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El hoy es un regalo, por eso se llama presente. por TokiitaNaruLoveBK

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Notas del capitulo:

Basado en algunos capitulos de D. Gray-man :3

El hoy es un regalo, por eso se llama presente.
UchihaNaru

 

Nunca mires atrás, cuando enfrente de ti tienes algo mucho mejor que apreciar.

 

Nunca se imagino llegar a enamorarse de alguien como lo era él, no tenía mucho de conocerlo, a penas y se hablaban, el decir que se odiaban mutuamente era bastante, simplemente la situación entre ellos no iba bien, desde el primer momento en que se vieron una rivalidad creció, además de eso él claramente le había dicho que no gustaba relacionarse con gente maldita…

 

Entonces ¿En qué momento su corazón decidió que aquella persona se merecía aquellas palpitaciones incontrolables que se hacían presentes solo con verlo a lo lejos o escuchar su nombre? Se preguntaba ¿Por qué sus mejillas se sonrojaban cuando su voz penetraba sus oídos? Yu Kanda era una persona fría y claramente no le importaba lo que le sucediera, incluso ser atacado frente al chico mayor era algo sin importancia para este, siendo así ¿Cómo podía atraerle tal persona?

 

Allen Walker se cuestionaba sobre las razones que pudieron haberle llevado a sentir esos sentimientos, su vista miraba las llamas de la chimenea, las cuales se balanceaban de un lado a otro como si tuvieran vida propia, mientras que un pequeño sonido chispeante era lo único que penetraba aquel silencio encantador.

 

Era de noche, todos dormían, menos él…. No tenía sueño, pero más que nada, sentía que no tenía caso el ir a su dormitorio y desperdiciar su tiempo sabiendo que, una vez más, no podría conciliar el sueño, así, sumido en sus pensamientos, Allen recordó la primera misión que Kanda y él tuvieron juntos, recordó las claras advertencias que el peli azul le había dado, dándole a entender que en esa misión uno tenía que cuidarse a sí mismo y no intervenir en el camino del contrario, aun así Allen aquella vez en la ciudad abandonada de Matel ayudo a Kanda, y aun no comprendía que lo impulso a realizar esa acción.

 

-“Supongamos que están a punto de matarte o de convertirte en un estorbo para cumplir la misión, te dejaría morir sin dudarlo. No pienses que somos “compañeros” ni idioteces por el estilo. En la guerra siempre hay que hacer sacrificios” – Aquella vez Kanda hablaba muy en serio, era su primera misión oficial y justo como había dicho Kanda cada quien iría por su lado, cuando Allen descubrió que aun habían buscadores vivos no lo pensó dos veces antes de ir a protegerlos, su desgracia fue haber llegado tarde, estaba decidido a no ayudar a Kanda cuando este había sido atacado por el Akuma Nivel 2, pero algo dentro de él se lo impidió por completo, simplemente no podía dejarlo ahí.

 

Fue desde entonces que comenzó a sentirse extraño junto a Kanda, no comprendía que parte de aquella misión hizo que sus ojos ya no pudieran hacer otra cosa más que mirar al ojinegro y hacer que sus mejillas se sonrojaran… Kanda no había hecho nada además de ser egoísta, grosero y gritón con él, claro, lo había “protegido” del Akuma, sin embargo no es como si hubiese sido la gran cosa, solo sabía que desde que regresaron de la cuidad de Matel, su corazón y su mente no dejaban de atormentarle incrementando día con día aquellos sentimientos inexplicables.

 

-Mana… ¿Qué se supone que debería hacer? – Allen subió sus pies al sillón y abrazo sus piernas contra su cuerpo, en ese momento necesitaba un consuelo, una persona que lo apoyara y le dijera que se supone que tenía que hacer, era en esos momentos… En los que la presencia de Mana, su padre, le hacía mucho falta –“Sigue caminando, no pares. Sigue adelante hasta el día en que mueras” – Desear que un ser querido que ha fallecido, regresé a la vida, es un sentimiento devastador que cualquier humano tenía derecho a sentir, después de todo la soledad y la desesperación te hacían desear muchas cosas, sin embargo Allen había desistido de sentir la ausencia de su padre, puesto que la última vez no había salido de las mil maravillas, Mana había revivido como un Akuma por su culpa y para colmo por su propia mano había sido destruido, sus últimas palabras fueron  -“Te quiero… Allen, destrúyeme” – Esa vez fue la primera vez que vio un Akuma y la primera vez que mato a uno; Mana lo había maldecido y ante este presagio su ojo izquierdo podía ver las almas prisioneras de los Akumas, el ver como sufrían y lloraban ante la muerte de sus seres queridos, aquellos que los convirtieron en aquellas armas del demonio, era devastador, era entonces que se preguntaba si el alma de Manda se sintió de aquella manera aunque fuese por unos cuantos minutos –Mana… Padre, te extraño – Allen parecía un pequeño niño necesitado de un abrazo, claramente no había nadie que le cumpliera ese capricho más que el mismo, con fuerza abrazos sus piernas y escondió su rostro entre sus piernas, sabía que llorar no cambiaba una situación ocurrida hace ya varios años, pero por lo menos podía sentirse con menos carga sobre él.

 

Los minutos pasaron, cuando se dio cuenta el reloj de la sala principal de la Orden Oscura marcaba las una de la madrugada, sus ojos estaban hinchados y levemente rojos ante la gran cantidad de lagrimas salinas que había dejado correr por sus mejillas, cansado, suspiro sin saber qué hacer, la chimenea aun estaba prendida y el fuego aparentemente se había hecho más pequeño, sus parpados pesaban y pensó que después de tres días el sueño volvería a rendirle cuentas, sin embargo justo estaba a punto de quedarse dormido cuando sintió una cálida sensación alrededor de su cuerpo, cosa que claramente lo altero.

 

-Si duermes en un lugar como este, te enfermaras Moyashi –Allen miró a su lado sonrojado, sabiendo perfectamente que aquella voz le pertenecía a una sola persona, sin duda alguna, el chico que había puesto una manta sobre él había sido Kanda, en ese momento el susodicho lo miró de reojo y Allen se sobresalto -¿Qué haces fuera de los dormitorios tan tarde?-  Escuchar su voz, ver aquella mirada profunda y fría de Kanda sobre él y sentir su repentina presencia en aquel lugar hicieron que su corazón comenzara a palpitar tan rápido que pensaba que en cualquier momento explotaría, no podía articular alguna palabra coherente, su boca se cerraba y abría sin dar señales de querer hablar, Kanda lo miró con una ceja alzada en forma de duda y esperando claramente una respuesta.

 

-¿Y tú? ¿Por qué estas despierto? –Allen aparto su vista de Kanda, sabía que si no evitaba aquella mirada que le llegaba a lo más profundo de su ser nunca podría hablar, centro sus ojos en las llamas rojas de la fogata, Allen espero una respuesta por parte de Kanda.

 

-Acabo de llegar de una misión, ahora dime ¿Qué haces aquí, Moyashi? – A Kanda le molestaba mucho el hecho de que le contestaran una pregunta con otra, en Allen era muy raro que hiciera esto sabiendo claramente que eso le molestaba, además de que el chico evitaba su mirada y por si fuera poco se veía totalmente nervioso ante su presencia, por primera vez desde que se conocían tenía interés en saber más de aquel peli blanco, no sabía por qué, pero ultimadamente había deseado estar a solas con Allen, por fin eso se hacía realidad y el otro ni si quiera podía hablarle con claridad, esa actitud le desesperaba.

 

-No podía dormir, así que en vez de estar encerrado en mi dormitorio, prefiero estar aquí – El chico estaba tan concentrado en el movimiento de las llamas que su propio corazón había comenzado a palpitar normalmente, su nerviosismo quedo de lado pensando que la única persona que estaba ahí era él, Kanda mirando como Allen lo ignoraba chasqueo los dientes y se puso frente a él, tapándole la vista por completo, en ese momento Allen volvió a sentir como ese sentimiento devastador se apoderaba inmediatamente de su ser, Kanda se sentó en la mesa que estaba frente a los sillones, justo en frente de Allen, aquella cercanía hizo que el susodicho comenzara a respirar agitadamente.

 

-¿Qué sucede contigo? Te he dicho Moyashi dos veces y hasta ahora no me has rezongado ni insultado – Kanda acerco aun más su rostro al de Allen sin saber que esto hacía que el otro se pusiera cada vez más nervioso, Kanda miro con curiosidad las mejillas del menor, preguntándose si su compañero estaría enfermo -¿Acaso tienes fiebre? – Allen estaba totalmente mudo, tener al peli azul tan cerca lo dejaba sin aliento, Kanda junto sus frentes, esperando que con esta acción descubriera si el peli blanco estaba enfermo.

 

-¿Q-Qué hace-s? – La voz se le entrecortaba, sentía que en cualquier momento se desmayaría si Kanda no se alejaba de inmediato, los ojos del susodicho se encontraban cerrados pero Allen solo podía mirar aquel rostro tan atrayente con gran atención, quería besarlo, quería saber cómo se sentía probar aquellos labios prohibidos para él, sus pensamientos comenzaron a volar y antes de llegar a un punto donde ni él pudiese controlarse quiso separarse, pero Kanda, con un rápido movimiento, lo impidió, con su mano derecha agarro a Allen fuertemente de la nuca, atrayéndolo hacia él e impidiéndole escapar.

 

-No tienes fiebre, ¿Sera necesario llevarte con K-…? – Kanda, tu… me gustas – Estaba cegado por el momento, no sabía que había dicho o hecho, su condición demostraba claramente que no estaba en sus cuatro sentidos, su respiración era entrecortada, su boca estaba entre abierta, sus ojos estaban nublados por la excitación del momento y un inmenso sonrojo se posaba en sus mejillas, Kanda se separo de inmediato de Allen sorprendido por lo que había escuchado salir de aquellos labios, el menor abrió los ojos dándose cuenta del error que había cometido -¡Yo!... ¡Lo siento! – Su cuerpo actuó solo, en ese instante se paro del sillón sin pensarlo dos veces y antes de poder escuchar algún reproche o negación de parte de Kanda decidió correr a los dormitorios, simplemente no estaba listo para ser rechazado.

 

Por otro lado, el peli azul se encontraba anonadado, simplemente no sabía qué hacer en ese tipo de situaciones, había querido detener a Allen pero le fue imposible, su cuerpo se había quedado petrificado ante tal sorpresa, cuando el escucho esas dos simples palabras salir de la boca de Allen algo dentro de él palpito con rapidez y un calor exquisito invadió su ser, una pequeña sonrisa picara se poso sobre sus labios, la próxima vez que viera a Allen no lo dejaría escapar, esos eran sus planes y sus pensamientos, pero entonces lo recordó, tenía prioridades más importantes que andar pensando en esas ridiculeces, el no podía estar jugando de esa manera, esos sentimientos solo eran una pérdida de tiempo, un obstáculo que debía pasar para conseguir sus objetivos.

 

 

 

 

La luna era su única compañera ahora, había corrido tan rápido como pudo, escapando claramente de Kanda, en ese momento no odiaba al Conde del Milenio por crear Akumas  a partir de los sentimientos dolorosos de las personas, tampoco odiaba su maestro por dejarlo solo y meterlo en problemas durante el tiempo en que estuvo con él, mucho menos odiaba a Kanda por ser alguien arrogante y fría… En ese momento la única persona que odiaba, era a él mismo, ahora podía comprobar que todos aquellos que alguna vez le dijeron que era un estúpido tenían razón, no entendía como de sus labios habían salido esas palabras, ahora estaba seguro de que Kanda nunca más volvería hablarle.

 

Así, con estos pensamientos dolorosos e intentando superar el gran error que había cometido, Allen contemplo la luna hasta el día siguiente, de nuevo no había dormido nada, ya se había resignado, el sueño lo había abandonado. El peli blanco decidió que era tiempo de bañarse, y así al salir se vistió con su típica ropa y sobre  esta se puso su abrigo de la Orden Oscura.

 

-“¡Este uniforme no se ha confeccionado para servir de almohada para el herido! ¡Es para que se lo ponga un exorcista! Conseguimos ayudas a partir de sacrificios, novato”- La Orden Oscura era un lugar que para muchos era un hogar, el no tenía a donde regresar, haya afuera no había nadie que lo esperara, en la Orden Oscura había encontrado amigos, personas que apreciaban su existencia, ser un exorcista era importante para él no porque quisiera destruir Akumas, si no porque quería salvar aquellas almas prisioneras para que consiguieran el descanso eterno, el no gustaba de hacer sacrificios, el solo quería el bien para todos.

 

Kanda no pensaba así, el pretendía que sacrificar algo o alguien era algo sin importancia, el no salvaba, destruía Akumas, ahora que lo pensaba no conocía nada de Kanda más que su nombre y su fría actitud para con todos, era obvio que alguien como él peli azul no pudiese fijarse en alguien como Allen, y menos siendo tan diferentes por fuera como por dentro.

 

Era tiempo de asimilarlo, era tonto pensar en alguna mínima esperanza, las cosas estaban claras, el tenía que olvidarse de aquellos sentimientos que simplemente no tenían razón de existir, Allen olvidaría ese sentimiento justo como se había privado de sentir tristeza y dolor ante la ausencia de su padre.

 

 

 

Los días pasaron, la Orden Oscura estaba enviando a los exorcistas presentes a sus respectivas misiones, Komui estaba en su despacho dándole indicaciones a su hermana Lenalee y a Allen sobre la siguiente misión que llevarían a cabo juntos, al parecer la presencia de la Inocencia había traído problemas en una ciudad que, según los informes, se rebobinaba, Allen no daba indicios de mostrar gran interés en esa misión, a pesar de que los días habían transcurrido sin haber visto al peli azul su animó no había mejorado, por el contrario parecía más devastado que nunca, sin embargo las sonrisas falsas se le daban bien últimamente.

 

El camino hacía esa ciudad no era de gran importancia, su estancia fue lo que causó un giro de ochenta grados en la cabeza del pequeño Allen, conoció lo que había más allá de los Akumas, aquellas personas que los controlaban, las puertas de la oscuridad se abrieron ante él y una gran pelea contra Road Kamelot se llevo a cabo en aquella misión, pelea que le causo un gran sufrimiento y un dolor indescriptible, no tuvo el valor suficiente para matar aquella niña, pensar en matar a un humano era muy diferente que liberal a un alma de la prisión del Conde del Milenio, no podía decir que había sacado algún beneficio de aquella batalla, si no hubiera sido por Miranda, la mujer que era compatible con la Inocencia de aquella ciudad, estaría muerto, aunque realmente estuvo a punto de estarlo.

 

Su mundo era un desastre, las cosas en su mente y corazón eran muy contradictorias, la situación con Kanda, el descubriendo de la existencia de humanos que ayudaban al Conde, quienes se hacían llamar la familia de Noé, los supuestos verdaderos apóstoles, los elegidos por Dios; quería entender todo lo que a su alrededor sucedía, su mente quería concentrarse en la pelea pero su corazón no desistía de pensar en Kanda cada minuto de su existencia,  en ese momento Komui hablaba con él explicándole la situación actual.

 

-Ustedes dos sufrieron heridas grandes y además nosotros no habríamos sido capaces de llevarlos al cuartel general – Allen preguntó en seguida como se encontraba Lenalee, y Komui le respondió que sufría de daños nerviosos  pero que aun no despertaba, esto desanimo un poco a Allen y miró a Komui un poco triste dejando salir junto a un pequeño susurro un pequeño Ya veo…

 

-Pero no te preocupes – Sus ojos se abrieron sorpresivamente al escuchar una voz extraña, volteo su cabeza separando su vista de Komui, encontrándose al instante con un chico que se recargaba despreocupadamente a la puerta, un pequeño sonrojo adorno sus mejillas y unas palpitaciones extrañas atacaron su corazón, la sonrisa de aquel pelirrojo desconocido para él le corto la respiración –El abuelo lo está examinando, así que estará bien en poco tiempo – En ojos de ese extraño ver a Allen solo pudo producir una sola palabra en su mente Que lindo… fue lo que pensó, la luz que entraba por la ventana resplandecía alrededor del peli blanco haciendo que su imagen inocente resaltara más que nada de su esencia –Mi nombre es Lavi, encantado de conocerte– Sus ojos se negaban a apartarse del contrario, aquel azul resplandeciente lo hipnotizó,  Lavi simplemente se negaba a apartar la mirada de aquel tierno exorcista, por su parte a Allen le llamó la atención el hecho de que sus latidos, los cuales pensaba habían sido de sorpresa, no se detenían, los ojos verdes comenzaron a atraerle y cuando se dio cuenta su voz salió con un volumen muy tenue.

 

-Igualmente… - Fue lo único que pronunció, una pequeña risa salió de los labios de Lavi y Allen aun no podía describir ese sentimiento, su actitud era rara e incomprensible, y entonces lo recordó, sin embargo su terquedad se negaba a creer que realmente estaba ocurriendo de nuevo, a pesar de sufrir por Kanda no quería que nadie más ocupara su lugar, no quería aceptarlo, además Lavi era un completo extraño para él.

 

Después de eso no comprendía lo que ocurría a su alrededor, le habían dejado una carta de Miranda, Komui le había curado su arma anti-Akuma y de nuevo había caído inconsciente, después de despertar Komui le dijo algunas cosas y de la nada Lavi apareció, de nuevo ese sentimiento que se negaba a sentir se apodero de él, el pelirrojo comenzó a explicar sobre la existencia de los Noé y repentinamente otra persona extraña apareció golpeando, o mejor dicho pateando, la cara de Lavi.

 

-Allen Walker – El viejo lo llamó repentinamente, haciendo que se sobre saltara al instante –Nosotros somos una colectividad de eruditos llamados Bookmen – Los Bookmen tenían como trabajo investigar cosas que no se mostraban en la historia, cosas llamadas “historia no recordada”, esto había sido explicado por Lavi pero fue interrumpido por un golpe más del viejo desconocido, Allen aun se sentía confundido –Tenemos como deber llegar a ser exorcistas, yo no tengo nombre, llámame Bookman – Después de aquel encuentro con el dichoso Bookman Allen fue tratado por él, su ojo izquierdo había sido herido en la batalla contra Road, ojos que servía para ver las almas Akumas, según las palabras del viejo, no había necesidad de meter mano en aquella herida, pues a pesar de que había sido poco, la recuperación hecha por el mismo cuerpo de Allen se estaba llevando a cabo.

 

Después de eso decidió salir del dormitorio, encontrándose con Lavi, el mayor le indicó que dieran un pequeño paseo, Allen era un niño revoltoso y no gustaba de estar siempre encerrado, así que no se negó en lo absoluto, al ponerse su abrigo de exorcista se tapo la cara con la capucha, un acto reflejo que no pudo evitar, esconder su ojo izquierdo era algo normal en él y ahora que no podía usarlo, lo hacía con mayor razón, Timcampy reposaba en su hombro. A pesar de que caminaban en silenció, Allen escuchaba los latidos de su corazón tan fuerte que se preguntaba si Lavi también era capaz de escucharlo, su nerviosismo lo traicionaba, después de mucho tiempo volvía a sentir aquel agradable sentimiento, pero no precisamente por la persona que en su mente se proyectaba.

 

En ese pequeño paseo descubrió que Lavi era mayor que él, el pelirrojo tenía  18 mientras que él 15 años, después de un rato había decidido caminar solo, encontrándose en el camino con Akumas, Lavi lo salvo de un disparo seguro, después de todo se sorprendió al descubrir que una pequeña niña era un monstruo, su ojo izquierdo le hacía falta, se sentía inseguro caminando sin protección. Después de esa situación y de llegar al punto de tener que escapar al bosque y ser atacados nuevamente, decidieron regresar.

 

Cuando Lenalee despertó por fin decidieron que era hora de partir e ir a la Orden Oscura, Lavi se había dedicado a pasar tiempo con él y la sonrisa falsa que había aparecido en su faceta por culpa de Kanda, quien curiosamente ya conocía a Lavi y viceversa, había desaparecido, en el tiempo en que estuvo con el pelirrojo el peli azul no surco sus pensamientos, ahora estos eran invadidos por aquel ojiverde, y aunque una parte de su corazón se negaba a aceptar a alguien más en el lugar de Kanda, poco a poco era inevitable que esos sentimientos para con Lavi se volvieran cada vez más fuertes.

 

Al llegar a la Orden Oscura Lavi demando que quería comer, gustoso el también decidió acompañarlo y así mostrarle el camino, Lavi había tomado la suficiente confianza como para cruzar su brazo por sobre los hombros de Allen, ante tal acción el pequeño estaba sonrojado, en su mente deseaba que el comedor estuviera solo, pero para su desgracia, no era así, había una sola persona, solo una, y tal vez no fuera tan molesto si tan solo fuera OTRA persona, al parecer el destino quería atormentarlo y sentado en una mesa cerca de una de las ventanas, Kanda les miró fríamente.

 

-¡Oh! ¡Pero si es Yu! – Kanda Yu, ese era el nombre completo del chico que ocupada parte de su corazón, Lavi saludo desde lejos al susodicho sin pretender separarse de Allen, el peliblanco simplemente miró hacía el suelo siendo incapaz aun de mirar a los ojos a aquel chico, Lavi notó la incomodidad que su niño mostraba ante la presencia de Kanda y eso no le gusto, sin pensarlo dos veces poso una sonrisa picara en sus labios y acerco su boca al oído de Allen –¿Te apetece mostrarme el cuartel? Creo que se me ha quitado el apetito, tal vez luego quiera comer algo… parecido a ti – Aquel susurro tan excitante hizo que Allen se sonrojara y cerrara sus ojos con fuerza, sin poder evitarlo un pequeño gemido salió de sus labios y Lavi sonrió, sus ojos miraron de reojo a Kanda y el chico parecía tener un aura asesina a su alrededor, los palillos chinos que sostenía con su mano derecha había sido cortados a la mitad al ver aquella escena, esa actitud dejo una sonrisa más que satisfactoria en Lavi y se llevo a Allen de aquel lugar, después de todo el estaba dispuesto a lo que fuese para conseguir la total atención de aquel niño tan adorable.

 

Por otro lado Kanda se moría de celos por dentro, nunca pensó que sería capaz de sentir algo así, o más bien no había la necesidad, Allen se había apartado de todos y sabía que los pensamientos de ese chico le pertenecían aun cuando no estuviera cerca de él, estaba de acuerdo en que tuviera amigos, pero nadie podía ocupar aquel lugar en el corazón de Allen que solo le pertenecía a él, y tal vez era contradictorio, claramente él había decidido dejar de lado esos sentimientos estúpidos, pero simplemente no iba a dejar que le arrebataran a ese ser que le hacía sentir ese calor exquisito y menos contra el tonto e inútil de Lavi.

 

 

 

Pasaron unas horas, Allen había mostrado el cuarto general completo a Lavi, incluso se habían perdido por unos momentos, había sido divertido, el peliblanco no recordaba haberse divertido de aquella manera desde hace un largo tiempo, al final Lavi tenía que ir con Bookmen para recopilar información y estudiar, Lavi era el sucesor de aquel viejo y para ello necesitaba conocer la historia completa, después de unas horas Lavi fue liberado del estrés del estudio por parte de Bookmen así que decidió ir a los dormitorios para ir con Allen.

 

-¿Qué pretendes? – En el camino hacía los dormitorios nunca pensó encontrarse con su viejo amigo, Kanda lo miraba de una manera tan fría y rencorosa que por un momento le crispo los nervios, pero no lo demostró, su seriedad también se hizo presente y le pregunto a que se refería con aquella pregunta, Kanda entrecerró la mirada y se acerco a Lavi para tomarlo del cuello de su camisa acercándolo a su rostro y reteniendo esas ganas enormes de golpearlo a la cara -¡No te hagas el estúpido! Sabes perfectamente que me refiero a Allen, ¿Qué pretendes con él? ¿A qué estás jugando?– Lavi, en el momento en que escucho el nombre del peliblanco supo que la cosa era seria, obligo a Kanda que lo soltara tomándolo fuertemente de la muñeca, lo suficiente como para que lo dejara en paz, el no era igual a él, no estaba loco como para desaprovechar esa oportunidad que tenía para estar al lado de Allen.

 

-El que debería preguntar eso soy yo, ¡Al contrario de ti yo pretendo aprovechar la situación! El necesita a alguien que lo apoye, tuviste la oportunidad de ayudarlo ¡Pero solo hiciste más dura la carga que lleva sobre sus hombros! Si no querías ayudarlo ¿Por qué te preocupa que yo tomé el lugar que alguna vez tu pudiste ocupar?- Kanda retrocedió ante esas palabras, pero su mirada nunca dejo de ser dura al igual que la de Lavi, este último estaba dispuesto a enfrentarse a Kanda y decirle unas  cuantas verdades las veces que fueran necesarias para dejarle en claro que por nada del mundo desistiría de estar con Allen.

 

-Tengo mis propios problemas como para preocuparme por alguien como él, al igual que tu – Lavi lo miró con desprecio, ¿Qué sabía Kanda de su vida y sus problemas? Su altanería le estaba colmando la paciencia, Kanda no podía hablar sobre lo que le convenía o no a él –Eres el sucesor del Bookmen, ¡Tu escribes la historia, no eres parte de ella! Ustedes no pueden involucrarse con nosotros, tu deber es observar y escribir ¡No enamorarte de alguien que ya le pertenece a alguien más! – Lavi sonrió, miró a Kanda por unos momentos y comenzó a reír con ganas, el contrarió lo miro con enojo, nadie se atrevía a reírse de él y menos en su propia cara,  la situación le estaba afectando más de lo que podía imaginar, pero lo que más le impulsaba a abrir la boca en esa situación era ese sentimiento estorboso, esos celos que sentía por Allen.

 

-Y según tú, ¿A quién le pertenece? – Kanda endureció sus facciones y gruño como respuesta –Allen no es un objeto, no le pertenece a nadie, el decide a quien amar, no yo –Lavi dejo el tema por terminado y comenzó a caminar a la dirección que con anterioridad pretendía seguir, en el momento en qué pasó al lado de Kanda paró su caminar y mirando aun hacía el frente dijo lo último de la conversación –Además, yo nunca dije que estaba enamorado de él – Una sonrisa arrogante se dibujo en el rostro de Lavi y siguió caminando, los ojos sorpresivos de Kanda decían más de lo que él mismo podía expresar con palabras, había sido su imaginación o Lavi le había dado a entender, que solo estaba… ¿Jugando con Allen?

 

-Tú... ¡Tú dijiste que Allen no era un objeto! ¡Aun así… ¿Pretendes jugar con él?! –Kanda sintió un enojo arderle por dentro, había gritado y girado su cuerpo justo antes de que Lavi se perdiera a la vuelta del pasillo para tomar rumbo a la sección de los dormitorios en donde se encontraba Allen, Lavi se detuvo y miró con una sonrisa a Kanda, esta expresión tan arrogante hizo que su enojo llegara al límite.

 

-Exacto, yo dije que no lo era, pero eso no significa que no pueda tratarlo como tal –Después de eso Lavi se fue, no estaba dispuesto a seguir con esa discusión sin sentido con Kanda, estaba seguro que su amigo había entendido perfectamente lo que él pretendía hacer, más aun cuando escucho un grito lleno de enojo junto con un golpe hacía la pared, Lavi dejo de sonreír, lo que había dicho no era mentira, el no estaba ahí para enamorarse porque justo como lo había dicho Kanda ellos estaban ahí solo para escribir parte de la historia y no para ser parte de ella, ser un exorcista era momentáneo, ser Lavi era momentáneo, la vida que estaba formando en ese momento no era más que algo pasajero, algo que sin dudar borraría el tiempo.

 

Con estos pensamientos despreocupados, y sin tomar en cuentas las grandes heridas que dejaría en el inocente corazón de aquel exorcista, Lavi llegó a la habitación del susodicho, tocó dos veces antes de entrar y se encontró con Allen sentado en el suelo mientras recargaba su espalda en la cama y leía un libro, cuando Lavi entro lo miró y dejo su libro a un lado mientras sentía como sus mejillas se coloraban ligeramente, en ese momento Lavi se sentó a su lado, muy cerca de Allen, cosa que claramente puso nervioso al menor.  

 

-Me tarde demasiado, lo siento –Allen negó sin querer mirarlo a los ojos dando a entender que no se preocupara por eso, Lavi inspecciono el cuerpo de aquel chico, sus hormonas exigían un contacto más serio con el peliblanco, con estos pensamientos tomo a Allen por la barbilla para que lo mirara a los ojos, acaricio tiernamente su mejilla con el dorso de su mano y observo como aquellos hermosos ojos azules demostraban un brillo peculiar, Lavi se fue acercando lentamente hasta sentir la respiración agitada del más chico –Eres increíblemente hermoso – Solo esas palabras bastaron para que Allen quedara completamente hipnotizado por el momento, sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente, podía sentir como el mayor se acercaba poco a poco y como sus labios comenzaron a rozarse con delicadeza, en ese momento Allen sintió muchas cosas, su corazón no paraba de latir, realmente sentía esas mariposas en el estomago, por fin, después de soportar tanto sufrimiento, sentía un verdadero amor procedente del pelirrojo… Pero Lavi dejo su gentileza de lado de un momento a otro, comenzó hacer el beso más intenso, al principio el menor pensó que era algo normal, pero el miedo lo invadió cuando sus labios fueron fuertemente mordidos por el mayor, haciendo que sangraran al instante, en ese momento, lo mágico había desaparecido.  

 

-No… ¡De…tente! – Con sus manos empujaba por el pecho a Lavi, pero este se negaba rotundamente a dejarlo escapar, Allen abrió sus ojos con sorpresa cuando sintió que su cuerpo se volvía pesado, el mayor se le había tirado en cima, había aprisionado con su mano derecha las manos del peliblanco, acomodándolas arriba de la cabeza de este, mientras que la mano libre comenzó a tocarlo debajo de su ropa, Allen sin poder evitarlo dejo salir pequeñas lagrimas -¡Por favor!... ¡Lavi, suéltame! – El mayor había dejado esa faceta de niño bueno de lado, estaba arto de esperar, había deseado tanto ese momento que ya no le importaba si lastimaba o no a ese chico, si en un principio no le importo, no veía la necesidad de preocuparse en ese momento, Lavi tomo la camisa de Allen y la abrió de golpe, los botones salieran volando al instante, el menor comenzó a gritarle que parara, pero el mayor no lo tomo en cuenta, por lo contrario, se desespero, Allen se movía demasiado, le impedía disfrutar de su cuerpo y con un certero golpe lo hizo callar, Lavi le pegó en la mejilla, dejando una gran marca en esta, Allen estaba totalmente asustado.

 

Lavi estaba dispuesto a seguir con esas acciones que realmente estaban hiriendo en lo más profundo a Allen, los besos siguieron, aun cuando el más chico solo podía llorar, el mayor marco grandes chupetones en todo el cuello del menor y parte de su pecho, Allen pensaba que todo acabaría ahí, pero entonces lo sintió, Lavi no pretendía eso, el quería llegar hasta el final, con brusquedad trataba de quitarle el pantalón y eso ya no lo iba a permitir, Allen comenzó a gritar, a llorar y a suplicar porque lo dejara, esto solo hizo que Lavi se enfureciera y que comenzara a golpearlo para que se callara, sin embargo Allen no quería ser tomado por Lavi así de fácil.

 

-¡Déjame! – Allen pateo a Lavi, haciendo que se separa de su cuerpo al instante, el ultimo mencionado mostro una cara de sorpresa, pero rápidamente fue sustituida por un enojo contenido, el peliblanco se tapo con su camisa rota y se arrastro hasta topar con la pared, su mirada estaba llena de miedo y solo miraba a Lavi, quien se había levantado y venia con el puño cerrado, Allen cerró los ojos fuertemente listo para recibir el golpe, lagrimas cada vez más desesperadas salieron de sus cristalinos pedazos de cielo y en ese momento, solo un nombre quería salir de su boca, ene se momento solo quería ver a esa persona –Por favor… ¡Por favor, Kanda! ¡KAN…! – - ¡Ya basta! ¡Si vuelves a tocarlo, juro que yo mismo te asesinare! – Lavi sonrió con altanería, su puño había quedado en el aire, alguien había parado un golpe que iba directo al cráneo de Allen, el susodicho temblaba como gatito asustado, mientras abrazaba su cuerpo con firmeza, sus ojos se abrieron a más no poder al escuchar aquella voz que claramente reconocía, una espada le amenazaba por el cuello, Lavi no era tonto, y decidió dejar el tema para otro momento, Kanda pudo notar que se rendía y el pelirrojo dio media vuelta sin decir absolutamente nada, pero claramente estaba muy enojado y frustrado.

 

Una vez que supo que su agresor se había ido, Allen rompió en llanto, unos gritos devastadores salían de su garganta y Kanda solo podía mirarlo con tristeza, el había querido llegar antes, tal vez de esa manera su niño no hubiera sido lastimado de esa manera, el mayor dejo caer su espada a un lado y se agacho enfrente del ojiazul, su mano toco delicadamente el cabello del menor, este dio un respingo al sentir el contacto, sus lagrimas no pararon y Kanda no sabía qué hacer para calmar aquellas cataratas, él quería hacer algo para calmar su sufrimiento, no había ido solo para echar a Lavi e irse solo por su orgullo de hombre, en ese momento, en el momento en que supo que Lavi solo estaba jugando con Allen no pudo aguantarlo más.

 

Era cierto que él había tomado la decisión de que Allen se olvidara de él, no porque realmente así lo quería, sino porque las metas de ese niño y las de él eran diferentes, tal vez era cierto que no lo soportaba y que su manera de actuar y pensar no eran de su agrado, la forma en la que trataba a los Akumas aun como si fueran humanos le desagradaba, pero también era lo que más le atraía de él, sin embargo su actitud fría y egocéntrica era demasiado para aquel chico, sentía que solo lo haría sufrir con su indiferencia, que su manera de ser sería demasiado que soportar, el ya sabía sobre las grandes cargas que Allen sobrellevaba, él quería ayudarlo, pero solo sentía que lo lastimaría más estando a su lado, solo se había equivocado una vez más, alejándose de él, le había dejado el camino libre al peligro, Allen no solo necesitaba alguien que lo ayudara, sino que, aun más importante, que lo protegiera, y esto haría él de ahora en adelante, ver así a ese pequeño Moyashi le rompía el corazón, un corazón que ya estaba impregnado por la esencia del menor.

 

-Allen, deja de llorar – Kanda tomo al pequeño por la barbilla e hizo que lo mirara a los ojos, con sus dedos limpio aquellas lagrimas que surcaban esas hermosas mejillas, el mayor le sonrió un poco, pero Allen aun no podía decir palabra alguna, se sentía traicionado, usado y tirada como un objeto, justo como había sido tratado cuando era un niño –Yo estaré aquí para protegerte, yo no te hare daño, yo solo quiero que seas feliz –Kanda jalo al peliblanco, sorprendiéndolo al instante, lo abrazo con todas sus fuerzas acomodándolo en su pecho, Allen solo pudo sentir una mano que lo rodeaba y otra que lo acariciaba gentilmente la cabeza, todo era como un sueño, un sueño hecho realidad, Kanda hizo que lo mirara nuevamente a la cara sin separarlo ni un poco de él, quiso juntar sus labios en un tierno beso, pensando que así su pequeño se tranquilizaría, pero los ojos del menor se cerraron con dureza, pensando con el mismo miedo que le había dejado Lavi, que Kanda le haría daño –Te amo, Allen – En ese momento junto delicadamente sus labios con el menor, este había abierto los ojos con gran sorpresa al escuchar esas palabras que al sentir esos labios que siempre deseo le hicieron derramar más lagrimas y cerrar sus ojos con gentileza, Kanda al separarse miro los ojos de Allen que también se abrieron después de dejar de sentir tan dulce contacto, Kanda acarició dulcemente la mejilla del menor con una sonrisa en su rostro –Yo te protegeré, no importa lo que tenga que hacer para conseguirlo –

 

 

Después de aquellos acontecimientos Kanda comprendió que su mayor prioridad era proteger a Allen, y si, tal vez su trabajo como exorcista nunca iba a terminar, pero por lo menos estaría junto a Allen en todo momento, protegiéndolo sin importar qué, el menor había decidido que lo mejor para todos era que nadie supiera lo que había pasado con Lavi, Kanda no quiso presionarlo y dejo el tema por el momento, aunque claramente no podía soportar aquellas veces que veía a Allen hablar con Lavi como si en el pasado no hubiera ocurrido nada, aunque claramente aun podía ver ese miedo en él cada vez que estaba al lado de ese pelirrojo, Allen sonreía falsamente y apretaba sus manos en forma de puño, su cuerpo estaba totalmente tenso, con miedo a que aquel ojiverde se saliera de control, Kanda pasaba la mayor parte posible junto con Allen para estar seguro de que nada le pasaba, esa noche, era una noche antes de que cada quien tomara su rumbo en busca de sus respectivos maestros, de los generales.

 

Kanda sabía que Lavi acompañaría a Allen, y a pesar de que por dentro hervía de enojo no podía hacer nada para evitarlo, solo daba gracias a que Allen no estaría solo con él, Lenalee y Kroury lo estarían acompañando y eso le tranquilizaba un poco más, Kanda bajo las escaleras para ir a la sala, estaba seguro que su niño esa noche no iba a poder dormir pensando en que al día siguiente cada quien tomaría su propio camino, y dicho y hecho, al llegar a la sala, lo vio, justo como aquella noche, Allen estaba sentando en el sillón mirando la chimenea, rodeado de un silencio abrazador interrumpido por las chispas que el fuego dejaba fluir, el menor abrazaba sus piernas contra su cuerpo, podía ver claramente como el menor estaba a punto de caer dormido y él, llevaba una manta en su brazo, listo para sorprender a su pequeño niño.

 

-Te he dicho que no te quedes dormido en este lugar Allen – El menor sonrió al escuchar esa voz que le hacía estremecer, Kanda se sentó enfrente de él y con el dorso de su mano acaricio la mejilla del menor, el otro cerro sus ojos ante el dulce tacto y al poco tiempo sintió un tierno beso poseer sus labios, no paso mucho tiempo para que el beso se volviera más seductor y Kanda acostó gentilmente al menor en aquel largo sillón, en ese momento el se situó sobre él a cuatro para tener así más espacio, al separarse el mayor junto sus frentes y los dos se miraron con ternura a los ojos -¿No puedes dormir?

 

-Mañana… Mañana no podremos vernos en un tiempo y yo no quiero estar solo otra vez, te amo y no quiero que me dejes – Kanda lo miro serio y  se acerco al odio de Allen, este acto hizo que el cuerpo debajo de él se estremeciera.

 

-Nunca estarás solo, yo siempre estaré protegiéndote, pensare en ti todo momento, así que tú tienes que hacer lo mismo y cada vez que te sientas desprotegido, recuerda esta noche, porque será la más importante de tu vida –En ese momento, Kanda beso la mejilla de Allen y un sonrojo pinto sus mejillas, Kanda beso sus labios con dulzura y Allen comprendió que el momento había llegado, llevaban juntos varios meses, así que ese acto ya era de esperarse, con una sonrisa recibió con gusto los labios de su novio, Kanda después de aquel beso comenzó a besarle el cuello con gran lentitud y gentileza, las caricias que le proporcionaba Kanda a Allen, hacía sentir a este ultimo un sentimiento de paz, pasión y amor, en esta ocasión no sentía el miedo que experimento con Lavi, no estaba viviendo las mismas experiencias de su pasado, en ese momento solo le importaba lo que llegaría a sentir entre los brazos de Kanda, ni siquiera le importaba si al día de mañana moría trágicamente, nada se comparaba con el momento que Kanda le estaba regalando aquella noche.

 

Por lo mismo, ahora podía comprobar la verdad detrás de la frase sobre que el pasado es historia, el futuro un misterio, pero el hoy es un regalo, y por ello se llama presente.

Fin
By. UchihaNaru 

Notas finales:

Espero les haya gustado ^^ <3 Nos vemos a la proxima :D


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