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And I'll spend the night with him. As always. por karasu

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Notas del fanfic:

Es un capítulo y corto, así que os animo a leer.


Estaría agradecida si dejáis reviews, me hacen muy feliz y, aunque este fic no sea demasiado bueno, me ha costado lo mío escribir.

Es casi todo lemon y no tiene argumento, así que... Pero me apetecía escribirlo y quise subirlo.

Notas del capitulo:

Nada más que decir, todo está en las notas del fic~

 

La puerta se abrió, iluminando mi cara con una luz anaranjada provinente del interior de aquella casa, su casa.
Mientras esperaba a que él me abriese la puerta, antes y después de haber llamado, me puse nervioso. Siempre estaba nervioso, no creo que nunca lo supere. Saber que voy a verle, aunque le vea cada día, me pone nervioso, tengo miedo de fallar, de hacer algo mal ante él...
No me hizo esperar mucho fuera, y cuando oí la llave girando y él apareció detrás de ese trozo de madera, invitándome a entrar, los nervios desaparecieron, siempre era igual. Con él todo estaba bien.
Me lanzé a su cuello, rodeándolo con mis brazos, y busqué sus labios. Sabían a tabaco, a cerveza... Siempre era así a esas horas. Él respondió a mi beso, moviendo sus gruesos labios contra los míos. Nunca le diré que echo de menos sus piercings.
Nos separamos y sonrió, mientras rodeaba mi cintura con su brazo y me arrastraba dentro, cerrando la puerta detrás nuestro.
Hicimos el mismo recorrido de siempre por su casa, pasando por la sala y directo a su habitación. Su habitación... en esa estancia había vivido de los mejores momentos de mi vida, todos junto a él. Amaba ese lugar.  De hecho, me encantaba toda su casa, todos los rincones olían a él, sus pertinencias estaban por todos lados, todo era suyo, y yo amaba todo lo que él tocase, le amaba demasiado, y le sigo amando igual que el primer día.
La puerta de la habitación estaba abierta, me condució dentro y me lanzó bruscamente a la cama. Me quejé, sorprendido por su actitud, pero sonreía, bonitas bromas. Las sábanas eran oscuras, la tela suave. La acaricié con la yema de los dedos.
- ¿Cómo fue el día?- preguntó, sentándose en la cama. Me encantaba su voz. Cuando quiso cantar le animé y me uní a su formación. Me gustaría escucharle de nuevo.
- Bien, cansado. Hoy estuvimos ensayando...- no seguí cuando vi que se subía a la cama y gateaba lentamente hacia mi. Llegó a la altura de mis pies, avanzaba con una mano a cada lado de mi cuerpo, sin dejar de sonreír. Le sonreí yo también, aunque notaba mis mejillas arder. Siempre era así.
- Me encantas, así, sonrojadito.- dijo, medio riendo, ya llegaba a la altura de mi pecho, mi cuello... Su cara sobre la mía, muy cerca. Ante sus palabras sólo pude sonrojarme más. Me acarició la mejilla lentamente, con infinito cariño. Se acercó mucho, su aliento contra el mío. No era necesario hablar, todo lo que nos podíamos decir ya lo sabíamos, ya no eran necesarias las palabras, ya llevábamos demasiado tiempo juntos para necesitarlas. Me besó, lentamente, y abrí la boca, permitiendo a su lengua entrar, sintiendo como se entrelazaba con la mía. Le respondí, lamiendo su lengua dentro de nuestras bocas, moviendo mis labios sobre los suyos.
Sus manos se introducieron bajo mi camiseta para repartir lentas caricias por mi abdomen, mi cintura, mi pecho. Se sentían frías sobre la piel. Las manos descendieron, pasando por mis costados, dibujando mi silueta, hasta llegar a mi pantalón, empezó a desabrocharlo lentamente, sentado sobre mis piernas. No me moví, me limitaba a observar sus movimientos y a gozar de sus caricias, besos y atenciones.
Me quitó los pantalones y los dejó a los pies de la cama, dejándome solo en bóxers y camiseta, para empezar a acariciar mi entrepierna por sobre de la tela mientras se colocaba de nuevo sobre mí para besarme. Gemí dentro de su boca, sus acertadas caricias se sentían demasiado bien, empezaba a excitarme.
Me mordió el labio inferior, y después lamió el sitio que había mordido.
- Aah... ahm...- empecé a levantar las caderas, buscando más contacto, él me seguía acariciando. Su cabeza bajó, y sentí el cosquilleo de su pelo rozando mis muslos. Empezó a besarlos, me besaba las piernas lentamente. Pronto los labios fueron sustituídos por su lengua, lamiendo, dejando caminos de saliva enfriándose sobre mi piel. Yo sólo jadeaba, mirándolo.
- Me encantas...- repitió, levantando la vista para encontrarse con mis ojos. Dejó mis piernas y me lo encontré otra vez sobre mi cuerpo, lamiéndome el cuello. Hizo que levantase la espalda del colchón para quitarme la camiseta, para luego dejarme otra vez apoyado, con sumo cuidado. Se me quedó mirando. En sus ojos había deseo, sí, le gustaba mi cuerpo, mucho; pero también había una extraña ternura, un brillo amable, hasta dulce. Todos sus lados me gustaban. Le adoraba.
Estaba sumido en mis pensamientos cuando me sorprendió su aliento sobre la tela de mi ropa interior. Me mordí el labio y cerré los ojos, impaciente por lo que vendría. Noté cómo me dejaba completamente desnudo. Mi pene en contacto con el aire. Temblé un poco y él rió.
Me besaba el pecho, la clavícula, con extremo cuidado. Sus carnosos labios descendieron hasta uno de mis pezones, acariciándolo, lamiéndolo. Me mordió, un mordisco suave, y gemí. Él sabía lo que me gustaba, sabía lo que quería, lo que deseaba. Me gustaba que fuese tierno conmigo, que me brindase muchas atenciones. Y me gustaba que fuese rudo de vez en cuando, que doliese, él sabía que me excitaba.
Siguió mordisqueando y lamiendo mi pezón, aunque ya hacía rato que estaba duro. Cuando pareció cansarse, pasó al otro, dejando el primero enrojecido y brillante de saliva.
Empezaba a impacientarme, me gustaba lo que su boca estaba haciendo, me gustaba demasiado, pero yo la necesitaba en otro sitio. Le agarré por el pelo y tiré de él con suavidad, intentando dirigir su cabeza hacia mi erección, empezaba a doler. Soltó un ronroneo y me mordió con fuerza, marcando mi piel.
- Qué impaciente, qué impaciente, pequeño...- dijo, más bien susurró, con una voz grave. Gemí mientras seguía tirando de su pelo menos suavemente, quería convencerle.- Será un regalo para estar tan jodidamente sexy como siempre.
Cuando lo dijo, le solté, sin abrir los ojos, sintiendo como mechones de su pelo rozaban mi piel, haciéndome cosquillas de nuevo. Llegó a mi abdomen y depositó varios besos allí, para seguir descenciendo hasta mi pelvis,donde se estuvo un largo rato besando mi piel, lentamente. Jadeé y tiré insistentemente de su pelo. Estoy seguro que sonrió sobre mi piel.
Sin avisar, se introdució todo mi miembro en la boca.
- Aaaaaaahh... Aaamh... Dioos... - empecé a gemir, aun tirando de su pelo, imponiéndole el ritmo, mientras notaba su lengua acariciando mi erección dentro de su boca. Fingía embestidas con su boca, subiendo y bajando lentamente, ayudándose con una mano. Y yo había soltado su pelo, aferrándome a las sábanas, arrugándolas con mis dedos, subiendo la cadera para llegar más al fondo de su garganta. Noté cómo su garganta se cerraba, y él sufría una arcada, haciéndome gemir más fuerte. No se separó, por lo que me animé a seguir follándole la boca, aumentando el ritmo de las embestidas. Me pareció que él gemía también. Intenté regular mi respiración mientras posaba una mano sobre su cabeza, acariciándole el pelo dulcemente.
Me acercaba al clímax, si seguía como hasta el momento, sentía que iba a correrme. Se lo hice saber entre gemidos. Y él, con un último lametazo, separó sus labios de mi polla, dejándome jadeando, moviendo mis caderas en busca de aquel delicioso contacto. Mi polla dolía más que antes, dura, ensalivada. Rió.
- Te has quedado con las ganas, eh?
- Hmm...- me veía incapaz de articular alguna palabra, mi mente aun me recordaba el placer que acababa de cesar.
- Ahora me toca a mí~ - dijo sonriendo.
Grité. Y su sonrisa se hizo más grande, si era posible. Me había penetrado con dos de sus dedos sin avisar. Se relamía los labios.
- Hmm... Qué apretadito estás hoy... relájate, pequeño...- subió sobre mi cuerpo para besarme largamente, acallando mis gemidos lastimosos mientras sus dedos se movían en mi interior. Dolía. Sabía que el dolor acabaría,  y pronto dejó paso al placer. Él movía los dedos de manera experta en mi interior, me conocía demasiado bien, a mí y a mi cuerpo. Le abracé, llevando mis brazos a su espalda, por debajo de su camiseta, arañándole. Sus labios se entreabrieron para dejar escapar un gemido ronco. Le gustaba. Solo aceleró sus dedos en mi interior. Clavé las uñas en su piel y cerré los ojos, juntando su cuerpo con el mío, uniéndonos en un estrecho abrazo.
- Hmmm... ahh... yaa... ya estoy...- sí, sus dedos se sentían bien. Pero yo necesitaba más, y él podía darme más. Sabía que se moría por follarme, pero él siempre intentaba alargarlo. 
- ¿Ya estás...?- preguntó. Su voz sonaba más grave. Llevé mis brazos a su cuello y lo atraje hacia mi boca para unirnos en un húmedo beso. Levanté la cadera para que mi miembro, duro desde hacía demasiado rato, rozase con el suyo, atrapado dentro de esos pantalones. Oí cómo gemía dentro del beso.
- Yuu...- nos separamos y le llamé por su nombre. Eso era lo único que necesitaba. Quedó de rodillas sobre la cama y se bajó los pantalones junto con su ropa interior hasta la mitad de sus muslos, dejando su erección al descubierto. Me estremecí, me moría por sentirle. Abrí las piernas, regalándole una bonita vista de mi entrada dilatada. La contraía y relajaba, incitándole.
Mi mirada clavada en la suya, en sus ojos negros que parecían arder. Se lamió los labios lascivamente y cogió mi pierna derecha, levantándola, su lengua se posó a la en mi rodilla y fue descendiendo por el interior del muslo, dejando caminos de saliva y besos tiernos. Llegó muy cerca de mi entrepierna y me mordió, marcando sus dientes en la piel blanca de mi muslo. Me estaba gustando, pero le quería a él, estaba impaciente.
- Fóllame... por favor... Métemela...- lo dije en tono suplicante. No funcionó, él solo me mordió de nuevo y dejó mi pierna apoyada en su hombro, quedando yo así más expuesto. Ahora no veía su cara, pero sentí su aliento en mi entrada. Me mordí el labio y esperé. Mi entrada se contrajo involuntariamente... y sentí su lengua, húmeda, caliente, en mi interior. Gemí y llevé mis manos a su cabeza de nuevo, para agarrarlo del pelo violentamente y juntar más su cara a mi culo. Protestó y retiró su lengua.
- No quiero comerme tu culo, pequeño...- empezó mientras cogía mi otra pierna para llevarla también a su hombro, posicionándose entre mis piernas.- Aunque...- su cabeza bajó de nuevo, me dió una fuerte mordida en la nalga.
- ¡Aah! Me ha dolido, bakaaa...- protesté de manera no muy convincente. Seguro que me quedaría una marca. No tuve mucho tiempo de pensar en nada, pues sentí su pene haciendo presión en mi entrada. Gemí. La presión aumentó y esa carne se adentró en mi cuerpo. Me penetró lentamente, torturándome, torturándose. Veía sus ojos cerrados, la expresión de placer, sus suspiros, simplemente sintiendo mis paredes estrechándole.
Me había soltado la pierna, y rodeé su cintura, mientras él me cogía de las caderas. Empezó a moverse lentamente. No dolía, me había preparado demasiado bien. Salió de mí y volvió a entrar, esta vez más bruscamente. Gemí, y él se dejó caer sobre mi cuerpo, buscando mis labios, uniéndonos en un beso superficial que acabó en uno apasionado. Nos separamos y lamió la saliva que había quedado alrededor de mis labios. Sentía su polla llenándome por completo, igual que siempre. Se había quedado quiero, pero se sentía demasiado bien... Aun así, sabía que podía ser mejor. Cerré los ojos con fuerza y moví mis caderas, animándole, provocándole. Dejó escapar un gemido ronco y salió un poco de mí para clavar su miembro con fuerza en mi interior. Una ola de placer desgarrador recorrió mi cuerpo, obligándome a arquear la espalda, despegándola del colchón, mientras gemía demasiado fuerte. Nunca había estado con otro, pero estaba seguro que sólo él era capaz de encontrarme tan deprisa. Le oí reír, una risa no muy fuerte por la falta de aire. Abrí los ojos y le vi, sudado, su pelo se le pegaba en la frente, su pecho, brillante, subía y bajaba rápidamente. Intenté sonreír, pero se movió de nuevo, presionando mi próstata, y no pude evitar gemir. 
Le miré de nuevo, sonrió, se lamió los labios. Llevó sus manos a mis muslos, y mi piel se estremeció bajo ese contacto suave con las yemas de sus dedos. Se había quedado quieto en mi interior, y mi consciencia se centraba en las lentas pero acertadas caricias que él me regalaba. Subió a mi abdomen, acarició y pellizcó mis pezones, bajó por mis costados, pasó por mis nalgas, estrujándolas suavemente, para regresar de nuevo a los muslos. Me acarició con sumo cuidado y, inesperadamente, enmedio de esa calma llena de suspiros y placer en la que nos habíamos sumido, clavó sus uñas en la piel de mis muslos, para descender hasta la altura de las rodillas, dejando cuatro líneas rojas en cada pierna. Tuve que retener un grito y sentí mi miembro temblar al convertirse el dolor en placer. Suspiré cuando su lengua recorrió cada una de las heridas, sin prisas, ensalivándolas. Le acaricié el pelo, despeinándolo. Le amaba, le adoraba. Era imprevisible, del todo, siempre.
Me sorprendió de nuevo, moviéndose deprisa, me cogió por las caderas y empezó a penetrarme rudamente, cambiando el ambiente en pocos segundos. Primero grité sorprendido, pero pronto me dejé arrastrar por el placer, moviendo mis caderas, consiguiendo que se hundiese más en mi interior, cada vez estocadas más profundas, y cada vez rozaba ese punto que me enloquecía. Y yo había perdido el control hacía rato, moviendo mi cuerpo desesperadamente contra el suyo, buscando más placer, aun más. Se dejó caer de nuevo sobre mí, sin bajar el ritmo, para pegar nuestros pechos brillantes y pegajosos de sudor, buscando mi boca de manera desesperada, dejando besos en mi comisura para luego lamer mis labios y finalmente unirlos, en un beso subido de tono. Sus labios... gruesos, gorditos, suaves. El puto cielo. Para no hablar de su polla.
Nos acercábamos al clímax, y nuestros movimientos eran cada vez más frenéticos. Mis músculos dolían, quemaban. Sentía que no conseguía suficiente aire, intentaba buscarlo entre besos húmedos y gemidos. Me seguía moviendo.
Su mano en mi miembro, empezó a masturbarme, aunque yo sentía que habría podido correrme sin que me tocase. Así, todo se aceleró. Esa sensación llegó, ese placer recorriendo cada rincón de mi cuerpo, y me dejé caer, inerte, sobre la cama, mientras soltaba el gemido más escandaloso de la noche, corriéndome en su mano. Contraje mi entrada varias veces, y él no aguantó más, llenándome con su semen. Gemí más bajo por la sensación mientras las olas de placer iban desapareciendo lentamente. Me abrazó, aun dentro de mí. Se sentía demasiado bien, no quería que acabase. Hundió su cara en mi cuello y depositó varios besos sobre mi piel húmeda. Le abracé más fuerte y hablé bajo, me había dejado la voz gimiendo para él.

- Niisan...

 
 

 

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer!

No tengo mucha confianza en este fic... así que por favor, si no os ha gustado, matadme vía review por haceros perder tiempo; si os ha gustado... me alegraré (?)

Pues eso. Y ahora hago publi. Si alguien no lo ha leído, http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=71140&index=1

Os dejo en paz~


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