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Mercyful Fate por carina_mew12

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Notas del capitulo:

hola ^^

como han de saber algunos de ustedes, es fic lo tengo avanzado hasta el capitulo 10 más o menos, así q mis actualizaciones serán constantes, claro, hasta q llegue al 10 xD

bueno, sin más que decir, los dejo con el capi 2, nos vemos abajo....

2. Advertencia

Estaba desesperado. Se mordió los labios al mismo tiempo que apretaba el volante de su auto;… dio la vuelta en cuanto vio el final de la cuadra y aceleró un poco. Miró hacia su izquierda, luego a su derecha y de pronto frenó con brusquedad, causando que todos los conductores que venían tras él comenzaran a sonar la bocina de sus vehículos.

- al fin…- se dijo con cierta alegría en su voz- me tomó toda la noche llegar aquí…- frente a él estaba el lugar que le había tenido dando vueltas por toda la ciudad, el restaurante Baratie

- ¡¡muévete imbécil!! ¡¡Algunos tenemos prisa!!- gritó enfadado uno de los automovilistas mientras agitaba su brazo a través de la ventanilla

- ¬¬ que molestos- rápidamente dio otro vistazo a su alrededor; frente al restaurante había un hotel- qué suerte tengo

- ¡¡apúrate, maldita sea!!

- ¿qué diablos le pasa a la gente de esta ciudad?- se quejaba Zoro mientras avanzaba. El estacionamiento estaba en un nivel subterráneo; por lo que bajó la rampa y dejó su auto estacionado lo más cerca que pudo de la entrada. Antes de bajar miró hacia el asiento trasero, donde su katana reposaba- lo siento, Wado Ichimonji, tendrás que quedarte aquí por ahora- habló dirigiéndose a la espada mientras la tomaba y escondía debajo del asiento. Bajó del auto y abrió el portaequipajes, de donde sacó una mochila; después se dirigió a la recepción del hotel- hola. Una habitación, por favor- le dijo a la recepcionista

- buenos días- le respondió amable la chica antes de dirigir su vista a la computadora- ¿una persona, cierto?

- sí. Ah, lo olvidaba, ¿puede darme una que tenga vista a la calle?

- claro ^^- la joven tecleó rápidamente- tenemos una habitación sencilla en el cuarto piso; habitación para uno, baño, una cocina y con vista a la calle

- bien. La tomo- hizo su respectivo registro y ella le dio las llaves. Subió en el ascensor y comenzó a buscar su habitación hasta que, por suerte, dio con ella. Cerró la puerta y fue directo a la ventana- perfecto- sonrió para sí; tenía una vista perfecta del frente del restaurante; sacó de su mochila unos binoculares, un sobre beige y una libreta con su respectivo bolígrafo. Arrojó la mochila sobre la cama y se sentó en la orilla de la ventana, mirando por los binoculares- aún no abre- pensó con molestia al ver las mesas de la parte de enfrente vacías y la puerta principal cerrada- hubiese llegado ayer de no ser por esta maldita ciudad, sus calles parecen un laberinto- se quejaba mientras tomaba el teléfono y llamaba a recepción- disculpe, ¿a qué hora abre el restaurante de enfrente?

- oh…- hubo un breve silencio por parte de la chica- en unas dos horas

- gracias- colgó el teléfono y dejó los binoculares a un lado para tomar en su lugar el sobre y sacar el informe de él- ¿así que Sanji, uh?- pasó algunas hojas y siguió leyendo- hijo adoptivo de Zeff, el dueño del restaurante, sin padres biológicos, sin hermanos,… no tiene una pareja fija… genial, un pervertido… y además, con cara de estúpido…- dijo mirando la fotografía. Volvió a guardar el informe y estiró sus brazos- aún quedan dos horas- fue hasta la cama y se dejó caer en ella, quedándose instantáneamente dormido…

******************************

Estaba demasiado cerca de la orilla, por lo que, al dar la vuelta, se cayó de la cama. Se levantó un poco confundido y miró el reloj.

- [[¡diablos!]]- pensó al notar que había dormido más de la cuenta; fue hasta la ventana y tomó los binoculares. Suspiró al ver al rubio fumando tranquilamente frente al restaurante. Analizó el escenario con rapidez; en el restaurante había sólo dos hombres, probablemente empresarios; la calle estaba algo vacía. Hizo una anotación en su libreta y siguió mirando- odio la vigilancia- hablaba molesto- no puedo dormir como se debe, que molestia- decía mientras cuatro chicas llegaban al restaurante.

 En cuanto las vio, Sanji apagó su cigarrillo y corrió junto a ellas, ofreciéndoles sentarse en la parte de afuera. Les entregó la carta y se quedó de pie junto a ellas hasta que ordenaron; entró al restaurante y poco después regresó con la orden, bailando alrededor de ellas mientras servía. En cuanto dieron el primer bocado, las chicas se emocionaron, al parecer su comida era bastante buena. Un gruñido se escuchó en el estómago de Zoro, recordándole que no había comido nada desde anoche.

Por un momento pensó en llamar a recepción y ordenar algo, pero ver cuán felices estaban las chicas mientras comían llamó su atención. Podía bajar al restaurante, comer apropiadamente y vigilar al rubio al mismo tiempo, dos pájaros de un tiro. Una vez que se auto convenció, fue al restaurante Baratie y se sentó en una mesa, no muy lejos de aquellas chicas.

- ¡esto está delicioso!- escuchó decir a una de ellas, abriéndole aún más el apetito

 - buenos días- Zoro se sobresaltó un poco al escuchar la voz totalmente gélida del rubio, a diferencia del tono que usaba con las chicas, que era por demás meloso- aquí tiene- dijo Sanji soltando la carta sobre la mesa y enseguida le dio la espalda, dirigiéndose de nueva cuenta con las chicas- ¿puedo ofrecerles algo más, mis bellas damas?- preguntó con una cálida sonrisa en el rostro, lo que enfureció al peliverde, aunque no supo exactamente por qué.

Y mientras veía a Sanji atender a “sus damas” como reinas, él seguía observándolo, y sobre todo, observando lo que le rodeaba… algo en el ambiente no le gustaba en lo absoluto, tenía un mal presentimiento…

Pasó un muy largo rato antes de que el rubio se dignara a tomar su orden; que al final de cuentas terminó siendo la misma que habían pedido las cuatro chicas. En cuanto le sirvió su comida, tomó una cuchara y procedió primero con la sopa; tenía buen sabor, pero no era nada fuera de lo ordinario, no había duda de que aquellas chicas exageraban. Siguió comiendo tranquilamente; bueno, lo más tranquilo que pudo, pues el ver al rubio danzando ridículamente alrededor de las chicas realmente lo sacaba de quicio.

- oh, tenemos que irnos- exclamó una de las chicas mirando su reloj de pulsera

- ¿tan pronto?- habló el rubio- ¡pero si recién acaban de llegar!

- lo sentimos, tenemos que volver al trabajo- comenzaron a hurgar en sus bolsas, sacando de ellas algo de dinero, el cual una de ellas se encargó de juntar

- oh, no tenemos suficiente, comimos demasiado- dijo otra chica mientras contaba de nueva cuenta el dinero- ¿qué haremos?

- no se preocupen señoritas, la casa invita- Sanji sonrió galantemente, como sólo él sabía hacerlo

- ¿en verdad?- las chicas se emocionaron

- claro ^^

- ¡gracias, Sanji-kun!- hablaron contentas, poniéndose de pie- ¡realmente eres una buena persona!

- ¡y tu comida es excelente!- intervino otra

- ¡regresaremos otro día!- dijo la última antes de marcharse, haciendo una reverencia como agradecimiento. El rubio se despidió de ellas con un ademán y fue a atender al par de empresarios.

- idiota- murmuró Zoro cuando el otro pasó junto a él. El rubio se detuvo un instante pero luego siguió su camino, al parecer no había logrado escucharlo bien.

Aquellos hombres murmuraron algo entre ellos, pagaron la cuenta y se fueron. Zoro decidió irse también, había comido lo suficiente y tenía que regresar a su puesto de vigilancia. Bostezó y estiró sus brazos con pereza mientras esperaba la cuenta, que no tardó mucho en ser traída por el rubio.

- ¡¿qué?!- sorprendido, Zoro se puso de pie mientras miraba la nota- ¡yo no comí tanto!

- lo sé- respondió descaradamente Sanji- te incluí la cuenta de mis damas

- ¡¿no fuiste tú el que dijo “la casa invita”?!- imitó el peliverde el tono del otro al repetir sus líneas

- como si el viejo me dejara regalar la comida- sacó uno de sus cigarrillos, lo sujetó con entre dos de sus dedos y lo encendió- alguien tiene que pagarla

- ¡págala tú entonces!

- no tengo dinero, aún no me han pagado- llevó el cigarro hasta su boca, inhalando y expulsando el humo poco después

- ¡no pienso pagarle la comida a tus zorras!- esas palabras hicieron rabiar a Sanji; levantó al peliverde por la camisa y lo arrastró dentro del restaurante- oye, viejo- llamó en cuanto estuvieron adentro, llamando la atención de un hombre rubio con dos largas trenzas como bigote- este tipo no quiere pagar la cuenta

- ¡nadie se va sin pagar en mi restaurante!- dijo colérico el anciano, señalando al peliverde con una espátula- ¡tendrás que trabajar para pagar lo que comiste!

- ¡no pienso pagar algo que no comí! ¡Las únicas que no pagaron fueron esas zorras!

- ¡no te permito que hables así de mis damas!- irrumpió Sanji, enfadado- ¡un estúpido cabeza de marimo como tú no puede entender lo bellas y perfectas que son las mujeres!

- ¡¡¿marimo?!!- ahora el molesto era Zoro- ¡¡no me llames marimo, maldito cocinero pervertido!!

- ¡¡mocoso de mierda!!- sin siquiera esperarlo, el anciano pateó al rubio lo suficientemente fuerte como para arrojarlo contra una de las mesas y hacerla pedazos- ¡¿estuviste regalando mi comida otra vez?!

- ¡¡maldito viejo!!- el rubio se paró para enfrentar al mayor, pero algunos de los otros cocineros lo detuvieron

- ¡cálmate, Sanji!- le dijo uno de ellos

- tú y tu amigo van a tener que pagar esa comida con trabajo duro, como es debido

- ¡¿y yo por qué?!- reclamó Zoro- ¡yo iba a pagar mi comida!

- ¡llévenlos a la cocina!- ordenó Zeff sin siquiera escuchar al espadachín. Ambos terminaron en la cocina, con un delantal blanco atado a la cintura- ¡ninguno sale de aquí hasta que hayan pagado esa comida lavando trastos!- sentenció el anciano saliendo de ahí

- tiene que ser una broma- bramó molesto Zoro, mirando la enorme pila de trastes sucios. Suspiró, al parecer no tenía opción; bueno, al menos así podía vigilar al rubio de cerca. Se acercó al fregadero, tomó una esponja y haló uno de los platos que se encontraban hasta abajo, causando que los de arriba se vinieran abajo y terminaran hechos añicos en el suelo

- ¡eso también se los voy a cobrar!- dijo Zeff apareciendo repentinamente tras la puerta para enseguida volver a marcharse

- ¡bien hecho, marimo idiota!- exclamó enfurecido el rubio, arrojando su cigarrillo al suelo- ¡por tu culpa no podré atender a las bellas chicas que vengan al restaurante!

- ¡me importan un bledo tus perras!- estaba harto de aquel tipo, aún no podía creer que tuviera que proteger a ese pervertido adorador de mujeres. El rubio estaba a punto de responderle cuando simplemente dio la vuelta y se puso a lavar trastos, con una ancha sonrisa adornándole el rostro

- por lo menos me queda el consuelo de ver a mi querida Vivi-chwan esta noche- canturreaba alegre mientras tallaba los trastos. El peliverde prefirió quedarse callado y seguir su labor, no tenía sentido seguir discutiendo o sería él quien terminaría matando a ese hombre.

***************************

Esa noche…

Sanji terminaba de juntar todos los desperdicios de comida del restaurante; como buen cocinero que era, no podía permitir que ni siquiera una migaja se desperdiciase, por eso prefería alimentar gatos callejeros con esas sobras antes que botar la comida a la basura.

Se dirigió a la puerta trasera del restaurante y sujetó la perilla, mas no fue capaz de darle la vuelta y abrirla; temía qué encontraría del otro lado; aún estaba alterado por lo que había sufrido… se quedó de pie frente a la puerta, incapaz de moverse. Su comportamiento no fue desapercibido para Zoro, por lo que le quitó la olla de las manos y abrió la puerta.

- ¿sólo tengo que tirarlo, cierto?- preguntó Zoro, un tanto indiferente

- ¡no te atrevas a tirarlo, idiota!- profirió el rubio despertando de su ensimismamiento. Zoro puso cara de no entender, pero al ver que los gatos salían de todos lados y se paraban junto a él, ronroneando y restregándosele en las piernas, supo qué era lo que realmente tenía que hacer.

Vio un viejo trasto cerca del basurero y en el vertió las sobras de la comida, en donde no tardaron en reunirse los gatitos. Los miró un instante y regresó adentro, mas al entrar, notó que el rubio ya no estaba. Dejó la olla en el fregadero y corrió a la parte delantera del restaurante para buscarlo, pero tampoco lo encontró ahí.

- oye, tú- llamó a uno de los cocineros que estaba a punto de abandonar el restaurante- ¿en dónde está ese cocinero pervertido?

- si te refieres a Sanji, se acaba de ir- habló el hombre- al parecer tenía una cita. Se fue corriendo mientras gritaba “¡allá voy, mi querida Vivi-chwan!”

- ¿Vivi?- otra vez ese nombre; ahora recordaba que el rubio había estado mencionando a esa mujer toda la tarde

- es la chica con la que ha salido desde hace dos semanas- una vez dicho lo anterior, el hombre siguió con su camino

- maldita sea- Zoro se mordió los labios ligeramente- [[tenía planeado seguirle a su casa y colocar algunas cámaras de vigilancia]]- pensaba el peliverde- [[tengo que dar con él, no importa cómo]]

- oye, chico de la haramaki- le llamó el chef, logrando que el mencionado voltease a verlo- te quiero mañana temprano aquí, ¿entendido?

- como diga- el peliverde salió del restaurante, mirando hacia todos lados, no encontró rastro de Sanji. Se revolvió sus cabellos y decidió regresar a su hotel, no tenía caso salir en busca del rubio, pues corría el riesgo de perderse en la ciudad, que según él, era todo un laberinto…

**************************

- [[sólo un poco más, mi querida Vivi-chwan]]- se repetía mentalmente Sanji, aún sin poder quitarse la sonrisa del rostro. Seguramente su amada Vivi lo estaba esperando en su apartamento, escasamente vestida y en una sensual posición sobre su cama.

Apretó desesperado los botones del ascensor, quería llegar lo más rápido posible, necesitaba distraer su mente de la ira que lo agobiaba por culpa del hombre que había conocido esa tarde. El sólo pensar en aquel tipo lo ponía furioso, por lo que tuvo que distraer su mente con otra cosa para no llegar de mal humor al lado de su chica.

En cuanto llegó a su piso, avanzó bailando y dando piruetas por el corredor, sólo un minuto más, un poco más y pasaría una de las mejores noches de su vida. Llegó a la puerta principal de su apartamento y le dio vuelta a la manija; la puerta estaba abierta, lo que significaba que su bella dama lo esperaba en su alcoba. Desató su corbata y la arrojó descuidadamente al piso, para luego, literalmente, correr hacia su pieza.

Al abrir la puerta el mundo pareció detenerse para él; tal y como había predicho, su Vivi estaba en la alcoba, pero no de la forma que él imaginó; su hermosa chica yacía muerta sobre su cama…

Golpeada hasta el punto de haberle reventado la carne y destrozado sus huesos, ahí estaba el cuerpo desnudo y probablemente ultrajado de su adorada Vivi; sus bellos cabellos azules ahora estaban teñidos, en su mayoría, de un rojizo oscuro,  que también goteaba por su antes blanca y perlada piel; su rostro reflejaba el dolor y la desesperación que sufrió antes de perder la vida… pero lo más aterrador era un mensaje escrito en la pared con la sangre de su amante:

“sigues tú”

 Continued…

Notas finales:

es todo por hoy ^^

bueno, antes de irme quiero agradecerles por darme otra oportunidad con esta historia, saben que los adoro, verdad??

estaré esperando su reviews

bye bye


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