con la larga lista de amantes que tenía a cuestas se llevaban a cabo en hoteles o en los departamentos de ellos; el Uchiha jamás le había permitido a alguien estar en su cama. Ese lugar que resguardaba tan celosamente era el ideal para la única persona que de verdad le había importado en su vida.

 

Itachi estaba en la cama y tenía a Sai sentado sobre su regazo mientras lo besaba lentamente. No tenía prisa por tomarlo, quería que el pintor disfrutara cada segundo, que el momento se convirtiera en un recuerdo inolvidable. Los brazos de Sai se aferraban a la espalda del mayor mientras sentía cómo él le acariciaba la cintura.

 

Una vez satisfecho con la boca, Itachi comenzó a repartir besos desde la clavícula de Sai hasta descender por su cuello, mordiendo y succionando lo suficiente para dejar algunas marcas que demostraran que él sería el primero (y ojalá que el único) en tener ese privilegio.

 

En medio de las caricias comenzó a desabrochar los botones de la camisa del pintor mientras besaba cada porción de piel dejada al descubierto. Ver las mejillas sonrojadas de Sai, sus ojos inundados de placer y escuchar sus gemidos era lo más excitante que había presenciado jamás. El sólo intento de comparar ese cuerpo virginal con el de cualquiera de sus ex amantes era un insulto para el menor.

-Vaya… -susurró, embelesado

El pelilargo se había detenido antes de terminar de desabrocharle la camisa. Por sobre la tela podía sentirle los acelerados latidos de su corazón. Aquella sensación fue maravillosa, indescriptible y un poquito aterradora, algo nuevo en su mundo. Como se quedó ido, fue el propio Sai quien se abrió la camisa, sorprendiendo al otro con dicha acción.

-Adelante –pidió con seguridad

 

Itachi le cubrió un pezón con los labios y usó una de sus manos para atender al otro. El camino de besos descendió a través de su vientre, introdujo su lengua en el ombligo del joven. Con las manos recorrió el contorno de su cintura, le desabrochó el botón del pantalón, pero se detuvo antes de bajarle la cremallera. Se sentía nervioso de continuar.

-¿Qué sucede… Itachi-san? –preguntó en medio del éxtasis

Su cerebro había vuelto a ser inundado por una terrible duda: ¿realmente merecía ser él quien compartiera esa experiencia con Sai? Adivinando sus pensamientos, el pintor lo sujetó de las manos y lo ayudó a bajar la cremallera.

-Sai…

-Descuida –le sonrió-, está bien. Porque eres tú.

 

Aquellas sencillas palabras le calaron hondo. Sonrió como nunca antes lo había hecho y le besó apasionadamente. Por fin había abierto totalmente los ojos y tuvo las cosas claras: estaba real y perdidamente enamorado de Sai y no pensaba renunciar a él ni perderlo por nada del mundo. Y pobre de aquél que intentara separarlos.

 

También es mi primera vez

Pondré el concierto de Alan Juez

Para relajarnos juntos

También es mi primera vez

Siente cómo tiemblo, ya ves

Tuve sexo mil veces

Pero nunca hice el amor

 

Luego de aquella primera vez transcurrieron dos meses. Ese día Sai caminaba hacia la entrada de la universidad en compañía de Gaara. Iban platicando acerca de sus próximos proyectos cuando se percataron de la presencia de Itachi quien a varios metros ya aguardaba.

-Casi olvido que hoy iremos a comer juntos –dijo Sai, alzando la mano para saludar al moreno

-Últimamente salen mucho más seguido, lo que debe significar que se lo están tomando muy enserio.

-Por supuesto que sí, Gaara.

-¿Entonces por qué la comadreja me sigue lanzando sus miradas asesinas? –cuestionó, arqueando una ceja

A pesar de la distancia podía saber la expresión tan amarga que el rostro de Itachi mostraba en esos momentos. Sai no pudo reprimir una ligera risa, pero se calló ante los severos ojos de su amigo.

-Lo siento –se disculpó con una sonrisa-, creo que Itachi-san es un poco territorial.

-Dudo que sólo un poco. Como sea, nos vemos. Ve y contenta a tu fiera.

 

Divertido por su último comentario, Sai fue a encontrarse con Itachi, quien al tenerlo enfrente suavizó un poco su expresión.

-Lamento haberte hecho esperar –se disculpó el menor

-No te preocupes por eso –suspiró-. ¿Es necesario que siempre estés en compañía del mapache rojo?

-Creí que ya habíamos aclarado que Gaara es sólo un amigo y no debes tenerle celos.

-Lo sé, pero me frustra nada más verlo.

Sai sonrió ligeramente y negó con la cabeza. Ya una vez reunió a su novio y a su amigo para intentar que ellos dos se agradaran, pero el plan no salió tan bien como el pintor esperaba, y en su lugar, así como Gaara llamaba a Itachi “comadreja”, éste decidió apodar a su amigo “mapache rojo”. Esos dos no tenían remedio, tal vez sólo necesitaban un poco de tiempo.

-En fin –bufó Itachi y le sonrió-, ¿nos vamos?

-Sí, tengo bastante hambre.

 

Al contrario de todos los temores que los limitaron durante años, ahora su relación era bastante estrecha. Tenían sus diferencias de vez en cuando como cualquier pareja, pero eso sólo demostraba que ambos se estaban conociendo a un nivel más profundo.

 

No sabían cuánto tiempo duraría aquello y tampoco querían mortificarse preocupándose de antemano, se limitarían en disfrutar cada día. Después de todo, el primer amor verdadero, con sus buenos y malos momentos, era maravilloso.

 

También es mi primera vez

Pondré el concierto de Alan Juez

Para relajarnos juntos

También es mi primera vez

Siente cómo tiemblo, ya ves

Tuve sexo mil veces

Pero nunca hice el amor

 

FIN

THE END

OWARI


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