Capítulo 1
Naruto estaba sentado en una de las tantas mesas que se encontraban en la cafetería. Llevaba más de diez minutos esperando por su amigo pero de él ni sus luces y no era para menos; él no era una persona puntual, pero para su suerte y no para la de su profesor había recibido una llamada urgente. Partiendo de inmediato dándoles lo que restaba de clases libre.
Miraba el reloj de mano constantemente hasta que escucho el timbre sonar, dando por comenzado su descanso.
— Naruto, habíamos quedado en que no faltarías más a clases —su amigo Kiba (que acababa de llegar) se sentó en uno de los asientos vacios.
— Hoy salí temprano. —dijo todo desanimado.
— Como si con solo estar en clases hicieras la diferencia. —Menciono Kiba en tono de burla— ¡Mira! ¿Ya viste quién está sentando frente a nosotros? —Apuntó con discreción— ni más ni menos que Sasuke Uchiha; futuro propietario de una de las más reconocidas empresas. —dijo remedando una de las tantas frases que una de sus amigas repetía muy constantemente.
— No tienes que decirlo de esa forma, Sakura-chan solo está algo confundida. Ya verás que luego se le pasa su supuesto amor hacia ese tal Sasuke.
— No entiendo por qué la defiendes, si te gusta ¿por qué no le llegas? antes de que sea demasiado tarde.
— Sabes que no miro a Sakura-chan de esa manera ¿qué es lo que tanto le miran?… es tan solo un crío.
Sasuke aunque no lo aparentara era un menor de edad con sus escasos diecisiete años. Debido a su gran rendimiento escolar había logrado saltarse sus dos últimos años de preparatoria dando mucho que decir de él.
— A la vez es inteligente, bien dotado, con dinero…
— ¡Sí, sí, ya entendí! —Naruto interrumpió el desagradable comentario de su amigo— no es la gran cosa.
— Pues la verdad es que el chico no está nada mal… yo sí me lo tiraría en cuanto se me diera la oportunidad, y con tantas chicas muriéndose por él dudo que sea virgen. Claro, a excepción de su parte trasera.
— No estoy de ánimos para tus bromas Kiba
— ¿Me vas a negar que no te atrae tan siquiera un poco? no hay motivo que te lo impida, eres gay ¿recuerdas?
— Por dios, es tan solo un niño. No va conmigo… en todo caso si yo quisiera ya lo tendría gimiendo a mi disposición.
— Amigo, es tan solo dos años menor que nosotros. Pero si estás tan seguro ¿por qué no apostamos?
— ¿Y qué gano yo con eso?
— ¿Satisfacción? —La mirada de Naruto le decía que eso aún no le convencía— no es como si estuviera piándote que te folles a un viejo, pero si quieres algo de motivación ¿qué te parece si te cubro en tu trabajo de medio tiempo por un mes?
— Un mes de vacaciones no me caerían nada mal. —habló Naruto para sí mismo y solo por desvirgar a ese tal Sasuke; quitarle la virginidad a alguien no es cosa de todo los días y ya que tenía esta oportunidad, ¿por qué no aprovecharla al máximo?
— Entonces… ¿qué dices?
— De acuerdo, pero pobre de ti que no cumplas porque sé como cobrármelas.
— Sabes que yo siempre cumplo mi palabra. Después de todo no eres tan estúpido como creí.
Naruto no estaba más en la misma sintonía. Aquella voz de su amigo le parecía tan lejana… toda la atención era dirigida a la mesa de enfrente mientras con total descaro escaneaba al chico de arriba abajo; las facciones de su cara y ciertas partes de su cuerpo. Aunque por un instante le pareció haber cruzado miradas con él, o eso es lo que creyó antes de verlo pararse un instante después de haber acabado su lonche e irse sin si quiera notarlo, pero lo dejo pasar pues una vez que lo conociera sabía que él no podría olvidarlo.
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En un cuarto iluminado Deidara se encontraba concentrado en su próxima escultura que sería expuesta en una exposición la próxima semana (en la cual estaba algo atrasado gracias a su querido novio que no tenía en consideración su trabajo).
Deidara con sus veintiún años era bien reconocido por sus esculturas hechas a arcilla.
Sus ojos eran azules, su largo cabello brillante mayormente lo ataba en una coleta alta a excepción de un largo mechón que sobresalía y se mecía terminando por cautivar a sus espectadores. En sí, se consideraba un hombre deseable. Lastima que su corazón ya tuviera dueño; Itachi Uchiha, vaya engreído que tenía por novio. Creyendo que con solo tronar sus dedos tendría todo a su merced… como odiaba eso, que hasta el momento todo haya sido así. Y es que en parte sentía que era su culpa por cumplir sus caprichos nocturnos sin ponerle un alto (aun si a veces se encontraba bastante cansado)
— Deidara, cariño, ya llegué.
— ¡No me llames así, idiota!
— Renegando a tan tempranas horas, no tienes remedio —dijo Itachi cual ahora se encontraba acariciando uno de los muslos de Deidara.
— Por si no te has dado cuenta son las tres de la tarde —removiendo la mano que tenía sobre él volviendo a su escultura.
— ¿Por qué no vamos al cuarto y allá te explico mi retraso?
— Tengo trabajo que hacer, ahora no, aparte pronto tendrás que regresar al trabajo —sabía para donde iba todo esto y si no lo detenía ahorita lo más seguro es que terminaría con él en la cama; cansado y sin escultura. Claro, no podía negar que disfrutaba de aquellos momentos íntimos con Itachi, pero hoy no se sentía con ánimos.
— De acuerdo, me iré a recostar un rato.
— ¿Qué, así nomas?
— ¿Dijiste algo? —girando desde el marco de la puerta de su cuarto.
— No…nada.
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El timbre de hora de salida había sonado hacía más de cinco minutos; por lo cual para ese entonces el aula ya se encontraba vacía a excepción de Sasuke, que aún se encontraba guardando sus útiles en su mochila.
A paso lento se dirigió hacia la salida donde se topo con Sakura.
— Sasuke-kun, ¿saldrías conmigo hoy? Tengo entendido que el último trabajo es en parejas. —Mientras con total descaro meneaba su cadera, levantando parte de su falda en un intento por persuadirlo para que aceptara— podríamos ir a mi casa y…
— Sé lo que estás intentando Sakura, así que vete sin rodeos.
— Es que hace mucho que no lo hacemos, y eso me preocupa, ¿hice algo que no fuese de tu agrado? Si me dices yo podría…
— No hay nada que tú puedas hacer en este caso, no es como si estuviéramos saliendo Sakura. Ahora si me disculpas… —sin decir o esperar más se retiró por el camino que tomaba siempre para llegar a su casa.
Algo que muchos se preguntaban era el por qué se iba caminando; ¿qué acaso no era rico? Y la respuesta era muy simple: Sasuke Uchiha, el chico popular con un intelectual avanzado no sabía manejar. Seguro su carro del año se encontraba empolvado en su cochera, pero eso no importaba porque pronto cumplirías sus dieciocho años e Itachi le había prometido enseñarle a manejar, y (aunque le costara reconocerlo), eso le entusiasmaba; pero la idea de vivir con su hermano y su cuñado no. Sobre todo por las noches largas que pasaba sin dormir a causa de ellos ¿acaso las paredes eran de tela? Gritos y gemidos llenaban su habitación la mayoría de las noches. Es decir; él también era hombre y tenía sus necesidades. Ya ni siquiera podía recordar cuantas veces se había golpeado mentalmente para aguantarse las ganas de masturbarse a causa de ellos. No era gay ni homofóbico, más bien él se consideraba una persona muy liberal acerca de ese tema.
Aun así quería mudarse y tener su propio departamento donde sabía que encontraría la tranquilidad que él necesitaba.
— Solo un mes más…