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Noche de Lluvia por Lithuem

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Acomodo la capucha de la capa para ocultar su rosto entre las sombras de la noche. Llovía en Gotham. Una lluvia pesada como una cortina que empañaba mojando cada rincón de esa ciudad tan perdida. Las calles estaban prácticamente vacías. Los escasos coches, las personas corriendo o simplemente caminado bajo paraguas que servían de poco eran los únicos ruidos. Esos y el incesable replicar de las gotas. Una noche oscura y calmada.

¿Quién se dedicaría a cometer un crimen cuando la cuidad parecía tan perdida en ese baño dejándose lavar poco a poco de su suciedad?

Nadie quizás.

Y aun así estaban ahí. Vigilando por encima de todo, cuidándola de no perderse en si misma aún mas. Esa ciudad que en un pasado deseo alcanzar y que ahora se encargaba de proteger con él.

Quizás nada había ocurrido del todo como fue planeado.

Dejo que sus pies se balancearan con suavidad en el borde del edificio mas alto de la cuidad. Las luces parecían aun mas brillantes entre las gotas de lluvia que las reflejaban. Por un segundo, solo un instante alzo la mirada cerrando los ojos. La lluvia recorrió su cara. Gotitas que recorrieron cada curva mojando la piel que estaba ya mojada. La capucha a penas se sostuvo sobre su cabeza y el aire frio casi le hizo temblar. Pero no importo demasiado.

Porque esos eran los pequeños momentos en los que dejaba que su mente se relajara. Hacia años que algo había comenzado a cambiar en él. Y en esos momentos, con sus defensas a la altura del asfalto bajo sus pies, tan solo disfrutaba de la lluvia fría mojándolo por completo.

Eran momentos para pensar realmente en nada y a la vez en cosas simples pero complicadas. De esas que las personas ordinarias llenan su cabeza. Pero que él ha sido entrenado para apartar desde pequeño. Pero ahora tan solo era un momento para sentir su corazón latir contra su pecho.

¿Cuándo había comenzado?

Pero lo sabía. Todo era culpa suya. De ese hombre demasiado infantil pero que en cambio era capaz de manejar una carga tan pesada como era el puesto de padre. Que se había hundido de lleno en la oscuridad de la capucha y aun así se mantuvo intacto. Dejando que su ser sobreviviera a la tremenda oscuridad que ese traje significaba. Sin consumirse. Quien consiguió hacer brillar en medio de la oscuridad al gran murciélago.

En ocasiones no podía evitar simplemente mirarle. Sus ojos iban tras su rastro sin pensarlo. Siguiendo sus movimientos. Cuidando de vez en cuando que no cometiera algún error fatal aunque sabía que era casi imposible ya. Era el primer Robin, Nightwing y el sucesor de su padre.

Como había oído comentar en una ocasión a Drake era perfecto para el puesto.

Y los años habían pasado desde que lo eligió como su Robin.

Un suspiro hizo que una pequeña voluta de humo escapara de sus labios. Si toda la culpa era suya. Era culpable de eso.

Era el culpable de esa sensación que apretaba desde dentro con tanta fuerza que a veces no sabía si sería capaz de contenerla. Porque no encontraba razón para dejarla salir.

Las cosas estaban bien tal cual. Aunque en ocasiones quisiera gritarlas. Pero estaba bien. Aun era pronto. A pesar de los años que hubiera esperado. Tanto tiempo para entender que era eso que replicaba contra su oído cada vez que le oía hablar. Eso que alteraba su mente de forma que no comprendía cuando se acercaba mas de la cuenta consiguiendo desencajar todas las piezas completamente ordenadas que era él. Mente y cuerpo. Todo a veces gritaba demasiado fuerte.

Pero como poder eso en palabras… todo parecía tan imposible. No esperaba… ni siquiera era capaz de imaginarse una respuesta si tan solo dejara por completo que ese lio fuera se diluyera. Porque todas las posibilidades pasaban por su mente. Unas dolían mas que otras. Unas aceleraban su corazón y otras simplemente le arrancaban un suspiro junto con un cosquilleo que recorría su estomago.

Eran momentos en los que pensaba en como era posible que el se hubiera convertido en un cobarde.

Pero la culpa era de él.

Por adentrarse tanto en su interior que ahora no era capaz de sacarlo de dentro.

Había aprendido a sentir algo mas que lo que le enseñaron. Y por eso la confusión siempre estaba presente. Dudaba siempre sin poder decidirse si dar un paso atrás y borrarlo todo o seguir adelante como había hecho siempre y ponerlo en palabras. Ser por un momento mas que un arma. Al fin y al cabo…

¿Acaso no había sido creado para eso? ¿Acaso ahora no seguía siéndolo a pesar de todo?

Pero aunque seguía siendo un arma ahora se había convertido en un guardián. Algo más que un objeto para dañar. Ahora sabía que era. Un arma, un guardián, un protector.

Ahora sabía que era una familia. Ahora comprendía que era un sentimiento como ese.

¿Qué pensaría su madre si le viera de esa forma? Ella que era capaz de manipular todo pero que finalmente se había rendido al amor por padre. ¿El podría también hacerlo?

Una sonrisa adorno sus labios y bajo la mirada hacia la cuidad. Incluso en sus pensamientos sonaba terriblemente estúpido. Y todo eso, mirando la cuidad bajo sus pies, tan solo le hacia sentirse pequeño. Aunque ya no lo fuera.

La soledad estaba bien. Para pensar y dejar salir aquello que había cambiado poco a poco en él desde hacía años ya.

Aunque realmente no sabía que hacer. Y eso era algo que pocas veces pasaba. Pero los sentimientos seguían siendo un camino tan confuso y poco explorado que era difícil saber como manejarlos por completo.

Se incorporo al borde del edificio extendiendo los brazos. Sería tan sencillo tan solo dejarse caer… Dejarse arrastrar hacia él.

La brisa hizo ondear la capa que ya pesaba demasiado. Era hora de volver ya. De dejar a un lado los pensamientos y fantasías. Volver a ser el guardián de esa ciudad y del gran murciélago que la cuidaba.

Quizás en otra noche como esa, con la luna oculta a punto de nacer, con la noche tan oscura como la capucha del murciélago y la lluvia lavando la suciedad de esa ciudad se permitiría sentarse un rato. Al borde de un edificio. Con los pies colgando a pies de altura y sin la extraña mascara que cubría un poco mas que solo su cara a un lado.

Quizás la próxima vez se decidiera y se dejaría caer como lo hacía ahora al saltar al vacío desde ese edificio. Y esta vez no serian los cables los que le sujetaran y le hicieran balancearse a salvo de uno a otro.

Quizás serian un par de manos las que le sujetaran a salvo por una vez.


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