Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta.
(Sam Keen)
Ella
Por: Eruka
Siempre hablaba de ella con su madre, maravillándola con las miles de virtudes que tenía.
Ella tiene la mejor sonrisa del mundo.
Cuando está de verdad feliz, a veces tiene que entrecerrar los ojos para que su sonrisa ocupe todo el espacio posible en su cara. Sonríe con todo el cuerpo, porque suele dar puñetazos en el aire, brincar de gusto y gritar con euforia. Contagia.
Ella es lista... a su manera.
Porque quizás nunca sacaría la nota perfecta en ninguna materia, y muy probablemente volvería a suspender la mitad otra vez, pero no se trataba de una persona tonta. Porque él mismo podía tener las mejores notas y todo el respeto de sus profesores, pero nunca tendría esa otra inteligencia para conocerse y aceptarse a sí mismo y a los demás.
Ella ayuda a los demás.
Siempre, siempre, está ahí para apoyar a quien lo necesita. La generosidad es una de sus muchas virtudes, pero tiene además la facilidad de ayudar a los demás de forma tan natural, que nunca siente lástima por nadie. Gaara encontró exactamente lo que necesitaba cuando se conocieron, convirtiéndose en una persona lista para ser feliz. Y Shikamaru, luego de una larga convivencia, dejó de ser el mediocre niñato aburrido y holgazán, para comenzar a convertirse en un hombre de verdad.
Ella ve más allá que el resto.
Por eso vio un espíritu cansado y un niño agobiado por el dolor detrás de la sonrisa cínica de Sai, la herida detrás de la violencia de Tsunade, la fuerza tras la timidez de Hinata, la voluntad tras la inutilidad de Sakura, la bondad tras la perversión de Jiraiya. Veía todo con los mismos ojos, pero a todos los veía diferentes; capaces, decentes y con un inherente potencial de ser bondadosos.
Ella ama a quien nadie más podría llegar a amar.
Por eso lo amaba a él. Porque antes de que llegara a su vida había vivido en la sombra fría e impenetrable de la admiración, cómodo y pasivo en un escenario con un público predispuesto a aplaudirle, pero no a amarlo ni aceptarlo por la persona que era, sino por su apellido y su impecable historial. Cuando comenzaron a amarse, Sasuke supo que así se sentía ser feliz, la compañía sincera y el respeto.
Y precisamente por todas sus virtudes, estaba dispuesto a contarle a su madre que ella no era ella, sino él, y que lo hacía mucho más feliz de lo que cualquier ella podría hacerlo jamás. Porque si su madre deseaba para él una mujer comprensiva, amorosa, leal y capaz de hacerlo feliz, sólo Naruto se le venía a la cabeza. Porque si esas eran las cualidades de la mujer perfecta, entonces Naruto debía ser mejor mujer que cualquier chica que conociera.
Porque si se trataba de formar una familia amorosa, no necesitaba a una chica, necesitaba a Naruto.
Y con la confianza que sólo da el amor maduro, podía decir con entera seguridad que Naruto también lo necesitaba.