Invisible.
Se encontraba en clases de matemáticas, sin poder realmente concentrarse en la guía que había dejado el profesor, y por primera vez, sin saber cómo resolver un problema. Así que se giró para preguntarle a su compañero sentado detrás de él.
—Oye… ¿por casualidad sabes cómo resolver el ejercicio cinco? —sin embargo fue ignorado—. Oye~ —comenzó a mover su mano frente a la cara del chico, quien lo miró y se quitó un audífono.
—¿Me hablabas?
—No, olvídalo —volvió a girarse frustrado, tratando de terminar ese ejercicio, el que había dejado último, el único de 30 problemas que no podía resolver—. No, no puede ser así… —comenzó a susurrar para sí, mientras se acomodaba los lentes—. No, si fuera así sería igual que el cuatro. Dios, ese maldito signo lo arruina todo —tiró su lápiz, ofuscado, y simplemente se dedicó a ver qué pasaba en el transcurso de la hora. Cómo sus compañeras trataban de seducir al profesor nuevo para que, seguramente, les coloque buenas calificaciones. Cómo sus compañeros se dedicaban a jugar en lugar de hacer lo que correspondía. Cómo otros tantos sólo se dedicaban a dormir—. Al parecer soy el único sin saber qué hacer —susurró irónico.
Al fin sonó el timbre, haciendo que inmediatamente todos se pararan y corrieran como animales hacia la puerta. Él sólo se dedicó a guardar sus cosas, dejando los libros que debía entregar en la biblioteca aparte, y esperar a que sus compañeros vaciaran la única puerta de salida al pasillo. Cuando por fin el único que estaba allí era el profesor, con algunas chicas rodeándolo aún, se dirigió a la salida, con libros en mano.
Caminó en dirección a la biblioteca sin preocuparse mucho de su alrededor, sólo esquivando uno que otro joven que no lo había visto. Hasta que chocó, haciendo que perdiera el equilibro e inevitablemente cayera al piso.
—Lo siento, ¿estás bien? —el desconocido lo ayudó a levantarse del piso.
—S-Sí, gracias… d-discúlpame por-… —lo vio a la cara, y enmudeció.
—No, fue mi culpa, iba distraído, lamento eso —le sonrió y comenzó a levantar los libros que estaban en el piso—. Soy Kim JongHyun.
—Um… Lee J-JinKi —respondió nervioso.
«Lo sé», pensaba mientras seguía con esa sonrisa en su rostro. —Ten —le entregó los libros.
—Gracias.
—No hay de qué —prosiguió su camino ignorando las miradas de sorpresa—. «¿Qué tiene de malo que ayude a alguien? Ah, lo olvidé, lo raro fue que yo pedí perdón, cuando se supone que debería haberlo ignorado», —pensaba mientras sonreía irónico—. Imbéciles —susurró cuando pasó al lado de un grupo que no dejaba de mirarlo.
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A la hora de salida, JongHyun iba a pasar por una esquina cuando notó como dos chicos molestaban a alguien de su escuela __lo supo por el uniforme__. Iba a ignorarlos, hasta que vio como uno de ellos golpeaba a su compañero y éste caía al piso, lo iba a tomar de nuevo de la camisa pero JongHyun ya se había acercado corriendo, tomando al agresor del cabello y golpeándolo en el rostro contra su rodilla.
—¡¿QUÉ MIERDA CREEN QUE HACEN?! —gritó furioso JongHyun—. ¡¿Por qué molestan a alguien que no les ha hecho nada?! ¡Vayan y golpeen a alguien que de verdad lo merezca, par de imbéciles!
—Hyung —el segundo chico, que hasta ahora no había hecho nada se acercó a su amigo y miró su rostro preocupado—. Hyung, lo mejor será llevarte al hospital, creo que te rompió la nariz.
—Sí, eso es lo mejor estúpidos cobardes —JongHyun los vio alejarse rápidamente, y entonces reparó en la presencia del chico en el piso, al que por un momento olvidó—. Oye ¿estás bien? —se acuclilló a su lado y lo notó desesperado tanteando el piso, en busca de algo—. ¿Qué buscas?
—Mis lentes, veo borroso sin ellos.
—Tus… oh, cierto, tus lentes están… —miró alrededor buscándolos—. Están justo detrás de ti —los tomó y se los entregó a su dueño, quien se los colocó enseguida—. Qué diablos, tú... —JongHyun se sentó frente al chico y le quitó los lentes del rostro.
—¿Qué haces?
—Te ves mejor sin ellos, JinKi. Bueno, mejor digamos que te ves sin ellos, te tapan la mitad del rostro —dijo divertido y se los volvió a entregar.
—¿Me conoces? —preguntó extrañado, ignorando deliberadamente lo demás que dijo.
—¿Tienes mala memoria? Hoy en la mañana, el chico que tropezó contigo.
—Lo siento, no había notado que eras tú, JongHyun.
—Deja de usarlos —el mayor sólo lo miró extrañado—. Los lentes, deja de usarlos, de verdad te ves mejor sin ellos.
—¿No me has escuchado antes? No veo sin ellos.
—Puedes usar lentillas.
—Gracias, lo tomaré en cuenta —entonces se levantó y sacudió un poco sus pantalones—. Tienes... sangre.
—¿Eh? —el más bajo también se levantó y fijó su vista en su rodilla—. Diablos, creo que le rompí la nariz en serio —dijo sonriendo.
—¿Eso te hace feliz? —preguntó algo molesto el mayor mientras recogía su bolso.
—Claro que no, mamá me matará por esto, aunque si fue por protegerte a ti, no importa —pasó un brazo sobre los hombros del más alto mientras comenzaban a caminar—. Es increíble, primera vez que golpeo a alguien y resulta que le rompo la nariz.
—¿Primera vez? —preguntó JinKi sorprendido.
—¿Has escuchado hablar cosas malas sobre mí? —sólo vio como el mayor asentía avergonzado—. Son estupideces, sólo se dejan llevar por mi apariencia.
—Genial —dijo irónico—. El falso bravucón habla con el invisible.
—¿Invisible? ¿Tú? No me hagas reír —se paró frente al mayor y lo tomó de los hombros—. No imaginas cuantas personas hablan de ti, ni de quienes te tienen envidia... o quienes gustan de ti.
—Vamos, no bromees a lo grande —notó la mirada seria que le dirigía el más bajo y supo que no bromeaba.
—Es en serio, es sólo que estás tan encerrado en tu mundo que no lo notas.
—Así como tú tampoco notas que cuando hablan de ti, no todo el tiempo están hablando de cuantas veces has peleado sino de lo guapo que eres—. JongHyun lo miró sorprendido—. He escuchado una que otra conversación ajena —susurró apenado.
—Eso está mal… —sonrió el menor.
—También… —un tono carmín se apoderó de sus mejillas—. Te he estado observando lo suficiente como para saber que no has peleado nunca.
—¿Tú me observas?
—Algo así —susurró clavando su mirada en el piso.
—¿Eres un psicópata o algo por el estilo? —decía divertido por el evidente nerviosismo de JinKi, y el mayor prefirió no contestar a esa pregunta, así que JongHyun prosiguió—: Entonces yo también debería ser clasificado como psicópata —este comentario hizo que JinKi lo mirara—. También te he estado observando, y lo suficiente para saber que no eres invisible. He escuchado todo lo que se dice de ti, creando en mi algo así como… ¿celos? —rio por su propio comentario.
— ¿Eso quiere decir que yo n-…? —calló al sentir unos labios posarse sobre los suyos.
Y en ese momento lo supo, no era como él pensaba, en realidad no era tan invisible.
—Fin—