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Mercyful Fate por carina_mew12

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Notas del capitulo:

hola ^^

bueno, les dejo el capi 8... y mientras uds leen, yo haré el intento d escribir otros fics

nos vemos abajo!!!

8. “Puños de Fuego” Ace y “La Gata Ladrona” Nami

- ¡oi, Zoro!- dijo animado el recién llegado; un hombre de pantalones cortos y botas negras, su camisa desabrochada dejaba al descubierto su bronceado y bien marcado torso; cabello negro enmarcando su infantil rostro, una ancha sonrisa, algunas pecas, y sobre su cabeza, un sombrero naranja.

Sanji le miró con sorpresa, ¿de dónde  había salido ese sujeto? Aquel hombre recorrió la estancia con la mirada, como buscando algo… fue hasta que recargó más peso sobre la puerta que notó que había un bulto detrás de ella. La cerró ligeramente y se asomó hacia atrás, encontrando a Zoro con la ira mostrándose en su rostro y la frente roja por el golpe que acababa de recibir.

- ¡Zoro! ¿Qué haces ahí atrás?- preguntó curioso mientras entraba a la habitación y cerraba la puerta

- ¡es tu culpa, maldito idiota!- le gritó con los ojos irradiando furia, mas ésta fue rápidamente reemplazada en cuanto reparó con más detalle en la presencia del otro- ¿Ace?- el mencionado sonrió al escuchar su nombre- ¿qué haces aquí?

- Smoker me dijo que estabas en Arlong Park, así que pensé en venir a saludarte y también a ayudarte un poco- explicó mientras ensanchaba una pícara sonrisa- ¿dónde está ella?

- ¿ella?- le miró confundido

- sí, ella. Smoker mencionó que estabas cuidando de un testigo, ¿en dónde está?- el peliverde señaló hacia atrás, justo donde estaba el cocinero. Ace parpadeó un par de veces y se acercó a donde descansaba el rubio; lo miró de arriba hacia abajo, dio unas vueltas alrededor de la cama, inspeccionándolo de todos los ángulos posibles; se acercó un poco más a él, observando su rostro- ¿es él?

- sí- respondió simplemente

- ¡vaya!- soltó una leve carcajada, acomodándose el sombrero- soy Portgas D. Ace, del Departamento de Policía de Arlong Park- se presentó, tendiéndole una mano al rubio mientras sostenía su identificación con la otra- también conocido como “Puños de Fuego”

- Kuroashi* Sanji- correspondió el saludo.

- después de lo que me contó Smoker, me imaginé a una bella y frágil chica- comentó el pelinegro en cuanto el otro le soltó la mano- más bien, bella, frágil y torpe- Ace alcanzó a ver una sombra negra aproximándose a él, por fortuna, logró detener aquella sombra antes de que lo tocase, que resultó ser una de las piernas de Sanji

- ¡no puedes decirle “torpe” a una dama!- se quejó el rubio

- claro que no- intervino Zoro- el único torpe aquí tiene cejas de caracol- el rubio le arrojó una almohada, la cual esquivó sin dificultad

- qué arma tan mortal- dijo Ace, soltando la pierna del cocinero- incluso logró entumecerme la mano- abrió y cerró la mencionada mano, asegurándose que todo estuviera bien- no veo por qué debas cuidar de él, deberías abandonar este caso

- ya lo intenté- las palabras del peliverde se clavaron de pronto en el pecho de Sanji, ¿a caso… estaba intentando deshacerse de él?- pero el estúpido de Smoker no me dejó…

- no hay forma de hacer cambiar de opinión a ese bruto- el pecoso bostezó perezosamente y se colgó en la espalda de Zoro- estoy agotado…

- oi, no hagas eso- gruñó el espadachín, pero realmente no estaba haciendo ningún intento como para quitárselo de encima

- pero Zoro… ayer el jefe me hizo trabajar hasta tarde…- explicó, comenzando a dormitar en los hombros del peliverde- déjame dormir un poco…

- Dios… no hay duda de que Luffy y tú son hermanos- salió de la habitación, arrastrando a Ace en su espalda.

Llegó a la sala y, como pudo, tumbó al moreno en el sofá, quitándole el sombrero y dejándolo sobre la mesita de noche. Zoro lo miró un momento, parecía que ya se había dormido, pues tenía los ojos cerrados.

- [[no ha cambiado nada]]- pensó con una sutil sonrisa, masajeando su hombro herido con una mano.

- ¿quién te hizo eso?- habló de pronto el pelinegro, abriendo un sólo ojo para mirar al espadachín

- no es nada. Sólo un descuido- respondió tratando de restarle importancia

- es extraño que tú te descuides… y más aún, que hayas vuelto a Alabasta- el peliverde hizo un gesto de molestia en cuanto escuchó el nombre- ¿por qué lo hiciste Zoro?

- todo es culpa de ese cocinero mierdoso- dijo de mala manera y le dio la espalda, sajando el tema.

- parece que tú también estás cansado- parecía que la estrategia de Zoro había dado resultado- anda, duerme un rato- le invitó a acercarse con un ademán

- no puedo, tengo que vigilarlo. Si le pasa algo de nuevo Smoker me mata seguramente

- en el estado que está, dudo siquiera que pueda levantarse- le sonrió ampliamente, intentando animarlo- sólo un momento- el peliverde exhaló, rindiéndose; algo en las expresiones del moreno le impedía negarle las cosas. Se sentó en el piso, al lado del sofá donde descansaba Ace, recargando la espalda en el mueble. Puso sus katanas a un lado y dejó que el sueño se apoderara de él…

***************************

Dos minutos… diez minutos… media hora… una hora… dos horas… cinco horas… el tiempo seguía pasando y Sanji seguía en cama, esperando algo de comer. Bufó molesto y cruzó los brazos, moviendo sus dedos impacientemente. Escuchaba las manecillas del reloj avanzar perezosamente, mas otro ruido rompió el silencio de la alcoba… su estómago reclamaba algo de alimento.

- ¡suficiente!- exclamó enfadado al aire. Se quitó las cobijas de encima y se levantó de la cama; se puso sus zapatos y, con tan sólo la camisa y ropa interior que traía puestos, se dispuso a salir del cuarto. Pero antes de dar siquiera tres pasos, la puerta se abrió

- será mejor que regreses a la cama o los dos estaremos en problemas- profirió Ace apenas al entrar; llevaba una charola en la mano, y sobre ésta un ramen instantáneo. Sanji le miró desconfiado, pero al final terminó por hacer lo que le pedía. En cuanto volvió a recostarse, el pelinegro dejó la charola sobre sus piernas y se sentó a su lado- come…

- ¿en dónde está ese cerebro de alga?- inquirió separando los palillos de madera

- ¿Zoro? Está durmiendo

- [[ese idiota… y pensar que cuando yo le dije que descansara, no lo hizo… prefirió hacerle caso a un extraño]]- no, se equivocaba… ese tal Ace no era un extraño, al menos no para el espadachín. Estaba más que claro que se conocían, y no sólo eso, sino que también eran muy unidos- oh…- murmuró.

Sin decir una palabra más, el rubio empezó a comer mientras observaba a aquel moreno, que parecía tampoco quererle quitar la vista de encima. Era su sonrisa la que lo ponía más nervioso, pues no sabía en realidad qué se escondía detrás de ella... sólo  estaba seguro de una cosa… en cuanto lo vio por primera vez, pudo darse cuenta… no le agradaba.

*************************

Al día siguiente…

Ahora no tenía duda alguna, en verdad lo odiaba. Ace no solamente acababa de irrumpir a la fuerza en sus vidas, sino que, por culpa de ese sujeto, estaba siendo completamente ignorado. Desde que el moreno había aparecido no se alejaba ni medio segundo de Zoro y se la pasaban charlado de cosas, que si bien para ellos eran triviales, el rubio no las conocía… Sanji no pudo evitar la sensación de estar sobrando en aquel escenario tan familiar que los otros dos habían formado; incluso en ese momento, que se dirigían a la Villa Cocoyashi, se sentía totalmente invisible, pues mientras ellos iban en la parte delantera del vehículo, a él lo habían dejado en la parte trasera.

- Zoro, es a la izquierda- le indicó puños de fuego a su compañero. Éste comenzaba a dar la vuelta cuando…- la otra izquierda…- se rió bajito, haciendo que el otro se sonrojara de pura vergüenza.

Mientras avanzaban, Sanji veía por la ventana cómo los enormes edificios de la ciudad se hacían más escasos, hasta que fueron reemplazados por pintorescas casitas y enormes extensiones de campo abierto. Sin duda era un lugar pacífico, pues todas las personas que veía mostraban una sincera sonrisa.

El auto se detuvo poco después, justo enfrente de una de las pequeñas casas. Los tres bajaron del auto y fueron hacia la entrada; llamaron un par de veces a la puerta, y al no recibir respuesta, buscaron alguna otra alternativa para entrar. Caminaron hacia la parte trasera de la casa, donde había una huerta de mandarinos.

Algo se movió entre los arbustos; los tres se pusieron en guardia, no sabían qué pudiera haber escondido tras los árboles. De pronto, una cara femenina se asomó entre las hojas, de finos rasgos, grandes ojos marrones y cabello corto de tono pelirrojo. La chica parpadeó un par de veces,  mirando a los recién llegados, antes de salir completamente de entre los árboles, dejando a la vista su cuerpo de prominentes curvas, un verdadero deleite para cualquier caballero; y Sanji, siendo el eterno amante de las mujeres, no fue la excepción. Apenas la vio, su único ojo visible quedó convertido en un enorme corazón.

- ¡BINGO!- gritó emocionado el rubio, arrodillándose frente a la chica- Enchanté, mademoiselle (N/A En francés sería “gusto en conocerla, señorita”- saludó besando la mano de la chica, quien no terminaba de comprender la situación. Tras la pelirroja apareció otra mujer mayor que ella, pero no por eso menos hermosa. Era de tez morena, cabello azulado adornado con un listón rojo y un tatuaje que le recorría desde el pecho hasta parte del brazo derecho. La joven cargaba entre sus brazos un canasto con mandarinas- ¡permítame!- Sanji, maravillado con aquel par de exquisitas mujeres, tomó la canasta que cargaba la morena- una dama no debería hacer trabajos pesados

- gra… gracias…- dijo la peliazul, mirando a la otra chica, buscando una explicación

- Zoro, ¿y éste quién es?- inquirió la pelirroja ladeando su cabeza en dirección del recién nombrado

- es una larga historia- Zoro se revolvió los cabellos con una mano- en pocas palabras, su nombre es Sanji. Tú, pervertido- el rubio lo miró con evidente odio- la pelirroja es Nami, la otra es Nojiko, su hermana mayor

- ¡Nami-swan! ¡Nojiko-swan!- exclamó alegre, dirigiéndoles una cariñosa mirada- ustedes pueden llamarme Mr. Prince

- preferimos Sanji- habló la pelirroja con una gotita resbalándosele por la frente- en fin, ¿qué hacen aquí?

- negocios- respondió el peliverde, cruzando los brazos

- ¡pero no se queden ahí, pasen!- la joven se alegró de repente, empujando a los recién llegados al interior de su casa. Se sentaron en la sala, poco después Nojiko les sirvió un poco de té- ¿y de qué se trata esta vez?- Nami puso una cucharadita de azúcar a su té y comenzó a beberlo

- necesitamos que hagas un dibujo- explicó Zoro- un retrato hablado, para ser más exactos.

- oh, ya veo- dejó su taza sobre un mueble cercano y frotó los dedos de una de sus manos entre sí, dándole una indicación silenciosa de: “¿qué es lo que me ofreces?”.

- maldita arpía usurera- habló entre dientes, asegurándose de no ser oído. Buscó en su haramaki y sacó un papel que le extendió a la chica- Smoker le puso tantos ceros como le permitió el presupuesto

- ¡¡¡kyaaaa!!!- los ojos de la pelirroja se convirtieron en símbolos de berries y una sonrisa tan grande como la de puños de fuego apareció en su rostro- ¡lo que quiera un viejo amigo!- guardó el cheque dentro del sostén y se puso de pie- voy por libreta y lápiz, vuelvo enseguida- y justo como lo había dicho, regresó poco después- bien, estoy lista. Cuando quieras, Sanji-kun- la joven giró el lápiz en sus dedos un par de veces y colocó la punta sobre el papel

- ¿ahora?- el rubio tragó saliva. Se había dejado cegar por la belleza de esas chicas, y repentinamente, se encontraba en una situación que pensó jamás llegaría- ¿no podemos hacerlo más tarde?

- ahora, Sanji- profirió autoritario Zoro, parándose junto a él. La mirada de los presentes se concentró en su persona, todos esperaban a que hablara… a que delatara al Rey del Bajo Mundo, sin embargo…

- no puedo…- bajó la mirada, derrotado

- ¿qué?- el peliverde le miró sorprendido- ¡no me vengas con tonterías, maldito cocinero! ¡Habla de una vez!

- ¡acabo de decir que no puedo, ¿a caso estás sordo?!- se levantó de improvisto, encarando al espadachín

- ¡¿y por qué no puedes?!

- ¡no lo recuerdo!- el lugar quedó en silencio. Sanji apretó sus puños, tratando se soportar la sensación de impotencia; clavó sus ojos en el piso, incapaz de ver la reacción del peliverde con sus propios ojos- no lo recuerdo…- repitió con un tono más suave- cada vez que recuerdo esa noche, justo en el momento que veo el rostro de Crocodile, todo se vuelve oscuro… no puedo verla…

- esto no puede estar pasando- el espadachín se dejó caer en el sofá, llevándose la mano a la frente- todo este tiempo he estado arriesgando mi vida en vano- Ace se quitó el sombrero, abanicando con él algo de aire para su camarada- necesito hacer una llamada…- Zoro salió de la estancia mientras marcaba un número en su celular

- ¿qué ocurrió exactamente, Sanji-kun?- Nami colocó su mano sobre el hombro del rubio, tratando de reconfortarlo.

- yo sólo… sólo quería ayudarla…

****************************

- ¡¡¡¿qué acabas de decir, Roronoa?!!!- la voz de Smoker, además de ser ruidosa, también se escuchaba irascible

- justo lo que dije, Smoker. No recuerda el rostro de Crocodile- se recargó en la pared y metió su mano libre al bolsillo de su pantalón

- ¡¡¿ y por qué no lo dijiste antes?!!

- ¿yo? ¡¡Tú lo interrogaste primero, deberías haberte dado cuenta!!

- maldita sea- bufó molesto

- ¿qué debería hacer?

- tienes que seguir vigilándole. Es un hecho que vio el rostro de Mr. Crocodile, por lo que no se va a detener hasta matarlo. Además, su amnesia pudo haber sido producida por el shock que sufrió aquella noche; lo que significa que en cualquier momento podría recordarlo, quizá si ve algo relacionado con el incidente…

- bien- colgó el teléfono y volvió a entrar al inmueble. Nada había cambiado, excepto que ahora el rubio estaba sentado muy cerca de Nami. Si bien se molestó al verlos, pudo disfrazar sus celos con el enfado de haberle perdido la pista al Rey de Bajo Mundo- nos vamos- ordenó repentinamente. Sin decirlo dos veces, Ace se puso de pie a su lado- tú también, cejas de sushi

- ahora que sabes que no soy de utilidad, deberías dejarme- dijo amargamente

- no digas tonterías. Aunque admitieras frente a los hombres de Crocodile que no recuerdas el rostro de su jefe, igual no te creerán y te matarán de todas formas

- no quiero ir

- déjalo Zoro. Nosotras podemos cuidar un rato de él hasta que se sienta mejor- dijo Nami, rodeando al rubio con sus elegantes brazos- aquí nadie lo buscará

- ¿lo dices en serio, Nami-swan?- la mirada del rubio se iluminó

- bien, hagan lo que quieran- habló tajante y con la mirada gélida, esta vez sin poder disimular su ira- vámonos Ace- el mencionado hizo una reverencia a forma de despedida y se marchó con el peliverde

- no pensé que realmente fuera a dejarme- murmuró para sí el cocinero- creí que se negaría… quizá… [[…quizá sí soy un estorbo]]- pensó dolido el rubio, agachando su mirada una vez más. No lo entendía, acababa de deshacerse de aquel marimo sin cerebro, si tenía suerte, jamás tendría que volver a verlo, entonces… ¿por qué dolía?

- Sanji-kun, ¿te encuentras bien?- le preguntó Nojiko, sirviéndole un poco más de té

- ¡claro que sí, Nojiko-swan!- puso la cara más alegre que pudo- por cierto, Nami-san- bebió un sorbo de su té con elegancia- ¿cómo es que conoces al marimo?

- ¿a Zoro?- después de la afirmativa del rubio, Nami siguió con su narración- bueno, básicamente… me capturó. Hace unos años, yo era una delincuente muy conocida en Wiskey Peak, llamada “La Gata Ladrona”; pero un día, La Gata Ladrona cayó en la trampa de ese hombre… mi captura fue reconocida como su primer gran logro, y desde entonces, Zoro se ganó el nombre de Bushido- Sanji la miraba impresionado

- ¿te hizo daño?- dijo de improviso el rubio

- ¿qué?

- que si te lastimó. Si ese bastardo llegó a ponerte una mano encima…- hizo chasquear sus nudillos, poniéndose de pie

- no, no- la pelirroja haló la manga de la camisa del cocinero y le obligó a tomar asiento otra vez- a pesar de que su espada es su principal arma, ni siquiera me tocó. Es más, creo que se esforzó mucho para no hacerlo. Y bueno…- suspiró- también fue gracias a él que terminé trabajando para la policía. Hice un trato con Smoker por mi libertad; a cambio de ayudarles con algunos casos, no me metería a la cárcel. La única condición que puso fue que no saliera de La Villa Cocoyashi

- ¡ese maldito!- volvió a ponerse de pie- ¡hacer trabajar a una dama!

- tranquilo, Sanji-kun- las palabras de la chica obligaron al mencionado a sentarse otra vez- estoy muy bien así, de verdad. Estoy con mi hermana, cultivo mandarinas, y además, podemos mantenernos con el dinero que me pagan cada vez que hago un trabajo con la policía o con mi empleo como cartógrafa… a decir verdad, creo que estoy mejor ahora que cuando era ladrona…

- ¡eres increíble Nami-swan! Como recompensa, ¡les prepararé la mejor cena de sus vidas!

******************************

- ey, Zoro- le llamó Ace mientras se dirigían en su auto de vuelta a Arlong Park- ¿de verdad está bien dejarlo?- se asomó hacia atrás, viendo cómo el pequeño pueblo desaparecía de su vista- si Smoker se entera…

- me da igual- respondió cortante el peliverde- si cree que está mejor ahí, que se quede entonces. A ver si esas zorras pueden ayudarle cuando haga otra de sus estupideces…- apretó fuertemente el volante del vehículo

-  ¿y a ti que bicho te picó? Actúas extraño desde que salimos de esa casa

- sake- dijo el peliverde. Su acompañante enarcó una ceja, en señal de no entender- ha pasado mucho desde la última vez que bebimos juntos, ¿qué tal un poco de sake?

- suena bien- su sonrisa pasó de una alegre a una retadora. Se acomodó el sombrero y observó a su compañero, en su rostro tenía la misma sonrisa…

****************************

Sólo bastaba que Nami dijera su nombre para que estuviera a su entera disposición. En cuestión de horas, Sanji ya había limpiado la casa, lavado trastos y ropa, preparado el baño de sus chicas, arrancado la maleza del jardín y cortado las mandarinas que ya estaban maduras. Comenzaba a anochecer cuando el rubio inició con la preparación de la cena. Cada vez que tenía un poco de tiempo, iba con sus anfitrionas a asegurarse de que no se les ofreciera nada, las trataba como unas verdaderas reinas.

- ¿no crees que nos estamos aprovechando de él, Nami?- profirió la peliazul, vistiéndose para la cena

- claro que no. Él se ve bastante feliz cuando nos consciente- explicó la otra chica- ¿y quiénes somos para interrumpir su felicidad?

- sí, pero…- sopló, acomodando un  mechón rebelde en su sitio- aún creo que esto es un abuso

- ¡la cena está lista, ladies!- les llamó desde la cocina. Las jóvenes fueron a la cocina y se reunieron con Sanji para cenar- espero sea de su agrado- señaló la mesa, en donde había platillos variados y, por la apariencia y aroma, seguramente deliciosos.

Las chicas elogiaron su buen sazón y comieron todo hasta no dejar nada en los platos; aunque no solían comer tanto, aquello estaba tan suculento que no pudieron parar de comer hasta que no quedó nada. Y mientras las chicas daban un verdadero manjar a sus papilas gustativas, cierto rubio miraba fijamente a la puerta

- casi no comiste, Sanji-kun- comentó la pelirroja- ¿te sientes bien?

- claro preciosa, estoy bien- le sonrió y empezó a levantar los platos para lavarlos

- no dejas de mirar la puerta- esta vez era Nojiko la que hablaba- ¿estás esperando a que alguien aparezca por ahí?- el rubio se sonrojó… ciertamente, creía que, de un momento a otro, Zoro aparecería en la puerta y lo obligaría a volver con él, pero eso jamás pasó… ¿por qué tenía esa necesidad de mirarle regresar?

- gracias, Nami-swan, Nojiko-swan- besó el torso de la mano de cada chica- fue muy divertido estar con ustedes, mis diosas, pero debo irme. No me gustaría que unas bellezas como ustedes estén en peligro sólo porque yo estoy aquí.

- no es necesario que te marches ahora, Sanji-kun. Nosotras podemos defendernos solas

- mi código no me permite que unas bellas damas como ustedes se involucren en algo tan sucio como la violencia. Yo estaré bien, se los prometo; quizá después pueda venir a visitarlas- suspiró- como sea, ¿me pueden indicar cómo regreso a Arlong Park?

************************************

Momentos después, en el apartamento de Zoro…

El espadachín tomó otra botella, la descorchó con los dientes y bebió su contenido como si de agua se tratase. Ya llevaba bebidas unas 9 botellas, sin embargo, eso no lo detendría. En cuanto habían llegado a casa, él y Ace se habían sentado en el suelo frente a la mesita de noche y  habían estado bebiendo sin descanso alguno

- Zoro, estás bebiendo demasiado- comentó el pecoso, que apenas llevaba cuatro botellas y ya se sentía mareado- a este paso, tu sangre se volverá sake

- se convierta en sake o no, no me interesa- dijo torpemente, el alcohol también comenzaba a surtir efecto en él- pero el sake es la mejor medicina para olvidar…

- ¿estás tratando de olvidar algo?

- ese maldito cocinero de porquería, siempre haciendo lo que quiere- se quejó, abriendo su décima botella- es un egoísta. Nunca se fija en los demás, lo único que existe en su mundo es él y esas rameras… bien, que se quede con esas arpías, ¡que haga lo que quiera con ellas!- se llevó la botella a los labios y bebió hasta verle el fondo a la botella

- ¿qué ocurre Zoro?- el mencionado comenzó a reírse y cubrió su mirada con una mano. Poco después, unas saladas gotas resbalaban por su rostro. El moreno no pudo hacer más que impresionarse, ¿el gran Roronoa Zoro, llorando?

- nada duele más… que enamorarse de la persona equivocada…- pronunció débilmente- querer a alguien con quien sabes que no tienes ni una mínima oportunidad…querer a la única persona a la que no puedes confesarle tus sentimientos… querer a quien no te mira ni jamás lo hará,… querer al mujeriego más grande del mundo…- se quedó en silencio un momento- ¿por qué tuve que perderla a ella? ¿Por qué tuve que amarlo a él?... ¡¿por qué este maldito destino no me deja ser feliz?!

- eso no tiene por qué ser así…- y sin que el otro lo viera venir, Ace lo besó. No supo si fue el alcohol, el dolor o la tentación, pero lentamente se dejó arrastrar en aquel apasionado y tan necesitado beso que su compañero le ofrecía.

Enredó sus dedos en los suaves cabellos negros del otro, profundizando aún más el contacto. Sus lenguas recorrían desesperadas la boca del otro, disfrutando la calidez y el sabor ajenos; con cada segundo que pasaba, el control se iba perdiendo, hasta que…

- ¡¡¡ALÉJATE DE ÉL GRANDÍSIMO CABRÓN!!!

Continued…

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* En este capi me acabo de dar cuenta que no le había puesto apellido a Sanji XDD así que, debido a que no me dio mucho tiempo para inventarme un apellido, y además porque me gusta cómo se oye, le dejaremos como apellido el que muchas otras autoras usan, “Kuroashi” (pierna negra), que, como recordarán, es el sobrenombre de Sanji en el manga

 

 

Notas finales:

oxo mejor m desaparezco antes d m regañen

dejen reviews

nos vemos en el siguiente capi!!

PD no odien a Ace TT-TT


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